Miguel retiene a Eliana un momento al darle su botiquín - Aquí los tienes - Introduce en un bolsillo lateral una cajita blindada de color plateado con el logo de pasar página. Eliana sabe que se trata de inyectores de nanobots programados para viajar al cerebro y no dejar tejido viable que el Rain-Rutherford pueda reanimar. El protocolo de seguridad estándar de la compañía para tratar a los soldados infectados - No sentirán nada - le asegura Miguel - Simplemente cerrarán los ojos y adiós - Lanza un suspiro abatido - Ojalá no tengas que usarlos...
Cristina y Alexander se han apartado para comprobar el contenido del chip. Mientras tanto Miguel se dedica a repartir el equipo - Claro que sí, chaval. En tu mochila tienes todo lo que necesitas para hacer rappel y un arnés para nuestro amigo cuadrúpedo. Que puedas levantarlo o no ya es otra cosa. Mejor déjaselo al grandullón.
Pone en manos de Eliana una voluminosa mochila verde con una cruz roja bordada.
Y para la doctora lo último en maletines de campaña: polvo coagulante, medicación antishock, férulas autoendurecibles, gasas, vendas, desinfectantes, parches de carne sintética, expansores de plasma, suturas, un escáner diagnóstico... vamos, lo suficiente para ser una mini-UCI ambulante (1). Aunque si no le obligáis a usarlos creo que vosotros sacaréis más provecho que la compañía.
Por último, llega el turno de Johan, a quien Ballesteros le ha asignado el equipo estándar de Armadura y pistola-ametralladora. Mientras el soldado comprueba el cargador Miguel le tiene una katana de aspecto sofisticado - Esta preciosidad no figura en los registros del almacén porque la he hecho yo mismo. Una katana de acero plegado con un cable de micrómetros de grosor en el filo. Si le das bastante fuerte puedes llegar a partir a un Rabioso en dos. Pruébala y ya me cuentas a la vuelta. De nada, colega...
Finalmente saca un par de barritas envueltas con plástico metalizado de múltiples colores - Y no me olvido de ti, chico duro. Ten, tus golosinas favoritas. Se supone que una te alimenta para todo un día, pero te echaré unas cuantas más de la cuenta sólo por si acaso. Y aquí tu cámara - engancha el aparato en el otro punto de anclaje del lomo de K9...
Después del acicalamiento, uno de los tantos que haría a lo largo del día, levantó la cabeza para encontrarse con Johan. Le tendió la mano frente al hocico y él no tardo ni un segundo en acercarse para oler con curiosidad. Ni le estaba ofreciendo comida ni tampoco olía a ella, pero por supuesto que no hacía falta solo comida para ganarse su cariño. ¡K9 no era de esa clase de perra barata! Con solo el hocico pudo sentir la calidez de su mano y el aroma que lo acompañaba, uno que sin duda alguna recordaría. Poco después dejó de olfatearle para instantáneamente poner la cabeza debajo de su mano, reclamando un buen par de mimos.
Para finalizar la visita a la armería, K9 dejó equiparse una vez más. Observó con gula como guardaba las golosinas en su equipo, ni si quiera tenía hambre pero eso no era impedimento para que empezara a salivar sin control. Ya preparado miró al equipo mientras sentaba el culo en el suelo, cualquiera diría que su trasero era orgánico para que estuviera sentándolo cada dos por tres...
Parecía que la primera aproximación con K9 había tenido éxito. Le acaricié en la parte posterior de la cabeza, entre las orejas. Ya tenía ganado a uno de los miembros del equipo.
Me incorporé y esperé a que Miguel repartiera el equipo a los demás. Me dejó para el último lugar, pero no me defraudó en absoluto. Me había preparado una katana preciosa. Deslicé el pulgar a lo largo del filo y estaba convencido de que no habría un puto rabioso que lo resistiera.
- Creo que esta vez te has superado. Ya te contaré cómo se ha portado en combate. Te debo una Miguel.
Los ojos de Eliana se entornaron al ver de qué se trataba. Había usado muy pocas veces esas jeringuillas, pero todas las veces que había tenido que usarlas parte de su alma había sido arrancada junto con la persona a la que había tenido que ponérsela.
Recordaba todos y cada uno de los nombres, y era una de las razones por las que metía tantas horas en sus estudios. Por suerte, todos se pensaban que estaba con algún trapicheo de los bajos fondos o funciéndose la paga en apuestas de algún tipo.
Ya casi estaba ahí, casi. Sólo le quedaba encontrar al jodido infectado que tuviera la cadena de ADN que faltaba. Lo que en su estudio se llamaba un Sujeto Alpha. Pero por más que había conseguido material genético a expuertas, diciendo que era para su colección, no lo encontraba. Puta vida, ni en un trabajo como aquel se había topado con él.
La cajita plateada en el lateral de su mochila era sin lugar a dudas lo que más pesaba de toda la mochila.
—Gracias, Miguel —contestó casi en un susurro—. Trataré de traerlos a todos enteros.
Eliana se colocó su equipo con precisión milimétrica y aseguró las costuras de todas las mochilas. Una tira de tela rota y tendría que tirar lastre si no podía cargar con ello. Mientras Miguel los enumeraba, repaso todos y cada uno de los objetos que debía tener en el equipo médico. Todo parecía correcto.
Asintió a Miguel para darle a enternder que tenía todo. Aparte de tiritas, llevaba su propio traje armadura y sus dos armas de fuego con suficiente munición para apartar a los infectados de ella durante el rato suficiente.
De reojo, miró a David, airado, que descargaba su ego contra el mundo. Un pequeño relámpago de crispación surcó su mirada un instante, pero pareció pensar que no era su puto problema. Si la chica era su hermana, como ya habían dado a entender, que se encargue ella de los humos, y de las consecuencias. Ella, desde luego, ya tenía sus problemas.
Observó la retahíla de cosas que el chaval pedía. Con tal cantidad de peso, lo que le extrañaba es que saliera vivo.
—Si terminas pidiendo más, vas a parecer un hombre orquesta en lugar de un mercenario —observó, antes de contestar al chico—. Que no hayas ido con personal sanitario tiene mérito. Pero es casi mejor que yo no os haga falta, ¿no crees?
Resopló socarronamente al escuchar la mención a lo que sabía hacer.
—Sé remendar muy bien, y coser a balazos a los infectados. Esas son las dos cosas que me han hecho volver todas las veces hasta ahora. Lo demás, chico, son años de experiencia.
Eliana, en determinados momentos, parecía ganar años. Ese aura de amargura que ella camuflaba con socarronería asomaba cada vez más mientras se preparaba mentalmente para salir a lo salvaje.
—¿Has salido muchas veces? —preguntó entonces a David.
David miró a Eliana con curiosidad y se justificó:
- Bueno, no es tanto si lo piensas bien... armas.. ya ves, llevo una pistola molona, un machete monofilamento especialmente bueno para aniquilar rabiosos, un escudo por si nos llegan cuerpo a cuerpo y un cuchillo bowie de toda la vida... -hizo una pausa- el equipo de escalada no es tanto, teniendo en cuenta que nuestro traje táctico ya está preparado modularmente para el. Y las herramientas son más bien pequeñas* - señaló la cajita - el resto de cosas ya sabes, comida, linternas y tal van en el equipo estándar - se encogió de hombros. Es verdad que llevaba muchas cosas, pero al ir con armas más bien ligeras el peso era más asumible.
-Coser a balazos está muy bien, es una habilidad muy interesante.. - dijo buscando una empatía que sólo un humano 2.0 buscaría en otro humano 2.0.
-La verdad es que he salido unas cuantas veces antes, casi todas operaciones muy precisas de extracción en zonas menos complicadas con agentes más con mi perfil: rápidos, letales y sin fallos. -y con sigilo, pero claro, sigilo quitaba interés a la narrativa heróica - Por eso no hemos necesitado sanitarios...al no tener hoy ni imágenes por satélite imagino que han optado por un equipo más multidisciplinar que se pueda adaptar a todo en una zona más poblada.
David intentaba ser amable con Eliana y no ser demasiado arrogante, aunque esto último simplemente no lo conseguía del todo.
*el resto de cosas que pedí como las herramientas es algo más bien narrativo, ya que mi personaje tiene subida la habilidad de latrocinio y en ciertas situaciones harían falta aunque no aporten bonificación alguna.
Alzó la cabeza repentinamente y miró a Eliana. ¿Salir? ¿Salir a dónde? ¿A la calle? ¡A K9 le encantaba salir a pasear! Se reincorporó sobre sus patas robóticas y empezó a sacudir el rabo impaciente.
Luego no pudo evitar oír a David decir comida, provocando que se impacientara un poco más y se acercara a ellos, como si la cosa fuera con él. Ganarse su atención era especialmente fácil cuando se trataba de cosas que le gustaban. Les miró con mucha ternura, relamiéndose ocasionalmente por toda la saliva que había empezado a producir tan solo oyendo una palabra.
Miró a la mujer con curiosidad, sin duda Zora quería que tuvieran una línea de comunicación alternativa ¿pero con quién? Alexander no era ningún experto en comunicaciones, pero estaba bastante seguro de que el edificio de la compañía tendría algún tipo de seguridad con respecto a las comunicaciones no autorizadas.
—Pues no sé, pero diría que usarlo aquí dentro no es muy buena idea—. Esperaba que cristina tuviese más conocimientos que el sobre esas cosas. —Creo que nos va a tocar averiguar de qué se trata en tierra.
Estaba claro que allí dentro, estábamos a expensas de la compañía, de su control y también de las órdenes que pudieran darnos. Sin embargo, una vez en marcha, dependeríamos únicamente de nosotros mismos y qué duda cabía de que si lográbamos nuestro objetivo, a Pasar Página no le importaría en lo más mínimo cómo lo hubiéramos hecho.
-Se me ocurren dos posibilidades. O bien es una manera de contactar con Zora para que ella esté constantemente informada, por lo que no supondrá ninguna ventaja adicional para nosotros, o quizás se trate de un apoyo extra que pueda suministrarnos, ya sea por medio de un equipo externo, e incluso uno de extracción si la situación se complicara. Supongo que tendremos que averiguarlo... una vez estemos sobre el terreno, como dices.
Miré a los demás, que seguían recogiendo el material. Nosotros ya teníamos bastante con aquello, porque podía significar la diferencia entre sobrevivir y no salir con vida. A Zora le interesaba su hijo pero si a cambio podía ayudarnos a nosotros, no iba a dejar de hacerlo.
-Mantengámoslo en secreto y cuando estemos solos, lo comprobaremos -le dije finalmente a Boris -. No hay por qué llamar la atención de nuestros superiores ni tampoco darles la oportunidad de que se enteren por otros métodos. Zora nos dio esto de forma encubierta con un objetivo, pero encubierta, no lo olvidemos.
No pensaba que fuese algo tan simple, la clienta era una tía muy lista y seguro que les iba a pedir buscar algo más que su hijo, algo que no quería que la compañía supiese. Pero eso no eran más que suposiciones y era una tontería pensar demasiado en ello, así que simplemente se encogió de hombros cuando Cristina le dijo de mantener el secreto. —Tampoco es que tengamos mucho que contar ahora mismo y ya veremos en tierra que nos encontramos, así que yo voy tirando para el helipuerto.
Una vez pertrechado, el equipo se dirige a la azotea para embarcarse en el VTOL. Omar se encuentra allí con la doctora Elgin, dándole todo lujo de detalles técnicos sobre el androide piloto, que asiste silencioso a la descripción de sus capacidades.
Oh, ya estáis aquí - dice Omar - ¿Lo ve doctora? Cruzar el Infierno será como un día de campo para estos soldados.
No les pido tanto - replica Zora - Con que me traigan a mi hijo es suficiente.
Por supuesto, por supuesto. Ellos lo encontrarán y lo traerán. Va en ello la reputación de Pasar Página - se vuelve hacia el equipo - Cozlov, el Rhino está en la bodega trasera - le entrega la llave electrónica del vehículo terrestre - Éste es Mach-4, será vuestro piloto. Mach-4, identifica a los integrantes del equipo de rescate.
Los ojos electrónicos del androide pasan por cada uno de los miembros del equipo mientras su voz mecánica va desgranando sus nombres y códigos de identificación.
En marcha, damas y caballeros - ordena Omar con una sonrisa - Espero que tengan mucha suerte allí fuera...