Partida Rol por web

Nuestros jadeos y gemidos eran casi indistinguibles, a la vez que ambas sentíamos desfallecer a causa de la espera y el abandono. Porque así era como me sentía yo, abandonada, no por Joana, sino por las circunstancias, que me obligaban a medir cada mirada y cada palabra que decía.

Siempre que mis ojos se movía, la buscaban a ella; todo lo que decía, buscaba una continuación, hacia donde ella se encontraba. Y debía obligarme continuamente a detenerme, a decirme a mí misma que no podía dejarme arrastrar por mis sentimientos.

Pero ahora estábamos solas. Sentí sus pechos bajo mis manos y mi boca se lanzó en busca de ellos, besando cada centímetro de su piel, deslizando mis labios por sus pezones rosados y despertando entre mis piernas la mayor de las desesperaciones, mientras mis manos continuaban acariciándola.

Con habilidad, Joana me quitó la camiseta, y yo no perdí mucho más tiempo en quitarle la suya. Su cuerpo desnudo quedó completamente aplastado bajo el suyo, sobre la cama, y yo la miré como si jamás la hubiese visto hasta entonces.

-Eso ahora no importa. Te necesito. Quiero sentirte. Así que cierra esa maldita puerta y ven, deprisa. No podemos perder tiempo.

Mientras cerraba la puerta, terminé de desnudarme y cuando volvió a mí, la abracé con fuerza y comencé de nuevo a besarla. Era deseo, hambre, fuego, y amor. Todo mezclado en mi cuerpo, que yo le ofrecía al suyo como si de un sacrificio se tratara, solo que no era mi vida la que estaba entregando, sino mi futuro, y también mi corazón, que no había tenido dueño hasta que no la había encontrado a ella.

Mi mano se movió por su espalda y continuó el descenso mientras la apretaba más y más contra mi cuerpo, al mismo tiempo que mi pierna se colocaba entre la suya. Sentía su sexo en mi rodilla y el calor de sus muslos entre los míos, y mi boca era incapaz de cerrarse. Jadeaba y suplicaba sentirla, tenerla dentro de mí, y sobre todo, ser amada.

Puede que solo tuviésemos unos minutos, pero aquel margen escaso de tiempo tendría que servir para alimentar mi corazón hasta la próxima vez, fuera cuando fuese. 

-Sabes que no he querido nunca a nadie como ti, ¿verdad? -le dije, deteniéndome un instante, un brevísimo instante, en el que la miré directamente a los ojos y, retirando un mechón de su cabello de delante, me permití el lujo de dejar que se convirtiese un momento eterno -. Cada vez que te veo solo puedo pensar en besarte y abrazarte, y cuando no puedo hacerlo, me siento como si muriese. Pero ahora... es como si volviese a la vida. Tú eres mi vida.

Gimo de placer, de gusto, sintiendo como cada gesto de Aren rompe cualquier miedo o tabú que tuviera. Nunca creí que pudiera existir el verdadero amor entre personas del mismo sexo, nunca creí que se pudiera amar a quien hace poco que conoces, el amor a primera vista, y, sobre todo, nunca creí que yo pudiera romper todo eso y enamorarme así de ella.

Me levanto rápido de la cama, casi lanzándome a la puerta para cerrarla, para volver con mi vida. Nuestros cuerpos, ahora desnudos, se rozan sin impedimentos, mientras nuestras manos no paran quietas y las bocas se abren buscando un aire que escapa en forma de gemidos.

Aren se para, y la miro sonriendo. Yo nunca amé, Aren. Creí saber lo que era el amor pero cualquier cosa que he sentido no puede ni acercarse a esto que siento por ti. Puedes hacer conmigo lo que quieras, soy totalmente tuya y me encanta serlo.

Y ahora, cariño, voy a hacer algo que me quedé con ganas de hacer la otra vez digo, pasando a besar su cuelño, bajando despacio a sus pechos, y más abajo hasta su abdomen. Solo que es la primera vez que lo hago digo, suspirando, antes de seguir hasta colar mi cabeza entre sus piernas y darle un beso en estos otros labios, para luego recorrerlos con la lengua y poder así probar su sabor.

La cama estaba bastante dura, y fría, pero el calor que ambas desprendíamos era más que suficiente para hacer que no importase en lo más mínimo. Era nuestro momento, y estaba claro que ninguna de las dos pensábamos desaprovecharlo, por muy poco tiempo del cual dispusiéramos.

Las palabras de Joana, ofreciéndose a mí, sincerándose al reconocer que lo que sentía por mí era completamente desconocido para ella, eran mucho más de lo que yo podía soportar. Siempre me había reído de aquellas escenas románticas en las cuales las palabras parecían sonar completamente falsas y alejadas de la realidad, entre dos personas jurándose amor eterno y viéndose imposibilitadas para expresar todo lo que sus corazones y sus cuerpos sentían, pero en aquel momento, entendí que sí que era real.

Completamente real.

Miré a Joana, casi con lágrimas en los ojos, y entonces, su voz hizo que me estremeciera. Lo que estaba a punto de hacer conmigo era la prueba de que me amaba de verdad. 

-Oh, Joana. Mi vida -murmuré, dejando caer la cabeza hacia atrás, mientras acariciaba sus cabellos. En el momento en que sentí sus labios sobre mi sexo, y su lengua recorriendo mi piel, supe que no había nada mejor que pudiera esperar de la vida. Su lengua recorrió mi clítoris y mis manos se aferraron entonces con fuerza a sus cabellos, mientras gemía y gemía, y mi espalda se arqueaba. 

Ya no era capaz de distinguir la humedad que escapaba de mí con la que ella misma estaba dándome y sentí como el orgasmo llegaba casi instantáneamente, de manera convulsa e inevitable.

-¡Ah! ¡Aaah! ¡Aaah!

Los espasmos se repitieron uno detrás de otro y con rapidez, mientras Joana continuaba lamiéndome, sucediéndose como si formasen parte de una cadena. Eso no era algo que sucediese todos los días; de hecho, que yo recordara, pocas veces había logrado un orgasmo tan rápidamente.

Y lo peor de todo, o lo mejor, es que aún tenía ganas demás.

Su lengua no solo había hecho que explotase de placer, sino que había despertado un auténtico monstruo en mí que no quería volver a encerrarse.

-Yo... No... me vuelves... loca.... -conseguí decirle, sin dejar de temblar. Era como si no fuera a terminar jamás, y una parte de mí desease que aquello durara para siempre.

Finalmente, pude reunir las fuerzas suficientes como para alzar su cabeza, con delicadeza pero seguridad, y subirla hasta donde se encontraba mi rostro, para poder besarla. Mis propios fluidos rodeaban sus labios, pero sentirlos, saborearlos y olerlos en su piel, me pareció no solo excitante, sino hermoso. 

-No sé... cómo ni por qué ha sucedido esto, pero pase lo que pase, no te dejaré escapar -le dije. A continuación la volví, dejándola de espaldas a la cama, y sonreí con malicia -. Es mi turno. 

Mis labios empezaron con suavidad, besando su mentón, su cuello, y sus pechos, entreteniéndose alrededor de sus pezones y bajando después hacia su vientre, mientras mis manos acariciaban sus costados. Tenía prisa, pero deseaba hacerlo lentamente. Quería disfrutar y hacerla disfrutar. Pero sobre todo, pretendía transmitirle lo mucho que la amaba.

No sé si lo que hago está bien o no, solo busco tacar con mi lengua los puntos que a mí misma me dan placer. Al principio empiezo muy superficialmente, pero cada vez voy adentrándome en su intimidad, descubriendo un sabor que me parece mejor que cualquier néctar.

No pasa mucho hasta que mi amada se está retorciendo en la cama. Pero yo sujeto sus caderas y lamo y sorbo hasta que los estertores orgásmicos se pasan. Entonces me alza.

La miro, con mis labios aún brillantes de su esencia y mis ojos brillantes de su amor. Te amo, Aren Johnson. Si tú estás conmigo, no me importaría no regresar jamás. El apasionado beso me hace suspirar y siento mis fuerzas irse.

Entonces Aren aprovecha para girarme en la cama y ponerse encima, lo que recibo con una risita. Gimo mientras recorre mi cuerpo, sintiéndome ya tremendamente excitada solo por el juego previo. Acaricio su pelo y abro mis piernas, ofreciéndola no solo mi sexo, sino todo mi ser. Mi vida... digo con un suspiro.

Te amo, Aren Johnson. Si tú estás conmigo, no me importaría no regresar jamás.

Esa frase resuena en mi cabeza como un mantra, porque en él se encuentra todo lo que busqué siempre. Por qué tuve que viajar hasta los confines del universo para hallar lo que más deseaba y necesitaba es algo que jamás comprenderé, pero nada de eso importaba en aquellos instantes. 

Sus dedos se entrelazaron con mis cabellos y sus muslos se separaron, dándome paso hacia su sexo. A medida que iba descendiendo, centímetro a centímetro, beso a beso, hasta alcanzar lo que buscaba. Sus pliegues caen sobre el resto de su piel, hermosos, rosados, pero también humedecidos por su propia excitación. Es curioso como aquello que en mí misma siempre consideré vulgar, en Joana me podía parecer tan bello y deseable.

Mis manos acariciaron el interior de sus muslos y a continuación, separaron sus labios con mis dedos, haciendo accesible todo lo que tenía. Yo misma estaba excitada solo con verlo, pero en esos momentos, mi mente solo abrigaba el deseo de despertar en ella el mismo placer que yo había sentido.

Mi vida...

Abrí la boca, y alargué mi lengua para recorrerla de abajo a arriba, lentamente, sin dejar ni un solo milímetro sin humedecer, suspirando a cada segundo, mientras me iba aproximando a su clítoris. Cuando lo alcancé, lo rodeé, lo lamí con delicadeza, sin dejar de acariciar su piel, y lo besé, una vez, y otra, encerrándolo entre mis labios, estimulándolo y haciéndolo vibrar. Sentía la sangre palpitando en su interior, al mismo ritmo que latía su corazón; podía oírlo desde donde estaba, y notarlo en las arterias que circulaban por sus piernas, y que rodeaban mi rostro. Era como si yo estuviese en su interior, formando parte de ella, y ambas nos hubiésemos fundido en una sola persona.

Entonces, con suavidad, comencé a acariciar con dos dedos su perineo, abajo y arriba, aumentando el ritmo de mis besos y chupetones, así como su intensidad. Cuando la penetré, mis dedos se deslizaron con suavidad, gracias a los abundantes fluidos, y se movieron con naturalidad en su interior. Giré entonces la mano y con la palma, comencé a frotar su clítoris, cada vez a mayor velocidad.

Mis propios jadeos se confundían con los suyos; mis gemidos, no eran más que una prolongación de los que ella no podía ahogar. Y así, poco a poco, la fui aproximando al momento. Todo mi cuerpo se movía a una, y el suyo me seguía. Ambas éramos la misma mujer; ambas estábamos enamoradas. Y su orgasmo, que estaba al llegar, no era más placentero del que yo experimentaba al ofrecérselo.

Su boca, su lengua, sus besos, sus caricias... todo ello se combina en un cóctel explosivo que me lleva a gemir de gusto, mientras trato de no elevar más el tono. Quisiera gritar mi amor, reír, llorar... todo a la vez. Pero no se puede. Quizá algún día, si llegamos a un sitio habitable...

Sé que son fantasías, pero también lo era que esto me pudiera pasar y aquí estoy, derritiéndome en la experta lengua y boca de Aren.

Cuando sus dedos me penetran arqueo la espalda, presa de un placer que no había conocido hasta ahora. Superior a todo lo anterior. El orgasmo se aferra en mi cerebro, pero intento retrasarlo un poco, solo para seguir siendo tocada por ella.

Y, por fin llega. Todo mi cuerpo tiembla liberando de golpe toda la tensión, derramándome en un orgasmo que me hace retorcerme y que ella no hace más que alargar, prolongando sus caricias.

Cuando los picos de placer descienden y solo queda el agotamiento satisfecho, la atraigo hacia mí con cariño y la beso. Pase lo que pase, desde que estuvimos juntas la primera vez hasta el fin de mis días, siempre seré tuya.

La cuarentena lo estaba cabreando, literalmente lo estaba cabreando, mostraba un rostro tranquilo pero en verdad quería matar a alguien, aún así se mantuvo impávido durante toda la revisión, incluso durante el chequeo médico.

Pero estaba bien, es solo rutina, hasta que por fin pudieron atracar, tras no sabe cuántas horas en el espacio, pero al escuchar por el intercomunicador las órdenes del almirante, solo una risotada pudo soltar, estaba contento de no ser sus colegas, solo pondría lo que había visto y nada más, ya que no fue un problema aterrizar y despegar. 

Bueno, nos vemos, voy a preparar el informe más corto de la historia jajajaja, Hasta luego capitán-

Se fue a su camarote, para redactar el informe, aún qué se reía, ya que no iba a poner solo lo que el vió y consideraba importante. 

Una vez terminado, ya no era problema suyo, así que se dirigió a entregarlo sin más, lo demás, corría por cuenta del capitán. Así después podría tomar un baño 

Informe de Misión 

informe sobre asteroide tipo C, 15 de septiembre de 2138. Posicion: Region desconocida, Area desconocida, Cuadrante desconocido, Sector desconocido Cuadricula I7 [XX-XX-XX-XXXXX-I7]. Lanzadera Interdictor desde Nave Aruná.

Realmente tuvimos problemas para localizar el asteroide en un primer momento, pese a ello, el aterrizaje no fue problema, pese a lo irregular de la superficie y a las bajas temperaturas, la nave no sufrió daño alguno.

Se podría decir lo mismo en el despegue, al terminar el trabajo, y el personal hubo regresado a la nave, la baja densidad de la atmósfera ayudó aun despegue rápido, sin tener que viajar a la velocidad subluz, tomando un viaje de 4 horas.

Sin nada más que agregar al respecto, Piloto Jonathan Tayley. 

Tras la cuarentena Anthond se preguntó si iba a perpetuar la broma de la brecha espacio-temporal, pero por fin sólo puso en el informe firmado de su nombre:

Informe de Misión

 

Mi papel se limitó a mantener un contacto regular con la Aruná, papel que cumplió más bien mal que bien. Iré tirando las conclusiones que se presentan naturalmente de un tal acto de descuido.

Mi presencia en la superficie del planeta no se necesitaba y sólo acompañé a mis compañeros hacia la estructura para asegurarme que los señales de radio podían atravesar el material de dicha estructura, al menos hasta el punto del avance del equipo.

Envié transmisiones de toma de contacto con vida inteligente en la superficie del planeta que podía alcanzar, pero sin hallar respuesta.

Yendo de vuelta podía grabar varias cintas de ruido de fondo cósmico que sin duda serán de interés para los astrofísicos de la Aruná.

Juliet se había sentido bastante inútil en casi toda la misión, pero había podido ayudar cuando les abordaron para la inspección médica. Ella había ayudado con todo el procedimiento y usado los utensilios mas delicados, para agilizar las cosas. Había asegurado a los médicos que les reconocieron que no había habido ningún accidente ni contacto con contaminantes y que nadie había dejado las protecciones de sus trajes una vez que abandonaron la seguridad de la nave.

No habían dado con ningún espécimen, no había heridos y todos tenían constantes limpias y correctas. Estaba contenta de tan solo recetar un buen chocolate caliente a todos sus compañeros.

Así lo hizo constar en su informe oficial.

La mayor parte de la tripulacion de la interdictor se retira a sus camarotes, algunos a la ducha y otros a otras cosas, pero todos entregan su informe practicamente a tiempo.

El capitan manda el documento conjunto al almirantazgo, y toma camino a la reunion.