Partida Rol por web

-Preferiría primero ir por p7 para revisar ese pasillo antes de avanzar por p8 hasta la habitación 9. No creo que perdamos mucho tiempo revisando ese pasillo. Tras eso, estoy de acuerdo en ir a 9 pasando por p8 y en contra de separarnos. Si no hubiéramos estado todos juntos, no se que habría sido de Evelyn.

Brendan suspiró. Se encontraba cansado tras la pelea con los gatos aquellos. ¿Cómo demonios seguían vivos? Volvió a suspirar.

-No sé si es buena idea que retrocedamos hasta el pasillo 7 solo para examinar posibles jeroglíficos, señor O'Connell -expresó sus dudas el egiptólogo, con un gran nerviosismo-. Los felinos son animales muy territoriales y suelen regresar a lo que ellos consideran su territorio. -Como si necesitara recalcar el valor de este dato, añadió-: Lo dijeron en el National Geographic.

Theodore tomó su mechero y se encendió un nuevo cigarrillo, agobiado tras el enfrentamiento con los gatos.

-Lo que quiero decir con esto es que, tarde o temprano, ellos podrían regresar para ocupar este pasillo -expuso, dando una calada al cigarro-. Y eso nos forzaría a tener que volver a hacerles frente, al menos una vez más. Por ello, sugeriría que, cuando nos moviéramos, pensáramos en la posibilidad de pasar por esta sala 8 lo menos posible. Todo apunta a que, en algún momento, tendremos que acudir a esta estancia, que está en el centro.

El egiptólogo señaló con el dedo índice a la gran sala cuadrangular que aparecía en el centro del mapa, frente a la sala 5, sin ningún tipo de numeración.

-Pienso que ahí está la clave de todo este templo y, si mis investigaciones son correctas, podría tratarse de una pirámide secreta -se ajustó bien las gafas mientras lo decía-. Creo que nuestra única manera de acceder allí es mediante los amuletos que estamos encontrando. Tienen que ser la llave para escapar. Ya tenemos uno, el que obtuvo su esposa en la sala 6, y puede que nos queden dos más como mucho. -Observó el lugar donde habían estado dormidos los gatos minutos atrás y suspiró, intranquilo-. Mi sugerencia es que exploremos todas las salas de la zona este, desde la 9 a la 14, y luego regresemos a 8 pasando por el pasillo 7 y, de ahí, al centro del templo. -No podía disimular el miedo que sentía hacia los mininos. Había estado demasiado cerca de morir-. Cuanto menos tengamos que pasar por la sala 8, mejor.

Evelyn estaba algo distraída. Se había acurrucado en los brazos de Brenny (eran una pareja un poco empalagosa), y no paraba de observarse los brazos y las piernas, mirando las heridas que habían dejado los arañazos y los mordiscos de los gatos. Escuchaba lo que decían su marido y el egiptólogo. Las palabras de Theodore tenían sentido, los gatos podrían volver a aquel pasillo. Pero también entendía la curiosidad de Brendan por ver el otro. La conclusión era que Evelyn no tenía ni idea de lo que quería hacer. Solo sabía que no quería separarse. 

-Theodore, diría que tiene usted más información que Brenny y yo sobre esto -dijo, sin malicia. Le había resultado curioso que se refiriera a una pirámide secreta, o a que no habría más de tres amuletos. -Yo estoy de acuerdo con lo que queráis hacer. Solo quiero salir de aquí. 

-No tengo mucha más información que ustedes -reconoció el egiptólogo, encogiéndose de hombros-. Llevo diez años buscando una pirámide no declarada por todo Egipto, y mis investigaciones aseguraban que debía hallarse camuflada en un templo dedicado a Bastet. Todo lo que estoy viendo apunta a que debe tratarse de este lugar. Es todo cuanto sé y, si se fijan en el mapa, podrán comprobar que, de haber una pirámide, la única posibilidad es que se halle en la sala cuadrangular del centro. El resto de las estancias son demasiado pequeñas para albergar una edificación de gran tamaño. Tarde o temprano tendremos que regresar allí, pero prefería que, para entonces, ya tuviéramos todos los amuletos.

-¿Qué deciden que hagamos?

-Esta bien, dejaremos ese pasillo para la vuelta. Vayamos entonces por donde propuso, Theodore. Aunque una duda, ¿por qué dice que nos faltan dos amuletos más? Se supone que son dos soles y Evelyn encontró uno.

-Nunca dije que fuesen tres amuletos, solo que nos quedarían dos amuletos más como mucho -matizó el egiptólogo, encogiéndose de hombros-. Recordad que son tres las hijas de Ra: Hathor, Sejmet y Bastet. Nos encontramos en un templo de Bastet, y Evelyn ya encontró el amuleto de Hathor. Debería quedarnos el amuleto de Sejmet y puede que uno de Bastet. Si los soles son dos, nos quedaría un amuleto más. No obstante, es probable que haya un amuleto por cada hija de Ra, lo que haría un total de tres.

A Helen le encantaba Theo como compañero de trabajo porque era una fuente de conocimiento continuo, aunque se sentía ligeramente molesta porque no le hubiera contado nada de eso en todo ese tiempo. Yo también creo que es posible que haya tres amuletos. Dijo confirmando las palabras de su colega. Y os seguiré donde vayáis. Dijo encogiéndose de hombros sin añadir mucho mas a lo que ya habían hablado ellos.

El pasillo (p8), cuya longitud a primera vista parecía no tener fin, cobijaba un nuevo jeroglífico que podía ser interpretado por alguien con los conocimientos necesarios.

El sol protege a los que nacieron ciegos

Después, la sala que habíais revelado (9) mostraba de manera majestuosa una gigantesca estatua de mujer con ropajes egipcios. Dicha mujer tenía las manos extendidas y en ellas parecía albergar un medallón.

Un rápido vistazo hacía comprobar dos detalles:

Uno de ellos era que el medallón parecía estar elaborado de cobre y tenía grabado el símbolo de un sol con una firmeza exquisita.

El otro detalle es que a los pies de la estatua había un jeroglífico que a ojos de un experto podría ser fácilmente traducido.

El corazón de mi hermana

Además, comprobáis que la estatua está decorada con motivos que hacen referencia a la diosa Bastet

-El sol protege a los que nacieron ciegos -murmuró Theodore, observando con una profunda fascinación la estatua de la mujer-. Tengo la sensación de que podría hacer referencia a los gatos de la sala 8. Esos animales tenían los ojos rojizos, como si sólo pudieran ver en la oscuridad. Y, al fin y al cabo, no dejan de ser los guardianes de Bastet.

El egiptólogo se adelantó hacia la estatua y se apresuró a agarrar el medallón, observándolo con auténtica devoción. Solo uno de esos medallones debería valer una fortuna. Museos como el Museo Británico de Londres pagarían millones por tener una pieza como aquel. Lo tomó entre sus manos unos instantes y, luego, procedió a guardárselo en el bolsillo delantero del pantalón.

-"El corazón de mi hermana" -comentó, pensativo-. Pero, ¿a qué hermana se refiere? Si es un templo de Bastet, puede que haga referencia a Sejmet. Por lo pronto, ya tenemos el amuleto de Hathor y ahora este. -Se rascó la alopécica cabeza-. Ahora la cuestión sería revisar las salas que nos quedan para asegurarnos que no nos dejamos ningún otro posible amuleto.

Observó de nuevo el mapa, mientras comenzaba a pensar en las cinco salas que todavía les quedaba por explorar.

-Ojalá me equivoque, pero creo que necesitaremos de las habilidades de Evelyn para acceder a la sala 10, es sospechosamente similar a la 6, donde ella encontró el primer amuleto -comentó el egiptólogo, preocupado-. La sala 12 probablemente no posea nada relevante, quizá una trampa poco peligrosa. En cuanto a las salas 13 y 14, creo que deberíamos dejarlas para el final.

Helen se cubrió con las manos cuando Theo tomó el medallón entre sus manos, estaba segura de que algo malo iba a ocurrir así que se preparó para lo peor. Pero tras agarrarlo, su colega se puso a hablar y a pensar en el siguiente camino. Así que retiró sus brazos y se puso a mirar el mapa que habían conseguido al principio de llegar allí.

Tiene sentido todo lo que has dicho, y hasta ahora no nos está yendo mal del todo. Dijo encogiéndose de hombros.  Vayamos a la sala 10 a ver qué pasa.

-No estoy seguro de ello, Theodore -dijo Brendan negando lentamente con la cabeza- Si los ciegos fueran los gatos, no tendría sentido encontrar el jeroglífico después que a los gatos. Tal vez se refiera a otra cosa. No se.

Sobre este medallón, no se que pensar. No se parece mucho al que encontró Evelyn, pero si que parece más un sol. Estoy de acuerdo en seguir buscando por el resto de la pirámide por si hay más amuletos, aunque será peligroso.

Cuando ve que el egiptólogo se acerca a coger el extraño emblema, Brendan se pone en tensión, comenzando a mirar por toda la habitación por si ocurre algo al cogerlo.

Evelyn se apresuró a sacar su teléfono móvil en cuanto entró en la sala. Hizo una foto a todo lo que consideraba importante, o visualmente agradable: la estancia en general, los jeroglíficos, el medallón de cobre, la estatua... Una vez satisfecha, se acercó a la imponente figura de la mujer. Acarició su rostro con las yemas de los dedos. Si te fijas, tiene los ojitos en blanco. A lo mejor la ciega es ella. Sabía de sobra que, según la mitología, la diosa Bastet no tenía ningún problema de visión. Pero era más tierno pensar en ella como una gatita delicada, y no como una deidad matahombres. Quizá los delirios fueran culpa del estanque orgásmico. 

-De momento nos está yendo bien con tus explicaciones, Theo. Estoy de acuerdo con que vayamos a la sala 10. -Si estaba asustada por volver a afrontar una prueba, no lo demostró. Yo solo quiero salir de aquí ya.  

Sonidos extraños envolvían el ambiente según avanzabais por este pasillo (p9) que carecía de jeroglíficos. ¿Estaréis cerca de obtener una solución a esta pesadilla?

La sala recién descubierta (11) era tan silenciosa que ponía los vellos de punta.

Se comprobaba con normalidad que al fondo de ésta había el acceso a unasala secundaria (10) que probablemente escondería algún secreto digno de ser revelado.

Con la máxima precaución posible avanzasteis con intención de alcanzar vuestro destino, sin embargo tal y como estabais esperando aquello no iba a ser tan sencillo.

Un sector del suelo tenía un mecanismo oculto que tras ser pisado inocentemente activó que en el centro de la sala la tierra se hundiera revelando un foso repleto de afiladas púas capaces de atravesar los cuerpos como si fuese mantequilla.

Ahora acceder a la sala contigua no sería tan sencillo puesto que habría que saltar aquel foso para evitar ser ensartado tras una caída de casi 3 metros. ¿Merecerá la pena el riesgo? Si se quiere sobrevivir sí.

Theodore observó aquellas afiladas púas que recorrían el foso que se hallaba frente a ellos. Arrugó el ceño. Tal y como se temía, se trataba de una estancia en la que se requerirían de las atléticas habilidades de Evelyn si querían saber qué es lo que había en la sala 10.

-Es demasiado peligroso -sentenció el egiptólogo, suspirando agobiado-. Si O'Connell y yo saltamos, lo más probable es que ni siquiera lleguemos al otro lado. Y Helen no está tampoco en forma para dar un gran salto. -El hombre miró a Evelyn, con tristeza-. Eres la única que tendría posibilidades de saltar hasta el otro lado sin acabar hecha una brocheta, pero ya sería la segunda vez que te arriesgases a saltar y no sé si exponer tanto tu vida sería lo correcto. En cualquier caso, si vas a saltar, dale antes tu medallón a Brendan o a Helen. Presiento que son la forma de salir de este lugar, por lo que no podemos arriesgarnos a perderlos.

Sin más, el historiador de alquiler se llevó la mano al bolsillo de su pantalón y le entregó el medallón de cobre a Brendan, colocándoselo en la mano.

-Quédatelo -le dijo, muy seguro de sus palabras-. Una vez que veamos que Evelyn consigue pasar a la sala 10, me aventuraré solo hasta la sala 12. Así agilizaremos la búsqueda de los medallones y podremos reunirnos en la sala 13. Esa y la 14 son las que más me desconciertan. -El cincuentón guiñó un ojo de manera jovial y, señalando al amuleto de oro que colgaba de su velludo pecho, añadió-: No os preocupéis por mí. Mientras lleve este amuleto de la suerte, no puede pasarme nada malo.

Pese a que todos los presentes sabía lo que iba a pasar, Evelyn no pudo evitar la sensación de desasosiego al ver la mortal y afilada trampa que guardaba la entrada a la sala. La joven trataba de convencerse a sí misma de que no iba a pasar nada. Ya me he enfrentado a esto. Ya lo he hecho antes. Estoy preparada. Puedo hacerlo. 

Con la calma de quien sabe que lo que va a hacer es inevitable, le entregó el medallón a su marido y lo abrazó con fuerza. Por si acaso. -Deséame suerte -pidió. Como ya había hecho la vez anterior, cogió carrerilla y saltó para llegar al otro lado.