Intenté no aturrullarme con tantas cosas, con lo difícil que lo veía todo, el primer paso era “el periodico”.
Mira la gente que había cerca, los jóvenes quizás fuesen los más inteligentes pero quizás no me tomasen en serio, dudé entre el hombre de blanco y la mujer… umm si una mujer me ayudó antes probaría suerte de nuevo.
Me acerqué a la mujer y pensé en como hablar para que no pensara que estaba loco – Disculpe señora… verá, necesito ayuda, vengo de un lugar muy lejano y no entiendo algunas cosas, estoy buscando “el periódico” ¿Sabe usted lo que es? – mi cara no llegaba a reflejar pena, pero casi
Después de dos o tres personas que lo miran como a una cosa rara, una viejecita tiene la atención de indicarle el sitio de un periódico cercano llamado "The Globe". Jay consigue llegar porque está a unas 15 cuadras. Se pierde más de una vez pero finalmente vé el enorme edificio gris con la siglas doradas que indican su nombre. Gente sale y entra a granel, cada uno en su tarea.
Al entrar por la puerta principal, giratoria, Jay se encuentra con una secretaria tras el mostrador que está escribiendo algo en un cuaderno. Lo mira y arqueando una ceja, pregunta:
- Señor... ¿Puedo ayudarle en algo?
Me costó un poco de encontrar el edificio que finalmente encontré ¿Sería esto a lo que se refería Sarah? ¿Aquí podrían ayudarme?
Todo el mundo caminaba con rapidez de un lado a otro, menos una señorita que estaba justo enfrente de la puerta de entrada, me dirigí a ella para preguntarle.
- Señorita me llamo Jareth, digo… Jay, estoy buscando a una mujer que se llama Sarah… ¿Sabe donde puedo encontrarla? – parpadee esperando haber dicho lo correcto, pero con tan pocas referencias… completé mis palabras con una descripción física ya que la acababa de ver en la visión del búho
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La joven se queda un poco anonadada con el comentario de Jay.
- Señor aquí trabajan muchas Sarahs... debería indicarme algo más... - comienza a decir la chica pero entonces calla ante la erupción de un gordito de mal carácter que vocifera.
- Ah no!!! Ah no!! ¡No pienso permitir que tú, noviecito o futuro esposo de Sarah venga a molestarla en horas laborales. Porque el trabajo es sagrado. ¿Entiendes? Tu chica trabaja para mí y mejor que haya terminado de escribir ese artículo sobre el payaso Fred porque con el jugoso notición que tengo que decirle... No... No pienso dejarla salir antes de tiempo - el hombre mira su reloj y refunfuña - son las seis, maldición. Bien, que trabaje horas extras, se las pagaré. ¡Con un demonio! Se creen que porque uno es un jefe no se revienta el lomo todo el maldito día en esta maldita ciudad. ¡Maldición!
Entonces mira a Jay mejor y comenta:
-Pero no te pareces en nada a la foto...
Estaba en plena descripción de cómo era Sarah, para que la chica tuviese más datos cuando aquella… persona, por decirlo de alguna comenzó a chillarme como si hubiese hecho algo incorrecto.
Fruncí el ceño, en mi mundo le habría dado su merecido, pero aquí y dado que podría tener información relevante de mi Sarah me vi obligado a ser prudente y tragarme el orgullo – Pero donde está ¿Está aquí? La estoy buscando, creo que puede haberle ocurrido algo malo…
- ¿Algo malo? ¡Patrañas! Ven conmigo, puedes verla dos minutos pero tienes que dejar que termine su trabajo. No sea que tengas razón y luego esos abogados de pacotilla me hechen una demanda por negligencia o esos diantres.
Mientras van subiendo Dennis sigue con su perorata de insultos
-Porque esos abogados... ¡profesión del diablo si me preguntas a mí! Lo único que saben hacer es gastar mi dinero que...
En ese instante suben en uno de esos aparatos que Jay también tiene en su departamento, esos que suben y bajan gente. Al entrar Jane reconoce el interior. Era el mismo ascensor en donde Sarah le hablaba desde los ojos del búho.
-Sí... malditos abogados. ¡Tendrían que volarlos a todos del mapa!
El hombre este tenía una verborrea impresionante, no le entendía ni la mitad de cosas que decía, tan sólo que íbamos a buscar a Sarah y eso era lo importante.
Cuando entramos en ese pequeño habitáculo lo reconocí, sentí el corazón en un puño, por un lado me di cuenta que estaba en el lugar correcto, que era “mi” Sarah, pero también supe que el hombre no la iba a encontrar.
Mire en el suelo por si encontraba alguna pista, alguna cosa de ella.
Jay revisa el suelo con la mirada. Dennis está muy preocupado esperando que las puertas del ascensor se abran para que le importe. El hombre no vé nada, entonces, en un rincón hay lo que parece ser una pulsera. Jay toma el objeto entre sus manos. Lo acerca a su nariz y un perfume dulce, suave, lo embriaga. Es el olor de Sarah. Es una pulsera de ella.
Las puertas dan al piso donde trabaja la chica y Dennis sale hecho una furia. Jay está por quedarse en el ascensor pero prefiere evitar sospechas y lo sigue.
Efectivamente Sarah no está en su puesto.
-¿Qué demonios? -pregunta Dennis a un joven que está poniéndose el abrigo.
-Edward, ¿dónde está tu compañera?
El joven contesta.
-Ella se ha ido hace una... media hora, jefe -dice el hombre mirando su reloj.
-¡¿Cómo?! ¡Maldición no! Va a perder su trabajo te aseguro. ¿Y dónde está Juliette???
El joven contesta -se fue un poco antes. Supongo que ya estará en su casa...
Dennis está colérico.
Mi corazón palpitó con fuerza al ver un objeto de Sarah, lo olí y un sin fin de recuerdos vinieron a mi mente, lo guardé en mi bolsillo como un tesoro.
Seguí a aquel hombre tan nervioso, si ya estaba nervioso aún se puso más al ver ella no estaba.
- Disculpe señor… - le dije al hombre nervioso - ¿Tiene la dirección de donde vive? Soy un amigo de ella que vive fuera... puedo ir a su casa y buscarla allí, así le ahorraré tiempo…
Mientras mi cabeza daba vueltas, seguía sin saber como volver a mi mundo, pero mientras lo que podía hacer era visitar su casa…
Dennis estaba apoyado sobre el escritorio de Sarah, y su cabeza hechaba humo. Ajeno, aparentemente a Jay, dijo, más bien gritó:
-¡No! No justo ahora, necesito alguien que cubra esa historia. No todos los días aparecen bolas de cristal en pleno centro caídas del cielo.
Dennis tomó un manojo de papeles en blanco, los hizo una pelota, y realmente sacado la pateó al aire. Hasta Edward se fue alejando, colocándose al lado de Jay, dispuerto a irse.
- Señor... yo no soy periodista, usted sabe...
-¡Y todos están en sus casas! Es increíble, un suceso tan extraño que sólo este diario, este magnífico diario podría cubrirlo como se merece y todo mundo de vacaciones, o se fueron porque terminó su horario. JA, como si yo trabajara según un horario. ¡Todo el día rompiéndome el lomo!!
Edward saluda a Jay con un gesto de cabeza y sale pitando de allí.
¿Una bola de cristal? – pensé para mis adentros ¿Será una de las mías?
El hombre no atendía a razones, quizás podría intentar usar la astucia, quizás esa chica de antes, la que estaba sentada enfrente de la puerta…
Dejé al hombrecillo nervioso y me acerqué a aquel habitáculo, ¿Dónde habría que apretar para volver a donde antes?
Jay intenta ver qué botón accionar para volver a dónde estaban antes de subir pero aprieta mal y termina en otro piso. Vuelve a apretar, va al quinto, no era. Aprieta una vez más: el subsuelo por lo que dice un cartel. Está por presionar otro botón cuando vé algo familiar.
Rodando hacia sí hay una bola de cristal de esas que usa el mismo Rey Goblin para comunicarse con distintos seres y otras cosas similares.
¿Qué hace en el mundo real?
Jareth tomó el objeto y lo miró. No recordaba haber traído sus bolas de cristal aquí.
Entonces vió venir corriendo a una muchacha, se detuvo al verlo. Llevaba un vestido café y el cabello recogido. Tenía cara de pánico.
-¿Has visto? Dios están cayendo del cielo, es una cosa del demonio, es horrible. Miles de ellas. Está lloviendo eso del cielo.
Entonces Jay vé que la mujer tiene una herida en la cabeza, provocada quizás por el golpe de uno de estos objetos.
Me armé un lío con los botones, al final me di cuenta que cuanta que el número estaba relacionado con la altura, pero al darle al número más bajo, pensando que ese era el del nivel del suelo me pasé y llegué al subsuelo.
Me agaché para coger una de esas bolas de cristal, era como las mías… - Vaya a que le curen esa herida…
Fue en la dirección desde la que provenía la mujer con la intención de mirar fuera y ver que es lo que estaba ocurriendo, luego ya seguiría con mis planes
La mujer asiente y se retira y Jay vá a la calle. Se queda boquiabierto cuando vé que cae una lluvia de bolas de cristal, que, mágico como es, no se rompe al chocar contra el suelo pero sí que abolla vehículos, cabezas, postes de luz, todo... a su paso.
En eso la bola que el chico tiene entre sus manos comienza a brillar. La voz del Rey que se llevó a Sarah repercute desde su interior diciendo:
-Vé y dile a Christian que lo espero en la fortaleza del valle de las tinieblas, si no viene, pagará las consecuencias él, el mundo de tu amiguita y tú mismo...
La bola se va apagando pero antes un cuervo se posa encima de ella y el objeto dice:
-Te traigo al portal para entrar nuevamente en nuestro mundo. Cumple Rey Goblin o llora tu destino.
Y luego la voz desaparece.
Aquello era un desastre mucha gente resultaría herida, una bola de esas en la cabeza podía hacer mucho daño como había visto con esa mujer.
Luego escuché la voz de ese maldito - Haz daño a Sarah y serás tú el que llore el resto de tu estúpida existencia – le dije visiblemente enojado
No respondí nada más miré a mi alrededor buscando ese portal para cruzarlo, esperando que fuese una puerta similar, o quizás esta funcionaba de otro modo…