Turno 0.
Maltesse Falcon.
Me crié en un asqueroso barrio en la ciudad de Nueva York, donde fui abandonado como huérfano después de la muerte de mi madre. Mi padre era un Zentraedi que se había enamorado de una humana durante su misión de espionaje y así se unió a la humanidad luego de ser micronizado. Murió en servicio, cuando unos Zentraedis inadaptados que vivían como bandidos le matasen en un combate después de que llegará el grupo de mi padre a detenerlos. Murió sin pena ni gloria, de forma completamente inútil. Mi madre, una simple humana que trabajaba en un bar, murió en un asalto al mismo de un disparo. Es en este inmundo lugar donde me crié y aprendí a vivir. Me uní a una pandilla y luchaba contra las pandillas rivales cuando no estaba asaltando a alguien o robando.
Así pasaron mis días hasta que cumplí dieciocho años. Un día quise asaltar a un anciano, pero el tipo se resistió valientemente. Entonces me miró y me dijo que le recordaba a un amigo suyo. Le dije que me importaba una mierda y que me entregará su billetera o lo mataría. La verdad es que jamás había matado a nadie, pues no soy un mal tipo, pero la amenaza siempre da resultado. El anciano siguió hablando y me dijo que le recordaba demasiado a su compañero muerto, un Zentraedi llamado Falcon. Sus palabras me dejaron paralizado, pues reconocí a mi padre en su relato. Me increpó, asegurando que yo debía ser su hijo, del cual él le había hablado. Yo estaba como aturdido, él me llevó a un pequeño bar y me contó que el manejaba un VF, y patrullaba junto a mi padre para detener a los Zentraedis rebeldes que atacaban los pueblos por su sed de guerra. Dijo que mi padre era un valiente y que luchaba pues amaba a la humanidad y había aprendido a apreciar las cosas pequeñas de la vida. Dijo que era defendiendo a los inocentes e indefensos que por primera vez había descubierto una buena razón para luchar. Después de un par de tragos, dijo que me parecía mucho a él, y que debía unirme al servicio. Dijo que estaba seguro de que ahí encontraría una buena razón para mi existencia. A mi todo eso me pareció un montón de basura, pero era completamente cierto que me sentía vacío por dentro.
Al otro día, estaba fuera de la oficina del servicio, anotando mis datos y preparándome para enlistarme. La suerte me acompañó y no tarde mucho en ir a la academia, donde me apalearon muchas veces por ser el maldito conflictivo que siempre fui. Incluso me sentía poderoso entre todos esos novatos, pues yo si que sabia pelear en la calle. Busque problemas y los encontré pronto. Casi me conocía mejor las celdas que mi propio dormitorio. Aun así, salí graduado como soldado raso de infantería mecanizada. Anhelaba pilotear un Varitech, y estaba logrando cumplir mis sueños.
Después recuerdo que debíamos escoltar una nave que llevaría a un Dictador Africano. Me importaba un carajo, pero pensé que si había acción, seria el momento preciso para demostrar mis habilidades de combate que tanto había intentado pulir. Pero nuevamente me metí en problemas y me fui a meter con Ryan al camarote del Ripley para colarnos en la fiesta. Gracias a mi brillante idea terminamos nuevamente en un calabozo. Si no fuera porque Ripley es un buen hombre, habría estado ahí dentro mucho más tiempo del que fue.
Lamentablemente, unos tipos nos atacaron, y me pillaron desprevenido. Todo se fue a la mierda en cosa de minutos y lo siguiente que recuerdo es despertar hecho mierda, siendo interrogado por uno bichos extraños que decían ser de este universo en el que estamos ahora. No es que tuviera mucho en mi propia dimensión, pero igual sentí el alejamiento.
A pesar de eso, lo que más sentí es todo el daño que sufrí en el viaje, el que me hizo perder parte de la memoria y mis habilidades. Aun así tuve la suerte de poder volver a una academia militar a entrenarme nuevamente. Ahí si hice lo correcto, ahí logré imponerme por mis capacidades y no por mi don de encontrar problemas. No soy un revoltoso porque quiera, es que soy victima de una sociedad mal constituida (Me encanta esa excusa). Aun así, logré graduarme con ciertos honores por mi rendimiento físico y estoy conforme con el nuevo rumbo que ha tomado mi vida.
Después de eso, no dudé un momento en alistarme para defender a los bichos indefensos de este lugar. No sé que son, pero estoy seguro de que me necesitan y que demostraré mi valor en la lucha.