El VTOL sobrevuela una Mallorca que no tuvo mucha mejor suerte que el resto de la península durante la Guerras Rabiosas. La ciudad de Palma, antaño orgullo del turismo, es ahora un hervidero de Rabiosos que alzan manos podridas hacia el vehículo, lanzando gemidos de hambre y rabia.
Al poco de entrar en el espacio aéreo de la isla llega una transmisión desde el complejo de Ángelus. Eliana sigue las indicaciones hasta llegar a un gran rascacielos de acero y cristal rodeado por un alto muro de cemento reforzado. Miles y miles de Rabiosos golpean inútilmente el muro en un intento de atravesarlo, vigilados desde torres equipadas con ametralladoras y lanzallamas. Un mozo de pista hace señas a Eliana con barras luminosas para guiarla hacia un sencillo helipuerto.
Las hélices apenas se han detenido cuando Teo se suelta de su arnés y baja del vehículo a reencontrarse con su madre. La mujer lo abraza llorando a lágrima viva. Teo le devuelve el abrazo pero es el primero en sentirse incómodo ante la efusividad.
Gracias, gracias, gracias - dice Zora - Muchas gracias por traérmelo de vuelta.
Zora no está sola en la pista, sino que hay varias personas más. La mayoría llevan armaduras antimordeduras y armas ligeras. Sólo hay un hombre y una mujer con ropas de civil que miran al grupo de Pasar Página buscando cualquier señal de mordiscos. Alex y K9 son los primeros en ser catalogados como "no mordidos".
Doctora Reinosa, le presento a los doctores Del Pozo y Galiano. Ellos dirigen la investigación sobre la cura para el Rain-Rutherford y estarán... ¿Mariluz?
La niña ya había salido del VTOL con piernas temblorosas y apoyándose en K9.
No me... encuentro... bien - dice la niña antes de derrumbarse sobre el lomo del perro ciborg.
¡INFECTADA! - grita uno de los soldados. Todos levantan sus armas para coser a la niña a balazos sin importarles si K9 está en medio o no.
Dentro del VTOL se recibe una comunicación desde Isla Renacimiento...
Con todo lo que nos habíamos encontrado en Barcelona, habíamos tenido suerte de salir con vida de aquel lugar. No solo tuvimos que enfrentarnos a una ingente cantidad de rabiosos que para nada actuaban guiados de manera aleatoria por su instinto, sino por aquel maldito... falso profeta de rabiosos que los empujaba contra nosotros, sino también a los cerdos de G-Nomer.
El poder haber escapado y además, hacer algo no solo por dinero sino... por alguien, me hizo sentir durante unos momentos como una persona de nuevo.
Extraño, peligroso y satisfactorio a la vez.
No tardamos demasiado en recibir comunicación desde tierra una veza entramos en el espacio aéreo de Mallorca. El lugar que habían escogido era un edificio alto y obviamente, alejado del suelo, lo que evidentemente le otorgaba una seguridad adicional. Mientras descendíamos, miré como hordas de rabiosos intentaban penetrar los muros inútilmente. Eran pura hambre, pura muerte.
Inconscientemente, me llevé una mano al corazón y apreté con más fuerza de la esperaba.
Finalmente, el vehículo tomó tierra. Teo no tardó ni dos segundos en soltarse de los arneses y correr para reunirse con su madre, en una escena que parecía devolver humanidad a mi vida, además de algo de esperanza.
Ni siquiera podía decir nada en respuesta al agradecimiento de Zora; no me salían las palabras. Así que simplemente, asentí con la cabeza y me volví hacia David mientras me enjuagaba las lágrimas.
-Venga, cabeza de chorlito. Vamos a tierra. Creo que nos merecemos un buen descanso, ¿no crees? Además, podrás ir diciendo por ahí que eres un héroe y seguro que cae alguna rendida a tus pies -le dije, agarrándolo del cuello y tirando de él, como hacía cuando era más pequeño.
Obviamente, Zora no estaba sola. Había todo un batallón preparado para lo que fuese, además de una pareja que revisaba a nuestro grupo.
Y entonces, mientras caminábamos para entrar en el complejo, todo se fue al traste. Al volverme hacia Mariluz, vi como esta caía sobre K9. Casi al mismo tiempo, uno de los soldados gritó que estaba infectada, y lo que es peor, hizo que todos alzaran sus armas para acabar con ella.
No sabía si Mariluz estaba o no infectada, pero K9 estaba justo a su lado y si la disparaban a ella... acabarían también con él, y en cualquier caso, no habíamos hecho aquel viaje para rendirnos tan pronto.
Pero no fue la lógica la que me impulsó a agitar los brazos y colocarme delante de las armas, o a gritar que no disparasen. Fue el sentimiento de humanidad que había recuperado al salvar una vida, y por tanto, el deseo que tenía de salvar tantas como pudiera.
-¡No disparen, no disparen! -grité, cerrando los ojos, pues no sabía si al final, lo harían, alcanzándome a mi también.
Mientras corría a situarme en mitad de la línea de fuego, todos mis recuerdos parecieron pasar a gran velocidad por mi cabeza, hasta llegar a ese preciso momento.
El momento en el cual ni siquiera un corazón artificial podría mantenerme con vida.
Por fin habían salido de Barcelona, la cosa había ido mucho peor de lo esperado y sin embargo, todos habían salido casi enteros. Alex comprobó que aunque el transporte estaba bastante dañado, las armas funcionaban perfectamente, pero por suerte no hubo que hacer uso de ellas.
Llegaron al espacio aéreo de Mayorca sin mas complicaciones, a pesar de ser una isla había corrido la misma suerte que todo lo demás, pero por suerte el lugar al que se dirigían estaba perfectamente defendido.
El chico salió corriendo a abrazar a su madre y una sonrisa asomó en los labios de ciborg, aquella era la mejor parte del trabajo y siempre se le venia a la mente el recuerdo de Estefanía reencontrándose con sus padres.
Con la doctora venían un grupo de soldados y par de personas más, que rápidamente empezaron con los chequeos pertinentes, aquello era de esperar y Alex no le dio mayor importancia hasta que vio desplomarse a la chiquilla sobre K9. Cristina reacciono rápidamente al movimiento de los soldados, pero ella poco podía hacer si empezaban a disparar, pero el sí que podía. El ciborg también se puso entre los soldados y Mariluz, con una mano agarró a Cristina para ponerla a su espalda, mientras alzaba la otra empuñando la enorme ametralladora.
—Mi arma es mucho más grande y mi blindaje mucho más grueso, atreveos si tenéis pelotas.
Gracias a las curas de Eliana, seguía con vida, pero, obviamente las quemaduras habían sido graves y no estaba como para festejar nada, a pesar que habíamos conseguido escapar de la horda de zombies del padre Isidro. Durante el trayecto hacia la isla no dije ni una palabra, tenía suficiente con no caer desfallecido.
Volvíamos a Mallorca, la isla en la que me encontraba cuando todo comenzó, y donde vi por última vez a mi mujer y a mi hija. Miraba por la ventanilla, todavía, con la esperanza de poder encontrarlas. Pero la visión era completamente desoladora. Miles de zombies se agolpaban alrededor de lo que parecía una fortaleza. Desde allí nos hacían señales para aterrizar dentro.
Una vez dentro y a salvo, salí del VTOL, despacio. Ya no había ningún tipo de prisa. Habíamos cumplido la misión, reunir a Teo con su madre. Casi antes de que me diera cuenta ya se habían abrazado. Ver ese encuentro me hizo pensar en que yo haría lo mismo si volviera a ver a mi familia.
Un grupo de lo que parecían soldados se acercaba a nosotros para inspeccionarnos y saber si estábamos infectados o no. Todos estábamos sanos, pero al llegar a la pequeña Mariluz, uno de ellos dió un grito y dijo que estaba infectada. Los soldados la empezaron a apuntar con las armas, dispuestos a disparar, sin importarles a quien se llevaran por delante, entre los que se encontraban K9 y Cristina que se interpuso entre los soldados y la niña. Al momento Álex se puso al frente.
Saqué fuerzas de donde pude, desenfundé mi arma, y me puse al lado de Álex. -Bajad las armas ahora mismo o de aqui no sale nadie con vida. - Apunté con la pistola a los civiles que venían con los soldados. -No hemos sobrevivido a un infierno para que ahora nos toquéis los huevos. La niña está sana y punto. No podía creer que después de haberme enfrentado a toda una horda de rabiosos, de todo tipo, de escapar de una explosión nuclear y de un zombi cibernético, todo podía acabar por un disparo de unos soldados.
Eliana sacó sus dos pistolas, pero se tomó su tiempo mientras la situación parecía dilatarse en el tiempo. Todos tensos, todos desconfiados. Pero, llegados a ese momento, sin poder examinar a la niña, tras varias traiciones, nuevos aliados y al fin la idea de poder terminar su investigación, se volvió a la única persona que podía darle las explicaciones que buscaba:
—Profesora Elgin, ¿Mariluz es peligrosa? Necesito datos. ¿Podemos salvarla? ¿Hay margen?
Mientras decía esto, observó a la reacción de K9. Era un perro preparado para atacar rabiosos. Si Mariluz oliera como un rabioso, los instintos del perro serían muy llamativos por mucho que le guste la niña*.
* te hago tiradita por K9?
La pequeña niña huele a debilidad y enfermedad, pero no es el mismo hedor que desprenden los Rabiosos y al que K9 ha sido condicionado a responder con furia homicida. Si pudiera decirles a todos esos humanos que la niña no se va a transformar.
Al menos, no por ahora...
Alex al frente. Johan y Eliana a los lados. David protegiendo a Cristina. Los soldados de Ángelus son más, pero no conseguirían reducir a los de Pasar Página sin sufrir numerosas bajas. Tampoco están tan asalvajados como para que puedan disparar con facilidad contra personas no hostiles.
K9 mira a los soldados. No parece preocupado por Mariluz, pero todas esas armas apuntándole no le gustan nada.
No... no lo sé - responde Zora - Habría que llevarla a las instalaciones y hacerle pruebas.
Llévenla al laboratorio - dice de repente la mujer.
Doctora Del Pozo, no es seguro - protesta el que dio la voz de alarma.
Escúcheme bien capitán: si esa niña contrajo la infección en Barcelona y ha aguantado hasta aquí ya ha resistido al Rain-Rutherford más tiempo que cualquier otro ser humano de la historia. Sea lo que sea lo que le hicieron los Elgin, hay que estudiarlo. Tienen esas armaduras anti-mordiscos para algo ¿No? Denles uso.
Los de Pasar Página pueden sentir la rabia del soldado a pesar de que su mirada está cubierta por su casco. Como mínimo se han ganado un enemigo hoy.
Bajad las armas - ordena a los soldados - Empaquetad a la cría como a los demás sujetos de estudio y llevadla a Contención. Y vosotros - les dice a los de Pasar Página - ya podéis dejarnos hacer nuestro trabajo ¡o le pegáis el puto tiro!...
K9 mientras tanto tenía el (escaso) pelo del lomo erizado y no parecía estar en absoluto incómodo por la presencia de Mariluz. Es más, miraba las armas y después gimoteó bajito al notar el peso muerte de la niña sobre él. Pero desde donde la niña se había caído sobre su espalda, no le llevaba el hocico para darle lametones.
Lo que era importante de todo era que K9 no estaba atacando. El can ciborg entrenado para despedazar rabiosos y reconocerlos por el olor, no estaba haciendo trizas el cuerpo de la niña. Eso significaba que ella no olía como algo que quisiera despedazar... aún.
Eliana levantó las dos pistolas, sin el dedo en los gatillos.
—Calma, aquí nadie tiene que disparar a nadie. K9 no ha arrancado la cabeza a ninguno de los presentes así que estamos seguros de que no hay rabiosos entre nosotros. Chicos, dejadles hacer. No sabemos cuánto tiempo tenemos para estabilizarla.
Se giró de nuevo hacia Elgin.
—Doctora Elgin, ahora que parece que nos vamos a quedar por aquí una temporada, ¿puede decirme cómo puedo ayudar?
Eliana se quita la careta de K9 y vuelve a postear XD.
No fui yo la única que se colocó delante de las armas, sino también el resto del equipo. Por algo podíamos considerarnos como tal, un equipo, y actuar de aquella manera a pesar de estar en clara inferioridad. Por un instante, dudé en si dispararían, pues sabía que la prioridad era siempre mantener a los rabiosos, incluso los potenciales, alejados de cualquier posibilidad de entrar. Matar primero, lamentarse después, era casi siempre la consigna.
Pero en aquel caso, ni siquiera ellos estaban convencidos de que aquella fuese una batalla que pudiesen ganar limpiamente. La pregunta de Eliana pareció ser la que necesitábamos, porque al menos hizo que Zora se pensase la posibilidad de salvarla.
Cuando dijo que se la llevaran para hacerle pruebas, suspiré, aliviada, y bajé los brazos.
-Es una idea mucho mejor que la de liarnos a tiros aquí mismo, ¿no cree? Si al final resulta que está infectada, estará encerrada y lista para que acaben con ella. En cambio, si todavía puede salvarse... habrá merecido la pena mantenerla con vida, sobre todo para ella, ¿no cree? -le dije al capitán, colocándome delante de él con actitud desafiante.
Tuvimos suerte.
Sabía que al final era todo cuestión de eso, de suerte, tanto al llegar a Barcelona como al encontrar a Teo y Mariluz, escapar de G-nomer y del rabioso gigante... y ahora de salvarnos de ser acribillados.
Pero la suerte era también un factor a tener en cuenta; eso y el poner cara de mala leche todo el tiempo.
-Siempre habrá tiempo para disparar, capitán. ¿No son los mejores en eso? -le dije, más enfadada incluso que antes.
Después, me volví hacia Zora para hablar con ella y Eliana.
-Sí, porque al traer a Teo hasta aquí creo que en Pasar Página no estarán muy contentos con nosotros. Claro que lo mismo tenemos suerte y piensan que hemos muerto junto con Mach-4, pero deberíamos estar prevenidos para que descubran que no fue así, por lo que... mejor empezamos a adaptarnos a este lugar.
Eliana y Cristina empezaron a hablar y parecía que los ánimos se tranquilizaron. Aunque no me fiaba del todo, comencé a bajar el arma. No quería ser la causa de una matanza. Me fijé en la posible reacción de K9 hacia la niña. El comportamiento del perro era igual que durante toda la misión. Estaba encantado con Mariluz y no mostraba signos de peligro. La actitud de nuestro amigo canino me daba más confianza que cualquier análisis que le hicieran a la niña.
-Será mejor que la traten bien. Nuestro amigo peludo, la ha cogido mucho cariño, y no sabéis como se las gasta si se enfada. Será mejor que no lo descubráis.
Después de todo lo que había pasado, no sabían seguro si iban a poder regresar a su base y seguir realizando misiones como si nada hubiera pasado. Como bien decía Cristina, sería mejor que nos adaptaremos a este lugar.
-Ahora que ya somos amigos, nos podéis ofrecer algo de comida por lo menos. Creo que estaremos aquí una temporada.
Alex sonrió al ver que ordenaban a los soldados bajar las armas, sin duda estaban en desventaja numérica, pero si se les ocurría abrir fuego hubieran vendido muy caros sus pellejos. Finalmente, el también bajó su arma, orgulloso de sus compañeros.
—Buena decisión—. Dijo mirando directamente al jefe de los soldados.
Después de todo lo ocurrido, el cansancio llegó de golpe, sin duda necesitaban un buen descanso y aunque su estómago cibernético ya no procesaba los alimentos, sus papilas gustativas seguían en su sitio y quería echarles algo decente.
—Yo diría que mas bien nos hemos ganado una copa o las que el cuerpo te aguante—. Dijo dando una fuerte palmada en la espalda a Johan. —Si hay algun bar ¿Quién se apunta?
Los soldados trabajan con rapidez y eficacia, maniatando a Marilux y poniéndole una mordaza de goma en la boca antes de llevársela a las instalaciones.
Doctora Reinosa, venga con nosotros por favor - le pide la doctora a Eliana.
Yo iré en cuanto haya acomodado a Teo - apunta Zora.
¡RIBA! - vocifera el jefe de los soldados - Lleva a los demás a Descontaminación y que les quiten la peste a Rabioso.
Uno de los soldados se quita el casco y le tiende la mano a Alex.
Le habéis echado un par de pelotas - dice con una amplia sonrisa - Venga, que os habéis ganado una buena ducha y una comida caliente. El revolcón ya os lo buscáis vosotros solitos - le dirige una mirada interesada a Cristina - Fernando Riba. Si quieres luego te hago un tour personalizado.
La comitiva emprende la marcha hacia las instalaciones, con los soldados llevando en volandas a Mariluz. Durante el breve interludio varios supervivientes del refugio de Ángelus se han reunido para curiosear y ver a los recién llegados. Entre los reunidos destaca una joven que se queda mirando a Johan. Su rostro está medio desfigurado por los implantes cibernéticos que mantienen unidos los huesos de su cráneo y cicatrices de cortes antiguos.
La chica se adelanta, ignorando a los soldados que le dicen que se aparte. Johan la mira, inseguro de creer lo que está viendo.
¿Pa...? ¿Padre?...
¿Continuará?