Partida Rol por web

Un golpe de escudo contra Crixo, que es el que me enfrenta. Pero sin prestarle mayor atención que la de evitar que me haga daño alguno. Mi objetivo claro es Espartaco, él es quien supone una amenaza real para La Sombra y para mi, aunque me hiera el orgullo reconocerlo. Darme la espalda para enfrentar a La Sombra ha sido lo que le ha expuesto realmente, y me ha permitido herirle en el hombro antes de que reaccionara. Solo un momento más... solo un momento más y le habría atravesado el pecho. Una lástima.

- Te va a hacer falta algo más que un juguete nuevo para sobrevivir a dos leyendas de la arena, Espartaco... - provocandole y esperando su ataque. Buscaría cualquier punto débil, y me ocupé de mantenerme lo suficientemente apartado de La Sombra para mantener el flanqueo. Tendría que dar la espalda a uno de los dos si o si.

Crixo reacciona por fin, encarando al recién llegado y avanzando hacia él con el escudo por delante, con clara intención de dividir la contienda de nuevo en dos combates separados, lo que dejaría a Espartaco en solitario frente a La Sombra, que parece gravemente herido...

- Ya va siendo hora de crear una nueva leyenda, enterrando a la antigua... ¡Combate conmigo!

Afortunadamente, Crixo actua como esperaba, y aprovecha para atacar a la Sombra, cuando el galo se interpone entre él y Gannicus.

- ¡Estás muerto! - le grita a la Sombra intentando intimidarle.

Malherido y débil como está, cuando Theókoles se ve en la tesitura de quedar a solas con Espartaco sigue el más elemental sentico común y se adelanta siguiendo a Crixo y a Gannicus, aprovechando que el tracio le amenaza retador pero no se ha interpuesto cortándole el camino. Así todavía puede aportar algo a este combate.

Esta vez le doy cobertura a mi compañero, su cuerpo ha sufrido y su sangre ha sido derramada en la arena por mi gloria, pues he sido yo al fin y al cabo quien ha podido hacer que el público se pusiera en pie.

Mi actitud defensiva, cerrando el paso a Espartaco más que atacandole, apenas me permiten propinarle un pequeño rasguño en el brazo que pretendía ser mas persuasivo que hiriente. Mantengo mi posición evitando que cualquiera pueda acercarse a La Sombra sin pasar antes por mi.

Llegados a este punto, ya se puede percibir con claridad quién acabará triunfando.

El enfrentamiento entre los cinco bravos gladiadores ha sido épico, han peleado como leones... pero al final se han acabado imponiendo, aun con una ventaja mínima, los veteranos Gannicus y Theókoles, la Sombra Mortal.

Conforme avanza el resto del combate, tanto el valiente tracio como el sufrido galo van quedando acorralados, debilitados, más y más agotados. Y de forma ineludible, acaban por hacer el gesto con la mano que reconoce la victoria del rival, pidiendo la clemencia del público. Pocas veces se ha contemplado un espectáculo tan impresionante, una muestra de tal bravura y espíritu de sacrificio, así que la resolución del vulgo es unánime: ¡VIDA!

De modo que la escuela de Batiato es derrotada, pero sus tres valientes gladiadores sobreviven al evento.

Y la gloria de la arena es para el liberto Gannicus, que se embolsará una notable cantidad de sextercios para pagar sus muchas deudas y permitirse nuevos vicios... y para un maltrecho Theókoles que tardará bastante en recuperarse, pero sigue imbatido, convertido en un monstruo inhumano totalmente cubierto de cicatrices.