Partida Rol por web

Javier corría jadeante por el pueblo. Sabía que no era atlético y que si le perseguían no tendría posibilidad así que pensó en refugiarse en una casa. Una de ellas le llamó la atención sin saber explicárselo y probó suerte a abrirla. Entró en su interior pero soltó un grito cuando vio una habitación sórdida y terrorífica. 

Una gran cama la presidía y en torno a ella había pócimas y bebidas llenas de polvo y moho. 

Pero lo más terrorífico era una especie de muñeco de peluche que para colmo le habló cuando entró: 

- ¡Mira que listo el Grimón! ¡Igualito que su tatarabuelo!

El muñeco se quitó la cabeza y Javier vio a una anciana sin dientes dentro del muñeco. ¿Cómo había sabido cuál era su tercer apellido? 

- Tu tatarabuelo fue un gran sabio llamado Serafín Grimón que descubrió los secretos del placer e hizo un autómata que llegó hasta la Corte incluso. El muñeco... se ha roto... pero yo sé hacer de él muy bien y junto a esas esencias que tienes ahí conseguiremos que una vez por noche, quien elijas, pase aquí en el laboratorio todo un día a salvo. ¡Pero cuidado de no meter aquí a quien ya ame a alguien o todo este lugar se verá comprometido! 

- Esto no puede ser... esto no está pasando... esto no tiene sentido... -

Como alma que lleva el diablo corro despendolado hacia la protección que ofrecen las casas de Castroviejonegro. La criatura, salida de lo más profundo de las pesadillas colectivas del ser humano desde tiempos inmemoriales, es real. Tan real que ha cortado en dos al pobre Bruno. Pero no puede ser, no puede estar pasando, no tiene sentido. ¿Como algo así puede existir?

Mis ajetreados jadeos interrumpen el hilo de mis pensamientos, que pasan a centrarse en tratar de mantener el ritmo y no morir de un colapso pues, seamos honestos, no soy precisamente el arquetipo atlético.

- ¡Una puerta abierta! -

Sin dudarlo un segundo salto hacia el umbral que me acoje en la oscuridad de su interior. Pero hay algo sobre esta casa en particular que ha hecho fijarme en ella además de la invitación de guarecerme en su interior. Algo que me llama, que me invita a entrar desde lo más profundo de mi subconsciente.

Y entonces lo veo. Y me habla.

Me quedo de piedra. Gélido, inmutable, como el muñeco debería haber sido. No puedo sino asentir en silencio. Como reconociendo una gran verdad universal que no puede ser negada. En un instante, lo entiendo todo. Esto es un juego. Pero no uno cualquiera, ni uno en el sentido literal de la palabra. Es el juego eterno entre la Luz y la Oscuridad. Entre el Bien y el Mal. Y yo he sido escogido para librar esta batalla, para asegurarme de que las tinieblas no triunfen sobre la luz.

Asiento lentamente.

- Así haré - comunico tal vez más solemnamente de lo que debería dadas las extrañas circunstancias que me envuelven.

Antes de irse una de las ancianas que formaban el cortejo fúnebre se dirigió a Javier. Su boca hueca la desvelaba como el Muñeco Grimón y le dijo a Javier en un susurro: 

- Dime si quieres que alguien pase la noche y el día de mañana en el burdel, ajeno a lo que ocurra y a salvo de todo lo que pase. 

Nadie pasará la noche en el burdel pues. 

Me dejo caer sobre un viejo taburete mientras resoplo un sonoro suspiro.

Ha sido un día largo, duro y horrible. Un día que, a buen seguro, no olvidaré. Pero algo en mi interior me dice que esto no ha hecho más que empezar.

Miro a la ajada marioneta que me observa en silencio desde el otro lado de la habitación.

- Aún no me fío de ellos. De ninguno en particular percibo gran confianza. - Me encojo de hombros como queriendo convencer a mi inerte interlocutor de que mi elección es justificada. 

- Mañana será otro día... espero -

Javier sabía que si quería meter a uno de sus compañeros de burdel, debería ser esta vez más rápido. 

La hora de la estrategia ha llegado. Si queremos salvar nuestras almas de los licántropos, debemos actuar. Ya han caído dos humanos inocentes, y algo en mi interior me dice que no serán los últimos.

Alzando la cabeza levemente hacia la ajada marioneta, musito dubitativo un nombre.

- Susana -

Espero no equivocarme...

En un momento, los pesares de la realidad quedan no obstante de lado ante el avance implacable de la naturaleza adolescentil, y los oscuros pensamientos de mi mente son reemplazados por la imagen de Su.

- Al fin y al cabo, esto es un burdel... y mi labor es ser canalizador los placeres carnales... -

Una media sonrisa entre tímida y pícara se dibuja en mi rostro ante tal perspectiva.

La Vieja Grimona bebía mucho agua quitada la cabeza del muñeco con el que había estado dando placer a Susana todo el día. 

Mmmm, me gusta, me gusta... decía haciendo que Javier se preguntara si en verdad aquel sabio inventor se apellidaba Grimón o el nombre le venía de la grima que daba

¿A quién meterás esta noche conmigo? 

Medito pausadamente los acontecimientos de los últimos días. Algo en las actuaciones del licántropo hoy ajusticiado me hace recapacitar. Ayer no murió nadie, y la razón fue que otro de los nuestros empleó sus dones cabalísitcas para impedirlo si hemos de interpretar a pies juntillas el libro del Obispo. Y a juzgar por este lascivo muñeco que me consume con sus viciosos ojos, este códice centenario no parece errar en ningún punto.

- Y de todos mis compañeros, ¿quién podría haber sido poseedor o poseedora de dichos conocimientos? ¿y porqué querría salvarle o salvarla? - pregunto sin esperar respuesta al muñeco

- Bueno, la respuesta a la segunda pregunta es clara: ayer debió ser objetivo de los lobos, con lo que no sería de extrañar que hoy fuese a serlo de nuevo. No podría defenderse esta vez y sería otra muesca en el hacha del maligno. Así que en mi mano está evitarlo por todos los medios posibles. -

- Y repasando lo vivido, creo que es Hermion quien posee dichos conocimientos. Así por tanto, si estoy en lo cierto, una inocente podrá vivir un día más para seguir nuestra batalla contra las bestias. -

Pienso por un momento en el cuerpo de la joven y pongo una mirada picaresca.

- Además, me muero por conocer que secretos y pasiones ocultas de la carne se esconden tras esa fachada de puritanismo monjical... -

¿Y a quién traerás esta noche a que le chupe un poquito? - preguntó la vieja Grimona

- Joder, vaya cagada... -

Digo en voz baja mientras me dejo caer cansado sobre el butacón frente a la Grimona.

- A ver... en alguna de mis cuentas estaba confundifo... - comienzo más para mí mismo que para la lasciva figura que me mira con ojos de trapo. - ... Entonces... Macarena... trae a la chica del Caos. Si la loca esa tenía razón, que parece ser que así es, los Lobos no osarán tocar a quienes votamos a Pancho, pues es más que probable que seamos acusados el día de mañana por el resto de aldeanos y matarnos a alguno jugaría en su contra... con lo que no creo que maten a Susana... o al menos, eso espero... -

Sigo dándole vueltas...

- Dándo un voto de confianza en la loca al traerla aquí, seguramente estaré condenando ya definitivamente a Margari... pero es que a estas alturas ni yo mismo sabría si fiarme de su inocencia. -
 

Ay, ay, que están todos tan tensos que me cuesta hasta relajarlos ya. Aunque lo mismo es esa niña ninfómana hiperactiva, que me ha dejado ya agotada- decía la vieja Grimona- Bueno, ¿y a quién vas a meter esta noche aquí? 

- Joder... no damos una. -

Miro al muñeco de trapo con la preocupación marcada en mi mirada.

- Algo me dice que los humanos no saldremos vivos de esta. -

Me encojo de hombros.

- En fin, la inevitabilidad es la fuerza más poderosa de la naturaleza. Y tarde o temprano, todos tenemos que morir. Así que lo mejor que podemos hacer es disfrutar del tiempo que nos queda. - pongo una sonrisa lasciva mirando al muñeco. - Haz que esta noche sea Natalia la que disfrute -