Partida Rol por web

Helen sonrió ante la valentía de la mujer. Efectivamente ella no estaba en forma, pero una voz en su interior empezaba decirle que jamás escaparían de allí y se vio tentada a ser ella la que saltara y a no importarle la repercusión. Entonces se acordó de lo que le dijo Theo y sonrió y se dio media vuelta. No, hombre, no. Compañero, no vayas solo, ya viste lo peligroso que fue antes. Será mejor que vayamos en parejas, no confíes tu vida a ese medallón, la suerte no la regalan, hay que buscarla. Concluyó dando media vuelta y compartiendo camino con el egiptólogo.

-Suerte, Evelyn -le deseó Theodore a la joven estudiante de Historia del Arte, levantando su dedo pulgar como gesto positivo-. Lo conseguirás.

Confiado en que la intrépida mujer lo conseguiría, el egiptólogo decidió proseguir con sus exploraciones por el templo. Helen se había ofrecido para acompañarlo, a lo que el hombre no se negó.

-Cuatro ojos ven más que dos -reconoció, asintiendo y deseando para sus adentros no tener que encontrarse con más animales famélicos-. Esperemos no encontrar más gaticos salvajes. -Dirigiéndose al joven matrimonio, añadió-: Si todo sale bien, nos reuniremos en la sala 13.

Sin más, el egiptólogo echó a andar junto con Helen para continuar explorando el peligroso templo de Bastet.

Lo peor había pasado. Habías sorteado el obstáculo y ahora podías

acceder a la nueva estancia

...

Con cierta incredulidad, examinaste la sala (10) comprobando que toda ella estaba repleta de esqueletos. Aquello te hizo pensar que estabas cayendo en una trampa y que ahí tan solo estaban los restos de los infelices que al igual que tú habían sucumbido a esta trampa mortal, sin embargo, hubo un detalle bastante revelador al comprobar que aquellos esqueletos (que permanecían en mejor estado del que deberían) estaban aún portando armas egipcias en un estado misteriosamente exquisito. Aquí hablábamos de espadas y escudos que podrían marcar la diferencia ante un enfrentamiento, a fin de cuentas estabais aquí prácticamente desarmados.

Era fácil pensar que usar esas armas a vuestro beneficio podría otorgaros cierta seguridad en vuestros próximos encuentros en el laberinto.

Oscuridad, eso era lo único que destacaba en este pasillo (p10). Una oscuridad que parecía paranormal puesto que ni las antorchas eran capaces de alumbrar lo suficiente para hacer que el camino fuese cómodo de transitar.

En la nueva sala (12), tan solo hizo falta dar unos cuantos pasos y afinar la vista para comprobar que sobre una de las paredes había algo… se trataba de ¿una persona?

Unos cuantos pasos más revelaban el gran descubrimiento… ¡Allí había un cuerpo! ¿quién había sido el desafortunado?

Observasteis horrorizados como el cuerpo que había junto a la pared era el esqueleto casi momificado de… ¿un soldado Nazi?

¿En qué clase de lugar os habíais metido? ¿Cómo había podido llegar alguien de aquella época allí? No hacíais más que tener un mal presentimiento.

-¡Por todo lo sagrado! -exclamó Theodore, totalmente asombrado, no sólo de que tuviera ante sí un esqueleto parcialmente momificado, sino que además parecía llevar un uniforme de un soldado nazi-. ¡Ya es lo único que nos faltaba, Helen! ¡Los nazis! ¿Te lo puedes creer? ¡Los nazis!

El egiptólogo no lo dudó ni un segundo y se aproximó hasta el cuerpo sin vida para examinarlo y comprobar si llevaba algo de utilidad encima. Por un parte, sentía que estaban quedando inmersos en un lugar cada vez más peligroso y que la muerte les aguardaba en cualquier esquina. Sin embargo, por otro lado, se sentía excitado, como si estuviera viviendo dentro de una película de Indiana Jones. ¡Si incluso habían encontrado a un nazi muerto! "Ahora sólo hace falta que nos encontremos un Santo Grial egipcio" se dijo, esperanzado.

-¿Cómo crees que murió este tipo, Helen? -preguntó Theodore, intrigado.

No entiendo nada, dijo Helen a Theo, la verdad. Yo estoy alucinando con todo esto, y menos mal que te tenemos a ti, porque no sé ni por dónde coger todo lo que está pasando. Le comentó  a Theo mirándole mientras observaba el cadáver. ¿Has encontrado algo que de alguna pista? Es que no entiendo nada. Repetía confusa.

Todo aquello le empezó a recordar a las películas de Indiana Jones que ella no había visto, pero que sabía que entre todas las aventuras que se desarrollaban en las películas, los nazis estaban implicados. Pero aún así, siguió sin saber qué contestar a su colega. Se sentía muy rara viviendo aquella experiencia y parecía estar pasándolo mucho peor que el egiptólogo.

Decidiste echar un vistazo al cuerpo para comprobar que en su esquelética mano había una pistola alemana de la época casi intacta. Si querías podrías cogerla para comprobar si tenía munición.

En caso de hacerlo verás como en la recámara tan solo queda una única bala.

-No he encontrado ninguna pista, Helen, pero tengo algo mejor -dijo el egiptólogo, con una sonrisa pícara-. ¡Mira lo que llevaba encima nuestro querido amigo germánico!

Theodore se giró hacia su compañera, mostrándole que, agarrada en su mano derecha, llevaba una pistola alemana propia de la Segunda Guerra Mundial.

-Lo malo es que sólo tiene una maldita bala -comentó el hombre, resoplando-. Lo bueno es que si vemos de nuevo a los gatetes, con esto podríamos defendernos.

Ligeramente relajado por haber encontrado un arma de fuego con la que defenderse, Theodore se apresuró a encenderse un nuevo cigarrillo y dio una larga calada. Sentía que se lo merecía.

-Por aquí no hay mucho más que hacer, Helen -dijo el egiptólogo, con el cigarro en los labios-. Vayamos directos a la sala 13 y esperemos allí a la parejita. No nos queda ya mucho templo por explorar.

Evelyn anduvo, dubitativa, por aquella tétrica sala. Su imaginación volaba, y no pudo evitar ver en su mente cómo los esqueletos cobraban vida y trataban de arrebatarle la suya. Sin embargo, los amenazantes seres no se levantaron. De hecho, traían un simpático regalo bajo el brazo. Cuatro armas y cuatro escudos. La chica cogió los artefactos con torpeza, pues era la primera vez que veía algo así, y los contempló admirada. Esto es fantástico. 

Una vez cargada, volvió a la sala en la que, suponía, le estaría esperando Brenny. 

Evelyn anduvo, dubitativa, por aquella tétrica sala. Su imaginación volaba, y no pudo evitar ver en su mente cómo los esqueletos cobraban vida y trataban de arrebatarle la suya. Sin embargo, los amenazantes seres no se levantaron. De hecho, traían un simpático regalo bajo el brazo. Cuatro armas y cuatro escudos. La chica cogió los artefactos con torpeza, pues era la primera vez que veía algo así, y los contempló admirada. Esto es fantástico. 

Una vez cargada, deshizo sus pasos para volver a la sala en la que, suponía, le estaría esperando Brenny. Se situó en el borde y lanzó, de un lado hacia el otro y muy torpemente, las lanzas y los escudos. Vaya pintas debo tener. ¡Parezco el Capitán Estados Unidos! (Evelyn no era muy de super héroes). Cuando terminó, cogió carrerilla para saltar y regresar. 

-Oh, cariño -Brendan abrazó a su esposa- Me alegro de que estés bien. Espero que no tengas que saltar nada así otra vez- luego se fijó en las armas que portaba y cogió dos de cada, para ayudarla a cargar con el peso- Esto nos será útil. Tal vez nos encontremos más "lindos gatitos" o, aún peor, tengamos que volver a la sala con las leonas. Vayamos a buscar a Theodore y Helen, me preocupan.

-¿Has visto? Cuando salgamos de aquí, podemos llevar esto a un museo. Todo el mundo tiene el derecho de ver estas obras de arte. -Escuchó las palabras de su esposo. Realmente, Evelyn preferiría no volverse a ver con gatitos, ni con leonas, ni con nada de nada. Pero lo que menos quería era quedarse allí. 

-Claro, vamos a buscarles.

Oscuridad, eso era lo único que destacaba en este pasillo (p10). Una oscuridad que parecía paranormal puesto que ni las antorchas eran capaces de alumbrar lo suficiente para hacer que el camino fuese cómodo de transitar.

En la nueva sala (12), tan solo hizo falta dar unos cuantos pasos y afinar la vista para comprobar que sobre una de las paredes había algo… se trataba de ¿una persona?

Unos cuantos pasos más revelaban el gran descubrimiento… ¡Allí había un cuerpo! ¡pero también estaban vuestros compañeros! ¿quién había sido el desafortunado?

Observasteis horrorizados como el cuerpo que había junto a la pared era el esqueleto casi momificado de… ¿un soldado Nazi?

¿En qué clase de lugar os habíais metido? ¿Cómo había podido llegar alguien de aquella época allí? No hacíais más que tener un mal presentimiento.