Para cuando la joven sale estoy apoyado en la barandilla, mirando la ciudad a lo lejos.
-1Eran las tres de la madrugada y estaba en el proceso de comprender lo genial que es estar muerto. La lluvia iluminaba las calles y las farolas reflejaban su luz en el pavimento, como si dios quisiera que cada alcantarilla estuviera rodeada de un halo. Una manzana más abajo, en Rocust Street, vi un conche surgiendo de un callejón. Fui capaz de leer la matrícula desde donde me encontraba, algo que jamás hubiera conseguido en vida. Al final de la calle vi los árboles de la plaza Rittenhouse, y juraría que era capaz de contar cada hoja, cada gota de agua en cada una de ellas.
Puedo verlo todo, y es tan bello...
También la vi a ella. Vestía gabardina marrón y llevaba un paraguas negro cerrado. Comienzo a avanzar hacia la plaza, ajustando mi velocidad para toparme con ella en el paso de cebra. En ese momento pude distinguir alguna cana en su cabello y pequeñas arrugas en su cara. Aparentaba treinta y cinco y un cierto cansancio de la vida, pero seguía infatigable con su rutina. Su andar era constante, mecánico. Aceleré.
De repente se detiene y levanta la vista hacia el cielo, que comenzaba a aclararse. Puede que estuviera buscando una respuesta a través de las ramas desnudas de los árboles del parque, o que su instinto animal le estuviera gritando "¡Depredador!" No importa. Me estaba acercando. La calle 20. La 19...
Bajó la mirada y comenzó a andar de nuevo. sus ojos se encontraron con los míos desde una manzana de distancia y por un momento creí que comprendió... pero no se detuvo. No se volvió. Pude ver el dolor, la esperanza y la historia escrita en su rostro, cada uno de los momentos de una vida que está a punto de terminar... y entonces me enamoré de ella.
Me enamoro de este modo todas las noches, y todas despierto con el corazón roto. Pero la culpa es mía. Solo mía-
Con aquella vivencia le revelo cuál es y será su fiel compañera. -La culpa- algo con lo que tendrá que acostumbrarse a vivir cada noche al despertar.
1Fragmento adaptado de la página 263 del Manual de Vampiros 3ª Edición. He creído conveniente compartirlo contigo metiéndolo en la trama porque ilustra muy bien el momento y es uno de mis fragmentos favoritos del primer manual de vampiros que sostuve entre mis manos.
Parecía que ambos vampiros habían quedado fascinados por ella, y es que Ariadna sabía elegir las palabras, términos siempre ambiguos, para buscar en cualquier circunstancia el punto de inflexión y así no terminar de dirigirse a ninguno de los extremos. Podría ser una gran política, pero aún su juventud la hacía vulnerable, tanto que sin una buena guía, cualquier vampiro ambicioso podría eliminarla o peor, usarla con propósitos personales, convirtiéndola en marioneta del destino, eso si aún no lo era, puesto que el sentido de posesión de ambos hacia ella, estaba muy marcado.
Victor coge la mano de la fémina y ella, tras mirar levemente a Ibrahin y comprobar que permite su consentimiento, se relaja, dejándose llevar, aceptando que iban a volver a verse muy pronto. La mirada clara de Ariadna pareció enturbiarse, no quería separarse de su amor, de aquel hombre que había aparecido de súbito en su vida y se arriesgó por llevarla, cubrirla y protegerla. Era dura la despedida, y más aquella que debía ponerle en manos de un desconocido para asegurar que pudiera entrar en sociedad.
- Ni el tiempo ni la distancia nos separará... - dijo la mujer a modo de promesa tras memorizar el teléfono que Aguilar le diera para ponerse en contacto con él, y el cual registraría en su móvil bajo el pseudónimo "Svegliarsi" que significaba "Despertar" en italiano y aquel era el nombre con el que llamaría personalmente a Ibrahin, pues cuando ella lo hizo, él estaba a su lado, sustentándola y dando sentido al cambio de lo que sería su existencia desde ese preciso momento - Pase lo que pase, siempre tuya... - algo que dejaría claro, no podría traicionarle, le amaba.
Cuando la joven muchacha subió a la cubierta de la embarcación, tras dejar que unas lágrimas rojas surcaran su rostro, no le había gustado aquella despedida, por breve que fuera, se encontró a quien sería su mentor mirando la ciudad, e intuyendo una buena historia por su parte se posicionó a su lado, escuchándole.
- ¿Cómo puedes vivir con esa culpa dentro?... ¿Hay manera de minimizar el daño? - pregunta ella tras finalizar Victor el relato, comprendiendo que la caza era algo que en el fondo a que hombre amante de la belleza, no le gustaba -...¿Por eso te dedicas a matar vampiros? ¿Piensas que la humanidad estaría mejor sin nosotros? ¿O es solo cuestión de negocios?.... - pregunta con voz suave, dulce, sin juzgarle, y más teniendo en cuenta que su situación, en ese instante, era bastante parecida -... Cada noche amaré lo que soy porque estoy viva y no deseo morir, mi belleza se rodea de un halo de misterio, mis capacidades aumentan y siento que soy casi invencible, pero para eso debo cazar, amar la sangre de otros, y finalmente odiarme a mi misma por acabar con una vida que en sí, sería preciosa... Vivir con la culpa..., pero aún así..., vivir....
Y esa era la reflexión final, pasara lo que pasara, había límites que debía trasgredir para mantenerse en aquel perfecto estado de existencia.
- Somos lo que somos y no nos dieron a elegir... - dijo Ariadna -... Permite que con mis palabras te haga sentir mejor, somos lo que somos, y aunque hagamos algunas cosas que son cuestionables desde el punto de vista de la moralidad, cada cual impone sus límites y..., quizás...., incluso podamos hacer grandes cosas para que no todo sea destrucción.... Victor..., estoy en tus manos... moldéame como mejor creas... yo me dejaré hacer... - y aquella afirmación podría volver completamente loco a cualquiera, y más de una fémina tan hermosa y delicada, alguien que aún conservaba su humanidad y ética, ¿por cuánto tiempo?... Solo los años lo dirían....
Hermoso, me ha encantado la descripción ^^