Pec, Jueves 25-Abril-1996, 9:36 AM. Calle Miroslav Barotic 5, residencia de Senka Njego.
Se levantó temprano, y enseguida se percató de que sus compañeros habían regresado, debido al desorden de la cocina, pero aún debían seguir durmiendo cuando Senka salió del apartamento para resolver los asuntos pendientes en la universidad.
Desde allí envió los documentos a Koncij, y a continuación, llamó a Lazovic, que le atendió amablemente, y le indicó, tras preguntarle como iba a desplazarse, le informó de que podían verse en el hotel, en el centro del pueblo, no tenía perdida, sólo había que seguir la carretera, sobre el mediodía.
Así que, tras ultimar algunos detalles laborales, aprovisionarse con un sencillo almuerzo, emprendió el camino con tiempo de sobra. El tiempo no le iba a acompañar, eso lo tuvo claro desde que abandonó Pec, y sus peores temores fueron confirmándose conforme se iba acercando a su destino, las altas montañas se veían ya nevadas en la lejanía, por lo que al llegar a su pie, optó por seguir las recomendaciones que instaban al uso de cadenas.
Un rutinario control de la policía militar cuando salió de la carretera principal, que no la entretuvo en exceso, simplemente una petición de documentación y una pregunta acerca del lugar donde se dirigía. Conforme comenzó a ascender por las carretera en dirección a las partes más elevadas de las montañas, que es donde se encontraba Dacijaj, oculta por el tiempo en lo que otrora fue un paso montañoso mucho más concurrido, la climatología empeoró, y el camino se hizo más complicado, provocando un leve retraso en el horario previsto.
Cerca de Dacijaj. Jueves25 - Abril - 1996, 16:43. Carretera comarcal 215.
La nevada fue aumentando de intensidad conforme avanzaba, y fue a unos veinte kilómetros de su destino, al poco de haber pasado Dralnu, cuando vio el autobus parado en mitad de la estrecha carretera. Multitud de árboles circundaban el camino, y la visibilidad empezaba a ser escasa, al acercarse y adelantar el autobus, comprendió de inmediato el motivo de su parada, más adelante había habido un pequeño desprendimiento, y la nieve estaba esparcida en mitad del precario asfalto, él coche pasaría sin problemas yendo despacio, pero al autobus era otro cantar. Al mirar por la ventanilla, sólo acertó a ver al conductor, pues ningún viajero se encontraba en el interior.
Afueras de Dacijaj. Jueves25 - Abril - 1996, 17:58. Carretera comarcal 215.
La nevada, acompañada de la fuerte ventisca, hacia que cada kilómetro a recorrer fuera un verdadero desafio, el coche se estaba ganando una buena jubilación. Las primeras casas aparecieron en en lado derecho de la calzada, cubiertas de nieve. Estaban alejadas del núcleo principal, y parecian ser granjas.
Ascendió un par de kilometro más, para ver por fin el grueso del pueblo, con una impresionante montaña tras él, y largos y frondosos bosques rodeándolo, la silueta de una torre rematada por una cruz cristiana era el edificio más alto, a duras penas visibles entre los copos.
Una gasolinera debilmente iluminada recibía a los habitantes, en la calzada principal que cruzaba el pueblo de punta a punta, no se veía ningún otro coche en movimiento, aunque si algunos aparcados, semienterrados ya en la nieve. No había nada caminando por la calle, aunque si se distinguían luces trémulas y humo saliendo de algunas de las chimeneas de las casas.
La carretera se había estrechado, y ahora mismo, dos camiones no podrían cruzarse en ella. Las casas que se asomaban al camino, eran antiguas, y algunas necesitaban urgentes arreglos, al fondo, justo antes de una curva pronunciada, un cartel desvencijado anunciaba en serbio Camas y Comidas.
Aquella mañana estaba nerviosa. Lo había organizado todo bastante bien, según el poco tiempo que había tenido y el estado de excitación mezclada con preocupación en el que se encontraba. En teoría podía estar bastante satisfecha de su actuación, si aparcaba los dos problemas fundamentales que tenía, uno directamente por su culpa y el otro caído, literalmente, del cielo, totalmente gratuito en lo que empezaba a ser la crisis más importante de la joven Senka.
Había tomado decisiones importantes a lo largo de su vida, unas mucho más claras que otras como por ejemplo la carrera a estudiar, otras sí las había meditado profundamente, como el lugar de su erasmus, Florencia, o empezar su vida laboral en la Universidad o no… pero nunca había tomado una decisión que marcaría profundamente su forma de vivir su vida, o vivir sin saber que habría sido si la tomase. Y no era solamente pensar ¿Quiero que cambie? Le daba pavor pensar en que decidiese lo que decidiese se arrepintiese de su decisión al tiempo, sobre todo si éste encima era poco… y tenía la sensación de que era precisamente eso lo que iba a pasar.
A lo que era más reticente era a lucubrar que, encima, no la incumbía solamente a ella. Porque si decidía tener al… al bebé, puff, que palabra tan desconcertante… pues entonces Rajko iba a saber perfectamente que era suyo, y que no le había hablado del tema. Y si se lo decía antes, lo cual le daba una pereza enormemente gigante, ya no sería un asunto únicamente suyo y que dependiese de su decisión. ¿Y si querían cosas diferentes? ¿Y si la presionaba o la convencía para tomar la que ella veía menos clara?... No, tenía que tomar una decisión, autosuficiente, y en base a ella, que pasará lo que tuviese que pasar….luego volvía a que esto tampoco era justo, y mucho menos lo más correcto, entonces comenzaba el ovillo de nuevo.
En los ratos que estuvo pensando en eso, hasta ese mediodía, consiguió olvidarse del otro problema, pero que volvía en cuanto se descuidaba, pasando a hacerse otras quinientas preguntas, las relacionadas con el “incómodo asunto familiar”. Todavía estaba consiguiendo no mezclar ambos, mucho mejor no interconectarlos, decidir sobre la certeza y deambular por la incertidumbre al unísono sería fastidiarlo todo, como cuando tienes un castillo de naipes y decides coger una carta del piso básico, para ver el conjunto de la estructura, si se mantiene, te pica la curiosidad y coges otra… un desastre anunciado.
Debía mentalizarse, su vida se reducía a esas dos cosas temporalmente, con un poco de suerte quedaría limitada a una, justo al día siguiente. Quién sabe, quizá si no hubiese pasado lo de… lo del test, pues vería con incluso algo de ilusión lo del señor Mi… a esas alturas que fuese sincera ya, lo consideraba su abuelo, ¿Si no que hacía allí?.... Pero estaba sumergida en un proceso de apatía, profunda pereza, rechazo a pensar en cosas nuevas y desconcertantes, estaba cansada, muy cansada. El largo y peligroso viaje no ayudó a que llegase de mejor humor a las calles del pueblo en el que se suponía se desvelarían secretos de su vida. Aunque por lo menos no estaba tirada en mitad de una carretera con un conductor (otro desconocido, casi parecía que los coleccionase) como acompañante.
Suspiró cuando aparcó al lado del hostal, tenía la sensación de estar totalmente exhausta otra vez, sólo que era bastante más temprano. Ella, coche parado, mirada en el edificio durante unos instantes, encogimiento resignado de hombros y salida nada triunfal del coche, al maletero, a coger su mochila. Con la comida y la bebida en una bolsa de plástico en una mano y la carpeta grande de los cuadernos y papeles A4 debajo de su brazo, hubiese sido completamente inútil traerse los colores, lo veía todo en blanco y negro.
Cuando colocó todo más o menos bien sobre si misma, andando con pasos estables por sus botas de buena calidad y con el gorro verde oscuro que le hizo su madre el año pasado, -“a juego con tus ojos, cariño mío”- entró en el establecimiento. Tintineando algo en su interior cuando traspasó el umbral.
El hotel aparentaba más de lo que era, dos plantas, ladrillos oscurecidos se mezclaban con el cemento para darle solidez contra las inclemencias del tiempo, en todos sus sentidos. Tenía un pequeño porche de madera a la entrada, si hubiera estado acristalado sería acogedor, pero ahora mismo, arrasado por la tormenta, que había vuelto a recrudecerse debido a ese pequeño giro al norte que habían dado con el coche, se encontraba lejos de aquel estado.
El interior mejoró, el olor a madera antigua inundó las fosas nasales de la serbia, rancio y agradable, un fuego crepitaba al fondo de la amplia estancia, varios sillones, de vetusto aspecto se encontraban en el centro, y en el lado derecho, una puerta cerrada impedía el acceso al comedor. La mitad de las luces se encontraban apagadas, lo que indicaba que el número de clientes, distaba de ser elevado.
Un pequeño mostrador en la parte delantera, hacia las veces de recepción, y tras él, una mujer de mediana edad leía desganadamente un libro que tenía apoyado sobre el propio mueble. Pelo negro, media melena, quizás en su juventud hubiera sido atractiva, pero ahora se la veía delgada, y sobre todo, cansada.
La guerra había marcado muchos rostros, Senka los había visto durante años en la televisión, y a veces también en su ciudad, eran, desgraciadamente, lo más representativo de su país durante la última decada, y en esta, su región, las cosas amenazaban con complicarse nuevamente en otro conflicto.
Alzó la mirada, profunda y oscura, desde aquellas marcadas cuencas, y esbozó un gesto de sorpresa, ante la repentina aparición. Otra más que huía de la tormenta.
Con pasos seguros y serenos se adentró en aquella habitación, camino de la señora que estaba frente al mostrador. Tras una breve visual del solitario lugar se encaminó directamente hacia ella, reconociendo un estado que ella arrastraba durante ya dos días. Y los que le quedaban si no se espabilaba y se decidía.
Dacijaj. Hotel Dacijaj. Jueves25 - Abril - 1996, 17:12. Recepción.
La mujer le devolvió la sonrisa, cerró el libro, y lo depositó con mimo bajo el mostrador, echó un vistazo a la carpeta, luego dedico unos brevísimos instantes a las manos de la chica, para centrarse brevemente en sus hermosos ojos, prestando atención a lo que le decía.
Ivan aún no ha llegado, pero me advirtió de tu posible llegada su tono de voz era suave, arrastraba las uves con una sedosa cadencia, y tuteó a Senka de una manera que quedó muy natural llegará enseguida, últimamente anda muy ajetreado sonrío evocadora, habían sido muchas las horas que habían compartido, largar charlas sobre como seguir adelante, paciente y dedicado, acogiendo a aquella destrozada mujer que llegó del este, y luchando por recomponerla sin demasiado éxito, sólo el suficiente para que no se desmoronara.
Senka... bonito nombre le tendió una mano por encima del mostrador soy Ðurdica amplió la sonrisa, y sus rasgos se embellecieron de manera instántanea, seguía siendo hermosa tras el manto de tristeza que acababa de sacudirse.
¿Te apetece tomar algo mientras esperas? dejó su refugio tras el mostrador, vestía una larga falda de lana de color marrón, botas desgastadas asomaban bajo ella, y un confortable jersey con un tono ligeramente más claro que el de la falda, abierto el cuello. Invita la casa, por supuesto.
Hizo un ligero gesto de disculpa, y se acercó a la chimenea, junto a la cual, había un montoncito de leña que había pasado desapercibo a Senka en su primer vistazo Puedes sentarte más cerca del fuego si lo prefieres mientras hablaba, añadió un leño al fuego, hubo un pequeño chisporroteo, pero finalmente se calmo, y comenzó a devorar la madera con calma, pero de manera implacable.
Senka prestó atención a las palabras y gestos de aquella cálida mujer, sin que prácticamente cambiase su expresión, prudente sin ser fría. Creía saber con bastante precisión el motivo de que el hombre del que hablaban no parase últimamente, como le estaba diciendo distendidamente, pero eso no le hizo esbozar ninguna sonrisa, pues a ella seguía sin hacerle gracia nada relacionado con el asunto.
Durdica sonrío ante el cumplido dedicado a aquel salón que había sido lo más parecido a un hogar que nunca había tenido, podía culpar a mucha gente, pero ella sabía bien quien era la única responsable de su situación. Tal vez fuera posible arrepentirse, pero nunca olvidar.
La carretera para llegar aquí tiene demasiadas curvas y el lugar está demasiado alto, eso ayuda a que se mantenga la calma y tranquilidad en el pueblo, y, a pesar de que no es bueno para el negocio, lo prefiero así.
Apoyó la mano en la lisa madera de una de las ventanas, acariciándola, y mirando por ella durante unos instantes. Lanzó un suspiro y empezó a andar de nuevo hacia el mostrador.
Claro que puedes quedarte aquí, no suelo tener problemas de alojamiento, siempre opiné que este hotel es demasiado grande.
El sonido de un timbre teléfonico, grave y bajo en este caso, invadió la calma que destilaba la estancia, y Durdica, torció ligeramente los labios, en señal de disgusto, a pesar de necesitarlo, las llamadas siempre le traían malos recuerdos. Nunca tuvo a nadie a quien telefonear Disculpa
Rodeó de nuevo el vetusto mueble, y cogió el auricular de un viejo teléfono de color negro, oculto a la vista si no se descolgaba.
Hola... ¿qué tal Bracis?... me alegro... ¿hace una hora?...¿y se sabe durante cuanto tiempo?...vaya, no esta mal, ¿han dicho si empeorará?... uhm...claro...si, por supuesto, no habrá ningún problema...jaja...no podemos hacer nada contra la naturaleza... de acuerdo, cuando subas te tendré preparado un chocolate caliente...que más quisieras...esta bien...gracias, ten cuidado.
Colgó el aparato, y se giró, apoyando ambos codos en el mostrador, las mangas del jersey le quedaban ahora demasiado grandes, y sus manos casi se escondían en ellas, miró a la joven.
Han cortado los accesos al pueblo, por la tormenta, dicen que por lo menos un par de días, ya que la cosa seguramente las cosas irán a peor y la carretera está impracticable.
Senka atendió tranquilamente a lo que le decía aquella apacible mujer. Realmente aliviada de que hubiese conseguido solucionar lo de dormir, y descansar. Pues para ella no era ninguna tontería ese asunto.
Los grandes ojos de la dueña del hotel se entrecerraron, escrutando la reacción de la chica ante la noticia, pero enseguida desvió la mirada, no era asunto suyo, su transformación podía deberse a tantas razones que la especulación estaba de más.
Para los días que la desees
Se permitió una leve sonrisa, y concedió un momento de tregua abriendo un cajón en la parte interior del mostrador, del que extrajo un pesado libro, tapas azules oscuras, y las palabras registro de clientes, grabadas en la portada, o le dejó sobre el mostrador, sin invadir el espacio que ocupaba Senka. Cuando esta alzó la mirada, un bolígrafo había aparecido en la mano de Durdica.
Lo siento, no conozco a nadie con ese nombre, lo recordaría, pues Novisa era el nombre del primer novio que tuve, un chico guapísimo Aún así, abrió el libro, y recorrió las últimas hojas, arrastrando el dedo de nombre a nombre, sabiendo cual iba a ser el resultado de antemano, hasta el final.
No hay invierno que no nos pase un par de veces, aunque es raro... a estas alturas, pero tampoco descabellado hablaba pausada, como si tuviera todo el tiempo del mundo, a veces, se detenía, como si estuviera buscando la palabra adecuada simplemente has tenido un poco de mala suerte con el clima se encogió de hombros, intentando restarle importancia al asunto.
Dacijaj. Hotel Dacijaj. Jueves25 - Abril - 1996, 14:49. Recepción.
Fue justo después cuando la puerta del hotel volvió a abrirse, y una figura conocida para Senka, y bastante familiar para Durdica, apareció. Copos de nieve mancharon el suelo de madera cuando Lazovic sacudió el pesado abrigo negro que lo cubría hasta los pies, se quitó el sombrero que dejó tras una percha que, hasta ahora, había quedado oculta a la vista de la serbia.
Avanzó despacio, respirando pesadamente, mientras se quitaba los guantes, tenía la cara enrojecida por el frío, levantó la mano para saludar a la dueña del hotel, y brindó una sonrisa formal a ambas mujeres.
Durdica inclinó la cabeza ligeramente, Señorita Njego, me alegro de que haya venido repitió el saludo le aseguró que intentaré que su estancia aquí sea lo más agradable posible, y espero que le gusté el pueblo y su gente, es un lugar apartado, pero tiene su encanto.
Con inconfundible tristeza, y preocupación, Senka Njego intentó sonreír a la buena mujer. Aquel rostro apacible no tenía la culpa de sus penas, o de la situación, del nerviosismo, o del cansancio crónico acumulado en los dos largos días. ¿Quién era ella para fastidiar gratuitamente a una mujer que además de estar en su trabajo estaba siendo agradable?
Durdica asintió, y tras mirar a Ivan, se disculpó diciendo que tenía subir un momento a una de las habitaciones, dejando así total tranquilidad e intimidad para la conversación que pretendían mantener. Senka se fijó por primera vez en las escaleras cuando la dueña subió por las mismas, semiocultas al entrar al quedar ligeramente a la espalda de la puerta principal. Eran estrechas, tenuemente iluminadas, y de escalones relativamente altos, ascendían durante un pequeño trama antes de perderse de vista en un recoveco a la izquierda.
La chimenea, por supuesto contestó el hombre devolviendo la sonrisa, y extendiendo la mano para que fuera la chica la primera en buscar acomodo en los desocupados sillones a ver si consigo entrar en calor dijo una vez se hubieron acoplado, uno frente al otro.
Un fuerte golpé los sobresaltó a ambos, el contrafuerte de la ventana que tenían a su derecha había chocado contra la pared, al abrirse esta debido a una poderosa ráfaga de aire helado, provocando un escalofrío en el cuerpo desprevenido de la serbia.
El abogado se levantó deprisa, tras dirigir una mirada resignada a Senka, y procedió a cerrar la ventana, algo que consiguió no sin dificultades, debido al insistente viento Listo dijo con una expresión satisfecha, pero con las manos frías, por los que las acercó al fuego antes de volver a sentarse en el mismo lugar que antes.
Usted dirá señorita Njego
La miró expectante, había algunas cosas de aquella mujer que le intrigaban, sobre todo, el hecho de que Zvjezdan hubiera tardado tanto en hablarle de ella.
Senka asintió al señor del bigotito cuando expuso sus preferencias, por cierto que la serbia ya lo había adivinado, por el rabillo del ojo pudo comprobar que la recepcionista se marchaba, no sabía si a conciencia o por gestiones en su trabajo, pero lo agradeció igualmente.
Lazovic se recostó sobre el respaldo del sillón, la mano acariciando el mentón mientras pensaba en el alguna persona de las características solicitadas por la joven aparte de él mismo en este remoto lugar, pero, por lo menos, que él conociera, salvo su ayudante, no había nadie más que asesorara a la gente del pueblo.
Sólo yo y mi ayudante Stanko sólemos venir a resolver asuntos legales a Dacijaj, y ni siquiera tenemos aquí el despacho, sino en Pec, que es donde se encuentra él ahora.
Miró a la joven, comprendía la situación en la que se encontraba, no entendía que era lo que había pretendido Zvjezdan organizándolo todo de aquel modo, implicando a una persona que, aparentemente, no tenía nada que ver con él.
Pero, si desea asesoramiento legal, yo mismo puedo brindárselo, por lo menos de manera inmediata, luego usted será, por supuesto, libre de consultar a cualquier otro abogado de su confianza habló con seriedad, en su línea y lo haré gustoso señorita Njego, no necesita contratarme para que sea su consultor
El tintineo de la pequeña campanita sobre la puerta anunció un nuevo visitante en el hotel Buenas tardes... la voz, pertenecía a un hombre alto, de hombros anchos, treinta y tantos, barba bien cuidada y ojos pequeños y ligeramente hundidos, que, rápidamente, recorrieron toda la escena. En la mano derecha llevaba un maletín de piel negra, y en la otra, una sencilla bolsa de deporte, algo desgastado su oscuro azul.
Sale de escena hacia --------------> Jueves 25 Abril 1996
Dacijaj. Pueblo. Jueves25 - Abril - 1996, 18:39. Exterior del hotel Dacijaj.
Senka Njego regresa de escena ------------------> Jueves 25 Abril
Dacijaj. Pueblo. Jueves25 - Abril - 1996, 18:39. Exterior del Hotel Dacijaj.
La noche había caído sobre Dacijaj acelerada por la tormenta, que parece que había abandonado esa condición para convertirse en una ventisca que empezaba a ser peligrosa. La joven apenas podía ver unos poco metros a su alrededor, y el sonido del viento ocultaba el silencio que reinaba en el pueblo.
¡Nos han traicionado! El eco de una conversación se escuchaba a duras penas en el lugar donde deberían haber estado aparcados los coches, pero cuando Senka miró hacia allá, sólo acertó a distinguir dos siluetas recortadas contra la nieve que caía, alumbradas por la tenue luz de lo que parecía una linterna ¡Perros bastardos! fue la misma voz la que pronunció ambas afirmaciones Zvjezdan sabrá que hacer, no desesperes hermano y vayamos a buscarlo para advertirle otra voz, esta vez con un acento mucho más cerrado, fue la que intervino, y ambos hombres se movieron para acercarse a la posición que ocupaba Senka, la cual quedaba ligeramente oculta gracias al improvisado porche, pero pudo distinguirlos con más claridad.
Ambos vestían con uniforme militar, pero, había algo extraño en ellos, Senka había visto demasiados bien de cerca como para detectar enseguida que estaban totalmente fuera de lugar, le recordaban a los que vestían algunos soldados de la Segunda Guerra Mundial. Pero no tuvo demasiado tiempo de pensar, pues el que iba primero, tras la inconfundible detonación de un disparo, terminó en el suelo con la cabeza reventada de un tiro en la nuca.
Aún tenía el brazo en alto el asesino cuando su cabeza se volvió para mirar fijamente a Senka, la cual parpadeó un par de veces sin poder evitarlo.
Los coches se encontraban casi cubiertos en su totalidad por la nieve cuando volvió a enfocar la vista.
Tirada: 1d20
Motivo: Educación
Dificultad: 15-
Resultado: 8 (Exito)
La chica de Djurakovac tenía bastante frío. La consecuencia a salir, aparte de una ligera mejora del estado del ánimo, había supuesto una bajada de su temperatura corporal, producto de que no había ninguna radiación solar que ralentizara un poco el proceso de enfriamiento exponenciado por la ventisca.
El tiempo pasó para Senka, sus lágrimas se mezclaron el sabor de los restos de vómito de su boca, sus músculos se fueron relajando poco a poco una vez desfogada la tensión contra la mochila, obligados por los principios de espasmos que empezaba a sentir, víctima del frío y la ansiedad.
La nieve se acumulaba en la luna delantera del vehículo, y desde su posición no veía siquiera la pared del hotel que tenía a menos de cinco metros, de vez en cuando, una ráfaga de viento más fuerte que las demás mecía ligeramente el coche.
Pero lo que la hizo salir del pequeño refugio que había improvisado, fue un desagradable olor que provenía del interior del propio coche, al principio le pareció que era sangre, pero diferente al que poco instantes antes había olido en el interior del hotel con el disparo al anciano abogado, olía a descomposición.
Se removió en el asiento, y al hacerlo, sus pies emitieron un ligerísimo chapoteo y el levantarlos un poco del suelo, el olor se hizo más intenso, y vio sus botas impregnadas de un espeso líquido de color oscuro.
Pero no había demasiada luz como para saber de que se trataba.
Había dejado de vomitar. Estaba consiguiendo parar los temblores poco a poco y con esfuerzo. Pero el mareo era otra cuestión…. no se iba a aplacar con el olor que amenazaba con poseer totalmente el que se había convertido en su espacio vital.
No tenía muy claro dónde acabar el post...
Sale de escena hacia --------------> Jueves 25 Abril 1996