Partida Rol por web

Fior zapateó el suelo con una de sus patitas y se lanzó a por la bestia sin contemplaciones.

- ¡Yo no te tengo miedo! - Gruñe.

Como sólo en su especie sabían hacer, se acercó al Tirkus de un brinco, y le atacó con su lanza, acertándole en el costado, arrancándole un gemido a la criatura.

En este cuento ellos no serían comidos por el Tirkus, tenemos que defenderse de él como nuestros papis habrían hecho.

- ¡Fuera de aquí, bicho malo! ¡Fuera! ¡Largo de un empujón!

No se acercará a nosotros.

Había llegado el turno de que el Tirkus le replicase a los niños, vosotros. Le habíais hecho mucho daño. Gemía de dolor y de sus heridas emanaba una espesa sangre del color del carbón. La bestia no tenía muchas opciones, decidió atacar primero al fauno y a la niña ciervo, pues eran quien más cerca de él se hallaban. Se lanzó a por ellos para darles un manotazo y, con suerte, arañarles y ponerle un paso más cerca de ser sus apáticos esclavos.

Vosotros, pensando que podríais acabar con él como quien se termina una piruleta, os preparáis para un nuevo asalto. No queríais que acabase con vuestros sentimientos ni le dejaríais llevarse los recuerdos de vuestros papis en el proceso. No le teníais miedo, o eso os decíais a vosotros mismos a cada instante en un intento de convenceros para luchar con él.

Os pareció ver por un resquicio al Espíritu de la Esperanza, como si esperase a que cometieseis un pequeño traspié para ayudaros a no caer.

Parece que este bichejo malo no va a parar así como así. Cojo mi tirachinas que tengo en el bolsillo y una de muchas piedras que tengo en el bolsillo y le apunto a los ojos. Si le doy, tal vez no le haga pupa a mis amigos.

-¡Toma esto!

Selena abrió mucho los ojos cuando vio que el Tirkus iba a atacar a sus compañeros de viaje. Ella había tenido suerte y no se había convertido en el objetivo de la malvada criatura, así que la niña ciervo decidió usar su magia para ayudar a sus compañeros a fortalecerles.

- ¡PROTECCIÓN!.... - gritó haciendo unos movimientos con sus manitas, saliendo de sus deditos unas maripositas que volaban hacia cada uno de los niños que el acompañaban en la aventura, Selena esperaba que aquella ayuda a los demás pudiera conseguir que aquel ser cayera y dejara de intentar arrancarles la alegría, pues ya habían sufrido mucho dolor con la desaparición de los adultos. El espíritu de la esperanza debía prevalecer en ellos.

Oscar vio como el ser seguía allí, y no sólo eso si no que atacaba a sus amigos, sin más agachó de nuevo la cabeza pero esta vez en vez de quedarse parado se lanzó hacia adelante con toda la fuerza que le dieron sus cortas patitas.

-¡No ganarás!

El pequeño unicornio arremetió con su cuerno contra la criatura.

Natalia trata de salir corriendo para esquivar el ataque del Tirkus, se cubre con una mano la cabeza mientras con la otra todavía sostiene su hacha y grita: -¡Malvado! ¡Déjanos en paz!

Por el rabillo del ojo trata de ver si ha alcanzado a alguien para ayudarlo.

Fior repelió con presteza el ataque de la Bestia y, con el impulso que caracterizaba a su especie, se lanzó de vuelta a por él. Nadie saldría herido por el Tirkus y Fior quería una cama, ¡Y eso no era una cama! ¡No le gustaban las bromas ni los engaños! Y ese malvado monstruo les había engañado.

Envalentonado por el acierto anterior, Jamie tensó otra flecha y se la lanzó a la bestia.

- ¡No nos tocarás, bestia inmunda!

Los niños... Lo consiguieron. Entre unos y otros hicieron que el Tirkus se desmayase después de lanzar un alarido de dolor. Cuando se cayó, se convirtió en una masa de oscuridad que estalló y recogió todas las luces imposibles para, al final, desaparecer.

Cuando todo se disipa, veis una jaulita al fondo de la habitación donde os encontráis, más parecida a la que habíais podido ver al otear desde la ventana, pero menos vivaz.

Dentro de la jaula os encontráis a un pequeño cuervecito con un libro en la mano que os mira con ojos suplicantes, se os ocurre que, quizá, ése era el habitante de la pequeña casita.

Parece que no pueda hablar, pero os mira, a cada uno, con infinita tristeza. Como si desease desde lo más profundo de su ser el poder abandonar esa pequeña y metálica prisión.

Lanzo un grito de alegría cuando logramos hacerle pupa al monstruo que nos quería hacer daño. Luego veo que en el fondo de la sala hay una jaulita con un lindo cuervo adentro ¡Y tiene un libro! Me acerco y le pregunto -Oye, ¿tú quién eres?

Después del ataque con su cuerno Oscar vio como el ser caía al suelo y desaparecía, en un primer momento pensó que era alguna treta y lo buscó girando la cabeza en todas las direcciones, no queriendo dejarse sorprender. Pero tras unos instantes nada pasó, todo estaba tranquilo, y una enorme sonrisa adornó su rostro.

-¡Lo conseguimos! -exclamó dando un pequeño salto.

Entonces vio como Natalia se acercaba al fondo de la estancia y parecía que hablaba con alguien. Enseguida trotó hacia allí para saber qué pasaba, tanto si era algo bueno como por si tenían que enfrentarse a algún otro peligro.

La desaparición del Tirkus provocó que Selena suspirase de alivio y es que aquel maléfico ser le había provocado mucho miedo. Tras la pelea la niña ciervo se fijó en una jaula que lucía detrás, cerca de la pared, y donde había un cuervo encerrado. La criatura llevaba un libro y Selena observó algo que realmente le apenó, los ojos del cuervo parecían tristes, estaba claro que a la criatura no le gustaba la cautividad...¿y a quién podía gustarle eso?....

- Pobrecito, te han encerrado aquí, seguro que ha sido el tirkus, es un bicho malo... - dijo la sanadora tras acercarse, haciendo algo muy poco prudente, pero no le importaba, aquellos ojos no podían mentir, y la niña ciervo era confiada de por naturaleza -... te liberaré..., ¿quién eres?..., ¿qué libro tienes entre las manos?.... - preguntaba curiosa abriendo finalmente la puerta de la jaula, ella no consentía las injusticias.

¡No!¡Las luces! Se van todas, nos dejan. ¡Pero el Tirkus (creo que era uno) se largó! Es un alivio que haya desaparecido de nuestra vista. ¡Victoria, hurra y...¿qué es eso?!

Me acerco al lado de Natalia, Óscar y Selena y veo que es un cuervecito. ¿Será el mismo que imitó el Tirkus? Soy muy mala acordándome. Está enjaulado y parece triste.

-Deberíamos hacer algo para liberarlo...- si nos organizamos, podemos liberarle mientras habla. ¿Habla? Bueno, si ese bicho malo le tenía encerrado, tiene que ser de los buenos, ¿no? 

Y lo más importante: ¿por qué tiene un libro?¿de qué va?¿y si...es de trucos mágicos?

Fior celebró con sus amigos la derrota del malvado Tirkus, por un momentó creyó que perdería el recuerdo de sus padres, ¿cómo iba a rescatarlos si no se acordaba de ellos?

Acto seguido la atención del grupo se centró en una jaula al fondo de la sala, y su pequeño rehén que sostenía un libro. Fior no era muy asiduo a la lectura, prefería corretear libre por el bosque, pero siempre le gustaba que sus papis le leyeran un libro antes de acostarse.

Se puso un poco triste, no podrían leerle por ahora. Quizá debiera intentarlo él sólo, seguro que así lograba dormirse mejor.

Se acercó a la jaula con cuidado, quedando en segundo plano, ya les habían engañado una vez, y estaría atento por si esto era una nueva trampa.

Los niños escucharon un graznido procedente de la jaula. El pequeño cuervecito movió los brazos de alegría cuando Selena abrió su pequeña jaula y salió de ella como alma que lleva el diablo.

- ¡¡Habláis mi idioma!! - exclamó el pequeño cuervo, con los ojos brillando de alegría al saberse libre. - Muchísimas gracias por salvarme. Ese ser horrible al que habéis derrotado... ¿Le habéis llamado Tirkus...? Me encerró aquí después de quitarme todas las cosas buenas, aprovechando que mis papás... Desaparecieron. Llevo días sin saber qué ha sido de ellos ni por qué se han marchado... ¿Habéis venido por eso? ¡Ay! ¡No me di cuenta! Me llamo Kam, y soy de una familia de magos cuervos. - os enseña su libro. - Éste es el libro que lleva acompañándonos generación tras generación. Se llama Corvus Codex y está plagado de conjuros especializados para nosotros, los cuervos. ¿Queréis quedaros a dormir? Me siento muy solo y me habéis salvado.

Antes ya de que le respondan los niños, vosotros, sale casi dando saltitos hacia lo que parece una cocina y os invita a pasar con un gesto.

- Aunque decidáis iros, por favor, acompañadme a la cena. Os haré el plato típico del pueblo de la piedra, "Li" significa piedra, por eso todas las casas son de piedra. ¿Lo sabíais?

El pequeño cuervo, de nuevo sin esperar a que respondiéseis, se puso manos a la obra y en una olla del tamaño de cinco cabezas echó agua fresca y la puso a calentar en un aparejo de tres patas al fuego, donde no tardó en comenzar a despedir vapor. Una vez hecho eso, añadió verduras, patatas y carne para, una hora después, serviros un guiso de carne que olía a gloria y que hizo que vuestras tripas rugiesen con furia. ¡Estábais muy hambrientos! No podríais haber rechazado la comida aunque así lo hubiéseis querido.

Los niños comieron con mucho gusto la cena. Sus tripitas ya hacían mucho ruido desde hacía rato y la lucha contra el Tirkus no había hecho otra cosa que incrementar tal hambre.

Durante la cena, los niños le contaron a Kam, el cuervo de la famosa familia de Magos Corvidae, a quienes Jamie reconoció al instante, pues sus padres le habían hablado de ellos, ya que les conocían. También los niños, vosotros, le hablaron sobre lo que había ocurrido. Cómo Malakae se había liberado al romperse el jarrón que en Kala se hallaba oculto. Cómo había robado el cristal de la primavera y, sobre todo, cómo había capturado a todos los mayores.

- Así que... Por eso mis papás no han vuelto. - dijo el pequeño córvido con tristeza - ¿Y decís que les vais a salvar a todos? ¿Atraparéis a ese malvado del brujo Malakae?

Cuando asentisteis, Kam volvió a sonreír y su rostro no volvió a ensombrecerse en ningún momento. Cuando todos os hartasteis de comer guiso, el pequeño cuervo salió corriendo otra vez, esta vez a coger fruta de un frutero que descansaba sobre un chinero de madera.

- ¡Coged las que necesitéis! - exclamó sonriendo - ¡Las necesitaréis para encerrar a ese malvado!

Cogisteis varias, pues Kam estaba en lo cierto, las necesitaríais en el viaje y quizá, hasta recuperar el cristal de la primavera, no hubiese más cosechas.

Una vez bien pertrechados, os acostasteis donde había espacio, al día siguiente saldríais al alba.

Jamie casi no habló durante la cena, salvo para mencionar que sus padres le habían contado historias de los increíbles magos de la familia Corvidae.

Después de dormir, recogió sus cosas y antes de que el grupo abandonase la casa de Kam el Cuervo...

- ¡Chicos! - dijo - Yo me voy a quedar con Kam. Necesitarán él y los demás niños nuestra ayuda para que no se sientan tan perdidos. Una vez se organicen, os seguiré los pasos y ayudaré a que se organicen los niños de todos los poblados que nos encontremos hacia nuestro destino. Mis papás me han hecho admirar mucho a la familia de Kam y estoy seguro de que estarán muy orgullosos de saber que les he ayudado cuando les liberemos y vuelvan todos con nosotros. Id con mucho cuidado...

El niño, muy a su pesar, comenzó a llorar mientras hablaba. Les echaría de menos, pero sabía que debía quedarse en Lila con Kam y los demás niños de allí.

Y así fue como terminó nuestra historia. Un niño y un niño cuervo despidiéndose entre lágrimas de un grupo de cinco niños que avanzaría con tesón para defender la libertad.

La libertad de la primavera, la libertad de todos los seres del mundo, la libertad de cada adulto y, sobre todo, la libertad de que un buen día, ellos serían adultos en un mundo rebosante de paz y armonía.

- Jamie, ¡Nos veremos pronto! - exclamó el saltarín Espíritu de la Esperanza en las mentes de los niños. - ¡Yo te informaré de cada poblado que visitemos para que cuides a los niños que se quedan atrás!

El Espíritu de la Esperanza danzó en el aire, translúcido y alegre, aunque también lloró cuando dejaron a Jamie. De su rostro cayeron lágrimas que brillaban como diamantes.

Era momento de continuar su viaje y, con los ánimos de quien sabe que alguien queda atrás para arreglar todos los desaguisados que Malakae provocó, animó a los niños a seguir adelante en su viaje. Pero esa es otra historia y tendrá que ser contada en otra ocasión.