Partida Rol por web

Lauren recogió todas las pertenecias del hombre y se percató de la motocicleta aparcada cerca de donde se encontraba el piso que quería registrar. Buscó en la chaqueta y pantalones de ese hombre unas llaves que pudieran abrir el compartimento trasero de la motocicleta, en caso de que fuera suya.

Parecía que había llamado relativamente poco la atención, al menos desde donde ella se encontraba. Es posible que no hubiera mucha gente viviendo allí. Sea lo que fuera, tenía que moverse rápido. Si no encontraba nada más intentaría registrar el apartamento, aunque eso significaría correr algún riesgo...

Buscando en el pantalón, Lauren encuentra un manojo con algunas llaves, la billetera del hombre que tiene al menos 100 dólares en efectivo y su permiso de conducir, en donde se muestra una foto del tipo. Se llama "Andrew Johnson" por lo que se muestra en la tarjeta. No hay nada más notable allí, aparte de alguna estampa religiosa y monedas de centavos.

En el otro bolsillo, encuentra un postIT arrugado que tiene tres líneas direcciones, ambas tachadas, pero suficientemente legibles:

-Mayo 13: Museo de Arte de Filadelfia, a partir de las 7pm. Lewis Pompidou. Habrá vampiros.

-Mayo 14: 2567 South Columbus Boulevard, Lincoln Phelps

-Mayo 14: 808 Arch Street, Flat 566, Richard Kent

La letra parece asemejarse a la misma que ya habías encontrado en una pequeña nota, a la misma dirección a donde mandaste a Danton. ¿Quizás habría sido escrito por la misma persona?. Aparte de eso, ninguno de los nombres le dice nada en particular... salvo el primero. Lewis Pompidou, Lewis era el nombre del ghoul de Kingsley... y futuro chiquillo de la misma.

El hombre sigue inconsciente, sin moverse demasiado. Lauren lo deja allí mientras intenta hacer que una de las llaves le permita encender la motocicleta.

-Bingo-

Susurra en cuanto empieza a rugir el motor. Intenta pensar en alguna forma de cubrirse el rostro, dado que tiene el chaleco debajo, lo único que podría usar sería su propia camiseta para intentar evitar que alguien pueda reconocerle su rostro. Instintivamente se lleva la mano a su mejilla, en donde siente la herida rojiza del disparo que le había hecho el sujeto. Ya llamaría suficientemente la atención con una visible marca roja en su rostro, sin contar las armas que llevaba y el chaleco anti-balas...

Su instinto no le había fallado, la motocicleta era del hombre que ahora yacía en el suelo inmóbil. No tenía más tiempo, tenía que coger la motocicleta y largarse de allí. Pero primero necesitaba hacer algo.

Volvió al callejón rápidamente, acabó de rematar al hombre haciéndole un corte en el cuello con la ayuda de la estaca con punta metálica y lo dejó tirado en medio del charco de sangre, asegurándose de llevarse todo aquello que pudiera relacionar el asesinato con "vampiros". Se encargó de hacer desaparecer las marcas de mordedura y se llevó todas las estacas. Con suerte, descubrirían el cadáver más tarde con lo que las pruebas se diluirían.

Luego volvió hasta la motocicleta e intentó llevarla hasta donde estaba su coche. En circunstancias más propicias habría actuado más diligentemente pero prefería no arriesgarse.

La vástago se acerca al hombre que yace inconsciente. Sin pensarlo dos veces, toma la estaca de madera y valiéndose de la punta, decide deshacerse de su atacante. El dolor, la rabia y el deseo de venganza supera a cualquier otra condición, ella es, al fin y al cabo, una criatura de la noche, consumida por su propia bestia. La punta desciende sobre la garganta, clavándose con fuerza, una, dos, tres veces, haciendo que un chorro de sangre salte y manche la ropa y las manos de la Ventrue. Durante un leve instante, su compostura se ha perdido en aquel ritual de muerte, en el ajuste de cuentas que implica. Aquel hombre había intentado atacarla a muerte. Ahora ella le devolvía el favor. Ahora sus manes tenían la sangre de su agresor. En un estertor, era el final del camino para él.

Se puso en pie, con la estaca en la mano, se limpia las manos con el pantalón, como un acto reflejo. Una sensación fría en el rostro. lloviznaba, las gotas caían rápidamente, aún escasas para ser molestas. Lauren Rienne recoge todo, aquello era sólo una víctima más de la delincuencia. Un don nadie, un pobre desgraciado que cae en un mal día.

Intenta actuar normal. Intenta llamar la atención, intenta salir cuanto antes. Sube a la motocicleta y conduce doblando una esquina. Hay gente, un par alejados, que la observan salir del callejón, que apresuran el paso, evitando volver a mirarla. Hay miedo, como si las repercusiones de sus actos, como si la batalla del callejón dejase su huella. O quizás sólo estaba paranoica.

Aparca la motocicleta. Usa las llaves y abre el contenedor. La lluvia se fortalece, su cabello empieza a pegársele al rostro. Allí, dos más de aquellos contenedores de alcohol, un arma adicional y una pequeña ballesta cargada con una filosa y gruesa flecha de madera. Una estaca modificada. 

Abrumada, Lauren Rienne se recuesta contra la puerta del conductor de su auto. La lluvia comienza a amainar, mientras todo empieza a agolparse en su cabeza. ¿Qué significaba todo aquello? la vástago reflexionaba el próximo paso a seguir, la noche se acorta a cada instante y quedan pocas horas antes de que se acabe. La segunda noche llegaría a su fin y mañana sería la audiencia definitiva con el príncipe.

El acto de Lauren evidenciaba la diferencia entre un mortal y un vástago. En su existencia humana no habría tenido el coraje de cometer semejante crimen a sangre fría, pero su esencia inmortal le iba consumiendo, poco a poco en un mundo de tinieblas. Era el precio a pagar, aunque ella no lo hubiera decidido.

Sin embargo, su pasado en el mundo de los vivos aún podía atormentarla, hacerle pagar por sus actos mediante recuerdos y sueños de sus pecados, agitando su olvidada conciencia a través de los remordimientos. Si eso pasaría o no, Lauren no lo sabía pero no podía negar que había sentido cierto placer en lo que había hecho. El poder sobre la vida y la muerte no es algo que se pueda saborear sólo unos segundos. Es como una droga, siempre se necesita más. Lauren había plantado esa semilla en su interior, ahora sólo era cuestión de tiempo que creciera.

Colocó todo* en el portaequipajes de su coche y se puso a conducir. Tenía que descubrir pronto la identidad de su atacante. Si podía descubrir a quién pertenecía el ghoul, aún podría salvarse. Tal vez Danton o Jones tuvieran más información.

Ahora que lo pienso, ¿qué se supone que les contaré a ese par cuando llegue si me están esperando?

El viaje de regreso a casa está marcado por el silencio. La lluvia se detiene y sólo hay un aire frío y triste que flota sobre la ciudad. El silencio es una constante en el interior del auto, mientras el poco tráfico a esa hora te permite atravesar la ciudad de manera relativamente rápida. Han sido dos noches vertiginosas en donde una gran cantidad de eventos se han desencadenado, en donde muchas vidas y no-vidas se han visto afectadas. Todo por un simple asesinato.

En cuanto llega a casa, falta algo más de una hora para que el amanecer llegue. Nadie la espera, la Ventrue se arroja sobre uno de sus sillones, en silencio, reflexiva, a la espera de sus 'camaradas' forzados. El tiempo pasa, se agota, sin señal ni de Danton ni de Jones. La vampiro se impacienta, su bestia ruge y presiente traición. Ha sido abandonada, a su suerte, mientras los demás escapan. Ha confiado demasiado y ahora tendría que enfrentarse al veredicto del príncipe. Sola.

Menos de media hora para el amanecer, sumida en su rabia, un sonido la hace observar por la ventana. El inconfundible rumor de una motocicleta que conoce bien para estas alturas. Es William Danton quien llega. Lauren ordena abrir la puerta y el Brujah entra, con su habitual rostro de pocos amigos, y su aspecto intimidante.

Su mirada se fija en la Ventrue. Una sonrisa socarrona aparece. -Parece que se ha divertido, Rienne- espeta. Tan ensimismada ha estado la Ventrue, tan furibunda, que no ha tenido tiempo de curar la herida en su rostro, y su propio mayordomo ha tenido la delicadeza de callar ese detalle por temor a la cólera de su ama. El Brujah ingresa, sin ningún cuidado, casi empujando a la anfitriona.

-Bien, tu puta idea me ha llevado a un callejón sin salida. A la casa del jodido periodista muerto que se cargó al chupapollas personal de Kingsley- dice con aire molesto, mientras se queda de pie.

-A menos que haya más suerte, estamos muertos desde ya. Seremos paletas ardientes mañana al amanecer- añade sin ninguna delicadeza.

Había perdido miserablemente el tiempo esperando a ese imbécil y parecía que venía con las manos vacías, aunque no iba a presionarlo, la situación ya era suficientemente delicada de por si.Escogió responder a sus, "nuestras", preocupaciones.

No necesariamente, pero tenemos que aprovechar el poco tiempo que nos queda. Como puedes ver por mi aspecto, he pasado noches mejores, pero iré directo al grano. Han intentado acabar conmigo por estar en el sitio adecuado, supongo que pensarían que una mujer con mi aspecto no suponía una amenaza en un combate cuerpo a cuerpo -hace una pausa- subestimar a tu enemigo es un error que muchas veces se paga con la vida.

El tipo que me atacó seguramente es el que se cargó a Lewis Pompidou, el protegido de Kingsley, pero también a otros dos: Lincoln Phelps y Richard Kent. Si averiguamos la relación entre estos nombres quizás encontremos la solución, es evidente que ese tipo fue contratado por alguien para librarse de unos cuantos estorbos. Supongo que tendrás tus contactos, tus fuentes o como quieras llamarlos en esta ciudad. Si es así, te sugiero que los utilices cuanto antes. Yo lo haré también. Tenemos menos de media hora para que se acabe la noche.

Danton responde con una mueca burlona. -Claro, llamaré al tío de la gasolinera, quizás el sepa algo- añade cruzándose de brazos. -Ahora, te lo explicaré detenidamente, a ver si me me entiendes. Es la primera vez que piso Filadelfia y no lo habría hecho de no tener razones para creer que Jeremy Ericksson está aquí- dice serio.

-Ahora, gran y subestimada Lauren Rienne- dice con un aire de incredulidad -¿dejaste escapar al tío? ¿O lo has matado y ya...? Por qué no sé como mierdas quieres que le comprobemos al cabrón del príncipe que el tío que mataste era el culpable. ¿Supongo que lo has pensado ya, no?- dice dando un paso hacia el frente, posicionando toda su corpulencia frente a la Ventrue de forma intimidante.

Claro, supongo que querías que cargara con el cuerpo de ese tipo hasta una calle principal, lo cargara en el coche y lo trajera hasta aquí ¿Cómo no se me habría ocurrido antes? Además él era sólo la mano ejecutora, no nos servirá de nada a menos que sepanos que se cuece más arriba.

Como veo que tus aptitudes se reducen a la fuerza bruta, entonces me encargaré yo. Tú puedes sentarte y ponerte cómodo hasta que llegue el día, le diré a mi mayordomo que te acompañe a una cómoda habitación, quizás sea la última que visites -le dijo sin dejarse intimidar por su demostración de músculo al más puro estilo de macho dominante-.

El Brujah solo bufó molesto. Parecía a punto de proferir alguna maldición, pero tras pensarlo un segundo -para sorpresa de Lauren, quien aún dudaba si Danton podía tener un pensamiento racional en su cabeza- decidió darse por vencido y dirigirse guiado por el mayordomo de la Ventrue a la sala de invitados.

Jones no había aparecido y no parecía que fuese a aparecer. Cualquier cosa pudo haberle sucedido, pero el Toreador no se presenta. Lauren decide marcar el teléfono. Del otro lado, suena un par de veces antes de contestar una voz familiar.

-Lawrence- dice ella, dándole a su voz un gesto algo lastimero.

-¡Lauren! ¿eres tú? ¿Qué ha sucedido? ¿Has hallado algo?- La ventrue podía imaginarse al hombrecillo saltando desde el otro lado de la línea, en un arranque de emoción o de expectativa.

-He encontrado... la mano que clavó el puñal, pero no el cerebro- replica Lauren con aire descorazonado.

-No te entiendo...- musita su sire.

-Lawrie, ¿te es familiar el nombre de Andrew Johnson?- cuestiona la Ventrue. Su mente trata de recuperar los rasgos abruptos y salvajes del ghoul que la había atacado.

-¿Andrew Johnson?... ehm...- el vástago toma un par de segundos dubitativo -No, en lo absoluto. ¿Quién es?-

-El asesino del ghoul de Kingsley. Irónicamente, otro ghoul. Un ghoul para matar otro ghoul, es casi poético- recita desapasionadamente la neonata.

-¿Un ghoul? ¿Un ghoul de quien?- Lauren pone una sonrisa triste, aún a sabiendas de que él no puede verla justo ahora a través del teléfono.

-Por eso te he llamado. Quizás tú puedas decirme si el nombre del ghoul te es familiar...- Lauren añade.

-¿Andrew Johnson?- repite Lawrence, como si eso fuese a traer alguna respuesta. -No, lo siento Lawrence. Sabes lo que siempre digo, hay que darle prioridad a lo importante, y el nombre de los mortales al servicio de tal o tal otro vástago nunca me ha parecido demasiado vital... no... no puedo ayudarte. Pero... si sabes que es él, es porque tienes evidencia, tienes pruebas... ¿verdad?- la pregunta demoledora.

-Sí. Tengo evidencia- La ventrue observa el papel que había extraído del bolsillo del atacante. -Poca, pero la tengo. Dime Lawrie. ¿Conoces el apellido del ghoul de Kingsley? ¿Lewis...?- Lauren observa el primer nombre de la lista, con alguna vana esperanza.

-mmm... Pompidou.- contesta el Ventrue de inmediato. Lauren duda.

- Y los nombres ¿Lincoln Phelps? ¿Richard Kent?- continúa preguntando ella.

-¿Por qué me preguntas eso Lauren? ¿Qué tienen que ver esos nombres con...?- interpela su sire.

-Tienen que ver y mucho. ¿Los conoces?- interrumpe seca ella.

-ehm... el primero no. Pero el segundo... el segundo. ¿No será el Richard Kent, el Concejal? El tío ha estado en boca de todos últimamente, ya que estaba patrocinando la realización de un Festival de Verano de Bellas Artes. Parecía un movimiento de los Toreador, y siemprte te he dicho que todo lo que tiene que ver con arte...- comienza a decir él.

-... pasa por las manos de Madame Kingsley- completa ella.

-Exacto- Ambos guardan silencio. Lauren reflexiona.

-Los Nosferatu, Lawrie. ¿Puedes contactarme con ellos?- pregunta finalmente, como tomando impulso, habría inspirado profundo de estar viva.

-¿Los Nosferatu, Lauren?- Lawrience repite, su tono baja. -¿Quieres contactarte con ellos?

-Sí. Con ellos. Siempre me has dicho...- y Lauren sonríe -...que son los que trafican con los secretos en la ciudad. Si alguien tiene la respuesta a este enigma, tienen que ser los Nosferatu. Necesito hablar con ellos- es un imperativo.

-No, Lauren, no entiendes. Hablamos de criaturas, de monstruos que viven en las alcantarillas. Esto no es como tus negocios con los mortales, no puedes llamarles y consigar en una cuenta. No funciona así. Sus tarifas no son... comunes...- añade.

-Lawrie, me estoy jugando la no-vida. No creo que el dinero sea un problema a estas alturas. ¿Verdad que no?- Lauren empieza a impacientarse.

-Lauren, no entiendes. No se trata de dinero. En el mejor de los casos les deberás un favor, en el peor... - el Ventrue no termina la frase. Lauren le oye suspirar artificialmente. -¿Estás segura?-

-Sí.- Responde ella cortante.

-Es muy tarde ya, quizás puedas arreglar algo para mañana. Conozco... conozco como puedes contactar a uno de ellos. O intentarlo, no puedes ir a verlo, él... él irá a verte si está interesado. Se hace llamar Sharp. Sharp Whispers. Te daré el número de su comunicador, ahora, escúchame bien, debes dejarle un mensaje, diciendo 'Lauren Rienne d.l.p.d Lawrence Cramer' y luedo das un lugar, una fecha y una hora. Si quiere ir a verte, él te contactará, si no...- de nuevo deja la frase sin terminar.

-Entiendo- Lauren responde. Su sire le deja un número que ella anota en una pequeña hoja de papel.

-Apresúrate Lauren, no te queda mucho tiempo. Espero... espero que mañana encuentres lo que te hace falta- dice finalmente Lawrence.

-Gracias Lawrie, eres un encanto.- Lauren cuelga.

Durante un instante, la Ventrue reflexionó. Faltaban algunos minutos para el amanecer y podía sentir en todo su cuerpo la pesadez letárgica del sol levantándose. No tenía muchas energías y la fatiga empezaba a sumirla. Marcó el número que su sire le había dado y dictó el mensaje con voz lenta y monótona.

-'Lauren Rienne d.l.p.d Lawrence Cramer. City Tavern, Mayo 15. 10:00 PM- y cuelga. El City Tavern era un pequeño lugar cerca al centro, un sitio discreto pero con suficiente gente para evitar lo peor, en donde solían tocar grupos de música Country y Folklórica. Suspiró mientras se dirigía con premura a su habitación. Jones no había aparecido, Danton debía estar dormido y ella...

Ella pronto cayó en el sueño diurno apenas sin poder cambiarse, sobre las sábanas de su cama. El día había llegado.