Esta partida está en revisión. Si el director no da señales de vida o es aprobada por un cuervo será borrada esta noche
Observo al muchacho con cierto recelo, creado a base de años de ser rechazado y de los últimos acontecimientos vividos, pero aún así me decido a cogerle la mano y componer una leve sonrisa.
-Yo soy Samael, aunque supongo que me conocerás por alguno de mis motes...- no estoy seguro de cuáles deben de ser pero apuesto a que tampoco vale la pena informarse al respecto.
Me levanto de mi taburete y me acerco a su posición arrastrando conmigo la pequeña caja de pinzas personales y bien cuidados que últimamente apenas me veo obligado a utilizar.
-¿Ingeniero de Sistemas y estás aquí...? No quiero imaginar lo frustrante que debe de ser, yo ya me siento incómodo a pesar de ser relojero- admito sintiéndome algo absurdo si comparamos mi caso con el suyo, aunque por desgracia este tipo de cosas suceden más a menudo de lo que nos gustaría admitir, sobretodo si hablamos de inmigrantes.
-Veamos si consigo sacar algo en claro...- me coloco esas extrañas gafas que tantas burlas provocan a menudo con sus distintas lentes acoplables para añadir aumentos. Muy útiles y prácticas en realidad.
-Para este tipo de mecanismos usa siempre pinzas. Al principio es incómodo pero aún así es lo mejor- le tiendo un pañuelo de papel para el corte distraidamente y entonces me abstraigo concentrándome en lo que tengo entre manos.
Nadie había estado mirando como por encima de su hombro mientras trabajaba desde que Ashley había desaparecido de su vida llorando y maldiciendolo. La sensación fue cuando menos extraña al fijarse en relojero como observaba Ajay las evoluciones de sus manos con una cara de concentración que le recordaba en ciertos momentos a la de Ashley.
La reparación fue sencilla, una vez Ajay había apartado sus manos del juguete en unos minutos estuvo reparado. A sus espaldas Samael escucho un tono de voz que a pesar de que no llegó a entender las palabras le sonó claramente insultante y sarcástico. Probablemente alguno de los críos que tenía de compañeros y que no habían terminado más que una enseñanza básica en electronica.
La tarde pasó monotona y aburrida como todas las tardes y mañanas en aquel lugar, hasta que la sirena les anunció que había terminado el turno por hoy.
Samael -dijo mientras Ajay se levantaba de su rincón y se colgaba una deshilachada mochila del hombro-. Me has salvado la vida hoy, en serio... Puede ofrecerte un café, aqui mismo en el bar aunque sea..
Cuando la estridente y molesta señal se deja oír tengo que admitir que me siento aliviado, y dejo escapar un hondo suspiro que así lo demuestra.
Recojo mis escasas pertenencias de encima de la mesa, guardándolas con el mismo cuidado y meticulosidad de siempre. Las pinzas en su estuche de metal y las gafas graduadas en su respectiva funda, metiendo cada cosa en su bolsillo correspondiente de la chaqueta que me enfundo.
-¿Un café...?- la propuesta me pilla tan de sorpresa que me quedo bobamente plantado con ambas cejas arqueadas sin saber demasiado bien qué responder.
Hace bastante tiempo que no mantengo "relaciones sociales" y no me siento muy capaz de mantener una conversación mínimamente interesante para ninguno de los dos... Pero supongo que sólo es un momento, después de todo está siendo...¿amable?
-Claro, vamos. Pero no ha sido para tanto hombre- al fin reacciono encogiéndome de hombros para quitarle importancia al asunto, metiéndome las manos en los bolsillos principales del abrigo y empezando a seguirle fuera de ése agujero inmundo en el que ambos nos veíamos obligados a trabajar.
Te repito amigo que hoy me has salvado la vida... Con una suave palmada en la espalda para dar más fuerza a sus argumentos ambos salieron juntos del trabajo mientras los demas compañeros murmuraban.
La charla fue intrascendente, con Ajay hablando casi sin parar de su familia, sus estudios universitarios que tanto le costaba consterarse y lo que haría con el primer millón de dolares que ganaría con su empresa de software. A pesar de lo difícil que era en aquellos tiempos cumplir un sueño como aquél ajay parecía impelido por un inacabable optimismo del que era facil sentirse partícipe. Al fin el café se acabó y cada uno se separó para seguir cada uno por su lado hasta casa.
En un principio Samael tuvo una sensación estraña que no pudo definirla muy bien, quizá un leve dolor de cabeza por la inacabable verborrea de Ajay o quizá fuera otra cosa. Los pelos de la nuca se le herizaron levemente y tuvo la certeza de que le estaban siguiendo.
Hago oídos sordos de los murmullos que se extienden a nuestro paso. La verdad es que nos agreguen el apelativo de homosexuales o directamente maricas a estas alturas poco me importa, y probablemente a Ajay también. Ya somos algo mayorcitos para que ésas tonterías de matones de instituto desubicados nos afecten.
Tras el café salgo del local con una leve sonrisa. Supongo que no puedo evitar sentirme algo más "normal" después de haber estado conversando con un amigo... bueno, compañero, tanto da, algo similar. La verdad es que yo no hablé demasiado pero nunca se me ha dado bien y parece que él es capaz de compensar sobradamente esa carencia, exceptuando el dolor de cabeza...
Froto mi entrecejo y parte de la frente pero después noto otra cosa... Una extraña intuición que surge de la nada erizándome el cabello.
Sin titubeos me giro mirando alrededor con los ojos abiertos de par en par, esperando distinguir algún viejo con aspecto de vagabundo al que poder decirle "Dos".
Si Samael se detuvo esperando encontrar un viejo de forma estrafalaria se sintió decepcionado. Ya era bastante tarde y la amena conversación en el bar se había demorado quizá más de lo que Samael había esperado. Hacía realmente bastante frío y la mayoría de gente completamente anonima se dirigía con prisa a cualquiera que fuese su destino para resguardarse antes de que oscureciera completamente.
Un grupo de gente llamó fuertemente la atención de Samael, eran quizá media docena de tipos, cuatro hombres y dos mujeres de rasgos marcadamente hispanos pero sin vestir color de banda alguna. A dos de ellos como mínomo los recordé de haberlos vistos salir de casa de Danny aquella fatídica noche. Tres de ellos llevaban chaquetas bomber demasiado abultadas y una de las chicas apotayaba sobre su hombro un bate de baseball sin ningún tapujo.
Siento el retraso, pero cada vez tengo más trabajo y menos tiempo...
-Lo que me faltaba...- murmuro para mí mismo por lo bajo, girándome en redondo y metiendo las manos en los amplios bolsillos de mi abrigo. Debo admitir que me resulta sorprendente que el variopinto grupo se encuentre en medio de esa calle sin que nadie se extrañe o alarme, su aspecto no es que pase precisamente desapercibido.
Por suerte o por desgracia la calle en cuestión está bastante transitada ya que hay varias cafeterías y otros locales similares, así que dudo que puedan hacer mucho más a parte de limitarse a intimidarme.
Lo que me resulta más extraño es el hecho de cómo habrán dado conmigo y porque me siguen si ninguno de ellos me vió... Ah, quizá la fulana que estaba en su casa y a la que dejé salir, quizá sea un error que no deba repetir de nuevo.
Extiendo el brazo con toda la intención de detener algún taxi, no es algo demasiado difícil en esta ciudad, está plagada de ellos... De no conseguirlo me limitaré a llamar a alguno quedándome por alguna zona llena de gente. Por ahora.
No problem ^^