Un nuevo bosque ha nacido. Un bosque Sagrado. El Bosque de Beory.
Os reunís todos en torno al Árbol Sagrado de Beory. De entre todos los árboles mágicos gigantes que han brotado y crecido en torno al Túmulo, éste es el más importante, su centro, su nexo. El origen de la espiral mágica, el lugar de la Semilla de Beory.
Este es el destino del artefacto, de la gema, del fruto, de la semilla, de Beory.
Este es el resultado del Cónclave de Ûldatär.
Alantar, Militsa y Skadi parecen fascinados y conformes. Rupert parece sorprendido, cansado y magullado. Anwië llora sangre en lugar de oro, su rostro está vendado a la altura de los ojos.
FIN
Resumen
El destino de la gema de Beory ha sido fijado, determinando el futuro del continente Akiteba y de toda su magia. Tras intensos debates y oscuras intrigas, podría decirse que el Cónclave de las Tres Espadas ha fracasado. La Sacerdotisa ha tenido que actuar por cuenta propia, ayudada por los druidas, ante el inminente peligro proveniente del este y la incapacidad de los embajadores de Abatis, Anelûk y Anodiräs para llegar a un acuerdo. Enanos, elfos y humanos verán cómo el Túmulo de Ûldatär adquiere un significado renovado para ellos, convirtiéndose en enclave mágico y fuente de poder, además del ya ancestral lugar sagrado. Erik van Hunden ha sido repelido hacia la frontera, al menos por el momento, y muchas incógnitas han quedado en el aire, incógnitas que intentaremos resolver en futuras partidas de Orbis.
Durante la conjuración del Círculo de Poder que dio origen al Bosque de Beory, el ancestral equilibrio de Ûldatär se rompió. Los druidas se mantienen neutrales, sin favorecer en ninguna dirección, y sin poder compensar tampoco el desequilibrio producido. Anelûk quedó claramente en desventaja al no entregar ninguna gema azul, y por tanto no recibir ningún árbol de este color, ni tampoco ningún poder de erudición. Abatis obtuvo un árbol dorado al entregar Alantar Reginloc una gema familiar, obteniendo así algo de poder divino. Sin embargo Anodiräs recibió cinco, dos verdes, dos rojos y uno violeta, un poder por tanto tendente a la alquimia y al kaos; lo que Anwië Diherôth tuvo que entregar para ello fue un sacrificio demasiado grande. La balanza de tres platos quedó así desajustada, favoreciendo a Anodiräs y a sus intereses y poderes oscuros.