A los pocos segundos Militsa desciende la escalera, siendo la primera en abandonar el Cónclave.
Junto al Altar, el druida Opilaf y el Vitûr Aedo ríen y se abrazan emotivamente.
No me esperaba aquel abrazo. Pero en realidad, ¡lo estaba deseando! Qué alegría olvidar por un momento todo el Cónclave, todo el problema de la joya, y volver a ser yo mismo. Aquel anciano druida tenía aquella capacidad. - Me hace muy feliz verle, Opilaf, y ver que está bien.
Le digo mientras le devuelvo el abrazo con efusividad, y me río de mi propio nerviosismo y de todas las preguntas que le he hecho. Le miro a los ojos, y me río otra vez. Le cuento algunas cosas de mi vida con los enanos, y con el Maestro Rúnico, le mando muchos saludos para Trea, le prometo que cuando consiga tiempo libre iré a Adalas a verlos, y pasaré de incógnito por Abatis para ver al bueno de Berod.
Tras comentarle estas cosas de mi, miro alrededor, y le pregunto:
- ¿Cuánto es de serio el problema con el Kaos ahora? ¿Mayor que en la última ocasión?
- Eses difícil Koff! de decir, Ruper. Koff! Koff! Dede lútima vez Koff! emos tenido sigos Koff! Koff! de relativa paz, si ben Koff! Koff! Koff! es ceto klas icusones Koff! son cada vez más feketes, como ben Koff! debes saber, nelas foteras col Koff! Koff! Yemo. Koff! Pocos son los kestén vivosoy Koff! ke recuden lo kocuró, Koff! la mayorí Koff! son efos. Koff! La mayorí Koff! son acinos ke no recudan, Koff! Koff! o kan elegidovidar. Koff! Sólo conocemos Koff! las cosecucis, Koff! ke todaví podemos Koff! Koff! osevar a neto arededor. Debemos Koff! peparanos para lo por, Ruper. Debemos dejar Koff! un lado netas diferecis Koff! banales para cetanos Koff! Koff! nela iminete amenaza Koff! ke nos acexa. Koff! Koff! Koff!
Me gustaría despedirme tanto de Opilaf como de las Elegidas. Los otros representantes han sido más rápidos, así que espero mi oportunidad de poder intercambiar unas últimas palabras con ellos antes de dirigirme a mi campamento,
Veo que la sacerdotisa abandona el Túmulo, espero poder interceptarla a tiempo
Puedes incorporarte con Opilaf y Rupert, en un post distinto (supondremos que es después aunque lo narremos a la vez).
—Nos quedaremos con los druidas, ellos nos proporcionarán un lugar en el que descansar y la protección necesaria para evitar cualquier incidente —respondo a Anwië, analizando sus palabras por si las mismas iban con segundas. No me separaría de mi espada por si acaso —. Suficiente ha sido ya la desventaja para los demás, según ellos opinan, así que será mejor no echar más madera a esa lumbre.
Inclino con la cabeza con la zurda apoyada sobre la empuñadura de mi espada a modo de despedida.
Yo en principio, si Militsa no se opone, pues me quedo con ella protegiendo la gema. Si dice que quiere ir a descansar pues voy con ella, si no pues donde vaya.
Skadi acompaña a Militsa escaleras abajo y ambas son alcanzadas por Alantar, quien quiere al menos despedirse de ellas.
Anwië se reúne con su séquito y se aleja del Túmulo hacia su campamento.
Después de despedirte de las Elegidas puedes incorporarte con Opilaf y Rupert, si quieres.
Para que no "se te escape" Rupert puedes hacerlo en dos posts seguidos pero distintos, marcando en uno a Militsa y Skadi, y en el otro a Rupert.
Dejo la escena abierta para que Alantar se despida de las Elegidas.
—Espero que no nos pidáis que os dejemos ver la gema, Altísimo Consejero —digo cuando veo que se está acercando a nosotras, aunque lo hago con un tono de broma mientras marco media sonrisa en mis labios agrietados —. ¿O habéis venido también a ofrecernos vuestra protección?
Me detengo junto a Militsa y lo hago con la mano zurda descansando sobre la empuñadura de mi espada. Con las palabras no me sentía cómoda, nunca lo había hecho realmente... no al menos sin haber bebido varios cuernos de cerveza antes. Pero las armas, combatir, eran mi terreno.
Mientras Alantar se despide de vosotras (creo que va a ser breve), seguimos en la Cámara del Solsticio.
Hago esto porque Phoebe parece algo desconectada estos días (en comparación con el ritmo que lleváis el resto xD).
- Pero, señor, druida, Opilaf, es difícil saber qué hacer. Uno de mis compañeros enanos tuvo un augurio, de que la joya no nos serviría. Pero que pueda dar vida coincide con el deseo del Maestro Rûniko. No quiero volver sin ella, porque es importante para Thaûberin Firjammer, y para mi, pero... No quiero que pase más lo que vi en aquellas visiones. ¿Qué podrían hacer los druídas con la joya? - -Dije, sonriendo todavía, pero con algo de pena, y confusión. Vi como las Elegidas y Alantar bajaban, y le propuse lo mismo al druida - ¿Bajamos? Me gustaría que conociera al Aurjammer que me acompaña, y despedirme de los druidas y las Elegidas
- Koff! Muxas pegutas tenes, joven Ruper. Koff! Paceci debes Koff! apeder a tener. Todas esas pegutas Koff! deben ser repodidas Koff! Koff! por caduna Koff! delas pesonas cocenidas. Koff! Buken titeror. Koff! Buca la paz Koff! yel oden. Koff! Koff! Debes segir la seda delekilibo Koff! paracazar el ceto Koff! de tu cículo Koff! Koff! Debes ayar tu popi camino, Koff! y nél ecotarás el sosego Koff! y la cama ke bucas. Koff! Koff!
Mientras pronuncia sus habituales confusas y poco concisas palabras, ambos bajáis la escalera. Abajo te espera solamente el maestro Aûrjammer. Los demás ya se han ido.
Seguimos en Rumok-matur Aneluk.
Dejo la escena abierta por si quieres despedirte de Opilaf.
-Gracias por sus palabras, maestro Opilaf. A veces me acelero, y olvido todos los avisos, todo lo demás, menos lo que tengo entre manos. Me tomaré unos momentos de meditar lo que ha pasado y cuáles son los siguientes pasos. He de consultar igualmente a los demás enanos del séquito y sus conocimientos. --Cuando llegamos al final de las escaleras no quedaba nadie, más que el martillo de Oro enano, al que saludé, y aproveché para presentar al druida.
-No se si conocerá a Opilaf, el druida, que es conocido del Maestro Rûniko. Fue mi primer maestro, y es quien dirige el Cónclave. Aquí le presento, Opilaf, a uno de los sabios Aurjammer --Dije a los dos. Sabía que no quedaba tiempo para más, así que abracé de nuevo a Opilaf, y le despedí con una sonrisa.
- No, Guardiana. No voy a pedirle que me enseñen la gema- digo con tranquilidad.- Ya ha quedado bastante clara su postura al respecto y la acato. Simplemente quería presentarles mis respetos, ya que no ha habido ocasión desde que llegamos al Cónclave. En cuanto a lo de ofrecerles... también... nuestra protección- digo un poco pensativo, ya que quiere decir que "alguien" se la ha ofrecido- por supuesto que si necesitan cualquier cosa que podamos proporcionarles, no duden en enviar algún mensajero a nuestro campamento y su petición será atendida.Si no quieren nada más de mí por ahora, les dejo marchar para que puedan descansar- finalizo con una leve reverencia con la cabeza.
Busco con la mirada a Vaulo para pedirle que me traiga la espada enana. Busco con la mirada al Vitûr, para poder agradecerle el gesto en persona.
No sé si Rupert se ha ido ya o sigue con los druidas, por eso no lo marco
Rupert ya ha abandonado la escena. Vaulo, los dos guardias y tú sois los últimos.
Como dijiste que sólo querías despedirte de las Elegidas antes de volver al campamento pensé que sería todo y los demás se han ido yendo.
Seguimos en Campamento de Abatis.