Partida Rol por web

Dejando atrás a sus compañeros, Otto persiguió al asaltante que estaba intentando escapar. Siguiéndolo por los pasillos de la fortaleza, el hombre cosiguió escabullirse hasta llegar a un pequeño templo, donde entró a refugiarse.

Otto siguió los pasos de aquella figura hasta el interior del templo. Hasta ese momento no se dio cuenta de que los demás no le habían seguido. ¿Que habrian hecho? ¿Donde estarián? Aunque no le resultaba de su agrado tener que colaborar con los enemigos de su pais debia reconocer que tarde o temprano necesitaría de su ayuda para salir de aquel lugar.

La llegada de Otto provocó una cierta curiosidad, y también, por lo que le pareció, un cierto disimulado nerviosismo entre algunos jóvenes sacerdotes en el interior. El hombre que perseguía, si aún estaba allí, debía de haberse escabullido o haberse escondido en alguna parte porque le había perdido de vista. Una sacerdotisa de cierta edad salió de uno de los laterales y se acercó a él con decisión.

-Las enseñanzas de nuestros antepasados son para todos los que quieran acercarse a ellas, pero una espada no es el mejor instrumento de instrucción.-dijo, mirándo desaprobadoramente el arma que llevaba.

- Maldición.- se enfadó consigo mismo por haber perdido al asaltante

- Llevais razón señora pero el impetú me pudo. Debo pediros perdón. - Otto dejó la espada apoyada contra una columna. - Hace unos instantes una mujer con la cara cubierta ha atacado a unos pobres inocentes y el deseo de atraparla y darle escarmiento me ha traido hasta aqui siguiendo sus pasos. ¿Habeis visto a alguien de esas caracteristicas?-

-Si algún malhechor ha venido aquí no se ha presentado como tal.-Contestó la mujer. Los jóvenes novicios intentaban, por su parte, volver a sus tareas, aunque Otto observó que ealguno de ellos intentaba evitar su mirada.-Ahora, váyase inmediatamente. Este no es sitio para que tenga usted su venganza.

De acuerdo respondió secamente marchandose de aquel lugar. El asaltante habia logrado escapar definitivamente. Otto se preguntó que habría sido de los demás. El impetú por alcanzar a aquel hombre le había podido y ahora estaba solo en aquel lugar ¿que podría hacer?

Los demás habían hablado de aceptar la propuesta de Dahlig, y Otto se dirigió en su busca al puerto aéreo donde habían atracado los barcos la noche de su llegada. El barco del Dominio Vytautas era fácilmente localizable, con su diseño tan claramente diferente de los demás atracados allí, casi todo del Dominio Karlim. Buscó con la mirada algún medio de transporte, una pasarela, un transbordador, o alguna manera de alertar a la tripulación de su presencia, pero antes de hacerlo, el guarda de la entrada del puerto se fijó en él. Saliendo del cubículo de vigilancia se dirigió hacia Otto. Otto notó que dirigía una mirada curiosa hacia sus ropas, aunque intentaba disimularlo para no resultar descortés. Las ropas terrestres probablemente resultaban extrañas para él, pero probablemente estaba acostumbrado a la visita de gente de lugares extraños con cierta frecuencia y parecía que en este lugar, si la presencia de viajeros de otro mundo era conocida, su aspecto aún no había sido demasiado difundido.

-Caballero, disculpe, pero tiene que presentar su pase cada vez que entra y sale del puerto.-Dijo el guarda. El tono y las palabras eran cordiales, más que una advertencia o recriminación parecía un simple recordatorio, pero eso no significaba que no fuese un problema. Si sus compañeros estaban allí, Otto no tenía ningún pase que le permitiese acceder.

Ehm. El pase. Claro. El pase. disimuló buscarlos por sus ropas. Ah! Maldita sea. Creo que me lo he dejado en otro lugar. Mire, acabo de entrar a trabajar como parte del servicio en un barco del Dominio Vytautas. De ahí mi extraña apariencia. Es una exigencia del contrato. Otto se encogió de hombros y recordó momentaneamente una obra de teatro a la que asistió en una ocasión. En aquella representación al protagonista le suplantaban la identidad y debía demostrar que no era culpable de las acusaciones que sobre él pesaban. Había una escena muy similar a la que ahora estaba viviendo él mismo.

He debido dejarme el pase en mi ropa. ¿Sabe usted donde está atracado el barco Vytautas? Mi pase está allí. esbozó una amplia sonrisa pidiendo algo de comprensión al guardia

Otto era un maestro mintiendo, pudo ver que el guarda le creía sin problemas, pero la cuestión era, ¿qué iba a hacer al respecto? ¿Le negaría aún así la entrada? El guarda dudó durante un momento, pero luego negó con la cabeza.

-Lo siento pero no podemos hacer excepciones. Llamaré a su barco y pediré que alguien recoja su permiso, o tendrá que solicitar otro pase.-Se dirigió a su cubículo, donde Otto pudo ver varios controles, y lo que supuso sería un instrumento de comunicaciones, y se puso a transmitir al barco Vytautas la situación de su despistado sirviente.

Claro, claro. Lo entiendo. dijo servilmente Siento las molestias de verdad. Haga usted loq ue tenga que hacer yo esperaré ahí. Otto buscó rapidamente un lugar que indicar al guardia. No un lugar cualquiera. Como buen prusiano no confiaba demasiado en los planes improvisados y siempre había que tener un plan B. Otto pensó en colarse en el puerto mientras que el guardia llamaba al barco.

Desde el barco parecía que estaban discutiendo con el guarda. Otto supuso que la noticia del "sirviente despistado" los había sorprendido, y ahora el encargado de las comunicaciones estaría intentando alargar la cosa mientras los demás decidían que hacer. Por su parte, Otto ya había decidido. Silenciosamente, se apartó de la puerta de la cabina mientras el guarda conversaba por el aparato de comunicaciones, y una vez fuera de la vista, donde ya no podría ser alertado por su movimiento repentino, echó a correr hacia una barca flotante que había amarrada cerca, confiando en que los controles no estuvieran más allá de su capacidad.

Aprovechó el aparente barullo en el que había metido al guardia para pasar por debajo de una valla. Se agachó cuando áquel no miraba y estaba de espaldas. En seguida se mezclo con un grupo de trabajadores que al principio lo miraron con cara extrañada. Aquella era la parte sencilla. Ahora debía encontrar la forma de llegar al barco. Caminó esquivando como pudo miradas inquisitorias y llegó hasta una especie de barcaza que flotaba en el aire presa de algun tipo de ingenio propio de aquel planeta extraño. Otto subió decidido. No habia otra forma de llegar.

La adrenalina del escape del puerto había quedado atrás, los tripulantes deambulaban por doquier y no fue difícil para Lady Alma encontrar un momento en el que poder hablar a solas con Otto. 

-¿Que crees que debemos hacer?- le susurró la chica británica a su camarada -Podemos jugar a ser una gran familia, después de todo parece que nos necesitamos unos a otros para intentar volver a nuestro mundo. O podemos intentar hacernos nuestro propio hueco en este lugar y volver a la tierra por nuestra cuenta- 

-Ellos- continuo, haciendo un ademan con su cabeza -parecen haber hecho buenas migas con esta tal Daligh, es posible que sea nuetsra oportunidad para posicionarnos a favor de el Dominio Madissim. Los dos que me acompañan y aquel que nos entrevistó allí parecen bastante competentes. Quizá podamos establecer una relación beneficiosa para ambos, sobretodo para nosotros, después de todo son la potencia dominante... o lo eran hasta hace muy poco.-