Partida Rol por web

El nuevo día daba la bienvenida con un sol radiante a los nerviosos estudiantes que pronto empezarían sus clases en la Preparatoria Seirin, de la misma manera que el director saludaba a los nuevos con un manido discurso sobre la responsabilidad, el valor del esfuerzo, el proyecto de futuro y la idea de crecer todos juntos como una gran familia. Nada nuevo en el horizonte y a pesar de todo, fue un discurso bastante motivador aunque probablemente lo hubiera sido cualquiera que diera pie a esa nueva etapa en la que el peso de sus decisiones empezaba a tener un cierto valor. Aún así, el discurso fue lo suficiente corriente como para que algunos alumnos empezaran a perder la posición de firmes y se oyera algún que otro cuchicheo en la sala, sonido que fue acallado de inmediato ante las últimas palabras del director.

- Ahora el mejor alumno de vuestra promoción quiere deciros unas palabras antes de dar por finalizada la sesión de bienvenida. Komatsu Ren-san, por favor.

Se hizo el silencio en la sala cuando el chico se acercó al estrado, silencio que siguió durante un minuto entero mientras el chico miraba el techo. Los profesores tosían, nerviosos, mientras que algunos alumnos arrastraban los pies y se miraban entre ellos vocalizando "¿a este que le pasa?" claro que algunas chicas estaban demasiado ocupadas admirándolo desde lejos como para que les importara que se entretuviera en el atril.

- No queda mucho que decir, creo que el director me robó el discurso - era difícil saber si bromeaba, pues su tono era totalmente serio. Por suerte para él, el hombre pareció tomárselo a broma y asintió con una sonrisa en los labios -. No os conozco y no me gusta decirle a la gente lo que tiene que hacer pero supongo que lo que nos jugamos aquí es nuestro futuro académico así que ya sabéis... seguid así.

Todo esto fue pronunciado con la vista clavada en el techo y un tono algo aburrido antes de que el chico hiciera una leve reverencia y se retirara de nuevo.

El director carraspeó antes de tomar un momento el sitio.

- Espero que paséis un buen primer día de clase y un buen curso. Dirigiros inmediatamente al aula para que den comienzo las clases.

En una de las primeras filas de butacas de aquel salón de actos estaba Mila, cruzada de brazos y piernas. Acostumbrada a escuchar siempre lo mismo en este tipo de discursos, se quedó pensando en sus cosas, haciendo caso omiso al director. Lo siguiente que anunciaron fue al "mejor alumno de primer grado", cuyo discurso fue muchísimo más breve.

— Y ahora a buscar el aula...

Se dijo a si misma, levantándose del asiento y comenzando a dirigirse a la que a partir de ese día sería su clase. Mientras caminaba no le preocupó en absoluto si la gente la miraba o no, vale que era una cara conocida, pero no una celebridad. Subió las escaleras y accedió al aula 1B, en la cual le había tocado estar en este curso. Al parecer fue una de las primeras personas en entrar.

Seguramente luego el profesor asignaría los sitios bien por orden de lista o por cómo a él le diese la gana, pero Mila ya se fue agenciando el sitio de la última fila, junto a la ventana. Mirando de brazos cruzados al exterior, se puso a pensar en sus cosas.

— Espero que "la pública" merezca la pena...

Francesco llevaba varias horas levantado antes de que empezara la escuela. Había aprovechado el tiempo de sobra para entrenar un poco, como era usual, y prepararse mentalmente. Nada iba a ser igual y lo sabía, tenía una misión que cumplir. Después de unas largas horas dándole distintos tipos de golpes a un saco de boxeo, Francesco se dio una ducha, se puso el uniforme del colegio, tomó un rápido desayuno y marchó hacia la escuela.

Supuso que debía esperarla, ya que irían juntos al colegio a partir de ahora. Pero luego negó con la cabeza, nada malo podría ocurrirle en el camino. Además, seguramente la llevarían en auto o algo así. Decidió darse prisa y comenzó a correr hacia la escuela. Llegó un poco tarde en comparación a los demás estudiantes, justo para el "discurso" de Ren Komatsu. 

Parecía ser uno de los nuevos, pero a Francesco ya le caía mal. No era nada personal, simplemente el tipo le parecía un engreído. Al terminar con su discurso, Francesco se apresuró a ir a su aula, que ya tanto conocía. Fue corriendo a la gente con sus hombros para hacerse paso, cosa que le daba bastante resultado debido a su gran altura comparado con los demás, quienes eran un poco más bajos.

Al llegar al aula, la pudo ver de inmediato - Milena Bublik-Aomine... - Pensó para si mismo, mientras levantaba una ceja.

Siguió caminando hacia ella, sin saludarla. El contacto entre ellos había sido escaso, casi nulo. Dejó la mochila sobre el banco de una manera brusca y se sentó detrás de Mila. 

-Buenos días, señorita Bublik - Dijo casi con fastidio, mientras intentaba acostumbrarse a llamarla de esa manera.

Cómo se imaginaba, no tardaron mucho en reconocerla. Dejó de admirar las vistas que una ventana de clase puede ofrecerle para observar con detenimiento al chico que la saludó de modo... ¿Educado? Puede, las palabras sí, más el tono utilizado no demasiado. Pasó sus ojos de arriba a abajo; alto, pálido, occidental...

— ¿De qué me suena este chico...?

Su mente seguía dando vueltas, tratando de ponerle nombre a aquel rostro... Viendo un resultado nulo, decidió preguntar cómo las personas normales. — Tu cara me resulta familiar... ¿Nos conocemos de algo? — Preguntó confusa, con una ceja levantada.

Francesco no se inmutó ante la pregunta de Mila, supuso que la chica preguntaría algo del estilo. Sin embargo, no se apresuró para contestar, en cambio, prefirió analizar el rostro de Milena con atención, manteniendo su mirada fría y distante. Era bonita, en lo que se podía decir, tenía esa extraña combinación de los rasgos japoneses de su madre y los rasgos ucranianos de su padre. Era una combinación un tanto interesante.

-Francesco Di Gennaro, señorita Bublik - Dijo simplemente como si respondiera todo - Y ahora que sabe mi nombre, creo que ya se da cuenta de mi función ahora en adelante.

El apellido del chico daba vueltas en la pequeña cabecilla de Mila. Sabía lo que significaba, y no podía ser ninguna coincidencia que, a demás de apellidarse de ese modo, la tratase de usted.

— Mira que les dije que no lo necesitaba...

Y aún así, por mucho que insistió Mila, le habían puesto un guardaespaldas. Una de las razones por la cual aquello le molestaba es lo que podría decir la gente, si esa mitad de personas que le tienen un odio injustificado solamente por su clase social (siempre hay de esos) ya la veían cómo una niñata, ahora con el guardaespaldas...

— Bueno, tal vez le obligó la familia para seguir la tradición.

También era una posibilidad, aunque menos probable. Mila continuó en su sitio, mirando al chico con las piernas cruzadas. No parecía agradarle mucho la idea de ejercer de guardaespaldas. — No es necesario que me trates de usted. Llámame simplemente Mila.

Tras mis deberes y oraciones de la mañana, desayuno frugalmente y me pongo en camino hacia la escuela, llevando puesto mi nuevo uniforme.

No presto atención a los demás estudiantes que me voy encontrando. Ya estoy acostumbrado a ignorarles. Voy medianamente rápido y me coloco en mi lugar para la ceremonia de principio de curso, firme hasta que terminan los discursos.

Busco mi clase sin hablar con nadie, solamente pensando en mis deberes de la tarde. Al entrar veo a una chica con pinta de extranjera hablando con un chico alto de pelo negro. Mi mirada se detiene en ellos un momento antes de dirigirme hacia mi pupitre, cercano a la ventana y sentarme allí para luego sacar una libreta y comenzar a dibujar en silencio.

Tras la respuesta de Mila, Francesco asintió levemente sin decir nada más. En primera impresión Milena no parecía tan mala como pintaban, pero no dejaba de ser una ricachona. Pero pese a su fortuna, la chica parecía tener ciertas actitudes extrañas, como por ejemplo, preferir ir a una escuela pública cuando tranquilamente podría permitirse asistir a la mejor escuela de Japón. Además, el hecho de que quisiera que la tratase de "Mila" en vez de usted levantaba muchas sospechas.

Apartó sus pensamientos de su mente. Francesco debía concentrarse en su trabajo y nada más. Giró su rostro levemente para observar como poco a poco los estudiantes, en su mayoría algo nerviosos, entraban al salón y se iban acomodando en los asientos. Pudo observar como claramente un estudiante con el pelo negro bastante largo entraba sin prestarle atención a nadie, pero frunció levemente el ceño al ver que el sujeto los estaba observando a Mila y a él.

Sin embargo, se fue inclinando hacia atrás para apoyar su espalda contra el respaldo de la silla, sin mirar a Mila ni a los demás estudiantes, clavando su vista en cualquier otro punto fijo del aula, absorto en sus pensamientos.

-mi primer dia y llego tarde no puede ser- me digo y yo llego tarde al discurso, ni siquiera alcanzo lugar, no me hayo bien aqui...

me cuesta algo de trabajo entender que dicen las personas aun, pero confio en que tarde o temprano los entendere mejor el dialecto... oigo el discurso y la verdad no se que veia el estudiante estrella en el techo, pero creo que el Director era mas emotivo que el...

busco perdidamente el aula que me toca... y como acostumbro, llego tarde... me perdi unos 10 minutos buscando el salon de clases... incluso entre vergonzosamente a clases que no me correspondian... y suspirando añado -no conozco a nadie aqui... haber como me va... me siento incomodo... la gente se ve muy diferente aqui... la Nacion Tecnologica, segun dicen...- me encojo de hombros y finalmente llego a mi aula... y paso al interior del salon sin llamar la atencion y me siento en un pupitre en la esquina mas cercana a la puerta para ver el pasillo de afuera... ahi me quedo callado y no digo mas de momento... no quiero dar una mala imagen en mi primer dia... aunque creo que es tarde para eso... y mascullo  para mi... -que lejos estoy de mi casa ahora...-

Kaito no prestó mucha atención al discurso del director del centro. Básicamente, decía lo mismo que todos los directores decían todos los años a principios de curso. ¿Usarían todos el mismo discurso, o era mera coincidencia? No podía saberlo, ya que hacía tiempo que había dejado de prestar atención a este tipo de eventos...

Kaito se había sentado al lado de su hermana Minami, que a su vez se había sentado al lado de unas amigas suyas a las que el chico no conocía demasiado, pero que sí recordaba haberlas visto en más de una ocasión. Durante este curso, su hermana y sus amigas serían sus compañeras de clase. Algo lógico por otra parte, puesto que eran mellizos. Su hermana sí estaba prestando atención durante el discurso, pero Kaito no lo hizo hasta que Ren Komatsu, supuestamente el mejor alumno de la promoción, habló. Habló... pero dijo bastante poco, y Kaito lo agradeció, aunque le extrañó bastante.

Cuando hubieron salido del salón de actos, Kaito siguió al lado de su hermana y sus amigas, sin decir una sola palabra pero escuchando todo lo que sucedía a su alrededor, hasta que finalmente llegaron al aula que les había sido asignada.

Estrenando su nuevo uniforme, cartera en mano y muchos nervios e inquietudes, Yumei Tanaka se dirigió a paso ligero hasta la preparatoria Seirin. Una vez allí, escuchó con atención el discurso del que sería su director, los primeros cinco minutos... Después, se dedicó a otear el horizonte intentando tratar de descubrir con quienes coincidiría en clase, y así matar el tiempo.

Finalizado el extenso y monótono discurso, subió un chico bastante serio que apenas dijo más de dos frases. Al estar despistada, en su mundo de yupi, no había oído al director presentarlo. Aunque tampoco le llamó especialmente la atención, para el gusto de Yumei era pasota y ya él tenía una legión de admiradoras, así que no tenía intención de engrosar la lista. ¡Me abuuurro! Voy a anquilosarme de estar tanto tiempo quieta... Pensaba la chica, mientras se entretenía moviendo los pies juntando las punteras de sus zapatos.

Por suerte, aquella tortura no duró mucho más, y el director los mandó a sus aulas. -¡Aleluya! - exclamó, y aunque en realidad era más un pensamiento que otra cosa, lo pronunció en voz alta, pero entre tanto movimiento del alumnado, había pasado desapercibido para la mayoría, excepto la gente cercana que la miraban cómo si estuviese loca.

Encogiéndose de hombros, se escabulle entre los pasillos, y aunque hacía un gran esfuerzo por no correr, estaba casi brincando mientras esquivaba alumnos buscando el aula 1-B. Entrando triunfalmente, a medida que una gran sonrisa de oreja a oreja se formaba en su rostro, a la par que se iluminaba de emoción. ¡Ya había gente dentro! Los que pasarían a formar parte del grupo de clase, no veía la hora de presentarse e ir haciendo amistades.

Inspiró hondo y les dijo a todos rebosando alegría por todos sus poros. -¡¡Buenos díaas a todos!! - en realidad no sabía si llegaba tarde o no, no le preocupaba especialmente. -Mi nombre es Yumei, ¡y espero que nos llevemos todos genial! -  imaginaba que las presentaciones vendrían con el profesor, pero no podía reprimirse, le parecía raro sentarse en un pupitre sin más y no decir ni "mú" -Aunque luego nos presentemos más oficialmente, me hace tanta ilusión, ¡que no he podido esperar!- dice mientras se rie, dándose un golpecito en la cabeza. ¡Hecho!

Y así, aleatoriamente y aún sonriente, se dirigió a los pupitres centrales, uno que tuviera ventana, le encantaba distraerse mirando el cielo o cualquier cosa que se moviese. Cualquier excusa era válida para paliar el aburrimiento.

Mila se hundió en sus pensamientos casi a la vez que su guardaespaldas, con la mirada en la ventana.

— ¿A que ahora me llamarán Whitney Houston...?

Pero al poco rato, llegó una chica cuya estúpida presentación sacó a Mila de su ensimismamiento. Pestañeó un par de veces, entreabrió la boca e hizo un pequeño facepalm. 

— No está mal querer hacer amigos, pero... ¿Eso?

Una vez perdida la concentración, le resultaría difícil volver a su estado de trance, así que opta por charlar un poco con la persona que a partir de ahora tendría todo el día pegada al culo. Se giró una vez más, observando a Francesco. — Y bueno... Háblame de ti. A partir de ahora creo que pasaremos bastante tiempo juntos y me gustaría conocerte un poco.

Francesco se quedó un rato largo pensando, hasta que los gritos de una chica que llegaba al salón lo despertó de su trance. La observó con atención, parecía de esas hiperactivas energéticas que quería llevarse super-bien con todos. La típica chica que lograba sacar de las casillas a Francesco. No le prestó mucha atención, seguramente la chica tendría más intereses en charlar en otra chica que con él.

Vio llegar a un grupo de chicas y un chico algo solitario, aunque estaba al lado de una chica en especial. Los observó con detenimiento y pudo comprobar que se trataba de un par de gemelos. Francesco observó al chico con atención, casi diría que se parecía a él con unos años menos. 

Hasta que Mila habló, quien al juzgar por las miradas de reojo de Francesco, también estaba analizando al resto de los estudiantes a medida que llegaban. La pregunta no le hizo mucha gracia, pero veía que Mila tampoco la estaba pasando muy bien con la idea de tener un guardaespaldas.

-Hmmm... - Gruñó en voz baja - tengo 17 años, mi familia trabaja para la tuya y soy tu guardaespaldas - Dijo de forma sarcástica, pero manteniendo su usual seriedad.

yo estaba en lo mio cuando algo repentinamente capta mi atención...

veo por el pasillo llegar a aquel pequeño angel que entra al salon de clases, portando una sonrisa y una actitud tan positiva que me alegra el día... cuando escucho su nombre "Yumei" en medio de tanta alegre algarabia supe que al salon habia entrado una personita muy especial...

entonces cuando ella nos saluda a todos yo me rio levemente y correspondo a su saludo moviendo la mano con una sonrisa -Encantado Yume-Chan, yo soy Bary...- n_n

me quedo gratamente impresionado... y solo la veo pasar a su pupitre con una jovialidad soñadora que pocas veces me habia encontrado antes... mas tarde hiria a saludarla mejor, por ahora ya con una sonrisa espero a que llegue el profesor(ra)... y juntando mis manos y girando mis pulgares pienso sonriendo -este instituto tal vez sera bueno para mi- 

- Bueno, veo que Tanaka-san se me ha adelantado.

La voz risueña pertenecía al hombre que estaba entrando por la puerta justo detrás de Yumei. Observó con una ceja levantada como todos los alumnos habían buscado asiento por su propia cuenta.

- Eso va a durar poco chicos, pero antes de ponernos serios me gustaría que nos conociéramos un poco, por eso de romper el hielo. Así que vamos a apartar todas las sillas a los lados y nos vamos a sentar en círculo en el suelo - esperó a que los alumnos siguieran sus instrucciones antes de continuar. Al sentarse él también, sacó una pelota hinchable que había estado ocultando a su espalda -. Va a ser tan sencillo como que quien tiene la pelota se presenta y dice algunas cosas de si mismo antes de pasarla a un compañero. Veamos, mi nombre es Takami Haru, tengo 25 años y también soy nuevo en este colegio. Me gustan los chocolates con almendras que venden en la pastelería Ori y odio las injusticias. Tened presentes las dos cosas - concluyó con una sonrisa antes de pasarle la pelota a Kaito.

¿Una pelota hinchable...? ¿Qué clase es esta...? Kaito no podía salir de su asombro cuando el profesor, que acababa de entrar por la puerta, les hizo sentarse a todos en el suelo, en círculo, y además sacó una pelota diciendo que iban a presentarse por turnos pasándosela. Era todo bastante raro. Ese tipo de profesores que intentaban hacerse los modernos... Kaito no sabía qué pensar de ellos.

Por desgracia para el chico, el profesor le pasó la pelota a él el primero.

-Uhm. - dijo, cogiéndola al vuelo. - Mi nombre es Koizumi Kaito, y... supongo que... me gusta leer. Lo que más odio son las mentiras.

Tras una respuesta bastante escueta, Kaito le pasó la pelota al chico del pelo largo y negro*.

Cuando una de mis nuevas compañeras entra y se presenta en voz alta miro hacia ella y niego con la cabeza "No parece que vaya a ser una clase tranquila..."

Para confirmar mis sospechas, el sensei al entrar y presentarse nos pide que nos sentemos en círculo, pasandonos una pelota hinchable para conocernos mejor "Juegos de críos, lo que faltaba". Escucho la presentación de Kaito-kun, bastante escueta y concisa.

Recibo la pelota y me aclaro la voz antes de responder -Me llamo Kazuma, es un placer conoceros a todos- inclino levemente la cabeza - Me gusta el arte, en particular la pintura y la música, la meditación, no me gustan para nada los ambientes ruidosos ni los gatos, eso es todo - le paso la pelota a la chica del pelo rojizo.

Mila puso cierta cara de vinagre por el modo en el que le contestó Francesco, estaba claro que a él le hacía tan poca gracia ejercer de guardaespaldas cómo a ella tenerlo. Lo que terminó por culminar lo que llevaba de mañana fue la aparición de un joven profesor con una de esas iniciativas "superchachis" dignas de una película americana de las malas.

Antes de sentarse en el círculo, sacudió un poco el suelo que iba a entrar en contacto con sus posaderas y miró a los demás, escuchando atentamente (aunque sin interés alguno) cada presentación. Primero fue el profesor poniendo un ejemplo, que se la pasó a un chico incluso más aburrido que el del discurso inicial, éste se la pasó a un chico que no le gustan los gatos (¿cómo es eso posible?) que, finalmente, se la pasó a Mila. Durante una milésima de segundo sus ojos dirigieron una mirada fulminante a Kazuma, pero enseguida se presentó.

— Yo soy Mila Bublik, vengo de Ucranía. Me gusta dibujar y practicar yoga, pero odio a la gente que se cree importante sin serlo. — Dijo de modo casi automático, cuanto antes acabase, mejor. Y tras su breve discurso, le pasó la pelota a Francesco, sin tan siquiera mirarlo.

— Hala, por borde.