Partida Rol por web

Los bárbaros asienten y continúan con lo suyo. Te retiras a descansar, dejando a Heimdallr vigilando. Nunca has sabido si duerme o no, o si tan siquiera lo necesita. Cuando le requieres siempre está ahí, atento.

En mitad de la noche presientes algo y te despiertas. Lämh está de pie junto a Heimdallr.

- Anelûk. Vinûr Rupert acompañado por su amante espía Eynja. Muchos comepiedras (enanos), viejos maestros y guerreros. Algunos gnomos artesanos. Y un mediano. Montan un taller. Tienen dos máquinas cubiertas por telas. Parecen golems pero no sé qué hacen, no se han movido. Sus defensas son débiles, apenas tienen.

Apenas un imperceptible sonido y llevé mi mano al mango de Trituradora de Almas. Sin embargo, no hice ningún movimiento brusco... Heimdallr habría acabado brutalmente con cualquier amenaza que hubiera cometido el atroz error de acercarse más de lo debido a mí; si no había actuado, era porque se trataba de un aliado. Como no podía ser de otra forma, esta vez no era diferente.

Frente a mí tenía Lähm, quien por fin había regresado de su labor. Sonreí con una media sonrisa y le hice un gesto para que se acomodara...

—No esperaba menos de ti —le dije, pues ni siquiera los guardias habían percibido la llegada de la ladrona. De otra forma, me habrían despertado como les había ordenado—. Mañana a primera hora quiero que reunas e informes en privado a Samaj y  Gü de lo que has descubierto. Es información que ellos también deben saber. De igual manera, quiero que ella os explique con todo lujo de detalles lo que sus ojos han visto en el campamento humano.

Hice una pequeña pausa, en la que desapareció la sonrisa y le miré fijamente al rostro... La reunión aún no había acabado.

—Debes saber que eres un activo imprescindible en esta misión —continué—. Como sabes, nuestro objetivo es el artefacto. Debemos hacernos con él, ya sea por la diplomacia o la intriga. Si una falla, recurriremos a la otra... Soy consciente de tus habilidades, y sé que no hay nadie mejor que tú en el arte de latrocinio. Es por eso que ordené que fueras parte de esta misión.

A pesar de mis palabras, apenas sonreía. Mi gesto permanecía imperturbablemente serio e incluso guardaba cierta dureza.

—No por nada te he mandado espíar a ti junto a Samaj: si los enanos llegan a hacerse con el artefacto, deberás infiltrarte y robarlo. Ahora ya conoces el terreno mejor que nadie, sabes de quién debes cuidarte y a quién deberás robar. A partir de ahora quiero que te centres en idear estratagemas para cualquier posible casuistica que pueda tener lugar y en la que tú tengas que intervenir. De igual forma, quiero que entrenes con Sirül Sonëm: ordénale que realice sobre ti su hechizo de Levantar Niebla, tú deberás aprender a ver y moverte en ella.

Hice una última pausa, en la que le puse la mano en el hombro.

—Tengo muchas esperanzas puestas en ti —anuncié—. Confío en tus capacidades. No me defraudes... Ahora ve a descansar.

- Así lo haré. No te defraudaré, Tenebrïs.

Los capataces y esclavos seguirán construyendo la cerca de pinchos. Los dos bárbaros que se queden harán guardias.

Naesän sigue fabricando los venenos paralizantes, los tendrá listos en poco tiempo.

Samaj se reunirá con Lämh y Gü (a quien nadie ha vuelto a ver desde anoche, cuando los bárbaros que hacían guardia la vieron salir del campamento). Luego Samaj acudirá al Túmulo y Lämh practicará con Sirül.

-Gracias por avisarnos- agradezco las palabras de Sarïf -¿Podría pedirte algo más? ¿podrías ausentarte un momento?, me gustaría hablar con Skadi a solas- 

Hago una señal con la cabeza para indicar a mi compañera el lado más opuesto a la entrada de la tienda, donde se encuentran las escoltas y susurrando a Skadi le digo - Parece que debemos andarnos con bastante cuidado, creo que tenemos a las dos caras del mismo reino acechándonos. La parte leal y de honor a su barón- y hago un gesto con los ojos señalando a Sarïf- Y la parte oscura y egoísta ahí fuera. Sólo nos tenemos la una a la otra y cuando todos los demás lleguen debemos mantenernos más unidas y firmes en nuestros principios que nunca, pues el alarde de poder del que harán gala, puede que nos intenten amedrentar. Siempre debemos tener presente que la Diosa Beory nos escogió, puedo hacerlo a cualquiera, pero no fue así, nosotras fuimos elegidas, de ahí debemos sacar nuestra fortaleza-

Con la bota de vino entre mis manos me dispongo a empezar a beber, pero antes de hacerlo escucho como Militsa quiere hablar conmigo en privado. Suelto un pequeño gruñido y asiento, levantándome de nuevo para caminar junto a ella al otro lado de la tienda, lejos de las elfas. Dejo que me diga todo lo que tiene que decir, mientras yo me limito a observarla y pensar en sus palabras. 

—Sabes que no soy demasiado inteligente —digo apretando los labios, llegando a sonreír tímidamente —. Quizá hasta ese tigre de ahí lo sea más que yo.

Con cuidado entonces tomo su mano y la miro fijamente a los ojos. Puede que no la conociera demasiado pero seguía siendo mi compañera, la persona con lo que había abandonado nuestra aldea, la persona con la que había luchado cuando pensaba que solo nos quedaba la muerte.

—Pero soy fiel, demasiado para ser una bandida. Tú eres su sacerdotisa y yo soy su guardiana. Mi deber es protegerte y lo haré con mi vida. Apoyaré cada una de las decisiones que tomes y si alguien intenta arrebatarte la gema daré mi vida por detenerlo.

Suelto entonces su mano.

—Nosotras somos sus elegidas —asiento, afirmando haber entendido sus palabras —. El Cónclave es mañana, deberías descansar. Nosotras nos turnaremos para hacer guardia.

A la mañana siguiente os dirigís al Cónclave, escoltadas por Sarïf y Siliäz. Desde el campamento podéis ver la monumentalidad de las tres espadas de piedra, que señalan en el paisaje la ubicación exacta del Túmulo.