El hombre frunció el ceño. Se puso en pie y cogió un gorro semi destrozado de las cercanías. El frío calaba hasta los huesos. Miró a Zacharias con ojos dudosos.
- Pero... tengo... tengo muchas preguntas.
Zacharias apretó los labios y mostró una media sonrisa. En el fondo era poco más que un niño.
- Yo también. Pero tendrán que esperar hasta mañana. Si os preguntan no contestéis. Fingid que es por insubordinación. Eso será suficiente. No os haré daño.
No tenía ni idea de qué demonios estaban hablando pero acepté moviendo la cabeza sin decir palabra.
Dejaría que me llevaran a donde el crío quisiera. Después de todo seguían sin saber que iba armado, aunque nada evitaba que me cachearan después y encontraran el cuchillo. Necesitaba reconocer el terreno y ver dónde me encontraba antes de poder decidirme a hacer nada, así que por el momento dejé hacer al chico.