Sarah escuchó las palabras de Jareth. Su corazón le dio un vuelco, todavía temía sus sentimientos, y le daba pánico escuchar aquello que le decía. Ese temor a lo que podía sentir, a aquello que deseaba hacer y siempre había evitado. Pero el destino parecía cruel, y nuevamente se cruzaba en su camino el hombre al que más había temido y amado.
Asintió con un suave movimiento de cabeza a las palabras de Lady Luthien, y nuevamente se llevó la pequeña joya a sus labios.
- ¿Jareth? - Susurró, haciendo como si no hubiera escuchado sus palabras. Su corazón poco a poco iba recuperando el ritmo. - Intentad dibujar un corazón. El Rey Oscuro lo tiene encerrado en una caja. Y la tapa de dicha caja tiene el dibujo de ese corazón. Esperemos que con eso tengáis suficiente - . Le dijo mientras una solitaria lágrima empezaba a deslizarse por su rostro.
Un momento de silencio, no respondió a mis palabras, no estaba bien ¿Cómo iba a estar bien?
- Si… muy bien, gracias Sarah, resiste, voy a por ti, cuidaré de ti, recuerda que… recuerda que te quiero – no me quedaba tranquilo si no lo decía, aunque mi corazón se encogía – resiste Sarah… - besé la bola por si de algún modo le llegaba mi beso
- Jareth, tened cuidado... No... No me perdonaría que os ocurriera algo - . Sarah en vez de esperanzada, se sentía triste. Era como si la pena la ahogara haciendo que su corazón se contrajera en un pozo sin fondo.
De repente le entraron las prisas por cortar la comunicación. Sentía que no iba a poder aguantar el tipo durante mucho tiempo más y no quería que Jareth la sintiera mal. Quería ser fuerte y en ese momento lo único que deseaba era quedarse en un rincón y echarse a llorar. No... No puedo rendirme...
- Voy a tener que dejarte. Estamos en una posada y vamos a descansar un poco... - Le dijo con la voz algo entrecortada. Te quiero... Esas palabras le quemaron los labios pero no llegó a pronunciarlas, dejando que murieran en la punta de su lengua. - Nos vemos... - Se despidió en un susurro y bajó la mano lentamente, con la mirada perdida...
Mis ojos se iluminaron al ver que aún no se había ido, aunque… ya se despedía.
- ¡Sarah, ha funcionado! El símbolo que me dijiste… - le sonreí – Aún nos quedan temas por resolver, pero no te preocupes, saldremos adelante
- Vale, lo entiendo, resiste Sarah, te liberaré, superaré lo que haga falta por ti – le dije más convencido que nunca.
Suspiré – Te quiero – no me importaba que ella no me lo dijera, mi amor era puro y cristalino, sentí un atisbo de tristeza o melancolía justo antes de cortar la comunicación.
No sabía si soltar su mano o no, finalmente lo hice, pensando en que no quería que se sintiera a disgusto, por mi no la hubiera soltado, paseamos unos metros más allá del grupo antes de comenzar a hablarle.
- Primero que todo me alegro de que estés bien, si hemos llegado hasta aquí conseguiremos llevarte a salvo – Traté de sonreírle
Guardé un par de segundos de silencio mirando al suelo antes de levantar la vista de nuevo – Yo… he cambiado Sarah, realmente me cambiaste tú, no he vuelto a ser el mismo desde… desde aquello que ocurrió
Suspiré – Lamento muchas de aquellas cosas, no me comporté del mejor modo, pero si de algo no me arrepentiré jamás es de haberte conocido
Estiré la mano y acaricié su mejilla de forma suave - Dejaste una huella muy profunda en mi, yo… quisiera… si… - tomé aire y lo solté – Te amo Sarah, te amo con toda mi alma, estaría dispuesto a dejarlo todo y vivir en tu mundo por poder estar contigo – apenas conseguí que mi voz no temblara
El corazón de Sarah latía con fuerza mientras bebía de cada una de las palabras de Jareth. No apartó sus ojos de los de él, aunque por su rostro se vieron reflejados varios sentimientos que luchaban en su interior. Desde la incredulidad, el temor, la esperanza, la tristeza...
¿Ella sería capaz de dejarlo todo por estar con él? Esa pregunta se clavó en su interior como una daga. Desde que empezó a ir al instituto y dejar atrás todo aquel mundo de fantasía, dándole la espalda para vivir en su mundo frío y gris, había sentido un vacío en su corazón. Vacío que había intentado llenar con las nuevas amigas que hizo. Pero siempre hubo aquel hueco que no podía llenar. De muy jovencita se había enamorado del Rey de los Goblins, pero todo lo ocurrido había hecho que diera la espalda, no podía arriesgar la vida de los suyos por un capricho infantil. Maduró y en el fondo de su corazón sabía que también había entristecido. Siguió la corriente de aquel mundo que sentía ajeno. Conoció a Michael y ahora habían decidido dar ese paso llamado matrimonio. Pero...
- Jareth, no dejes todo lo que eres por mi... ¿Qué sería del reino de los Goblins si tu los abandonaras? - Bajó la mirada sin poder aguantar más la suya. Era tan fuerte el dolor que sentía que no podía mentirle mirándole a los ojos. - Además, yo... Yo... - Esas palabras se le atragantaron y tuvo que tragar saliva antes de continuar hablando. - Estoy enamorada de otra persona, con la que me voy a casar... - Terminó diciéndole en un susurro apagado, sus ojos empezaron a arderle, pero haciendo un gran esfuerzo consiguió mantenerlos secos. No sabía cuando había dejado de amar a Michael, quizás siempre fue un reflejo de lo que había sentido por Jareth, un sentimiento que volvía con fuerza. Pero no podía permitirlo...
- No importa, sin ti seguiría siendo un reino triste y gris… - Y es que estaba dispuesto a todo por ella, por supuesto que también estaría encantado de traerla a mi reino y modificar cuantas cosas quisiera, pero supuse que en su mundo sería más feliz.
Sus últimas palabras me congelaron por dentro, se me cerró la garganta impidiéndome hablar por unos segundos, Enamorada…
Pues claro, ¿Qué pensaba el estúpido rey de los goblins? No… aparté esos pensamiento, no importa, no se lo hagas más duro a ella – Entiendo – susurré apartando la mirada
No había palabras para decir como me sentía, pero una vez más con todas mis fuerzas traté de aparentar normalidad – Espero que seas feliz – fue un deseo puro, ¿Qué se le puede desear a la persona que más amas si no su felicidad?
- Está bien, podemos regresar con el grupo – Aún teníamos que devolverla al mundo real, seguía estando igual de decidido en esto
Con gran esfuerzo Sarah intentó sonreir. Pero más que una sonrisa a sus labios apareció una mueca triste... Asintió con la cabeza y dando media vuelta apartó su cara de la vista de Jareth. En ese momento, cuando estaba segura de que nadie la veía, dejó que el dolor se transmitiera por tan sólo unas décimas de segundo a su rostro. Para después poder componer aquella máscara que lo cubriera y consiguiera que nadie se preocupara por ella.
- Sí, volvamos con el resto - . Le dijo mirándolo un momento de soslayo. Sabía que no podría aguantar su mirada, no podía transmitirle esa falsa felicidad que distaba tanto por sentir y Jareth deseaba en ella. Suspiró mientras empezaba a caminar...