Partida Rol por web

- ¡Joder con el tío! - Exclamó la joven en prácticas. - ¡Ha saltado así porque si! - Dijo todavía sobresaltada. - ¡No te puedes fiar de nadie!

No, un policía no podía fiarse de nadie. Bea acababa de descubrirlo, y es que cuando uno es policía se da cuenta de la impredecible aleatoriedad de la gente. Posiblemente ese tipo, José, un día cualquiera podía ser un tipo relativamente normal, hasta podía ser incluso amable, pero esa noche había tomado demasiadas drogas y se había peleado con su pareja, lo que le había puesto muy nervioso y tenía que mostrarse gallito ante los agentes.

- Se ha peleado con Estefany. -  Desveló finalmente Malco. - Nada grave, pero en un caso de violencia de género... - Se encogió  de hombros. - No hay tu tía... - Se acercó a Aina. - Por cierto, ¿os han alertado de lo de Binissalem? 

Le preguntó a la oficial. Ella no sabía nada y se lo hizo saber a Malco.

- Esta mañana ha venido una chica de aquí, de Llanura a  comisaria. - Le introdujo. - Dice que intentaron raptarle a la salida del instituto. Realizó la pertinente denuncia y dijo que conocía al chico de vista del pueblo. Dice además, que estaba completamente drogado y que le dijo cosas extrañas acerca de un demonio llamado Azrael, el fin del mundo y otras locuras. Llevaba un spray de pimienta en el bolso y por eso pudo escapar. 

Eso hizo que una bombilla se encendiera en la cabeza de Aina. La guardia civil y la policía de Llanura, Binisslem, Alaró y Consell, estaban bajo alerta por el caso de otra niña desaparecida a la salida del instituto de Santa María. De aquella joven, una tal Verónica Forteza Amengual de dieciséis años, todavía no se sabía nada y de eso ya hacía una semana.

- ¡Haced lo que queráis conmigo! - Soltó una carcajada. - ¡Azrael me protege! 

No dijo nada más. Simplemente comenzó a reír como un poseso. Ni siquiera trató de zafarse o de marcharse de allí. Aquel chico estaba totalmente intoxicado por las drogas que se había tomado, eso estaba claro.

- ¿Ésto es normal? - Dijo un sonriente Gubía. - ¡Joder, dime que has tomado amigo, yo también quiero un poco! - Bromeó.

Joan le lanzó una mirada furtiva de reprobación a Ernesto. Acto seguido miró a María. 

- Este nos la va a liar... - Le dijo. - No podemos dejarle aquí así como está, pero detenerlo tampoco podemos. ¿Cuál seria el motivo? ¿Estar drogado?  ¿Haber recibido una paliza? - Negó con la cabeza. - Igual deberíamos consultar a la jefa... - Le propuso a MaMi. - ¿Le avisas tú? Hoy está nerviosa y tú vives con ella.  Sonrió. - Sabes soportarla mejor que yo. - Le guiñó un ojo.

Podriamos dejarle en medio de la carretera y de seguro no se acordaria de nada. O podiamos llevarle a algun hospital hasta que se le pasara el efecto de lo que habia consumido, o podiamos....

- No llamare a Vallespir por esto, carece de importancia y seguro tiene cosas mas importantes, el no ha hecho nada realmente y tampoco parece que sea daniño para el o para alguien mas, aunque ser estupido puede ser daniño pero entonces tendriamos que llevarnos a casi toda la isla. Hablando con Campaner.

Me encogi de hombros. Tampoco queria que Aina me regañara por tonterias, a veces podia ser muy cascarrabias y menos queria quedar como tonta frente a Gubia. Si podiamos solucionar algo se hacia y punto, no llamaria a la estacion a menos que realmente fuese necesario.

- Oye Vich!! ven aca.... si puedes caminar derecho, entonces andando y no te metas en problemas ok?

Que demonios, no iba a perder la noche con Vich pudiendo ayudar a alguien que realmente lo necesite. 

- Gubia, ven. Y lo aparte de Vich quien ya parecia caminar por si solo para largarse.

- Ernesto, hacer bromas entre nosotros es una cosa, pero trabajando no, siempre hay alguien que puede malinterpretar lo que dices, siempre a alguien con un celular grabando, siempre hay alguien que te va a denunciar por alguna tonteria, asi que hay ser profesional, vale? Dije de manera maternal mientras le daba un golpecito en el codo de camaderia. 

Eres novato y joven. Pero necesito que aprendas rapido.

- Vamonos, quiero un cafe....

La verdad preferia un whiskey, pero no era el momento.

- Creo que tampoco he dicho nada muy fuera de lo... - Se encogió de hombros sonriente. - ¡Bueno, lo que tú digas tía! -- Y soltó una carcajada.

- ¡Oye... tío! -  Le dijo Campaner con cara de pocos amigos y cierto recochineo. - Cuando un veterano te diga algo o te de un consejo, es mejor que lo tenga en cuenta. ¿Entendido? Te irá mejor así.

El tono de Joan fue firme y contundente. A Ernesto se le quitaron las ganas de reír de golpe. Joan miró a Ernesto fijamente a los ojos y éste no tardó en desviar la mirada. Fue entonces cuando el indescifrable Joan soltó una carcajada también.

- ¡Venga vamos al Temple! - Les dijo subiéndose a su motocicleta. - Sígueme con el furgón Ernestito.

THE TEMPLE BAR

Los tres agentes pusieron la directa a un lugar conocido algo apartado de la zona más transitada del Puerto de la Cabeza, en la calle del Pop (pulpo en mallorquín).  Antaño fue un pub bastante conocido y con mucha fama, pero desde que se erigió el Centro Mediterráneo, había perdido mucho público y la mayor parte de los turistas y ociosos nocturnos, se dividían entre la zona de la avenida de la Playa y el Centro.

Cuando llegaron al pub aparcaron las motos aparcaron sobre una acera y el furgón en doble fila en el parking anexo situado a pocos metros de distancia. Podían estar entorpeciendo a algún vehículo, pero tan solo iban a ser unos pocos minutos, mientras tomaban el café. Una vez frente a la puerta del local, comprobaron que todo seguía igual. Hacía una semana más o menos que habían abierto y ni Campaner, ni María habían pasado por ahí todavía.

Una vez en el interior se dieron cuenta de que el local estaba prácticamente vacío. Poca clientela había y en año anteriores en ese horario ya estaría a rebosar. El dueño, Juan Luque, al que ambos policías conocían, había reducido personal y había empezado a pensar en cerrar o bien cambiar de ubicación el negocio, aunque lo cierto era que todavía no lo había hecho. Solía llenarse a media noche y hasta el cierre facturaban bien. Con eso le bastanba de momento.

Detrás de la barra una chica sonriente estaba sirviendo unas copas de Terry. La única mesa que ocupaba el local había pedido un combinado de brandy. Al ver entrar a los tres agentes saludó con la cabeza y esperó a que se acercaran hasta la barra.

- ¿Quién es esa maciza? - Le preguntó Ernesto al oído de Campaner.

Ernesto estaba como se solía decir en Mallorca "fora corda", o lo que es lo mismo en castellano, "más salido que el pico de una plancha. Casi se podía decir que estaba babeando pensando en aquella muchacha.

Se llama Sofía, es la hija del dueño. - Le respondió. - Pero créeme, amigo, de babosos como tú está harta, no tienes posibilidades con ella. - Respondió Joan lo suficientemente alto como para que Sofía lo escuchara todo y Gubía enrojeció como un tomamte.

- ¿Cómo va, Sofi? - Le preguntó al sentarse frente a ella en la barra.

- Todo bien por aquí. ¿Traes a un nuevo recluta?. - Respondió ella con una pregunta. - Un "reventat*" para ti y... - Miró a María y luego a Ernesto. - ¿Para vosotros? 

Agradeci a Campaner con una sonrisa por haberle hablado fuerte a Ernesto antes de irnos. A veces era dificil hacerse respetar. Si era verdad lo que habia dicho no tenia importancia, pero en nuestro trabajo no podiamos darnos esos lujos y ademas era por su bien, para que evitara problemas. 

Luego entramos al local Temple. Hacia tiempo que no venia por aqui, y se notaba que ya nada era lo mismo desde el Mediterraneo. Pero me gustaba mas asi, mas intimo y tranquilo.

- Hola Sofia, Cafe con crema, yo le pongo el azucar. Pedi con una sonrisa, aunque por dentro respire profundo por el comentario de Ernesto. 

Sera posible que nunca hubiese visto un par de tetas? Por Dios!!!!

Pase por detras de Ernesto y le di un golpe en la nuca. 

- Limpiate la baba, gruñi. Podia decirse que estaba molesta.

No solo era inadecuado, era incluso una falta de respeto para conmigo que tambien soy mujer. Si, Sofia era linda y simpatica, pero aunque no lo fuera, no habia forma humana posible de que alguien se pudiese fijar en un baboso que se comportaba de esa manera. Ernesto tenia mucho que aprender y madurar.

- Sofia, todo bien con Juan? Hace tiempo que no le veo, puedes saludarmelo?

Tal vez deberia venir mas a menudo, cuando tenga una noche libre.

Mientras esperaba el cafe camine por el local observando, o tal vez recordando. Habia algo de nostalgia en el lugar que me hizo recordar tiempos pasados. No todos los recuerdos eran agradables, pero me quede en ellos hasta que me di cuenta que el cafe estaba listo.

El Reventat tenia Ron y nosotros andabamos en moto. Tal vez no era la mejor bebida para Campaner, pero si se lo tomaba yo no iba a decir nada.

-Bueno, ya no podrás decir que la semana ha sido tan aburrida- dijo a Beatriz recordando sus propios inicios y como lo vivieron los cuatro. 

Escuchó lo que había hecho José Modesto y respondió.

-Bueno, pues a apechugar le toca. Nunca se sabe en qué puede terminar si no se les para los pies.- Y es que habían muchas culturas que tenían por normal agredir a la mujer, que seguramente muchas de ellas tampoco se andaban con chiquitas, pero claro la ley es la ley, y aunque Aina esperaba que se castigase igual a maltratadores como a maltratadoras, ahora mismo agredir a la "parienta" suponía detención y dormir una noche entre rejas. Y desde luego que no era para menos con las estadísticas y los casos de agresiones que terminaban en muertes, más o menos premeditadas. -La primera puede ser poco importante, pero es fácil subir de nivel si no hay consecuencias- 

Le preocupó más el tema de la niña que habían intentado secuestrar. Habría que vigilar los institutos los próximos días, eso creía firmemente, y desde luego lo del demonio Azrael...

-El arcángel de la muerte...- murmuró pensativa. No sabía mucho sobre él, pero su abuela materna, muy devota ella, le había intentado instruir bien y hacer de ella una buena cristiana. Todavía recordaba las madrugadas en domingo porque tocaba ponerse mudada para ir a misa. A ella siempre le había parecido un rollo, pero claro, a ciertas edades no te queda otra que bajar la cabeza y obedecer. No se si mi madre se habría disgustado más si me hubiese hecho monja pensó para sus adentros sonriendo mentalmente ante la broma. Entre eso y ser una frikie... bueno, sabía cosas poco comunes y aparentemente inútiles -¿Y le sonaba de verlo por Llanura?- 

- ¡Joder! - Exclamó y comenzó a toser. - ¡Casi me atraganto con el café! - Siguió tosiendo y cuando pudo sonrió. - ¡Cómo os las gastáis por aquí! - Exclamó. - Que era solo un comentario sin maldad. - Trató de excusarse. - ​​​​​Hola Sofía, soy el nuevo recluta. Ernesto. - Se presentó.

- Todo bien Joan, gracias. - Le respondió. - Un poco aburrida sin clientes por aquí... - Se encogió de hombros. - Pero es lo que hay...

Entonces se giró hacia Ernesto.

- Sofía. Encantada. Mis amigos me llaman Sofi, tú de momento llámame Sofía. - Soltó una carcajada. - Es broma. - Pero no lo era. 

Entonces se sirvió a si misma una caña de cerveza. Sofía era una de las pocas cosas que conservaba MaMi de su época oscura. Era una buena chica y crearon una buena relación de amistad durante ese tiempo. Cuando peor estaba ella, Sofía trató de ayudarle dándole buenos consejos, pero María no los atendió hasta que Aina se puso al frente. Luego se alejaron un poco, pero María guardaba un gran recuerdo de su amistad. 

- ¡Claro, le daré recuerdos a papá! - Le respondió a su amiga. - A ver si un día nos vemos tú sin el uniforme y yo lejos de este local. - Sonrió. 

- Pues nada. - Dijo de pronto Joan. Ya se había acabado su café. - Cuando estéis... - Dejó caer. - Pero no hay prisa. De momento no hay muchas llamadas y si se quieren dar de hostias allí afuera, mientras no nos llamen... - Sonrió.

- Eso dijo la chica. - Comentó. - Dijo que era un joven de unos veinticinco años, moreno, ojos oscuros y penetrantes. - Hizo una pausa para recordar. - Estatura media, labios finos... - Se encogió de hombros y negó con la cabeza. - Podría ser cualquiera...

Termine de tomar el cafe mientras hablabamos de nada realmente.

Finalmente me acerque a Sofia y le pedi que fueramos al final de la barra. Era una esquina casi solitaria. No es que el bar fuese muy grande pero al estar vacio y mis compañeros estar del otro lado podia hablar con discrecion e intimidad.

- Sofi..... yo..... 

Se notaba que tenia algo que decir que era tal vez muy intimo o con verguenza, pero sin duda importante. 

- Que pasa Mami, sabes que puedes contar conmigo.

Mire el rostro de Sofia para darme valor. Despues de tanto tiempo, despues de tantas cosas que habia pasado, despues de haberme salvado sentia que habia un abismo entre aquella Maria y la actual, y no queria que la otra volviera. Sofia formaba parte de ambos mundos y por la misma razon no queria perderla. Tenia que ser sincera.

- Lo se Sofi. Lo se.... Esta vez no podia levantar la cara.

- Me pones nerviosa Maria, te hizo algo el Ernesto ese. Dijo señalando a mi compañero con la intencion de romper el hielo.

- No!!! Claro que no. Dije con una sonrisa. 

El hielo se habia roto.

- Hace mucho tiempo que trataste de ayudarme y sacarme de mi.... y titubee de seguir. 

Aun me costaba decirme a mi misma que era una adicta, y como tal siempre lo seria, ser una adicta era una condicion que jamas se perdia, no habia forma de curarse de ello. Una se podia sobre poner, valorarse y subir el autoestima para tener fuerza de voluntad y lograr luchar contra esas fuerzas oscuras que te minaban por dentro, pero una vez controladas, una vez que el cuerpo se curaba, una vez que lograbas salir de alli, siempre podias volver.

Caer en la desgracia era muy sencillo, mucho mas sencillo que nada. Lo sabiamos los drogadictos, los alcoholicos e incluso los jugadores compulsivos. La vida se transformaba es una constante vigilancia de mantener la tentacion alejada y bajo control porque un sorbo, una olfateada, una inyeccion o una pastilla mas y podia no haber retorno. 

Y a veces tenia miedo de mi misma, miedo a la soledad, miedo a no poderme controlar lo necesario, por eso no me habia mudado de casa Aina. Tal vez nunca se lo diria, tal vez Aina lo sospechaba. No importaba.

- De mi problema. Termine de decir, siendo obvio a que me referia. 

- Solo queria decirte que valoro mucho lo que intentaste hacer, de preocuparte de mi. Logre mirarla a los ojos. 

Su mirada era tierna y consoladora pero mi mirada estaba llena de terror y miedo. Mis ojos se habian llenado de lagrimas como si fuese demasiado lo que tenia por dentro.

- Mami, calmate, yo se que pasaste por algo muy dificil, pero ya estas bien, lograste salir, eres una buena persona.

Rei balbuceando cuando sus palabras apuñalaban mi pecho. 

- No, Sofia no lo soy, no lo fui al menos. 

Mis manos secaron mis lagrimas y me puse de espalda para que mis compañeros no me vieran justo cuando Sofia me abrazó.

- Soy tu amiga, Maria, todo va estar bien, deja el pasado atras. Me susurro al oido. 

La abrace con fuerza, como si mi vida dependiera de ello y cuando apenas nos separamos nuestros rostros quedaron muy cerca, demasiado tal vez.

Nuestras frentes se quedaron unidas mas tiempo de lo necesario y tampoco queria separme de ella cuando nos miramos mutuamente a los ojos. Fue un instante, tal vez dos instantes y entonces paso lo impensable.

Mire sus labios. 

Estaban humedos, entre abiertos y me parecio lo mas hermoso que habia visto en mucho tiempo, y queria besarlos. Mi boca se abrio un poco tambien pero logre contenerme, sabia que no era correcto, sabia que no debia hacerlo, pero mi cuerpo estaba electrizado, podia respirar su mismo aire, podia sentir como mi corazon latia con fuerza en mi pecho y me obligue a mirar sus ojos y me encontre con la misma dulzura.

No la beses, no la beses.....

Mis ojos se centraron en ella mientras luchaba con mis ansias, solo necesitaba un segundo, solo necesitaba que ella bajara la mirada dos milimetros para mirar mi boca y nuestros labios se fundirian en un beso, solo un instante en lo que el mundo entero se iba a paralizar y desaparecer para solo estar con ella y mandar todo mi pasado a la mierda.

Logre evitar besarla, pero no sabia si ella sentia lo mismo que yo. No podia ser.... pero y si habia una oportunidad, lo merecia, merecia yo ser feliz.

Nos tomamos de la mano dandome cuenta que no era ni el momento ni el lugar, y ni siquiera habia dicho lo que queria decir.

- Hay algo que debes saber Sofi, debo decirte algo....

Sofia me miraba algo intrigada pero dispuesta a escucharme y dandome el tiempo para encontrar las palabras.

- Hace dos años.... Dije armandome de valor.

- Recuerdas aquella noche que los robaron aquel viernes que golpearon a Juan. 

E hice una pausa respirando profundo. Aquello habia sido un robo tonto pero Juan habia ofrecido resistencia y le habian dado una golpiza que lo tuvo un par de dias en cama. Habia sido solo eso, pero yo sabia quienes habian sido y tambien sabia algo mas.

Mire a Sofia con detenimiento de manera seria. Ella me miraba tambien sin saber que hacer o decir, esperando....

- Esa noche yo....

De momento no hay muchas llamadas y si se quieren dar de hostias allí afuera, mientras no nos llamen...

Nos interrumpio Campaner mientras se acercaba a ver si todo estaba bien o tal vez simple curiosidad. 

Me pase rapidamente la mano por las mejillas por si acaso y respire profundo componiendome en un instante.

- Asi que sera mejor que nos veamos luego. Dije en voz alta y con una sonrisa. 

Sofia me miraba algo decepcionada, pero mas le intrigaba no saber que no le habia dicho. Mi mirada era de un profundo "lo siento", pero agradecia la interrupcion de Campaner. 

No era el momento ni el lugar.

- Llamame por favor, dije al final apretando los labios. 

Anote mi celular en una servilleta y se la di mientras apretaba su mano mirandola a los ojos. 

- Llamame. Susurre a Sofia.

Y me dispuse a salir con Campaner. 

- Maria estas bien? Dijo Joan cuando estabamos afuera. Era obvio que habia notado algo y ademas aun estaba afectada. 

- Claro que si Joan, vamos a entrenar a Ernesto que aun esta muy verde, deberiamos ponerle a pedir identificacion a las nigerianas. Dije bromeando para sanjar el tema.

Al menos el recuerdo de la boca de Sofia me mantendrian despierta el resto del turno. Realmente me atrae Sofia o simplemente me siento a gusto con ella, o me siento muy sola. Tampoco importaba, era el momento de contarle la verdad de aquella noche, al menos lo poco que yo recordaba. 

Maldita sea mi pasado.