No puedo permitir que hagas eso.
No puedo permitir que perpetúes la existencia del Kaos.
El Orden debe prevalecer,
debe imponerse sobre todas las cosas.
El Orden debe ser la estructura de la existencia misma.
No hay otra opción posible.
Motivo: Ataque psíquico
Tirada: 3d6
Dificultad: 11+
Resultado: 12 (Exito) [6, 5, 1]
Militsa, Wequil te ataca y recibes +1 de Korrupción.
Tienes los colores Verde, Rojo y Amarillo:
Wequil tiene el Azul y el Cian, y Azatöth el Magenta. Juntos los 6 podrían formar el Equilibrio:
Para lograrlo deberás realizar el Conjuro Sangre de Beory al completo, incluyendo el ritual de sangre, que implica el sacrificio de un animal.
Ves cómo los squalidos se acercan, rodeando a Militsa. Sus intenciones son dudosas, pero tienes claro que obedecerán a Wequil por encima de todo, lo que implica que intentarán, a cualquier precio, detener a la druida.
Estás desarmado, aunque aún tienes tu cuchillo y las flechas. Además, tras el sangriento enfrentamiento entre las criaturas del Kaos y los squalidos, con docenas de bajas, muchas armas han quedado desperdigadas por el lugar, bajo el agua cristalina. Hay hachas, espadas, mazas, y arcos.
Por otro lado notas cómo tu boca se cierra aún más, cómo se endurece, temes no volver a hablar nunca más, y apenas puedes respirar con facilidad. Debes hacer algo. Debes deshacerte de todos tus prejuicios, y sobreponerte al poder de la Guardiana, a la voluntad de Wequil, y recuperar la autoridad sobre tu propio cuerpo.
Elige entre tomar un arma o intentar recuperar tu boca:
1. Tomar un arma. No te cuesta demasiado encontrar un arma normal entre los cadáveres:
Espada corta CC 1d6 daño / Maza CC 1d6 daño / Arco corto AA 50m alcance
Pero si quieres algo más potente deberás esforzarte y aumentar algo tu Fatiga:
+1 Fatiga: Espada CC 2d4 daño / Estrella del Alba CC 1d10 daño / Arco largo AA 100m alcance
+2 Fatiga: Espada bastarda CC 2d6 daño / Hacha de guerra CC 2d6 daño / Arco compuesto AA 60m alcance +1 daño
2. Recuperar boca. Haz una tirada de Intelecto a dificultad 14. Si la superas te sobrepones y recuperas tu boca. Si no lo consigues, o si no eliges esta opción, seguirás así y la dificultad para el próximo intento aumentará en +2.
A Eranor cada vez le resulta más difícil hasta respirar. Esta claro que tiene que hacer algo y hacerlo ya, o correrá el peligro de quedarse sin su boca para siempre. Se aparta un poco de la fuente y busca un sitio un poco más tranquilo, para sentarse junto a Lomo Plateado. Trata de relajarse, y poner la mente en blanco, y luego se concentra para tratar de abrir de nuevo su boca. Con un terrible esfuerzo, logra finalmente hacerse de nuevo con el control de su cuerpo, y vuelve a tener su rostro normal con su boca. Lo primero que hace es volver a respirar con ansias, se estaba ahogando.
Motivo: Intelecto
Tirada: 2d6
Dificultad: 14+
Resultado: 5(+4)=9 (Fracaso) [4, 1]
Gasta 5 puntos de fatiga para lograr abrir la boca.
El gran peligro al que me enfrentaba estaba en mi interior, la guardiana se adelantaba a mis actos porque profundizaba en mis pensamientos, por lo que debía actuar sin meditarlo más de lo necesario.
Portando el escudo en una mano y la espada en la otra, comienzo mi ritual:
{Madre Beory protégeme con la vida vegetal,
Permíteme crear unas plantas carnívoras gigantes que guarden mi vida,
Ayúdame a custodiar los colores que porto,
Que nada se interponga en el equilibrio}
Repito esta estrofa con más empeño, si cabe, en mi nivel de concentración.
Motivo: Crear plantas carnívoras
Tirada: 2d6
Dificultad: 11+
Resultado: 2(+9)=11 (Exito) [1, 1]
Eranor se concentra y consigue imponer su voluntad a su propio cuerpo, expulsando a la poderosa Wequil de su mente y recuperando su boca, que se dibuja de nuevo sobre su rostro. Ahora puede respirar tranquilo, con Lomo Plateado y Bòlcs a su lado, aunque no puede imaginar lo que va a suceder a continuación.
Su compañera Militsa, Druida del Triángulo de la Vida, lleva al extremo su verde poder y trata de invocar algunas plantas carnívoras gigantes, con las cuales combatir a la Guardiana. Es un conjuro demasiado complejo, la druida está exhausta, y equivoca sus palabras en la lengua secreta de los druidas.
Las plantas aparecen, sí, surgen de la tierra y plagan la bóveda, llenándola con sus tallos llenos de espinas y sus fauces babeantes de ácidos digestivos. Pero no están bajo su control, son plantas sin cerebro, movidas por el sencillo instinto de alimentarse. Así, empiezan a morder todo lo que tienen a su alcance. Devoran a la mayoría de squalidos de una sola dentellada, muerden a la gran serpiente, arrancándole trozos y desmembrándola, también mutilan a Azatöth, desparramando sus vísceras y ojos, inconscientes de su naturaleza. Ambos monstruos siguen con vida, tratando de zafarse, tratando de recomponerse y defenderse.
Bòlcs logra emprender el vuelo y escapar, aunque su poder se debilita junto a la par que el de Wequil. Eranor y Lomo Plateado consiguen esquivar los primeros mordiscos, pero Militsa es alcanzada. La druida recibe un fuerte mordisco que la aplasta, impregnándola de ácido, y queda fuertemente debilitada, a merced de las plantas a su alrededor.
Motivo: Ataque a Militsa
Tirada: 3d6
Dificultad: 8+
Resultado: 10 (Exito) [2, 2, 6]
Motivo: Ataque a Eranor
Tirada: 3d6
Dificultad: 11+
Resultado: 10 (Fracaso) [3, 4, 3]
Motivo: Daño a Militsa
Tirada: 3d6
Dificultad: 4+
Resultado: 11 (Exito) [3, 2, 6]
Motivo: Ataque a Lomo
Tirada: 3d6
Dificultad: 7+
Resultado: 6 (Fracaso) [2, 2, 2]
Plantas carnívoras
Ataque CC 3d6 | Daño 3d6
Eranor, consigues esquivar el primer mordisco. Bòlcs vuela a tu encuentro, ¿montas en él?
Militsa, la planta más cercana te hace +7 Heridas. Estás Débil. Estás rodeada de varias plantas que se van a abalanzar sobre ti.
Débil: Si Heridas+Carga es mayor que Vigor, el personaje está débil. Las tiradas de Fuerza, Resistencia y CC se hacen sólo con 1d6, y además la Absorción se reduce a 0.
Debía enmendar mi error, pero me encontraba muy débil para continuar.
Me tomé las hierbas Aloishia que aún tenía en la mano que sostenía el escudo y las mastiqué rápidamente, conocía su poder, por lo que no espera un milagro pero si, algo de tiempo mientras recitaba un nuevo conjuro.
{Diosa Beory ayúdame a subsanar mi error,
Permíteme controlar esta vida vegetal que cree,
Y que no es capaz de discernir entre el bien y el mal,
Déjame que guíe sus impulsos}
Motivo: Manipular plantas carnívoras
Tirada: 2d6
Dificultad: 13+
Resultado: 8(+9)=17 (Exito) [6, 2]
Pretendo "comunicarme" o "manipular" a las plantas carnívoras para que hagan lo que yo les ordene, no sé si en este mismo post tengo que ponerlo o espero al siguiente.
En cualquier caso, la primera orden es que se detengan ante mi y ante Eranor
Justo cuando terminó de hacerse con su cuerpo y volvió a tener la boca. Tras dar un par de bocanadas y tratar de normalizar la situación. Casi un desastre se le viene encima, por muy poco se libró el , Lomo Plateado y Bòlcs de ser devorados vivos por unas enormes plantas carnívoras, que habían sido invocadas por Militsa, pero que escapaban a su control y se dispusieron con un hambre infinita a comerse todo lo que estaba a su alcance. Tras esquivar los primeros ataques, cogió a Lomo Plateado y subieron a lomos de Bòlcs. Era la mejor manera de tratar de evitar a las plantas carnívoras.-¡Muchas gracias amigo! De nuevo nos has salvado, al menos de momento.- Y a continuación miró cual es la situación de Militsa, y si fuera posible que Bòlcs la agarrase con una de sus zarpas, para sacarla de entre las voraces plantas. Y tan solo con sus flechas y un cuchillo, no era gran cosa lo que podría hacer contra estos descomunales enemigos. Desde que perdió la espada no había tenido tiempo de coger una de las numerosas armas dispersas por el suelo, con un arco se habría sentido mucho mejor, pero no había sido posible. Al menos, volvía a tener boca y podía respirar con normalidad. A ver si Militsa le dejaba la espada, mejor una espada como la de Alantar que un cuchillo de caza.
Supongo que no hay tiempo para tratar de sacar a Militsa, ya que tengo que montar en Bòlcs con Lomo Plateado, y este volver a tomar vuelo. Pero trato de hacerme una idea de su situación y del entorno, para ayudarla en cuanto nos sea posible. Mientras tratamos de evitar ser devorados por las plantas.
A medida que las plantas devoran squalidos se hacen más fuertes. Wequil y Azatöth se agitan con virulencia. La Guardiana impotente, pues sus ataques psíquicos no afectan a estas plantas sin cerebro. El Dios del Kaos incapaz de korromper a estas plantas gigantes, dada su debilidad tras la tortura de Wequil. A medida que las plantas los devoran se hacen más fuertes, y a ambos monstruos les hacen más débiles, mermando su poder, mermando su magia. El color verde resurge de nuevo en Nuanta, y de la Fuente comienzan a manar ríos de poder de este color.
Tras el conjuro de Militsa, ninguna de estas plantas la ataca ni a ella ni a Eranor. El batidor monta al grifo Bòlcs, y con su preciado lobo en sus brazos, emprende el vuelo hacia el techo de la bóveda.
Eranor, puedes escapar por el agujero de la bóveda por el que entró Bòlcs, puedes ir a por Militsa, o puedes volar a donde quieras. Si quieres, antes de montar puedes recoger un arco del suelo:
Militsa, ninguna de las plantas que hay a tu alrededor te ataca mientras prolongues el conjuro. Para prolongar el conjuro no podrás decir otra cosa que no sea el conjuro, aunque sí podrás hacer lo que quieras, como caminar o manipular algo con tus manos. Sigues estando Débil. Usas:
Militsa, además de todo lo que hagas, haz una tirada de Percepción.
Justo cuando se agacho para recoger a Lomo Plateado y subirlo al lomo de Bòlcs, su fiel compañero le señaló con el hocico un arco, que Eranor no dudo en coger. A lomos del grifo, con su lobo, un arco y su boca, se sintió mucho mejor. Además parecía que Militsa había logrado mediante su magia evitar que las gigantescas plantas carnívoras les atacasen. Pero parecía que ello iba a requerir que continuase con el hechizo. Las plantas estaban debilitando a Wequil y al ya débil dios del kaos, pero estos todavía eran adversarios imposibles para el. Si dudarlo pidió a Bòlcs que se acercase hasta la posición de la sacerdotisa. Cuando llegaron le dijo:-Militsa si quieres puedo ayudarte a subir al lomo de Bòlcs, mientras continuas con el hechizo para que estas plantas no nos devoren. Una vez en el aire, habrá que pensar en el siguiente paso a dar. Tal vez convenga que estas plantas sigan debilitando más a estos dos, y luego habría que pensar en como acabar con ellas, tal vez el fuego pueda hacer ese trabajo. Pero no es fácil, ya que Wequil seguirá intentando acabar con el dios del kaos.-Ahora tendrían que pensar y mucho, en como resolver esta compleja situación, devolver el equilibrio a la fuente, era demasiado complicado. Y el cansancio, se estaba apoderando de Militsa, no tenían mucho tiempo, y no habría una segunda oportunidad, el destino del universo dependía de sus siguientes acciones. Tan solo esperaba estar a la altura, aunque era un papel demasiado importante, una responsabilidad terrible, para un simple mortal.
Momentáneamente podía detener el ataque sobre nosotros de las plantas gigantes.
Vi como se acercaba Eranor montado sobre el Bólcs, extendí mi brazo para que pudiera subirme al grifo, mientras, debía seguir concentrada en mi ritual al menos hasta que estuviésemos lo suficientemente altos como para que no nos pudieran atacar.
Cuando parecía que estábamos fuera de peligro, tomé de mi bolsa la última hierba que me quedaba, y la mastiqué.
Entretanto debía tomarme un segundo para decidir cuál sería el siguiente paso.
Motivo: Percepción
Tirada: 2d6
Resultado: 8(+3)=11 [3, 5]
Gasto la raíz de jengibre
Eranor conduce a Bòlcs hacia Miltisa. Al principio el majestuoso grifo parece reacio a descender y acercarse al descontrolado verdor de las plantas carnívoras, pero finalmente cede y se acerca a la druida, quien tiende su brazo al cazador para que la suba. Juntos, emprenden de nuevo el vuelo y se elevan sobre la enorme bóveda de la Fuente.
Las plantas continúan despedazando a Wequil y Azatöth, en un sangriento festín. Trozos de los cuerpos de ambos monstruos son arrancados y devorados, siendo mutilados y reducidos, trozo a trozo, hasta casi desaparecer. Las magias azul, cian y magenta están a punto de desaparecer, y con ellas toda esperanza de restablecer el equilibrio.
Desde las alturas podéis ver con más claridad cómo el suelo está plagado de plantas que extienden sus tallos espinosos y sus hojas en todas direcciones, colmatando todo el suelo, lanzando ataques a los pocos supervivientes que aún resisten aquí y allá en pequeños grupos, luchando con sus últimas fuerzas.
Bòlcs emprende el vuelo en vertical, dirigiéndose hacia el agujero de la bóveda por el que apareció, con intención de poner a su amigo a salvo. Su fuerza cada vez es menor, podéis notar cómo languidece, en cada impulso, cómo el mitológico animal flaquea, pues su poder, su esencia, está ligada a Wequil.
Militsa, masticas la raíz de jengibre y tus Heridas bajan hasta 0. Ya no te quedan hierbas. Ya no estás Débil:
De entre los trozos que las plantas arrancan a Azatöth y Wequil, algunos resplandecen. Alcanzas a verlo desde el vuelo. Miembros mutilados, contenedores de la magia de sus portadores, yacen en el suelo durante unos instantes, hasta que son devorados por las plantas que has invocado. Ojos y tentáculos de Azatöth rezumando una luz violácea; escamas, un afilado colmillo y una lengua bífida pertenecientes a la Guardiana, brillan en tonos azulados, oscuros y claros.
Bòlcs es capaz de viajar entre los planos de la existencia, entre los mundos y las realidades. Es capaz de llevaros de vuelta, de llevaros a vuestro hogar, pero su tiempo se agota.
No salían de una situación desesperada y ya estaban de lleno en la siguiente. Las plantas eran demasiado poderosas y su poder había crecido mucho, junto a su tamaño, al ir devorando todo lo que encontraban. Wequil y Azatöth estaban siendo devorados, a mayor velocidad de la que Eranor había previsto. Y su amigo Bòlcs estaba agotando sus fuerzas, dependía de Wequil, y si esta se desvanecía también lo haría el. Huir no era, nunca lo había sido, una salida, era allí y en ese preciso momento donde tenían que estar y donde las cosas tenían que ser cambiadas. O el equilibrio desaparecería del mundo, de todos los mundos, incluido el suyo.-Militsa hay que hacer algo contra esas plantas carnívoras, o acabaran con cualquier esperanza de equilibrio. Y tendrá que ser algo mágico, ya que las armas de poco van a servirnos contra enemigos de ese tamaño. El problema es que Azatöth y Wequil están muy debilitados y no deberían desaparecer, o habríamos perdido el equilibrio.-Eranor se sentía impotente, el nada podía hacer, pero estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para mantener el equilibrio. Lamentaba no poder ser de más ayuda a la sacerdotisa. Y como pensando en voz alta dijo.-Algo que acabe con las plantas, o las paralice, para evitar que acaben con Azatöth y Wequil.-
Al cambiar la perspectiva y sobrevolar la zona pude ver los restos que quedaban en el suelo de la guardiana y del dios del kaos, esa era la última oportunidad y el momento de actuar. Tenía una responsabilidad y sentía que había llegado el momento de asumirla.
Mediante gestos le trasmití a Eranor que yo me bajaría, señalando la zona donde brillaban los restos de magia y que él se fuera, señalándole el agujero de la bóveda. Sabía que el grifo se encontraba débil, por lo que no quería ponerlo en peligro, confiaba en que mi compañero estaría a salvo, pues Bólcs se lo llevaría de regreso a su hogar.
A modo de despedida, le hice un gesto de reverencia y me llevé una mano al corazón, su recuerdo siempre perduraría en mi memoria.
Antes de saltar, manipulé las plantas carnívoras para que además de no atacarme, me facilitasen el aterrizaje. Al tocar el suelo me dirigí a recoger los restos de Azatöth, sus ojos y tentáculos, a continuación, tomé las escamas, un colmillo y la lengua bífida de Wequil. Colocándolos en el escudo de manera invertida para que me fuera más fácil transportarlo hasta el borde de la fuente. Una vez allí, añadí al botín las dos gemas que portaba, roja y verde y la espada, que poseía la gema amarilla.
Me desprendí de mis ropas, quería que la magia impregnara el último símbolo que había podido salvar de mi Diosa Beory, la última rama del bosque que planté en el túmulo y que el kaos arrasó, excepto la que llevaba implantada en mi brazo.
Me sumergí junto con el escudo que a modo de barca, poco a poco fui hundiendo en las corrientes de energía. Cerré los ojos y sentí como el equilibrio había sido devuelto, algo cambió, se restauró y tuve la dicha de ser testigo del poder que albergan todos los colores de la magia.
Militsa salta, ante la atónita mirada de Eranor. La druida maneja las plantas carnívoras a su voluntad, sin perder la concentración, y se mueve sobre ellas y sobre el suelo húmedo en un estado similar a un trance. Eranor no puede más que mirar cómo su compañera se aleja, mientras el grifo sigue ascendiendo hasta desvanecerse en un etéreo portal que se dibuja en el techo de la bóveda.
Militsa, Druida del Triángulo de la Vida, recoge los trozos de Wequil y Azatöth y los acoge en su regazo, colocándolos sobre el escudo paloriano. Con ellos completa el círculo de la magia, albergando en su seno todos los colores, reuniendo en un solo lugar, en una sola persona, los diferentes vientos y sonidos, notas y tonos, que se funden entre ellos y con ella misma, cuando da su último paso hacia el interior de la Fuente.
Una potente luz blanca ilumina toda Nuanta, y desde el resto de mundos puede apreciarse un ligero destello en los cielos estrellados.
FIN
Epílogo de Eranor
Batidor del Yermo, Viajero entre Mundos, Matador de Zanduräs, El que bebió de la Fuente
La cegadora luz nacida de la fusión de Militsa en la Fuente apenas te deja percibir el viaje desde Nuanta hasta el continente Akiteba, a un lugar no muy lejos de Abatis. Bòlcs agota sus últimas fuerzas para llevaros a ti y a Lomo de vuelta a vuestro hogar, y cuando sales de tu aturdimiento su cuerpo, su esencia, ya no está. El animal alado, tu amigo, se ha desvanecido en el viento, otorgándote un último regalo.
Yaces tumbado sobre una fría piedra, una piedra plana, a modo de altar, que corona una colina. Conoces este lugar, es el ancestral Túmulo de Ûldatär, con sus tres espadas mirando al cielo. Cuando abres los ojos y consigues discernir a tu alrededor, ves un cielo claro, despejado, sobre un horizonte negro. El verdor del cercano Marquesado de Abatis es ya sólo un recuerdo. Las planicies oskuras, devastadas, se extienden hasta el horizonte en todas direcciones. No hay rastro de bosques ni vegetación, no hay rastro de pájaros, ni de alimañas. El intenso y ensordecedor silencio es lo peor. No oyes nada, absolutamente nada. No hay ruidos a lo lejos, ni tan siquiera el sonido del viento. Ni tampoco el frescor de un arroyo cercano, ni el olor a tierra.
Este es un lugar olvidado. Sin duda el Kaos ha pasado por aquí, o pasó, hace mucho tiempo. A pesar de ello, no sientes temor, ni esa oskura presencia a la que te habías acostumbrado tras lo ocurrido en Esiracas. Lejos de eso, este mundo, tu mundo, parece libre de todo Kaos, aunque su huella es inevitable, y nadie parece haber querido volver por aquí.
Durante días caminas hacia el oeste, persiguiendo el recuerdo de tu familia, sin toparte con ningún superviviente, con ningún ser, ya sea animal o vegetal. Sólo hay la nada, plagada de las ruinas de aldeas y ciudades que un día conociste, que un día transitaste. El sol te acompaña, saliendo cada amanecer por tu espalda, y un día más caminas hasta ver frente a ti el ocaso, en un bucle que te atrapa.
A las pocas semanas algo llama tu atención, cerca de perder toda esperanza, flaqueando ya tus fuerzas. Un diminuto brote verde sobre un pequeño montículo de tierra negra. Una frágil hoja que nace tímidamente. La esperanza se apodera de ti. A tu mente acuden recuerdos de lo ocurrido en Nuanta, imágenes que en su momento no entendiste. En el brote que tienes ante ti notas la poderosa presencia de Militsa, que ahora es la Guardiana de la Fuente, de la Magia y del Tiempo. Ahora lo comprendes.
Lleno de un optimismo inusitado, continúas caminando hacia occidente hasta alcanzar las lejanas tierras de Ilarandol y sus legendarios bosques. El verdor, la humedad y la vida te dan la bienvenida. Aquí te reunirás con tu familia, y contarás a todos la historia de cómo te convertiste en uno de los héroes que salvó el mundo.
Epilogo de Militsa
Druida del Triángulo de la Vida, Guardiana de la Fuente, Dríada de Nuanta, Señora de los Squalidos
Al adentrarte en la Fuente todo se detiene. Tu mente, tu cuerpo, tu ser, mutan inevitablemente al contemplar la verdad y la plenitud. En ti concentras todos los colores de la magia, y arropada por las plantas que terminan por destruir a Wequil y a Azatöth, e idolatrada por los squalidos supervivientes, te alzas en tu nueva forma de dríada como Guardiana de la Fuente.
Bajo tu voluntad quedan los vientos de la magia, que puedes controlar a tu antojo, tanto en su forma, como en su cantidad, como en su destino. Desde aquí puedes vislumbrar cientos de mundos que claman a los cielos, que te claman a ti. Desde aquí puedes influir donde desees, potenciando el equilibrio y luchando contra las fuerzas que se alzan unas sobre otras.
Los squalidos son tu nuevo pueblo, tu nuevo ejército, tu nuevo hogar. Ellos te veneran como a una diosa, construyen templos en tu honor y viajan a través de los portales para combatir en tu nombre en los lugares donde el equilibrio corre el riesgo de romperse. También te acompañan los dioses, que te tratan como a una de sus iguales. Y te acompañan viejos amigos, rescatados de las sombras, rescatados de las profundidades.
Tu esencia, tu alma, permanece, y puede presentarse ante aquellos que elijas de entre todos los mortales para convertirse en tus heraldos, en tus sacerdotes, en tus seguidores, y llevar tu palabra a todos los rincones del universo. Puedes ver, y oír, y hablar. Tienes el poder de la Fuente, el poder de Nuanta. Eres la Guardiana de la Magia y del Tiempo.