Partida Rol por web

Phase World - Space Odisey

EPILOGO.

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12/03/2012, 19:48
Director

- El Alférez Ender Ryan y los Doctores Emile Talbot y Jack Harlan Reynolds lograron llegar a la Estación Espacial Tharsis, en el Sistema Tharsis. Allí testificaron los tres y mostraron los archivos de investigación que portaban, logrando eventualmente convencer a las autoridades militares de que el asunto debía de ser elevado al Senado de las Civilizaciones.

- La moción para convertir el planeta T/63-3 (que más adelante sería conocido como el Planeta Talbot, o Talbotia) en un Protectorado del Consorcio prosperó y fue aprobada por suficiente mayoría en el Senado.

- Al finalizar el plazo de Zona Desmilitarizada, el Consorcio reclamó el sistema T/63 del Sector Thorn, en la Galaxia Corckscrew. Una escuadrilla de naves de combate de las FAC entró en el sistema con la misión de protegerlo y construir en el una estación espacial militar y científica para defenderlo de futuros ataques y continuar el estudio de los zort.

- Los supervivientes de la tripulación de la "Hidden Truth" fueron llevados de vuelta al espacio del Consorcio de Mundos Civilizados.

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12/03/2012, 19:54
Director

- La Alférez Anely Stampthon Baskerville fue dada por Desaparecida en Combate. Se le concedió una condecoración póstuma. Algunos científicos informaron, sin embargo, en años posteriores, que había sido vislumbrado un VF-2ss volando por los cielos del planeta.

- El Alférez Ender Ryan fue ascendido al rango de Teniente, y tras unos años de servicio se licenció y se convirtió en capitán de una pequeña nave mercante.

- La Alférez Dalira Eyesight falleció en combate durante la batalla espacial en la órbita del Planeta Talbot. Fue condecorada de forma póstuma. Sus compañeros supieron después que en realidad era una Inspectora del Tratado de las Civilizaciones, con rango superior al de gobernador planetario.

- El Doctor Emile Talbot escribió un libro de planetología avanzada, basado en su investigación en el Planeta Talbot. Sus hallazgos científicos deslumbraron a toda la comunidad científica del Consorcio de Mundos Civilizados. Sus libros se convirtieron en libros de texto en las Universidades de las Tres Galaxias durante más de cien años.

- El Doctor Jack Harlan Reynolds tuvo severos problemas con el alcohol, las drogas, y la ley. Finalmente logró rehacer su vida e ingresó en las Fuerzas Armadas del Consorcio, donde llegó hasta el rango de Capitán Científico. Durante muchos años estuvo al mando de la estación espacial científico-militar destacada en el Sistema T/63, dirigiendo la investigación científica sobre los zort subterráneos, protegiendo el sistema de algunos ataques de piratas y demostrando la existencia de una "civilización reynoldiana" entre los zort, que habría llegado a su apogeo aproximadamente cien años antes de la llegada de la "Hidden Truth" al planeta Talbot.

- El Doctor Keyron Doombringer fue considerado por un tiempo un traidor al Consorcio de Mundos Civilizados, que tuvo que ser "neutralizado" por el Teniente Ripley y el Soldado Falcon. Tiempo después se descubriría que era inocente y leal al Consorcio. Su buen nombre fue restaurado.

- Minelva Krouss resultó ser una traidora, una espía a sueldo del Imperio Transgaláctico. La investigación posterior estableció y demostró este hecho, por lo que su muerte a manos de la tripulación de la "Hidden Truth" se consideró justificada.

- El Piloto Dimitri Ignasov fue ascendido a Cabo y sometido a tratamiento psiquiátrico. Llegó a liderar un escuadrón de cazas de combate a bordo de la nave de guerra "Retribution Fire". Nunca se separó del servo Sebiot.

- El Servo Sebiot no llegó a ser considerado oficialmente una persona, aunque extraoficialmente llegó a ser tratado como tal. Sirvió en las FAC durante cien años, sobreviviendo a todos sus antiguos compañeros. Tras eso, se retiró del servicio activo y se convirtió en un famosísimo compositor musical.

- El Soldado Maltesse Falcon fue ascendido a Cabo y condecorado tras la misión en el planeta Talbot. Posteriormente llegó a ser ascendido a Sargento Mayor y a liderar un pelotón mecanizado en el Sistema Priscila Beta, donde falleció en acto de servicio repeliendo el ataque de un Dominador de Mundos.

- El Teniente Vance Leonard Ripley fue ascendido a Capitán y condecorado por su misión en el planeta Talbot. Se investigó la pérdida de su nave y las muertes ocurridas bajo su mando, especialmente cuando quedó establecida la inocencia del Doctor Doombringer y Theron Farsight. No llegó a ser juzgado por una corte marcial, ya que falleció debido a un cáncer terminal un año después de la misión en Talbot.

- El Teniente Xaar Ixval Mitaal fue condecorado por su misión en el planeta Talbot. Posteriormente sirvió a bordo de la nave "Orgullo de Hroff" como Oficial Científico, alcanzando eventualmente el rango de Capitán y posteriormente el de Mayor. Pasó el resto de su vida (cincuenta años más) investigando una cura para la Enfermedad Consumidora. No lo consiguió. Actualmente los In'valian se consideran una especie extinta.

- Theron Farsight, contratista privado de seguridad de la raza Seljuk. Fue considerado durante un tiempo un traidor al Consorcio debido al informe del Teniente Ripley. Posteriormente se demostró su inocencia y su buen nombre fue rehabilitado.

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13/03/2012, 03:23
Teniente ESO. Vance Leonard Ripley.

Escribo las palabras que veo necesarias como despedida final. Apenas puedo el lápiz con el que mancho la hoja de papel que tengo sobre una bandeja en mi cama de hospital. A pesar de ello, deseo dejar constancia de lo que viví y de como recuerdo las cosas. Sé que mañana quizás ya no estaré, pero quiero que las personas sepan de mi puño y letra lo ocurrido.

Hace un año que liberamos la Estación Talbot de los peligros que se cernían sobre ella. Mi grupo, inicialmente compuesto por la Alférez Anely Stampthom Baskerville (Gaviota), la Alférez Dalira Eyesight (Pelirroja), el Alférez Ender Ryan (Preacher), el Piloto Dimitri Ignasov (Ruso) y su Servo Sebiot, el Soldado Maltesse Falcon (Zentraedi), el Teniente Xaar Ixval Mitaal (Equis) y yo, Vance Leonard Ripley (Leonard), partimos desde los Astilleros de Tharsis hacía el planeta T/63-3 con tecnología venida de otra dimensión, disfrazados de mercenarios (De ahí el uso de los nombres en clave antes mencionados) para así asegurar la protección de la Estación Científica Talbot, donde el Doctor Emile Talbot junto con su equipo, el Doctor Jack Harlan Reynolds, el Doctor Keyron Doombringer de raza Silhouette, la asistente Minelva Krouss de raza Cathyr y el jefe de seguridad Theron Farsight de raza Seljuk, llevaban a cabo una investigación acerca de la capacidad de pensamiento de la raza llamada Zorts, para determinar el destino de ese planeta. Nuestra misión era asegurar que la investigación se llevara a cabo sin sabotaje alguno, cosa que se preveía por parte de agentes del Imperio Transgaláctico.

Llegamos a la órbita a bordo de nuestra nave, la Hidden Truth, que tenía equipada una lanzadera bautizada de forma improvisada por Ignasov como "Slut Star", un VF asignado a Dalira, uno a Falcon, uno a Ryan, uno a Anely, uno equipado con un SAP para Ignasov y el Caza Ghost. Teníamos armamento de primera proveniente de industrias Naruni.

Una vez llegados, establecimos contacto y pudimos comprobar que la situación en la estación era sumamente delicada, pues habían ocurrido una serie de "accidentes" que retrasaban la investigación. Al llegar, ocurrió un evento que puso en peligro la salud de Ignasov, por lo que estuve seguro de la presencia de dobles agentes dentro de la estación.

Se me ha dicho en la investigación que se cursa sobre mis responsabilidades que hubo muerte de personas inocentes, como serían finalmente el Doctor Doombringer y Theron Farsight. Digo en mi defensa que el Doctor fue descubierto in fraganti saboteando nuestra lanzadera, por lo que yo di la orden de acabarlo. Que me juzgue quien no hubiese hecho lo mismo que yo. Era demasiado peligroso para retenerlo, pues su raza es de alto riesgo. Finalmente volvió a atacarnos con armamento plasma pesado, por lo que su exterminación fue un acto de defensa propia. El caso de Farsight fue distinto, pues siempre supe que era inocente, pero cuando un Seljuk no escucha tus argumentos y te dispara con armamento de plasma pesado, no hay más opciones que defenderse o morir. Fue en ese contexto que su muerte sucedió y me convencí a mí mismo de que era culpable de traición. Equivocado o no, no había más opciones. En el fondo lo lamento, ya no es momento de ser orgullos.

La ayudante Krouss fue descubierta por Talbot como traidora y Falcon se encargo él solo de ella de manera impecable. No había duda ahí y su accionar bajo mis ordenes fue excelente. No tengo nada más que decir de aquello.

Luego volvimos a órbita con los doctores y examinamos las pruebas, deduciendo la veracidad de todo. En ese momento fuimos atacados por un ejercito de Zentraedis transdimensionales, probablemente contratados por el Imperio Transgaláctico. Ordené a Ryan a llevarse a los doctores y a las pruebas en el Caza Ghost pues era el único vehículo aparte de la Hidden Truth con capacidad de viajar a velocidad superior a la luz. El resto nos preparamos para defendernos con nuestro armamento.

Me acusan de haber destruido la nave, con el costo que eso implicó. Me defiendo utilizando como argumento mi conocimiento de la armada Zentraedi. Aseguro que en esa nave viajaba una cantidad de enemigos tan grande que jamás habríamos sido capaces de vencer, sin contar el terrible armamento que ese tipo de naves poseen. Sin dudarlo usé toda la potencia sobrecargada de la Hidden Truth para destruir al enemigo, pues aun perdiendo nuestra nave, fue la elección más apropiada. No me arrepiento en nada y lo digo aunque no le guste a mi abogado.

Fui nombrado Capitán por mi desempeño y estoy orgulloso. Aun no me diagnosticaban el cáncer que padezco y que me han dicho ya que no tiene cura. No me importa morir, lo hago en paz conmigo mismo y mi ascenso es la prueba de que el ejercito me aprecia. Ellos son realmente los que me importan, no los burócratas.

Hace casi un mes me reuní con los sobrevivientes a cenar. Fue una velada agradable y me mostré más amistoso y cercano de lo que jamás hice en la misión. Quizás era la responsabilidad y el peso del estrés de la situación, pero siempre sentí aprecio por mis hombres, sobre todo por los que venían conmigo desde la otra dimensión. Un aprecio que jamás demostré por orgulloso. Ahora, a un paso de la muerte, ya no temo mostrarlo. Esa noche compartimos felices y nada les dije de mi condición ya diagnosticada para no ensuciar la felicidad que nos inundaba y los buenos recuerdos que compartimos.

Extiendo esta despedida a mis superiores y colegas, pero por sobretodo a quienes sirvieron bajo mi mando. La pobre Dalira que perdimos en combate. Anely que jamás supimos de ella. Dimitri cuyos modales y salud mental eran tan malos como buena era su destreza como piloto, espero que logre todos sus objetivos. Ryan, quien siempre tuvo madera de oficial, espero que llegue todo lo alto que su potencial le permita, lo que es a la misma cima. Falcon, quien nunca me falló y cuyas capacidades no estaban limitadas sino por su falta de disciplina. Espero que logre encontrar su lugar en esta dimensión, aunque a veces pienso que realmente jamás perteneció a ningún lado. El pobre Sebiot, sobre explotado y jamás reconocido. Finalmente el Teniente Ixval, a quien jamás conocí ni entendí y con quien nunca crucé palabras que reflejaran mi real admiración por él, culpa de mi orgullo y mi exceso de testosterona. Lamento mucho no haber llegado a ser su amigo, si es que en su raza existe algo como eso.

Adiós a todos y que sepan que cuando cierro esta carta, mi vida se va con ella. Los doctores dicen que no pasaré de esta noche y el dolor a pesar de los calmantes me indica que así será. Pero no quiero que se pongan tristes, mi verdadero deseo es que recuerden por siempre que no fue la tecnología ni las grandes flotas lo que hizo el milagro de la victoria y la supervivencia hace un año en tan terrible situación, sino el temple y el valor de pocos hombres, con los que tuve el placer de compartir mi corta vida. Nunca lo olviden.

Con sincero cariño, respeto, admiración, orgullo y el valor para decirlo, aunque sea tarde, me despido en paz con todo lo que dejo atrás.

 

Capitán Vance Leonard Ripley.

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13/03/2012, 04:02
Soldado IM. Maltesse Falcon.

Dos soldados se juntan en una cantina del Sistema Priscila Beta a beber. Ambos aun llevan heridas de la última batalla luchada, una que tiene a la población reconstruyendo y sobreponiéndose a la destrucción causada. Se sientan, piden algo fuerte que beber y levantan sus copas en memoria de los caídos. Conversan largo y tendido de ellos, repasando uno por uno a sus compañeros de armas, hasta que comienzan a hablar de su superior, también caído durante la lucha:

 - "En la enfermería escuché cosas de alguien que decía haber conocido al Sargento Mayor antes de llegar acá. No sé como se llamaba, parece que había conocido a alguien que estuvo con él en la academia. Me dijo cosas extrañas, como que venía de otra dimensión. Eso explicaría que a pesar de su color y su fuerza claramente no humanas no fuera catalogado en ninguna especie. Eso y la música que siempre cantaba o ponía en la radio cantada por esa tal Lynn Minmey y que jamás nadie ha escuchado. Dicen que llegó a esta dimensión y se unió al Consorcio para hacer algo. Dicen que gracias a él y a su equipo es que Talbotia es un mundo del Consorcio y que incluso más de una vez le salvó la vida al mismísimo Emile Talbot, ese que sale en los libros. Definitivamente era hábil, a pesar de a veces parecer alguien que actúa más de lo que piensa y de tener más de cuarenta años."

Los soldados se miran un momento con un poco de lástima y vuelven a beber, para luego seguir hablando:

 - "Escuché un rumor de que le pondrán su nombre a una sala de la academia o al cuartel, algo así. Auditorio Maltesse Falcon. No suena mal y se lo merece. Aunque no será su sala si no ponen esas canciones que cantaba y ponía en la radio. Mejor deberían ponerle Auditorio Minmey, ya nos tenía hartos de su música que nos obligaba a oír."

Los soldados se ríen de como su Sargento Mayor ponía siempre la única cinta de Minmey que tenía, quizás traída desde la supuesta otra dimensión y de como la escuchaba y cantaba sus letras sin parar. Sobre todo en la batalla. Recuerdan también los feos retratos que hacía de una chica de cabello azul y de como se lamentaba de no haber tenido una fotografía de ella. Recordaban como les insistía en lo hermosa que había sido cuando joven, a pesar de que durante la juventud del Sargento Mayor habían pasado muchos años desde esa carrera musical. Guardan un momento de silencio para seguir hablando:

 - "Lo escuché hablando por teléfono. Recuerdas que una vez al año más o menos pedía permiso y se iba de viaje. Esa vez escuché que hablaba con alguien a quien llamaba Ruso y que lo amenazaba de que si no asistía le daría un puñetazo que le debía por llamarlo "cara verde". Debía ser un tipo muy valiente para llamar así al Sargento Mayor, con lo ligero de genio que era. Eso fue hace unos días, creo que Ruso irá pero él no. Que lastima."

Guardan silencio y miran sus vasos. Ya no desean beber, la verdad es que el licor no siempre ayuda a pasar la pena. El sonido de las maquinas de reconstrucción los sacar de su letargo y uno de ellos, inflamándose en el orgullo después de ser saludado por unos ciudadanos agradecidos, le dice al otro:

 - "Todos aquí le deben la vida al Sargento Mayor. Yo mismo, tú y todos los ciudadanos. Ellos no estaban en el campo como nosotros y no saben como él disparó hasta el último misil, sabes cuanto repetía que los misiles y las armas Naruni eran lo mejor. El Sargento Mayor Falcon, a bordo de su Power Armor no retrocedió y vació todas sus armas, nos cubrió con su propio cuerpo y estrelló su vehículo contra el Dominador de Mundos cuando vio que no podríamos con él de otra forma. Tu estabas inconsciente por tu herida en ese momento y yo te cargaba, también herido, pero nunca olvidaré lo que él decía. Hablaba consigo mismo, le decía a un tal Leonard que lo vería pronto, que en la Estación Talbot estuvo a punto de sacrificarse en un VF sin rifle y que le debía todos estos años a un tal Equis. Que este era su momento de gloria y que había llegado su momento. Sonreía por el monitor y cantaba sus canciones mientras aceleraba contra el núcleo del enemigo. Aun recuerdo su última frase: ... We Will Win!!"

El soldado levanta el vaso hacía el cielo y dice fuertemente para que todo el mundo en el local lo oiga:

 - "Así fue, Sargento Mayor, nosotros ganamos. Ganamos gracias a usted. Salud por el Sargento Mayor Maltesse Falcon. Que todos tengamos un poco de él y que encuentre la paz que nunca tuvo aquí. ¡Por Maltesse Falcon!"

Todo el bar sabía de quien hablaban, habían bebido con él en ese mismo bar pues era un aficionado de la bebida y la comida rápida. Todos también habían oído de la batalla y era una ciudad agradecida de sus héroes. Todos gritaron el típico "¡Salud!" y bebieron lo que tuvieron en frente hasta acabarlo. Luego los dos soldados se pusieron de pie, con un poco de esfuerzo por sus heridas y se marcharon del lugar cantando una canción de una cantante que jamás habían visto y jamás verían, pero que habían sido tantas veces que su oficial al mando la cantaba y la ponía, que ellos ya se la sabían:

"Life is only what we choose to make it... "

"... Let's just take it..."

"... Let us be free."

"We can find the glory we all dream of..."

"... And with our love..."

"... We can win."

"Still, we must fight or face defeat..."

"... We must stand tall and not retreat."

"With our strenght we'll find the might..."

"... There's no fight we can't fight together..."

"... All together..."

"... We can win."

"Blessed with strong heart that beat as one..."

"... Watch us soar..."

"... And with love that conquers all..."

"... We'll win this battle, this last battle..."

"... We will win... We must win."

"... We will win... We can win."

"... We can win."

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13/03/2012, 18:34
VF. - Guardian Configuration.

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13/03/2012, 19:41
Piloto MEC. Dimitri Ignasov.

Dimitri estaba de pie, impecablemente vestido con su uniforme de gala y dos bonitas medallas colgadas de su pecho. Una de ellas había sido otorgada tras la misión en Talbotia. No tenía mucho valor, pues le habían dado una idéntica a cada uno de los supervivientes, independientemente de si su labor individual era sobresaliente o mediocre. Estaba fabricada en un metal autóctono de esta dimensión con el que Ruso siempre se trababa la lengua al intentar pronunciar.

De la otra medalla sí sentía todo el orgullo del mundo. Le había tocado en unos cereales, y era de plástico del malo, pero parecía de verdad. La compañía de nutrición Oofleck solo lanzó una tirada de un millón de esas baratijas en todo el universo, fue un milagro que le tocara a Dimitri. Desde esas treinta y siete cajas que se tuvo que comprar hasta que le salió, no volvió a desayunar cereales. Acabó aborreciéndolos. Como el pescado.

En sus manos tiene un ramo de flores. Se parecen a las hortensias, solo que las verdaderas hortensias se extinguieron en la Tierra treinta y siete años antes de que el hombre que sostenía el sucedáneo hubiese nacido.

En el cementerio reina el silencio, y la luz de tres soles brilla con fuerza. Esa sensación de paz que transmite el lugar debe de ser la que siente Dios en el paraíso. Una brisa se levanta a la vez que la mirada de Dimitri desciende sobre una lápida con el relieve tan gastado que no puede leerse ni el nombre.

Ah, no... Qué tontería...

Dimitri rodea la lápida. Del otro lado las letras y la fecha siguen allí.

Ya me parecía raro que en solo un año la piedra se desgastara tanto.

Abandona el ramo en el suelo. Recuerdos amargos le vienen a la cabeza... Leonard, Equis, Zentraedis, Sebiot, Ruso... Ruso, la de tiempo que hacía que no recordaba su viejo nombre en clave. Los cinco quedaban abandonados en Talbotia mientras el traidor de Ender viajaba en el Star Ghost rumbo a la civilización. Treinta y siete largos meses allí tirados, siguiendo una dieta a base de pescados abisales autóctonos. Treinta y siete largos meses con náuseas y esperando que un tentáculo le saliera de la boca cada vez que veía la monstruosa forma que descansaba en el plato... durante el desayuno... durante la comida... durante la cena... Y a lo largo de toda esa cuaresma, Ender estaba en el otro punto de la galaxia comiendo chocolatinas, helados y snacks.

Snacks... ¡Ender, maldito hijo de puta!

Al darse cuenta de que lo dijo en alto, Dimitri alza de nuevo la vista y se asegura que Ender no esté detrás de él. No sería la primera vez que dice algo inconveniente pensando que la otra persona no puede escucharle, y resulta que está a sus espaldas.

No sería raro que esa sabandija traidora estuviera aquí. Es el primer aniversario de la muerte de Ripley, y es seguro que sus antiguos compañeros se irán dejando caer por aquí para presentar sus respetos. Aunque a decir verdad, en un planeta tan grande y con un movimiento de rotación tan largo, en este día podría venir a distintas horas sin llegar a coincidir.

Yo... Lo siento, mi Teniente. No está bien decir palabrotas delante de la tumba de un superior.

No supo qué más añadir. Simplemente se quedó allí plantado, dejando pasar el tiempo. Hasta que una joven voz de hombre le interrumpió.

Señor Ignasov, ¿nos vamos ya?

¿Qué?

Lanzó un suspiro. Tal vez podría escabullirse, él es bueno en eso. En una ocasión estuvo atado a una camilla, pero logró zafarse por sus propios medios. Se movió como un gusano hasta hacer que la camilla se balancease rodando por el suelo y se hizo con un...

¿Señor Ignasov? ¿Quiere volver con su servo ahora o aguardamos un poco más?

Pero no podía huir. No podía dejar atrás a Sebiot. Acompañó al enfermero hasta el furgón del psiquiátrico. Tan solo quedaban treinta y siete días para que le dieran el alta.

Treinta y siete... ese número parece estar presente en todas partes. Parece el destino.

Fue una suerte que le dejaran llevarse con él a Sebiot cuando lo internaron. Su amigo le ha sido de mucha ayuda en las terapias.

Señor Ignasov, tengo que preguntarlo porque me tiene en ascuas...

Escúpelo, chaval.

¿Porqué no lleva pantalones?

El uniforme le habría quedado mucho más elegante si también llevara la parte de abajo, dónde va a parar.

Muchacho, hace un año me hicieron una sonda anal. Aquí donde me ves, tengo problemas de flatulencias. Y me jugué el culo más de una vez a las órdenes del gran hombre que hay enterrado allí atrás. Todas esas metáforas de la vida hacen que mi culo y Vance Leonard Ripley estén íntimamente ligados. No llevar pantalones hoy es un símbolo de respeto. Un recuerdo, por los viejos tiempos.

El enfermero asiente como si comprendiera. No le pagan lo suficiente como para meterse en conversaciones tan absurdas con los pacientes. Ayuda a Dimitri a meterse en el furgón agachándole la cabeza para que no se la vuelva a golpear con el techo del vehículo.

¿Qué tenemos hoy para comer?

Pescado, señor Ignasov. Pescado.

La puerta del furgón se cierra a la vez que Dimitri siente retortijones y sudores fríos. Si hay una cosa que aborrezca más que los cereales Ookles es el pescado. Es superior a él. Empieza a sentir algo subiendo por su garganta. Imaginaciones suyas o su propio vómito. O un parásito talbotiano. Pero debe controlarse. Faltan solo treinta y siete días para que le den el alta, no puede permitirse uno de sus ataques estando tan cerca de la libertad.

¡UAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!

Finalmente fueron algunos días más los que tardó Dimitri en ser declarado cuerdo, con lo que perdiendo el control en el furgón del psiquiátrico rompió con la magia del treinta y siete.

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14/03/2012, 21:10
Doctor Emile Talbot.

-Dos minutos, Doctor Talbot.

El científico se contuvo para no soltar una respuesta airada al ayudante, que se escabullo para realizar otras labores, sin duda tan inútiles e insulsas como ésa información.

"Ya sé que faltán dos minutos, maldito aspirante a primate semievolucionado"

Odiaba con toda su alma a los empleados de detrás de bastidores, toda esa panda de haraganes incompetentes, desde los maquilladores a los técnicos... esperaba que nada saliera mal en dos minutos, o lo pagarían muy caro.

"Mejor dicho, en un minuto y treinta segundos, veintinueve, veintiocho..."

Se dirigió rápidamente hacia el escenario del anfiteatro. Antes de salir, esbozó su mejor sonrisa e inspiró aire. Entonces dió un par de pasos. Le recibió un ensordecedor maremagnum de vítores, aplausos, ruido de diversos medios de grabación e incluso un hilo musical de fondo. Avanzó hasta el atril, donde estaba un colega científico, alguien con quien había trabajado. Un tal Doctor Carter o algo así. Mientras mantenía la sonrisa, pensó:

"Un mediocre para presentar a una genialidad como yo... en fin, no se puede tener todo"

El Doctor Carter presentó a Talbot, con una oratoria aceptable, lo que aplacó un poco al científico. Otra oleada de aplausos, y entonces avanzó.

-Saludos, damas y caballeros. Me encuentro hoy aquí, en éste ciclo de conferencias sobre avances planetológicos, para exponer los descubrimientos realizados en Talbotia por un servidor. Descubrimientos que pronto serán publicados en diversos formatos, para uso y disfrute de las mentes privilegiadas de la comunidad académica.

Carraspeó, y apuntó con un mando a la pantalla que tenían detrás.

-Éso de ahí es Talbotia-dijo, señalando el planeta que estaba proyectado-aunque aún no han aceptado ése nombre, claro. Sólo ha pasado un año y tres meses desde que yo, Emile Talbot, abandonara la estación Talbot, en el archipiélago Talbot.

Pulsó otro botón, y apareció en pantalla un zort.

-Éso de ahí, es un talbotiano o talbotita, comúnmente mal denominados zort. Sin embargo, para que las mentes-"Inferiores"- presentes puedan seguir el hilo de mi exposición, me referiré a ellos por ése nombre.

Pasó un par de imágenes más, en los que se veía a zort realizando sus tareas, que iban desde estúpidos bailecitos a alimentarse de lo que podían encontrar.

-Sé lo que están pensando, "éso son animales normales sin ningún atisbo de inteligencia". Bien, pues les diré algo: ¡se equivocan! Se equivocan igual que se equivocaba cierto In'valiano que no nombraré aquí. Y la primera, gran y contundente prueba que hemos tenido de ésto, se encuentra ahora mismo delante de sus ojos-añadió, pasando a pantalla las imagenes de los "arañazos".

-Éso que ven ahí son restos de una escritura usada por los zort. Obviamente, sólo un genio planetólogo de mi talla podría distinguir éso de las marcas dejadas por una especie excavadora como ésa, pero los resultados no generan dudas. Los zort han sido, y pueden volver a ser, inteligentes. Éso es todo. Ahora, pasemos a la ronda de preguntas.

"Brrr, periodistas... ánimo Talbot, no son nada comparados contigo"

Empezaron a alzarse manos, y el científico les dió turno de palabra.

-¿Qué puede decir del equipo investigador que tenía a su cargo en la Estación Talbot?

-Bueno, de Minelva Krouss lo único que tengo que decir es que ésa traidora merecía mucho más de lo que recibió... ¡Saboteó la investigación, borrando datos concernientes a la inteligencia de los zort! Éso no tiene perdón, y desde luego, está mejor muerta. También tenemos al Doctor Keyron Doombringer. Lamento profundamente su pérdida, fue un individuo valioso, ejecutado injustamente por las órdenes de un individuo arrogante y autoritario que sólo podía expresarse por la fuerza de las armas, es insultante que los seres humanos pertenezcamos a la misma raza que él. Del mismo modo, nuestro contratista de seguridad, el seljuk Theron Farsight, que recibió un trato similar. En cuanto a los avances del fallecido Doctor Doombringer, seguramente supondrán una pequeña aportación a...

-¿Y el Doctor Jack Harlan Reynolds? ¿Cree que tuvo parte en el descubrimiento, como él sostiene?

-Por favor... si se molestan en intentar buscarle, encontrarán a un fracasado sumergido en turbios asuntos de adicciones, que no puede aportar nada útil... ¿verdaderamente creen que alguien así contribuyó en algo? Sólo tuvo la suerte de investigar en la dirección adecuada, dirección seguramente influida por mi humilde persona. Sin embargo, si yo, el Doctor Emile Talbot no hubiera identificado las marcas al revisar los datos, los pobres talbotianos habrían sido exterminados hace mucho.

Tras algunas preguntas anodinas más, abandonó el edificio entre aplausos y vítores, y esta vez con una sonrisa verdadera: de autosuficiencia y orgullo apenas contenido. El carácter de un verdadero genio.

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15/03/2012, 21:05
Alferez NAV. Ender Ryan.

Bitácora del Capitán, fecha estelar, bah, unos seis meses después de la partida. Ya lo corregiré más tarde.

Desde la silla del puente de mi nave, miro hacia el exterior y veo las estrellas brillando en todo su esplendor. De vez en cuando, al mirar cierto sector del espacio, los ojos se me humedecen y no puedo dejar de pensar en mis antiguos compañeros. Estaba claro que la mitad de ellos estaban locos, pero en la locura reside la genialidad, o por lo menos eso decían.

He perdido el contacto con la mayoría de ellos, la última vez que los vi... bueno, fue en el funeral del Jefe... aún no puedo acostumbrarme a llamarlo teniente, o Ripley a secas. Era un hombre extraño, y bueno, algunas de sus órdenes eran algo raras también, no puedo negarlo, pero siempre veló por nuestra seguridad por encima de la suya. Eso hay que agradecérselo. Creo que estoy vivo gracias a él... y a todos los demás.

Equis siguió en sus trece, lo mismo que los Doctores. Creo que aún están peleados entre ellos, pero bueno, más no se puede hacer. Cuando se meten en una misma nave pequeña tres cerebros de su tamaño, no hay sitio para nadie más... salvo para los demás tripulantes, con sus locuras.

Un niño entró al puente en ese momento, lo que hizo que Ender dejara de narrar a la consola y se girara.

- ¡Leonard! ¿Cuantas veces te he dicho que no quiero que vagues por la nave sin tu madre? - Dijo el ex-teniente con una sonrisa. - Anda, ponte en ese ordenador y estate quieto. -

Pulsó un botón y continuó.

Bueno, creo que eso es todo por hoy. Todavía tengo mucho que contar. Supongo que escribir un libro de aventuras con todo lo que ha pasado no era una buena idea, pero aquí estoy, a varios años luz de mi casa, en el espacio, dónde pasé la mayor parte de mi vida y donde conocí a mucha gente, muchos de los cuales han resultado ser personas geniales.

Preacher fuera.

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15/03/2012, 21:59
Doctor Jack Harlan Reynolds.

- Ya no te necesito. Lárgate. Déjame en paz- dijo a quien había pasado con él la noche.- ¿A qué esperas? ¡Mueve el culo imbécil! Hijo de puta... ¡¡Cabrón!! Talbot...- añadió con un hilo de voz. Para Reynolds aquel era el peor insulto, insulto con el que habían honrado a un planeta, y se tomó su tiempo pronunciándolo. Intentaba saborear el amargor de sus dos sílabas, pues desde hacía tiempo el único sabor en su boca era una mezcla de bilis y alcohol al que ya se había acostumbrado.- ¡¡Talbot!!- repitió con más fuerza cuando la puerta se cerró.-”¡¡Talbot!!”- intentó repetir de nuevo, pero esta vez se vio interrumpido por un repentino ataque de tos. Tras él llegaron las arcadas.

Intentó llegar al baño, pero a mitad de camino cayó de rodillas derramando su estómago sobre la moqueta. Se puso en pie tambaleándose con la única intención de sentarse en la cama. Cuando se tumbaba y cerraba los ojos nada se movía, pero soñaba, y había decidido hacía tiempo que eso era peor que estar despierto. Por eso todas las noches intentaba estar ocupado haciendo algo, al principio con alguien, aunque últimamente no tenía demasiada suerte.

Notó que los ojos se le cerraban. Los abrió con un gruñido y alargó el brazo hacia la botella que estaba en la mesilla. Cerró la mano en torno a ella y la botella rodó por el suelo. - Mierda…- masculló, no porque se le hubiese caído sino porque no había líquido que salvar en ella.

Buscó en armarios y cajones algo con lo que ocupar su tiempo y entonces lo encontró: un paquete de tabaco perdido en el bolsillo de una prenda que debía haber sido blanca hacíamucho tiempo. Acercó el paquete a su oído y lo agitó.

- “Suena…”

Lo abrió, pero al contrario de lo esperado dentro no había ningún cigarro. Lo lanzó contra la pared con rabia y se llevó las manos al rostro intentando ocultar su frustración. Al hacerlo percibió un leve brillo junto al lugar en el que había caído el paquete de tabaco. No tenía nada más que hacer y hacía tiempo había sido alguien curioso, quizá demasiado.

Se levantó con cuidado y gateó hasta que llegó al pequeño objeto. Cuando lo vio y lo reconoció el brillo se tornó en un brillante haz de luz a medida que los recuerdos se abrían paso en su embotada mente. Era una tarjeta de memoria.

Hacía tiempo había tenido otra exactamente igual que aquella y con el mismo contenido: los datos de su investigación. Esa se la había dado a alguien- “Preacher…”-recordó al joven informático. La otra la había guardado dentro de su último paquete de tabaco, el que se había llevado con él hasta la Hidden Truth, temiendo que los saboteadores acabaran con la otra copia. Allí había permanecido entre sus cada vez más escasas pertenencias hasta que aquel día, producto del azar, se encontró con ella.

Unos golpes en la puerta le devolvieron al presente.

- Sí. Sí, lo sé. Tan solo necesito un segundo- respondió a la voz al otro lado de la puerta.- ¡Pues que esperen! Les pagan para eso. Para eso y para escatimarnos fondos. Además así les hago parecer que no estoy desesperado por lo que tienen que ofrecerme.

 Reynolds rió con ganas al escuchar la réplica.

- Pues claro que lo digo.  ¿Acaso no me funcionó contigo? Y claramente de los dos he sido yo el que he salido ganando.

Se miró una última vez en el espejo y se atusó un mechón de cabello rebelde. Cuando terminó cogió el colgante que había dejado sobre el lavabo y se lo puso. De él pendía la pequeña tarjeta de memoria.  

Tras salir del baño dio un par de giros para que quien le había estado metiendo prisa le pudiese ver bien.

- ¿Qué tal? Deslumbrante, ¿verdad? Lo sabía.- Reynolds le miró de arriba a abajo  con una mirada cargada de intención-. ¿Nunca te has planteado entrar en el ejército? El uniforme de gala te sentaría casi tan bien como a mí.- Rió -¿Que cómo lo sé? Pues porque te he visto sin nada.

Poco después los dos salieron de la habitación y el hotel en el que se alojaban para dirigirse al edificio en el que se desarrollaría el comité. Era un día importante para Reynolds en el que se trataría la financiación de su trabajo. Por ello había preparado todo al detalle, aunque bien sabía que tratar con las personas se le daba especialmente bien.

Reynolds debía enfrentar la comisión solo, así que antes de atravesar la puerta tras la que se encontraban los adustos políticos de cuya decisión dependía la supervivencia de su proyecto científico, se separó de su acompañante. Tras despedirse y desearse suerte, entró solo.

- He sido convocado para informarles de los avances en la investigación que estamos desarrollando en el planeta Talbot.- Incluso después de tantos años le seguía sonando mal. ¿Había sido eso lo que el doctor Doombringer le quiso decir? Carraspeó y bebió un poco de agua.- Avances que no habrían sido posibles sin la financiación adecuada. Por ello espero que una vez me escuchen lleguen a la misma conclusión que yo: aun hay mucho trabajo que hacer, aun hay mucho más por descubrir, aun nos queda mucho por saber, y no es algo que podamos conseguir solos…

Mientras Reynolds hablaba, jugueteaba inconscientemente con el anillo que tenía en el dedo.

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16/03/2012, 16:06
Teniente SCI. Xaar Ixval Mitaal.

Xaar Ixval Mitaal sabía que era su último día, su última hora de vida. Así lo había decidido. Era su privilegio, su derecho. Era el último de los in´valianos aún con vida. Era hora de poner punto y final a la larga historia de su pueblo. Era hora de despedirse. De decir adiós.

-Ordenador, música. Imágenes. Clave, Hidden.

Una cascada holográfica se materializó ante él y rostros y paisajes de toda una vida llovieron de la nada al compás de las notas de su pieza favorita, aquella que Sebiot compusiera para él antes siquiera de que en un futuro, con Xaar ya convertido solo en un vago recuerdo, se convirtiera en compositor. Quizás aquel fuera el germen del despertar de una habilidad que lo haría famoso en todos los universos. 

Vio su mundo, libre de la maldición que lo azotaría años después, sus gentes, sus ciudades, la Gran Biblioteca, los increíbles paisajes ya perdidos para siempre. Y vio el presente. Un mundo cementerio, recuerdo miserable de su pasado esplendor, un monumento a lo irrecuperable, al saber perdido, a la muerte y a la extinción.

Se paseó por la galaxia, recreándose en mundos vírgenes, en planetas superpoblados, en anillos imposibles, quásares, novas, agujeros negros, púlsares, en formas de vida nacientes, en viejas civilizaciones y se detuvo en Tharsis, en el viejo astillero ya inexistente y voló a través del espacio para acabar en T/63-3, planeando sobre su superficie, sobre las azules aguas y las verdes selvas. Imágenes pregrabadas de los zort desenvolviéndose en su ámbito natural sin interferencia alguna hicieron brillar su mirada. Seguían olisqueándose los traseros. Si algún día daban el gran salto, deberían aprender a reprimir aquel instinto natural de reconocimiento químico. Las miradas de los zort se elevaron al cielo y la cámara siguió la dirección de sus porcinos ojillos. Una sombra cruzaba los cielos de T/63-3 a una velocidad endiablada. Y Xaar deseó que la vieja leyenda fuera cierta y que Anely Stampthon hubiera sobrevivido a la segura muerte que su desequilibrio químico natural exigía y fuera un espíritu libre alimentado por la salvaje belleza de aquel planeta único.

Un fotograma se impuso súbitamente. Salvas atronadoras en un funeral. Pocos conocían la verdad del Teniente Leonard Vance Ripley, fallecido mucho antes de aquel funeral militar que solo sirvió para acoger en tierra el cuerpo clonado del verdadero Leonard, muerto en su accidental y accidentado viaje transdimensional y cuyo cuerpo sería regenerado gracias a la tecnología más avanzada del momento y en el que se introdujeron los recuerdos de toda una vida ya extinta. Una tecnología no obstante en sus primeras fases y que culminó en un ejemplar defectuoso, aquejado por una enfermedad terminal que él mismo pudo diagnosticar a bordo de la Hidden Truth. Una verdad que siempre guardó para sí. Un gesto de humanidad para con aquella entidad sin alma, sin espíritu. Un cascarón vacío.

Uno tras otro se sucedieron los rostros de aquella vieja misión, vistos por última vez en aquel funeral que conllevó el final de su relación directa. Pero no por ello olvidados. Ender Ryan, un cerebro brillante y a un tiempo atormentado, que dejó una carrera militar en claro ascenso por una vida civil que, no obstante, supuso su camino a la felicidad. Matrimonio, hijos, un carguero. ¿Se preguntaría alguna vez por qué aquella nave que sería su hogar le costó tan solo un tercio de su valor?

Jack Harlan Reynolds. Emile Talbot fue su maldición, aquella que le llevó al camino de la autodestrucción. Xaar aún se sorprendía de que aquel hombre hubiera sido capaz de despertar en él la sensación de que en un individuo se repetía lo que ya había ocurrido en su planeta, en su gente, en su pueblo. Y había decidido que lo que no parecía posible de conseguir para con los suyos, sí sería posible con él. Recordó con placer el momento en que estampó en grandes letras rojas la palabra "AUTORIZADO" en su petición de financiación. Una oportunidad para Reynolds, oportunidad que supo aprovechar. Una lección para Emile Talbot a quien siempre se le atragantaba la expresión "Civilización Reynoldiana" en sus conferencias. Ello y la imagen de zorts olisqueándose el trasero y que durante cincuenta años se había encargado de enviarle periódicamente, con una pequeña reseña. Eres mediocre, Talbot.

La cara risueña de Dimitri Ignasov fue la siguiente en aparecer. Dado su historial de locuras dudaba que el tratamiento psiquiátrico hubiera sido efectivo a la larga, aunque la presencia del Servo Sebiot a su lado supuso el ancla que necesitaba. Durante mucho tiempo tras retirarse como Mayor, Xaar había conservado sus contactos e influencias, lo cual sumado a su inmensa fortuna había asegurado que ambos compañeros jamás se separaran. Y aunque Ignasov nunca llegó a saberlo, Xaar sintiéndose en deuda por haberle salvado la vida en aquel aterrizaje imposible hacía ya una vida, había abierto un ala especializada en transtornos de personalidad que llevaba su nombre. 

Y finalmente, Maltesse Falcon. El híbrido había muerto como había vivido. Al límite. Y cuando supo de su muerte, así lo hizo grabar en la placa que se colocó en la tumba que no encerraba ni su cuerpo vaporizado, ni su alma libre y guerrera. "Nadie podrá decir que no vivió".

-Fuera imágenes -ordenó y la blanca habitación vio morir los hologramas y tan solo la música permaneció-. Es la hora, Dalira -sí, Dalira Eyesight, cuyas muestras musculares tomadas en la Hidden Truth servirían muchos años después para dar vida a aquella increíble mujer que decidió vestir el traje de la mediocridad para amparar una misión que supondría su muerte. Un cuerpo clonado con los recuerdos de otra vida y que merecía una segunda oportunidad-. Estoy cansado, muy cansado. Debo partir para reunirme con los míos. 

La fina aguja atravesó el gotero y un plácido sueño volvió pesados los párpados del anciano Xaar, al tiempo que la sombra de una sonrisa se dibujaba por primera vez en su rostro.

-Adiós, querida, adiós, amigos míos.

 

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16/03/2012, 17:31
Servo Sebiot.

Otro lleno en el Imperial Theatrer, esperando la sesión del genio. Su orquesta compuesta por más de trescientas músicos esperaba a que su director saliera y representara su famosa obra. Sebiot, esperando entre bambalinas, repasaba la orbra un un para de milisegundos. Lo tenía todo atado, era su creador. No podía haber errores.

Como de costumbre, el servo, antes de salir, sacó de uno de sus bolsillos internos de su chaqueta de director. En ella aparecían él mismo y Dimitri, su creador. Con cariño (o lo que para un servo significara aquello), pasó sus dedos impersensibles de su mano. Como había cambiado. En aquella foto él parecía un cafetera con ruedas y tenacitas y su creador, Dimitri, era joven. Ahora el tenía un cuerpo muy similar al de un humano, con una cara de silicona molecular, capaz de realizar gestos muy similares a los de un humano, con ojos, boca y orejas... una cara humana, siendo sus facciones similares a las de su creador. Contaba también con cuatro brazos, terminados en manos con dedos hipersensibles y dos piernas fuertes y ágiles.

En ese segundo el servo pensó en como realizó su cambio radical de aspecto. Eran otros tiempos, cuando ni él ni Dimitri, al que acompañó toda su vida, tenían otra ocupación ni preocupación.. o por lo menos no Sebiot. Los cambios más grandes lo realizaron cuando a Dimitri le internaron en el psiquiatrico. Que tiempos. No había luchas ni naves que reparar. Todo el tiempo les pertenecía solo a ellos y a nadie más.

Sonriendo, Sebiot se guardo la foto y en un susurro comentó para sí.- Gracias padre, muchas gracias. Estés donde estés amigo Dimitri-.

Tras esto el servo salió ante su público el cual le recibió con una gran ovación. Se lo había ganado. Y todo se lo debía a él, a Dimitri, su creador.

Notas de juego

Pues eso es todo. Siento que solo me acordara de Dimitri... pero es mi padre ;)