En esta fecha particular, dispuesto a la inauguración del que será mi diario, cuando menos, por un tiempo, veo apropiado comenzar relatando el discurrir de mi existencia hacia este preciso, y tal vez auspicioso, momento. De igual modo que en los cuentos y novelas cuya escritura me brinda sustento, o los torpes amagos incursivos en el mundo de la pintura que ocasionalmente cometo, elaboraré este diario con la egoísta motivación de que su destinatario último sea un servidor. Confío en que un posible lector futuro, sea furtivo o autorizado por el vil metal, disculpe esta muestra de egolatría tan propia en ocasiones de las mentes artísticas
Por fortuna o por castigo, y no dudaré en afirmar que ambos nos sentimos más inclinados a depositar nuestra creencia en lo segundo, acudí a este mundo incierto hijo de Lord Forrester, señor de una reducida aunque respetada baronía.
Desde que tengo uso de razón, o todo aquél de que disponga mi mente, aficionada como siempre ha sido a la divagación introspectiva, la relación entre este humilde transcriptor de fantasías y su querido padre ha gustado en ser tortuosa. Podría contar con los dedos de esta mano las ocasiones en que nuestros disidentes temperamentos han auspiciado el acuerdo entre ambas partes, y me sobrarían falanges que llamar al servicio.
Las dos personas que me dieron la vida, gran favor que hasta el día en que esta agote les tendré en agradecimiento, eran, y siguen siendo, Dios mediante, un matrimonio noble y respetable, de rectos principios e ideas. Lord Forrester se alza como un perfecto caballero de su tiempo, con los justos candados preservando la cerrazón de su mente y los ideales rancios y enemigos del raciocinio más elemental que tanto admiran las buenas gentes de esta época gloriosa. Así pues, un servidor, ajeno entre sus semejantes, amante de las artes, la poesía y el frecuente ejercicio del intelecto, quedaba fuera de lugar en una casa tan innegablemente pulcra y decente.
Durante años me entregué con pasión a la tarea, casi obligada en su divina y biológica función, de corresponder a mi casa con la misma cantidad de vergüenza y deshonra con que fuera bendecido por ellos desde el feliz día de mi nacimiento. La respuesta de mi sabio progenitor, como de otra forma no se podía esperar, fue acertada, afectuosa y comedida, en todas y cada una de las ocasiones en que los gritos intercambiados en emotiva, hasta el punto de hacer acudir la lágrima a los ojos claros de las sensibles y obedientes mujeres de nuestra familia, complicidad, y los golpes con que mostrábamos nuestro igual aprecio y respeto por el mobiliario ancestral que decoraba tan cálido hogar, resonaron en las tierras circundantes para regocijo de cuantos los escuchaban.
Como muchos predijeran durante los años, salvo el barón, cegado por su incondicional amor paterno, abandoné la hacienda familiar transcurridos diecinueve veranos desde aquel nuestro primer encuentro, con la firme resolución de servir en el honorable ejército de su majestad. Transcurridos dos años de intachable carrera militar, fui invitado a abandonar el servicio, gracias a mis numerosos méritos, en gran parte relacionados a las virtudes de las damas, el juego y el alcohol, todos ellos fruto de la divina providencia de nuestro señor. Se me concedió, además, una honrosa mención a la negligencia y el abandono del deber. En el lejano hogar, como no podía ser de otra forma, celebraron con gran alegría mis éxitos al servicio de la nación. Durante los festejos consiguientes, y en la última amistosa charla compartida con mi adorado padre, consideré procedente hacerle partícipe de mi intención de no regresar a la propiedad hasta el aciago día de su fallecimiento, ocasión en que acudiría, compungido y desorientado, perdido el modelo que me permitiera discernir cuanto un caballero había de ser, con objeto de, profundamente apenado, reclamar el título y las propiedades que por derecho me pertenecerían como primogénito de la familia Forrester.
Hecho esto, me aventuré por vez segunda a recorrer los caminos de este vasto mundo. Tuve el placer de disfrutar la vida del alegre vagabundo hasta que reuní el dinero suficiente y, resignado, tomé posesión del acogedor ático londinense que desde entonces habito. Gracias a los frutos de mi pasión por el arte y la vida, he dispuesto del capital necesario y me ha sido posible conocer ambientes, personas, en especial damas de variada cuna y deslumbrante belleza, y costumbres que desde los hermosos sillones de la alta sociedad jamás se alcanzan a vislumbrar. He podido desarrollar mis dotes artísticas e intelectuales, apreciar las ajenas e incluso promover el talento de algunos individuos de especial sensibilidad y pasión. La vida, como bien relatara mi madre durante aquellas tardes en que me exhortaba a cuidar con mayor atención la pulcritud de mi aspecto y la seriedad de mis aspiraciones, ha sido bella y generosa con mi persona.
Bienvenido a la mansión señorial del Lynd.
Por favor, y antes de comenzar, llena el siguiente cuestionario:
Cuestionario:
1. ¿Qué es lo que más valora tu personaje?
2. ¿cómo es a nivel social?
3. ¿cuales son sus amigos (si tiene)?, ¿Tiene alguna relación afectiva seria?
4. ¿donde vive?, ¿con quien?
5. ¿tiene algún pasatiempo?, ¿algo que ame hacer?
6. ¿Hay algo oculto que el personaje se avergüence de ello?
Pd: Me encanta la historia, tanta ironía te hará divertido; aun no escribas la opinión por la carta.
espera a que llegue a tus manos... en esta escena :)
1. ¿Qué es lo que más valora tu personaje?
La libertad. Walter es un hedonista. Intelectual y en cierta forma refinado, la mejor clase de hedonista. No es un pervertido, ni un irresponsable, sencillamente es un hombre que valora el gozo, vital y artístico, por encima de todo. Considera que cualquier persona, sin importar su origen o clase social, puede alcanzar la plenitud por medio de las artes y el desarrollo de la propia mente. Esa libertad íntima, personal, de escoger por uno mismo, de detenerse a apreciar la belleza y de juzgar lo que a uno le rodea de forma independiente a las imposiciones de la sociedad, es el bien y fin último de todo ser humano.
2. ¿cómo es a nivel social?
En el fondo es un hombre melancólico, que no suele abrirse verdaderamente a los demás y puede pasar de la cordialidad al rechazo en un instante. Por lo general, y mientras le resulte de alguna forma estimulante, disfruta conversando acerca de numerosos temas, y mantiene unos modales cuidados que reflejan su inteligencia. Suele mostrarse como una persona amigable y despreocupada, satisfecha con la vida, pero su naturaleza cínica y poco amiga de los convencionalismos le lleva a ser tajante en sus opiniones respecto a los demás, en especial aquellos que forman parte de las clases privilegiadas. No muestra respeto por lo establecido, burlándose por igual de títulos e instituciones, y sus ideas puramente humanistas hace que juzgue a cada persona por quién es, no por lo que es o posee.
3. ¿cuales son sus amigos (si tiene)?, ¿Tiene alguna relación afectiva seria?
Entre nobleza goza de pocas amistades; aunque tiene buena relación y encuentros ocasionales con personalidades afines a su forma de pensar y de vivir, gusta en hallarse con mayor asiduidad entre personas que se mantienen alejadas de la alta sociedad, sean o no parte de la misma. En Londres tiene numerosos conocidos y amigos, de toda clase, no necesariamente que compartan sus ideas, pero sí su rechazo a los usos y normas establecidos y, generalmente, su gusto por las artes o, al menos, por la bebida.
Aunque valora los sentimientos de amor, y en alguna ocasión ha escrito acerca de ello y, casi, los ha experimentado, considera que no es algo hecho para él, ni para la mayoría, y que el auténtico amor no suele verse ni mucho menos encontrarse. Sus relaciones son esporádicas y pasionales, a menudo enmarcadas en la celebración y los círculos tanto artísticos como intelectuales que suele frecuentar.
4. ¿donde vive?, ¿con quien?
Desde hace aproximadamente tres o cuatro años posee un relativamente pequeño pero bien construido y exquisita(si bien no pomposa)mente decorado ático en la ciudad de Londres. Por su hogar han pasado amantes, amistades, protegidos, algunos desamparados de la calle, y en ocasiones todo ello a la vez, o concentrado en una sola persona. No obstante y por lo general, vive solo. Tenía un gato, pero viendo que el minino sufría sus frecuentes ausencias a pesar de disponer de alimentos, agua y espacio, optó por regalárselo a una agradable, y bastante aguda considerando su edad, anciana que vive en el mismo edificio
5. ¿tiene algún pasatiempo?, ¿algo que ame hacer?
Disfruta admirando toda clase de artes, en especial las relacionadas con la literatura, la pintura y la música, practicando con virtuosismo la primera y con apasionado e infructuoso esfuerzo la segunda. Además, siempre está dispuesto a mantener una charla mentalmente exigente. Más abajo en la enumeración de sus gustos se encuentran las mujeres, la bebida y el juego, en ese orden. Siente debilidad por las damas con piel clara y cabello oscuro, de aparente inocencia pero mente despierta y dotadas de un toque de malicia. Su bebida favorita es el brandy, y su preferencia culinaria, la carne de venado.
6. ¿Hay algo oculto que el personaje se avergüence de ello?
Desde que fuera un muchacho, ha ocultado su interés por lo esotérico y el ocultismo, obteniendo con el paso de los años diversos tomos y tratados relacionados con estos temas. La contemplación de escritos y representaciones de escenas macabras, crueles, o directamente del peor gusto imaginable le produce un extraño placer cuyo conocimiento ha preferido, hasta el día de hoy, guardar para sí, a pesar de no sentir vergüenza alguna por ello, ni ver disminuido su habitual y bohemio amor hacia el género humano a causa de tales inclinaciones lúdicas
Me alegro de que te guste; tengo muchas ganas de interpretarle, y la esperanza de que, pese a su ocasional indiferencia, de bastante juego :D
La primera carta había llegado en la mañana, antes de que tuvieras verdadero conocimiento de lo que se gestaba, era un papel muy fino y estaba perfumado... violetas.
Querido Edgar
Me he enterado que iras a Lynd, pero cuando vuelvas quiero verte. Deseo hablar contigo sobre un muy posible matrimonio, ya que es absolutamente imperativo que así sea, estas en una edad más que adecuada y es necesario, ahora que tu padre está pasando por una difícil situación que demuestres que no estás del todo descarriado y aun eres digno de un título que ha sido honorable hasta ahora.
No puedo decirte más, puesto que no estoy segura de conocerte aún.
Espero que no nos decepciones, hijo.
Atentamente
Lady Forrester
El sobre era elegante y estaba sellado, al observar de cerca el sello y hacer memoria te diste cuenta de que lo habías visto en el pasado, en algún lugar, una reunión... venía de parte del conde Kimberlein, a quién no recordabas de nada, pero cuyo titulo había escuchado nombrarse activamente, era un mecenas de las artes bastante conocido, aunque extrañamente alejado de los escándalos.
La carta estaba escrita con elegancia, como si dejara claro que quién la había escrito era un noble, un hombre seguro y confiable, no había una sola mancha.
A Mister Forrester
Habiéndome visto en la posición de albacea oficial del marqués de Lyndbrooke, actualmente desaparecido y siguiendo sus indicaciones.
Os hago participe de una invitación al Lynd, la mansión señorial de los marqueses de Lyndbrooke, para conocer su última voluntad.
Esperamos con agrado, vuestra gentil presencia.
Atentamente.
Renee Kimberlein
Conde de Kimberlein
La última carta, que había llegado en la tarde era diferente, con solo verla parecía traer un aroma extraño, un aroma a mar y a invierno, el simple hecho de cogerla te dio frió.
El sobre estaba lacrado con un sello que desconocías, era un águila, pero ninguna de las que hubieses estudiado en heráldica, la desconocías, la carta en si estaba escrita con cierta elegancia aunque algunos trazos eran titubeantes.
Respetado primo
Cuando esta carta llegue a tus manos yo habré desaparecido, si no del mundo, al menos si de la escena pública y será difícil para ti o cualquier otro hallarme.
La situación en la que yo nuestra familia se halla es demasiado oscura y si yo revelara, por algún nefasto afán, la causa… me tomarías por loco, cosa que quizás no esté errada.
Pero has de saber, es posible que este muerto cuando esta carta llegue a tus manos y quizás cuando lo veas, cuando veas toda la verdad, maldigas mi nombre y mi memoria, si estuviera en tu posición lo haría, pero no puedo.
Perdóname por lo que te hago a ti y a los demás, pero por piedad no abandones, no ha sido intención mía fallar ni hundirnos a todos, ocurre que en ocasiones un hombre es solo un hombre intentando hacer lo correcto.
Tristán Brooke
Y las cartas llegaron
El sobre era elegante y estaba sellado, al observar de cerca el sello y hacer memoria te diste cuenta de que lo habías visto en el pasado, en algún lugar, una reunión... venía de parte del conde Kimberlein, a quién no recordabas de nada, pero cuyo titulo había escuchado nombrarse activamente, era un mecenas de las artes bastante conocido, aunque extrañamente alejado de los escándalos.
La carta estaba escrita con elegancia, como si dejara claro que quién la había escrito era un noble, un hombre seguro y confiable, no había una sola mancha.
A Mister Forrester
Habiéndome visto en la posición de albacea oficial del marqués de Lyndbrooke, actualmente desaparecido y siguiendo sus indicaciones.
Os hago participe de una invitación al Lynd, la mansión señorial de los marqueses de Lyndbrooke, para conocer su última voluntad.
Esperamos con agrado, vuestra gentil presencia.
Atentamente.
Renee Kimberlein
Conde de Kimberlein
Mi fiel diario, una extraña misiva acudió a mis manos el pasado día. No sin cierto esfuerzo, logre forzar que mi insurrecta mente revelara al propietario del nombre bellamente reflejado en ella. Renee Kimberlein, un hombre de costumbres en exceso tranquilas para mi gusto, mas un conocido y respetado mecenas. Intrigado, preguntándome si pudiera tratarse de una invitación a un evento de naturaleza artística, abrí la carta, y quedé anonadado por su contenido.
Tristán Brooke, mi lejano pariente, con quien si bien es cierto que no he compartido demasiados encuentros, sí he podido enorgullecerme de nuestro parentesco, circunstancia que, entre nuestras diversas y nobles familias, no he tenido a menudo el placer de experimentar, parece haber optado por extraviarse en uno de sus conocidos viajes.
Una vez recuperado de la preocupante nueva, me tomé la molestia de interpretar el resto de pulcras palabras y reaccioné con extrañeza, viéndome invitado a acudir a las tierras de Lyndbrooke a tenor de la presuntamente última voluntad del buen Tristán.
He meditado largamente acerca de este inesperado suceso. No debe pasarse por alto el hecho, tan relevante en estos tiempos de humanidad y principios, que antes que hombre, Brooke "era" marqués...no me cabe duda de que, correspondiendo con la habitual tendencia de la nobleza europea, guiada siempre por la bondad y el amor de nuestro Señor, muchos de aquellos con los que compartiera sangre ansían abalanzarse sobre sus absurdamente valiosas posesiones, por lo que un instante transcurrido sin noticias del joven sería razón más que suficiente para, acongojados, asumir lo peor y disponerse a devorar cuanto les fuera posible.
Considerando esta perspectiva, no siento grandes deseos de intercambiar palabras amables y vacías en un encuentro social de bestias finamente disfrazadas de seres humanos. Y a pesar de esto, y de la que creo mi todavía existente cordura, en la medida que mis tendencias consienten la existencia de tal cosa, no puedo sino volver a la cuestión a cada minuto pesadamente transcurrido.
Desearía conocer el verdadero destino de mi pariente, si es que en verdad halló tal, y la posibilidad existe de que no encuentre únicamente gusanos entre los profanados despojos de su hogar...Tristán Brooke era un hombre interesante con buena cabeza y extravagante conducta; bien pudiera darse el caso de que hubiera requerido individuos de similares características para su acto último en este mundo. De no ser así, ¿por qué hacerme llegar la misiva a mí, lejano y apurado consanguíneo suyo, manifestando el deseo de mi presencia?
Podría ocurrir, entregándonos a los designios de la diosa Fortuna, que dirigir mis pasos hacia aquella mansión resultara en un auténtico beneficio, más allá de las burdas carnazas que suelen perseguirse en estas circunstancias. Algo de interés, puede que el propio Tristán Brooke, causando un inesperado giro en la trama al revelar que su último aliento aún permanece a buen recaudo, o tal vez una dama o caballero, a falta de damas, cuya existencia no fuera un absoluto malgasto del sudor de las clases trabajadoras. Lo que tomo por seguro, es que en algún punto de la amplia extensión de tan opulenta propiedad seré capaz de hallar, invertido el bastante esfuerzo, una botella o plato decentes, y quizá, confiando en las virtudes poco comunes de mi ausente familiar, alguna obra que merezca ser admirada.
Decidido pues, mi buen diario. Parto hacia Lyndbrooke, y tú, silencioso acompañante, viajarás junto a mí. Esperemos que los días venideros nos guarden experiencias, si no placenteras, cuando menos interesantes.