15 de Marzo del 2012.
Sandra estaba apoyada en la barandilla de la cubierta del barco. El viento soplaba con fuerza, era un viento frio, nacido del invierno, que le obligaba a cobijarse entre su capa, la que usaba a modo de manta. A lo lejos se veía Lavila su actual destino y mentalmente repasaba lo que había leído junto a Dumas, que estaba dentro, sufriendo un terrible mareo.
Su misión allí era dar caza a un vampiro llamado Alan. El y su séquito se habían proclamado señores de la isla. Según el informe de sus hermanos cruzados, este grupo de vampiros habían sometido al pueblo aliándose con la policía, políticos y traficantes. Todo aquel, que se le oponía aparecía muerto y todos los cadáveres mostraban los típicos agujeros de los colmillos de los vampiros.
El séquito de Alan, esta compuesto por cuatro miembros conocidos, Roger, Cris, Jorge y Laura. Todos ellos chupasangre. - Repasaba mentalmente cuando el sonido de la puerta la interrumpió.
Era Dumas, que había salido a tomar un poco el viento.
- Me ha dicho una azafata que me sentara bien la brisa marina,.yo le he contestado que me sentaría mejor morir durante un rato – le dijo con una sonrisa – pero ella se a limitado a sonreír cortesmente, mientras me miraba pensando que estoy loco – y se hecho a reír.
Dumas, estaba mayor, llevaba casi treinta años dando caza y eso era mucho tiempo, rondaba los cincuenta, aunque parecía tener setenta. Calvo, con perilla canosa y largas ojeras. Vestía ropas practicas, unos vaqueros y una camiseta. Su capa la había dejado en el equipaje – No quiero que los fisgones aburridos tengan algo de lo que chismorrear – le había dicho, cuando embarcaron en Barcelona.
Miro a lo lejos y se quedo observando la isla, pensativo un rato , luego se volvió y le dijo
– que ganas de llegar, como odio los barcos...¡maldita ciudad! ¡Por que no tendrá un aeropuerto como Dios manda!- y es que para Dumas el viaje, había sido agotador, doce horas de barco vencen a cualquiera. Primero de Barcelona hasta Ibiza y después de la isla blanca, hasta aquí.
-Cuando llegue a tierra lo primero que haré sera besarla, como hace nuestro Santo Padre - Volvió a sonreír y con una mano se despidió diciéndole – me vuelvo a la butaca. Esto es mas infierno aun, ver lo cerca que estamos y parece que no llegamos nunca. Me dan unas ganas de saltar por la borda...
Dumas, era admirable, su carácter esplendido, alegre y atento, educado, cortés, paciente y simpático. Incluso ahora en su madurez tenía cierto atractivo. Habría sido un marido maravilloso si no fuera por su alistamiento en las capas rojas.
Paso casi una hora, antes de que el capitán diera el aviso de que se acercaban a la isla. Veinte minutos mas tarde ya estaban en el puerto y allí estaba el maestre James, junto a dos oficiales, esperándolos.
Se despidió de Dumas con un gesto de la mano y volvió a meter los brazos bajo la capa. Por enésima vez, la Cazadora volvió a suspirar y dejó vagar la vista en el horizonte, donde el cielo y el mar se unían en una línea infinita. Estaba un poco triste, siempre que viajaba, cuando no había ninguna distracción, su mente trabajaba sin descanso.
Al principio siempre pensaba en la misión, siempre estudiaba y repasaba todos los datos de los que disponía. Después, cuando se cansaba de volver a pensar en lo mismo, un pequeño pensamiento disparaba otro y así, de manera sucesiva, hilaba una cosa con otra y su mente regresaba al pasado. Y entonces suspiraba.
Estaba contenta con su vida actual, pero no podía evitar ponerse melancólica. Lo triste era que en cuanto pusiera un pie en tierra, esos recuerdos se olvidarían y darían paso a cosas más importantes. A ella le gustaban esos recuerdos. Le hubiera gustado que no perteneciesen al pasado.
Una hora más tarde, el barco entró en el puerto. Sandra dejó su puesto y fue a buscar a Dumas, al que avisó de que ya estaban llegando.
- Me alegra volver a verlo, Maese James - saludó de forma correcta, dejando que fuese su superior, Dumas, quién hablase de la misión y ella se retiró a un discreto segundo plano.
Lady Sandra – le contesto con un movimiento cortes de cabeza – Maestre Dumas –James los guió hasta donde iban a residir y de camino les puso al corriente – se trata de un chupasangre, se ha declarado publicamente dueño de la ciudad – les enseño el periódico que traía la noticia – a destadado una oleada de asesinatos contra todo aquel que se le oponga, ahora con nuestra presencia parece que se ha acobardado y no se atreve a salir, pero solo es algo temporal – cuando llegaron a la iglesia, se despidió aludiendo que tenía temas pendientes que atender. Dumas se despidió dándole la mano y entro en la iglesia. - Les deseo la mejor suerte - les dijo pero el maestre estaba ya cruzando el arco de la entrada.
El templo de San Jose, es una pequeña y tipica iglesia de las Baleares. Su fachada blanca sirve para que el sol la haga mas brillante y en grandes dias de calor parece que posea su propia aura. El edificio tendra cerca de seis metros de altura y su forma vista desde el exterior es parecida a la de un granero, aunque en lugar de altillo poseé una pequeña torre en donde reside la campana. A su alrededor crece una pequeña plaza que da a las carreteras. Esta esta rodeada de margaritas y rosas blancas. El suelo es de piedra irregular, pero sirve para darle el encanto de una capilla antigua.
Su interior es mas clasico. Al fondo la cruz con Cristo, una mesa cubierta con un tapete blanco, candelabros sobre ella, la Biblia abierta por algún versículo y detrás el mueblecito que protege el cuerpo y la sangre de Cristo.
La iglesia en su interior si que tiene forma de cruz, algo que se ha conseguido haciendo cuatro habitaciones en cada uno de los lados. Siendo las dos primeras las mas grandes. A su paso, Sandra puede ir viendo como hay imagenes de la virgen así como de algunos santos. Siendo uno de ellos el patron del pueblo. Sant Antonio.
Delante de ella, esta el maestre Dumas y otro hombre, este tendrá unos cuarenta y cinco mas o menos. De estatura bajita y con las primeras entradas. Al acercarse mas ve que el parroco le esta saludando con toda la formalidad, dando la sensación de ser un hombre muy dado a las ceremonias.
-Bienvenida hija – le dice cuando se situa al lado de ellos – siempre son recibidos huéspedes de tan alta casta, por allí – señalo una de las pequeñas habitaciones, la que estaba a al izquierda – Allí podrás acomodarte, esas seran vuestras habitaciones.
-Ve Sandra – le dijo su maestre – enseguida estaré contigo.