Susana corrió por la cuesta que da a la abadía, alejándose sin pretenderlo de todos los demás. Pero cuando llegó hasta la ruinosa iglesia, un anciano le estaba aguardando.
- ¡Eres la viva imagen de tus tatarabuelos! Pasa, Susana, pasa
Cuando llegó dentro, aún aterrorizada y sin saber qué quería decir esa persona, el anciano le trajo un vaso de vino caliente.
- Tus taratabuelos fueron de los pocos que pudieron escapar de este pueblo. Y todo gracias a que tu tatarabuelo conocía los secretos de sus vecinos, como tú conoces el de tus compañeros. Siguiendo sus pistas y sabiendo de sus uniones puedes tener una gran ventaja
Enhorabuena, eres el Celestino
Y mira que le pega a Susana
Tendrás que decirme en la primera noche a quién admiras pero antes de nada debes decir a qué dos personas del juego enamoras.
Susana atendía (y repetía en su mente) las palabras de aquel anciano mientras le miraba perpleja, así como todo lo que la rodeaba. Todavía no se había quitado el miedo de encima cuando tuvo que tomar su primera decisión. Así que cerró los ojos y pensó...
A Susana le gustaba saltarse las normas y cuestionar los convencionalismos sociales... y admiraba a los valientes que lo hacían, como Jaime y Benito, en quienes vio un destino común como enamorados... Una intuición, corazonada, la llevó a elegirles finalmente.
Mientras sus compañeros lloraban, Susana vio que nadie la miraba y pudo subir de nuevo hacia la Abadía. Desde ahí podía ver perfectamente lo que hacían todos antes de irse a las tiendas.
Ahora sí: ¿A quién espiaría Susana hasta el punto de que si esa persona moría ella ocuparía su papel?
Tienes hasta el martes a las 14 para decirlo
Susana se limpió las lágrimas con una mano mientras mantenía la mirada fija en su grupo de compañeros... Todo seguían siendo impresiones, pero ya tenía afinidad por unos... Después de mucho pensar, y para no dejar pasar más tiempo, decidió admirar a Dante.
Dante
Susana no perdería el ojo a Dante. Si cayera, antes que nadie podría saber en qué andaba metido y tomar su rol.