Eranor acompaña a Militsa, sin dejar de vigilar a Desmond. Y también pendiente de lo que Ruperto pueda hacer. Están en una situación muy difícil, acaban de perder un aliado y además de los problemas que pueda haber en el lugar, traen los suyos.-Hemos de actuar rápido, la situación es difícil.- Si Desmond se acerca no tendrá más remedio que disparar, ya han pagado muy caro el error de confiar en el. Y tras las palabras de Rupert, la posibilidad de que este actúe contra ellos es otro factor que tener en cuenta. Tan sólo en Militsa puede confiar.
- ¿Dónde está la Fuente? ¿Cuál es la razón de que me cueste tanto llegar? - Pensaba, mientras buscaba la razón de ser de aquel lugar. En realidad, no pensaba más que en alcanzarla.
Se había ido y parecía ansioso por encontrarla, y podría ser por alejarse pues no quería nada malo para sus compañeros, o porque allí había dicho el squalido que podría curarse. o quizás se había ido porque allí quizás habría solución para todas las cosas malas. - ¿Dónde está la Fuente? Quiero llegar
Pero no, aquellas cosas no le llegaban a la cabeza, el pensamiento que tenía era sólo llegar. No sabría qué hacer allí. Sentía que quería llegar
Una esfera candente empieza a formarse en el interior del cuerpo de Rupert. El calor es sofocante, insoportable, aunque el bardo, curtido por los largos períodos en las minas y las forjas de los enanos, y ayudado por el poder que le consume el alma, consigue soportar el calor. Tanto es así que las llamas salen por sus orejas y boca, por sus ojos, hasta extinguirse, sin hacerle ningún daño. Algo sobrenatural le ha protegido, ningún mortal podría haber resistido las llamas conjuradas por la druida.
Rupert se escabulle por uno de los infinitos agujeros, por una de las infinitas galerías que conducen hacia el interior de la Fuente.
Afuera, la tensión entre Eranor, Militsa y Desmond les bloquea, al menos hasta que la druida propone al arquero moverse, y dejar allí al guerrero maldito.
Rupert se separa del resto.
Desmond, Eranor y Militsa seguís juntos hasta que digáis lo contrario.
Militsa se queda el escudo y Eranor la espada.
Notas el calor de la espada en tu mano, su calidez te reconforta, más allá del propio fuego. Una presencia te acompaña, bondadosa, fuerte, poderosa. Pelor se manifiesta en este objeto mágico, valioso, y guiará tus pasos mientras te considere digno de él.
Eranor no quiere tener cerca a Desmond, acaba de matar a Alantar y esta claro que volverá a matar. No están al lado de Desmond, Eranor se había acercado a Militsa para que pudiera hablar en voz baja. Y ahora en voz baja le dice:-Alejémonos de Desmond, y tratemos de encontrar la fuente. Si Desmond nos sigue, creo que deberíamos hacerle frente. O estaremos entre Rupert y el, a su merced. La situación es crítica al haber traído a dos traidores con nosotros, pero no podemos flaquear, solo tendremos una oportunidad.-Nos vamos hacia la fuente, si Desmond nos sigue, le disparo con mi arco. No pueden quedarse entre dos enemigos, al menos que estén lejos.
Asiento a las palabras de Eranor, tenía toda la razón y no tenía caso demorar más nuestro camino -Vayamos pues- digo acompañado de un gesto de dejarle paso a mi guía.
Desmond retrocedió todavía algo más. Le sorprendió no escuchar ninguna orden por parte de Zanduräs. Lo sorprendió y lo intranquilizó. No seguiría al grupo de cerca, pero quizá tampoco sería conveniente irse muy lejos. Por una parte, porque estaban en Nuanta, y allí no había ningún otro lugar donde ir. Y por otra... porque quizá su espada tendría que volver a alzarse, y en esta ocasión, no por la voluntad de otro.
Pero hasta entonces no tenía otra que hablar con el intruso. Sus respuestas lo habían sorprendido.
¿Kreación por medio de la destrucción? ¿Creacción de qué?
Lo único que se estaba creando, a su ver, era un mundo de abominaciones. Un mundo donde el más fuerte come al más débil. Quizá en el fondo este último punto no era tan diferente al mundo en el que él había vivido, pero la civilización tenía sus modos de ocultarlo y paliarlo.
¿Mi propósito? ¿Desde cuándo ese es mi propósito?
Un propósito lo elige uno. Servirte a ti son cadenas.
¿O es que para ti es igual?
¿Sirves porque no tienes otra opción que servir?
Estoy casi decepcionado. Me había sentido más justificado en mi debilidad cuando pensaba que tú estabas en lo alto de la pirámide.
Provocar a Zanduräs de esa manera... quizá esa era la prueba de que a esas alturas Desmond era un hombre sin esperanza. Pasara lo que pasara con el mundo su propia vida había terminado. Al menos, había terminado tal y como la había conocido.