Partida Rol por web

-No... adentro no... este lugar esta maldito - musito muy adolorido por su brazo- ¿Dios porqué está pasando esto?- digo con los ojos llenos de lágrimas: comence a cavar con mis manos, y la nieve no... no se iba, de repente- tartamudeo un poco- de-de la nieve salió a-algo, una mano parecia, y me-me-me haló fuerte como si-si me quisiera  enterrar vivo....

Estaba tan asustado que me sorprendía que pudiera narrar lo ocurrido, realmente pensé que moriría, mi brazo me ardia de manera incomoda, y ver la  nieve color sangre me ponía muy nervioso, no había perdido tanta sangre como para que la misma se manchara de esa forma.

-Hay algo en la nieve....

Mientras ayudaba a su hermano a llevar a Grüber hacia la casa, observaba con ojos muy abiertos las heridas en su mano y muñeca -Joder, Grüber, amigo. -Miraba hacia la casa y también a la verja y el hoyo con la nieve ensangrentada.

Las cosas estaban tomando un cariz muy, muy feo. Irreal. Demoníaco. Un miedo distinto al de morir bajo una lluvia de bombas, destripado y lanzado por los aires, o sepultado por cascotes, o una bala en el vientre, se empezaba a apoderar de Hans.

-Cálmate, doctor. Tenemos tu botiquín. Nos ocuparemos de esas heridas -dijo con ánimo de tranquilizar al médico y a sí mismo. Su mirada fue a Peter- ¿Qué coño está sucediendo aquí, hermano? He visto algo cuando atisbé dentro de la casa. En el otro lado del ventanal...Alguien, una persona, como si nos espiara desde fuera...no se. Quizá solo lo imaginé. Tengo que comprobarlo.

Alzó la vista al frente- ¡Eh, Grigori, ven, échanos una mano. *

- ¿Desde el otro lado? - Preguntó. - ¿A qué te refieres? ¿Hay una ventana al fondo de la casa y has visto a alguien del otro lado, fuera?

No alcanzaba a comprender bien lo que Hans acababa de decirle. Pero era evidente que algo extraño había visto y dada la situación en la que estaban, posiblemente no fuera una simple visión, sino algo real.

- Grub... Tenemos que ir dentro. - Le dijo tratando de transmitir calma y sensatez. - No tenemos donde ir. No lo pongas más difícil. - Miró entonces a Hans. - Sea como sea, vamos dentro y curemos esa mano. A partir de ahora no nos separamos. ¿Bien? Luego decidimos que hacer. Nos podemos atrincherar en una habitación. - Y recogió sus armas antes de acceder a la vivienda.

-No, no es eso -contestó- Hay una pequeña ventana, en esa estancia, en una de sus paredes.

Pieter tenía toda la razón en no separarse. Pero con todo, la duda de lo que sus ojos vieron seguía ahí. Persistente en sus retinas.

-De acuerdo -concedió- Primero la mano.

Impactado y completamente aterrorizado me llevo las manos al rostro viendo como habia quedado mi mano, temblando y sin poder hablar mucho les sigo, y dejo que me lleven, mientras miro con desconfianza la nieve que dejamos atrás.

Cuando todos atendieron al médico y decidieron entrar en la casa, vieron a Grigori.

Estaba donde lo habían dejado pero ahora tenía los ojos cerrados y estaba de rodillas. Sus manos, entrelazadas a la altura del pecho y se balanceandose de adelante a atrás mientras recitaba una letanía en un idioma que los soldados alemanes no tuvieron problema en identificar como ruso.

-наш отец, который на небесах. Вы знаете, я не слишком верю в вас, что я много раз ошибался, но помогите мне, вытащите меня отсюда, вытащите нас всех, и я клянусь, что теперь я буду делать все правильно ...

Solo cuando estuvieron a su lado, las palabras cesaron y levantó su mirada a los soldados.

-Nunca crreí en fantasmas... Soy mayor, perro mis ojos están sanos aún y sé lo que he visto...-dijo, negando con la cabeza lentamente, con el miedo en sus ojos y temblando. Su mirada buscó la mano del médico y se quedó mirándola un largo instante. Se levantó, con esfuerzo, y se acercó a él agarrándole la mano con las suyas y levantándola, para poder observarla mejor, con atención, cada arañazo, cada quemadura-Han sido sus uñas. Todoss estos arrañasos te los ha hecho con suss uñasss. Esa mujerr que tu dices verr dentrro de la casa... es la misma que estaba dentrro de la nieve... la vi reirr flotando ensima de ti-le dijo al médico mirándolo de nuevo-después se sumerrgió en la nieve y tú comensaste a grritarr. Ella querría que fuerras con ella bajo tierra...

Entonces pareció reparar en a donde iban todos. Se volvió en parte a mirar lo que se veía del interior de la casa desde allí- Ella estarrá esperrándonos ahí dentrro. ¿Aún no lo véis?. Vuestrras arrmass no servirrán contrra ella... ¿Cómo se lucha contrra un muerrto?  ¿Contra un fantasma? Dios tenga piedad de nosotros...

Pero entonces, arrugó el ceño. No quería entrar ahí dentro, pero si todos lo hacían, ¿sería capaz de quedarse alli fuera él solo?

Miró al soldado que se llamaba Hans y asintió, lo que fuera antes de entrar.

-Irré con usted, prefierro estarr aquí fuerra que ahí dentro... Por lo menos aquí aún queda lus....

No podría decirse qué hora de la noche era aquella. Sobre sus cabezas un cielo oscuro tamizado con la luz de la luna que asomaba de vez en cuando entre nubes deshilachadas y grises.

Los cuatro necesitaban descanso, necesitaban reposo, y aquella casa parecía un lugar tranquilo. Sin embargo, ninguno de ellos quería realmente entrar ahí. Todos sabían, muy a pesar de sus creencias o escepticismos, que nada era lo que parecía. 

El médico, con su mano ensangrentada, entró flanqueado por los dos hermanos, seguido del campesino. 

Parecía imposible que sólo unas horas atrás estuvieran huyendo de los obuses. Ahora... ¿de qué huirían...?