Decir que te encontrabas un poco confundido era poco, te hallabas más que confundido.
El palco que te habían reservado en el Gaiety estaba a tu entera disposición: prácticamente habías estado solo en él, cosa que te extrañaba profundamente, no por nada conocías el valor que imperaba alquilar uno de ellos, algunas veces lo habías hecho en el pasado, con solo pensar en aquella astronómica cerraste los ojos por un segundo, y luego volviste tu atención al escenario, la estrella de la obra era una joven rubia y preciosa, vestida enteramente de rojo que cantaba con una voz que asemejaba el trino de un ruiseñor: era sencillamente hermosa, de hecho, si la hubieras visto en otro lugar no habrías pensado que era una actriz.
Parecía una dama.
Había sido cuando los actores habían salido a saludar al público cuando te enteraste de su nombre, y ella elevo los ojos, al toparte con las azules gemas que tenía por ojos y la sonrisa que acariciaba sus labios, creíste, por un segundo extraño, que había actuado solo para ti.
Aun te reías de ti mismo por pensar algo tan inocente, cuando llegaste a la puerta de su camerino, extrañamente ella te esperaba lista en la misma, vestida de rojo, te miro evaluándote mientras te acercabas.
-Puntual…- te miro pensativa- me agradan los hombres puntuales –la risa que escapo de sus labios era musical y estilizada, elegante- Buenas noches Lord Wellington- inclino la cabeza solo un poco y luego se echó la capa en los hombros- temía que no viniera, me alegra haberme equivocado… ¿Le gusto la presentación? –aunque por supuesto, tenía la misma confianza que el resto de “señoritas” que trabajaban allí y le faltaba, de lejos, aprender a expresarse, aun así, en comparación con sus amigas se comportaba bastante bien.
Se colgó de tu brazo, usándote como excusa para evitar los múltiples admiradores que intentaban tratar con ella y subiendo a un carruaje de cuatro caballos, mismo al que tu subiste, notando de reojo, que eran ejemplares preciosos.
En aquel momento notaste que sin duda, debía tener un protector poderoso ¿Por qué te había invitado?
Ella detuvo cualquier intención tuya con una frase.
-Sé que tiene curiosidad lord Wellington, por lo que le pido que espere a que lleguemos a mi hogar, entonces podremos hablar sin oídos pretenciosos –sonrio extrañamente.
Y ahora estaban allí, en el interior de su hogar, entraste detrás de ella, admirando la fachada, la calle, que conocías bien, era propia de las actrices que habían conseguido protectores ricos y deseosos de completar un marco adecuado para sus protegidas, el protector de ella había tenido buen gusto.
El decorado, sin embargo, debía haber sido elección de ella… era… brillante, y no en un sentido positivo.
-Por favor póngase cómodo, ¿desea tomar algo?- Dijo ella, quintándose la capa y echando a la sirvienta de allí con una mirada… si, era preciosa.
-Un whiskey estaría bien, gracias.-
Me acomodo en el sofá mientras la observo servirme la bebida, sus movimientos elegantes me hipnotizan, sé que tan sólo es una bella actriz como tantas que he conocido, pero no puedo evitar sentir una absurda envidia por su benefactor - demasiado tiempo sin una mujer- me digo a mí mismo.
-Muy amable- le digo cuando me pasa la copa, rozo levemente sus dedos al cogerla, son suaves y se me eriza la nuca, intento recuperar la compostura y que no note cuánto me gusta, algo me dice que ella lleva la delantera en este asunto... sea el que sea...
Así que decido averiguar de una vez por todas el motivo de tanta parafernalia: el palco para mí sólo, su espera en el camerino, el viaje en silencio, durante el cual he hecho todo tipo de cábalas, ¿quizás alguien sabedor de mi situación pretendía hacerme un bonito "regalo"?
Era muy poco probable, por no decir imposible, en primer lugar, ninguno de mis amigos conoce mi situación, de hecho, había decidido romper con mi mutismo y pensaba pedirle consejo a Fairfax, ahora que me estaba alojando en su casa durante esta corta estancia en la ciudad. No, no podía ser eso; y por otra parte, ningún protector que se preciara, cedería a su amante como si de un juguete se tratara, eso se hacía con una cualquiera, no con una mujer como la señorita Beaumont, y me resultaba extraño que fuera ella la que me había buscado, cuando llevaba tantos meses fuera de escena, encerrado en el campo.
-¿Y bien? ¿Considera que ya es tiempo de revelarme el motivo de tanto secretismo? - Le hago la pregunta con una amplia y pícara sonrisa, la misma que siempre dedico cuando quiero que alguien me confíe sus secretillos y cotilleos más oscuros. Y siempre funciona.
Lirio Beaumont te sonríe dulcemente permitiendo que disfrutes el wiski y no dudas ni por un momento que es conscientes de la atracción que ejerce sobre ti, al mirarla más notas que en cierto modo aunque luce muy segura de sí sus ojos presentan un tormenta inexplicable.
-Por supuesto, señor Wellington –sonríe suavemente mientras sus dedos dejan a un lado la copa que se ha servido para sí, sus dedos son estilizados y su sonrisa muy grácil –No es tanto secretismo como la acción que tomaría cualquier persona en mi posición – comenta suavemente con cierto titubeo por un segundo, es evidente que ya ha repasado esta escena en su mente, lo que te causa cierta intriga - y le rogare, su palabra de que me escuchara hasta el final, sin irse, usted representa para mí la única oportunidad que tengo para saber que ha ocurrido… tiene que ver con su pariente Brooke, por favor ¿Me escuchara? –pregunta suavemente mirándote, tiene una expresión tranquila, como si esperara tu respuesta, aun así…
Como un reflejo a sus palabras te parece oír en tu mente una palabra muda, por favor escúcheme… es una súplica que ves en sus ojos aunque el resto del rostro no exprese nada más que su espera.
siento la tardanza.
-“Brooke”- pienso para mí. Así que todo esto tiene que ver con él… Pero ¿Cómo sabía ella que yo estaba relacionado con el marqués? Antes incluso de saberlo yo. ¿Acaso sería él su protector?... Tenía que ser eso. No obstante, no veo cómo podría yo ayudarla… ni si quiero hacerlo, francamente.
Me inclino hacía ella mientras dejo la copa sobre la mesita, aunque no es mi intención, mi ceño se frunce ligeramente… no estoy nada cómodo con la situación, ya tengo bastantes problemas propios.
No obstante, le concederé lo que me pide.
-Srta. Beaumont, le prometo que le escucharé hasta el final, pero francamente, no veo cómo puedo yo ayudarla. Así que no espere demasiado.-
Mi tono de voz suena mucho más brusco de lo que prentendo, pero no puedo evitarlo, la máscara de despreocupación que mantenía hasta ahora se resquebraja, esperaba pasar un rato de relax y diversión, y me encuentro con más problemas y misterios que no quiero que me atañan.
Empiezo a desear haberme quedado en casa.
Tranquila, tampoco yo soy un correcaminos posteando.
Cada uno cuando podemos ^_^
Asiente con gesto sereno a tus palabras.
-Gracias, my lord, por supuesto es su decisión si me ayuda y si llega a hacerlo se lo agradeceré con toda mi alma, confió en su honor para que nada de lo que diga saldrá de este lugar –comenta y va hacia el estante que está al lado vuestro.
De un panel a un lado del estante saca tres cartas perfectamente dobladas.
-Estás tres carta las escribieron dos marqueses de Lynd, una a mi madre, el sexto y a mi dos, el séptimo –toma un profundo respiro y te mira con algo que no puedes definir apareciendo en su hermosa cara, es evidente que ella misma titubea –mi primo.
-Debe usted entender una cosa, no tengo el más mínimo deseo de tener nada que ver con esa casa, ni su dinero ni planeo que mi conexión con ellos me dé más de lo que quiero, pero… -saca otra carta, no está perfectamente doblada como las otras, su superficie antaño plana esta profundamente arrugada, te la pasa –El conde de Kimberlein, no es un hombre amable y si no supiera de ello yo….
Toma un respiro mientras lees la nota, la letra es la misma, sí, aunque no eres un experto es del mismo tipo que la carta de Kimberlein.
A la actriz Lirio Beaumont
Habiéndome visto en la posición de albacea oficial del marqués de Lyndbrooke, actualmente desaparecido y siguiendo sus indicaciones.
Os hago participe de una invitación al Lynd, la mansión señorial de los marqueses de Lyndbrooke, para conocer su última voluntad.
Esperamos, vuestra presencia.
Atentamente.
Renee Kimberlein
Conde de Kimberlein
La carta tiene algo insultante y lo notas enseguida, ¿Porque nombrar ta duramente su oficio? seguidamente una alusiva posdata
Sin negar que habeis sido una amiga cercana al marques y no temiendo una falta protocolar grande, os súplico si alguna vez lo habéis querido o por lo menos tenido un mínimo aprecio o respeto, no acudaís.
Es suficiente la mancha de su desaparición que tener a una actriz pisando su suelo.
-Se lo explicare desde el principio, mi madre era una mujer ingenua y un poco estúpida, hija de terratenientes menores en las Indias, el sexto duque de Kimberlein la sedujo y tras hacerlo y jurar que se casaría con ella, la abandono… sus padres, mis abuelos, renegaron de ella como toda familia decente haría –sonríe suavemente ante las palabras – mi madre termino en los círculos en donde me crie yo y baste decir que durante unos años ambas lo pasamos mal.
-Años después no fue difícil sonsacar a mi madre quién había sido mi padre, y acudí a su hogar… debo decir que entonces el chantaje sirvió bien –no muestra el más mínimo arrepentimiento al decir esto y señala todo lo que los rodea –sin embargo al morir, dejo constancia de mi existencia a una persona, el nuevo marques… Debo decir que Tristán se comportó como un caballero, y me apoyo... era un hombre muy leal a quienes quería my lord y yo lo conocía, si hubiese planeado morir o desaparecer me lo habría dicho, pero sé que ... -hace un esfuerzo profundo para continuar hablando- sé que tenía una misión, él siempre decía...
-Escúcheme, por favor, soy una mujer y se cuándo un hombre me miente, Tristán no me mintió la última vez que vino a verme, dijo que volvería y nunca nombro un viaje, pero al día siguiente simplemente desapareció –hay una agitación en sus gestos –no me dijo a donde iría pero sé que no se largó a una de esas desapariciones endemoniadas que siempre ha tenido la costumbre de escenificar, esta vez no es nada de eso estoy segura que algo malo le paso… y se mejor que nadie que solo veré al único hombre capaz de hacer eso en el Lynd
-Por favor, se lo ruego, lléveme con usted, le juro, por mi vida y por lo que es más sagrado en este mundo que no hare ninguna escena no tendrá queja de mi comportamiento… se lo prometo, solo lléveme con usted –dice con un brillo artero en los ojos –Si voy sola sé que Kimberlein encontrara un modo de deshacerse de mí, no solo por mi… dedicación personal al teatro, sino porque me odia, por favor…
*si lees las otras tres carta, porque no conoces la letra de ninguno de los marqueses, te encuentrás el sello de Lyndbrooke.
-La primera carta es una efusiva carta de amor, donde encuentras sin mancha el reflejo de un hombre acostumbrado a decir lo que las mujeres esperan oir o leer, es amale y muy dulce y supones que estaba dirigida a alguien particularmente joven, en fin es la carta de un seductor y sin duda había a arruinado al duque de haberse dado a conocer. -sobre todo ahora que victoria esta en el trono-
-Las otras dos cartas del actual marques son menos informales, muestra un gran cariño hacía Lirio auqnue en ninguna de las dos señala la palabra prima, si alude a que ambos comparten la misma sangre, le suplica tenga cuidado, hay una alisión a una fiesta donde Kimberlein estará y le suplica no vaya para evitar un conflicto, lo que hace nota de que es posible que haya un odio entre ambos.
Y vuala, :)
Vaya, eso sí que no me lo esperaba… ¿su prima?, desde luego, no es que sea algo tan extraño, y desde luego, su historia explicaría esa leve diferencia, esa elegancia innata, de la que carecen otras actrices comunes.
Pero ¿llevarla conmigo? ¿Es eso prudente? Sé que no daría una buena impresión entre los allegados del conde aparecer con una actriz como acompañante. Y ahora mismo necesito causar la mejor impresión posible, no estoy para más inconvenientes… sin embargo…
Parece preocupada de verdad, la observo en silencio mientras aguarda ansiosa y ligeramente incómoda mi respuesta. Está claro que a ella le gusta esta situación tanto cómo a mí.
Mis padres, especialmente mi querida madre, me inculcaron siempre el respeto ante cualquier persona, ya sea noble o plebeyo, pobre o rico, y la forma en que Kimberlein se dirigía a ella, tenía muy poco de respetuosa. Ella no había elegido nacer ni vivir de la forma en que lo hizo, y ya que el marqués la había incluido en su legado, tenía tanto derecho como tenía yo… si la vida fuera justa, incluso más, pues ella lo había querido y respetado, y yo, ni tan siquiera lo conocía en persona. Quiero ayudarla, es lo que me dicta mi honor.
Pero no sé… quiero solucionar mis problemas, no crearme más de los que ya tengo.
-¡Maldita sea! No sé que hacer-, pienso.
Me levanto del sofá, camino hacia la ventana, mis manos a mi espalda, le respondo sin mirarla...
-Srta. Beaumont… le seré muy sincero. Su historia es conmovedora, y particularmente creo que tiene usted tanto derecho como cualquiera de los que hemos sido invitados, a acudir a Lynd. Pero llevarla conmigo… eso… podría resultarme inconveniente.-
Me giro hacia ella y la miro directamente a esos maravillosos ojos azules.
- En primer lugar, no acabo de entender por qué pide mi ayuda, no nos conocemos, nunca antes nos habíamos visto. Tampoco tuve el honor de conocer al marqués, así que no veo que le hace pensar que yo podría aceptar el llevarla conmigo, cuando, le voy a ser muy sincero, eso podría acarrearme más problemas que otra cosa, viendo su mala relación con el conde de Kimberlein.
En resumidas cuentas, no gano nada con esto, pero tengo mucho que perder- sus suplicantes ojos me taladran, mi tono se altera levemente cuando continúo hablando - y francamente, si no fuera usted tan encantadora, y yo tan estúpido, dudo que ni siquiera me lo estuviera planteando, ¡maldita sea!
Me giro de nuevo, molesto conmigo mismo, dándole la espalda, escudriñando la ventana, me lo estoy planteando realmente, he debido de perder el juicio.
La hermosa joven palidece mortalmente ante tu primer comentario, y se aprieta las manos, el resto sin embargo parece hacerla pensar, como si algo no fuese como ella pensaba.
-Por favor –dice, con una suavidad innata en ella y te observa, te parece que se ha parado pero no lo ha hecho aunque se aprieta las manos nerviosamente.
-Sé que mi actuación no es muy buena, pero en realidad no sabía que hacer… debo decir que si acudí a su persona es porque es afín a los círculos que concurro y porque además –titubea y saca una lista de un bolsillo secreto del traje que lleva.
-Tristán solía llevar y hacer algunas veces listas de personas, y dejo está en la habitación que tenía aquí –te la enseña, allí y sin culpa están varios nombres y entre ellos el tuyo , ella mientras lees parece pensativa.
Posibilidades del Sucesor
si por algún mal yo fallo
Edgar Forrester –aspirante-
Prudence Alexandra Maccon -adecuada-
Walter Wellington –adecuado-
Sra. Hughes -posibilidad menor-
Sr. O’hara –Imposible- su nuevo título así como su relación con los Olino lo impide.
Lionel Stratford –sin duda controlado por la duquesa de Melvelin- candidato directo
Lord Potter ambicioso y artero –candidato-
Lirio Beaumont -
Jamás- candidataAlice Lyford -candidata menor-
Sr. Sevenoaks -hijo- posibilidad sanguínea
Condesa de Selverton –pobre infeliz- imposible- inadecuada-
-Yo, dude bastante, a Tristán no le habría gustado que yo acudiera a Lord Potter –cuando lo nombra sus ojos brillan con cierta angustia- créame cuando le digo que lo último que deseo es darle algún problema, si no estuviera tan segura de que Tristán no está muerto pero si afectado por algún gran problema… no haría nada, pero
-Nadie había sido piadoso conmigo jamás ni me había cuidado tanto, no puedo dejarle de lado y fingir que no ha pasado nada –sus ojos brillan angustiados y entonces pensativamente habla.
-Si es preocupante lo que ocurre con Kimberlein, permítame decirle que él vera en mí la culpa y en usted la víctima, sin duda creerá que es cosa mía el haber pensado rápidamente como ambicionar la posible herencia de Tristán y que he conseguido a alguien engañándolo, tiene una pésima opinión de mi aunque no de los hombres que me acompañan… como la mayoría de los hombres considera que la mujer es la culpable de todo –al decir lo último suspira un poco.
Tras un breve silencio dice
-Sin duda aparecer con una actriz será de mal gusto y he pensado en ello, pero… Tristán era conocido por cierto grado de libertad, y sus amistades eran de lejos más escandalosas, solo puedo prometerle que procurare comportarme de manera adecuada en la mansión –por lo que dice no dudas de que puede portarse encantadora y como una dama si así lo desea-Si se trata de ganar algo –toma un respiro profundo –no deseo ofenderle, pero está usted con la mujer más deseada del Gaiety, el teatro más popular de Londres, sin duda sabrá cuan caras son muchas de mis compañeras, verme a su lado sin duda representara una posición bastante alta… por supuesto presentara cierto escandalo pero también posición… ante la mayoría… -logra decir, y no lo dudas, ir por ahi en compañí de una mujer como esa implicaba entre otras cosas una cuenta gigantesca, volver a los grandes salones, aun sí no fuera grande el favor de Lyndbrooke, estar con ella daría pie a tener trato con algun titulo alto y posteriormente ver el modo de conseguir arreglar la situación de tu familia –Cuento con amigos entre los que eran cercanos a Tristán, nadie sabía de mi lazo sanguíneo pero sin duda… aun puedo mantener cierto apoyo para usted entre ellos si se encuentran en el Lynd, hallarme en compañía d eun posible heredero también implicaría conocimiento... creo
Guarda silencio mientras te mira… es evidente que hace un esfuerzo por convencerte, y que da pasos lentos, como si hubiera pensado seriamente en otras cosas.
*lo de jamás apenas lo puedes leer, de hecho esta fuertemente manchado, aun así el trazo te hace pensar que fue escrita en un momento de gran emoción, como cuando quieres proteger algo.
Me giro y toma la lista de sus manos, me llama la atención ¿el marqués llevaba una lista de sus posibles herederos? ¿en qué estaba metido para hacer algo así?
Luego escucho sus palabras para animarme a llevarla conmigo, y sé que tiene razón, con ella bajo mi supuesta protección, nadie dudará de mi solvencia, y unas buenas nuevas amistades pueden ayudarme a ir saliendo del apuro. Si, que me vean con ella puede ser una buena jugada.
Decidido entonces, ya tengo un buen motivo para aceptar sin caer en la irresponsabilidad de la que hace meses me he prometido a mí mismo deshacerme.
Además, puede resultar divertido, tengo ganas de ver la cara de Kimberlein cuando aparezca con ella, el tipo ya me cae mal aún sin conocerle.
Le devuelvo la lista y de nuevo con mi semblante alegre y una radiante sonrisa, como si en ningún momento hubiera habido ninguna sombra de duda, le digo:
-Srta. Beaumont, me ha convencido usted, así pues, le prometo que la llevaré conmigo y contará usted con mi protección mientras estemos en Lynd. Sin duda daremos algo de lo que hablar, pero ya que al parecer también va a acudir Lord Potter, apenas seremos un murmullo en el viento.-
Puede que al final, no haya sido tan malo el venir.
La hermosa joven te observa escuchando ansiosa tu respuesta, con cada palabra sus labios comienzan a curvarse en una hermosa sonrisa y al final su hermosa cara esta iluminada con una alegría y agradecimiento tan evidentes que la hacen aún más hermosa.
-Gracias, gracias –dice con voz aliviada mientras inclina agraciadamente la cabeza –Muchísimas gracias mi lord –toma tus manos en un acto de alegría infinita antes de hacer una agraciada reverencia para ti –Le prometo que no se arrepentirá –dice suavemente.
-Si puedo hacer algo por usted en el Lynd, por favor dígamelo, haré cuanto esté en mi mano por ayudarle –sus palabras son suaves mientras inclina la cabeza y te sonríe –muchísimas gracias.
Conversan muy poco después de ello, aunque quedan en partir al día siguiente, ella se muestra muy amable y comenta que pueden disponer de las comodidades que le diera Tristan, con ello pensado aceptas viajar en el vagón privado de Lyndbrooke.
Cuando al fin te despides de ella has descubierto unas cuantas cosas, es joven, animada, un poco terca pero francamente adorable.
No puedes negar que estás fascinado.
Pero, mientras te acuestas satisfecho, una voz muy diferente a la tuya o a cualquiera que conozcas te cubre la mente, estilizada, elegante, joven y noble, susurra.
Bien hecho, ha sido una sabía decisión…
Felicidades!
Puedes colocar un último post con los pensamientos de tu personaje.
Me temo que tendrás que esperar al resto de tu parentela, que también están terminando los suyos :)
Por lo demás y como dato anexo Lirio tiene un gran conocimiento de cada miembro del Lynd.
Si tienes alguna duda, estoy en el off topic :)
Al final del día, me alegro de mi decisión, la srta. Beaumont es encantadora y al fin y al cabo creo que el sólo hecho de su compañía merecerá la pena.
Pero las voz que oigo antes de acostarme, me inquieta, la siento demasiado real, espero no estar volviéndome loco y que sea simplemente que he bebido demasiado whiskey...
¡Ya tengo ganas de juntarnos, jejeje!
Además ahora tengo algo más de tiempo libre, así que espero postear más a menudo y algo más decentemente.