Partida Rol por web

Farnad no tuvo tiempo que perder... con cierto temor de atraer a más de esas criaturas se siguió adentrando en la cueva... hasta que vio la luz... ¿Sería la princesa? ¿O alguien tan loco como él como para adentrarse en aquella madriguera de Yeethes? En cualquier caso lo más probable es que no fuese un enemigo, así que se acercó rápidamente pero con cautela hacia aquella luz para ver de donde provenía y quién la portaba...

Te adentraste en la madriguera, buscando aquella luz, hasta que al final diste con su portador. Un esbelto cuerpo, cubierto de pieles, en excepción de la zona de las piernas, los brazos y la parte superior del pecho, con una cota de malla que le llegaba hasta la cintura, hombreras de acero forjado con símbolos nórdicos, una pesada espada en una mano y una antorcha en la otra.

Su cabello brillaba con la luz de las antorchas, un precioso color rubio que parecía casi cegarte, y unos ojos verdes y fríos como el hielo que te hacían estremecer. Su piel era pálida como la nieve, perfecta y sin imperfecciones, además de unos preciosos labios rosados que parecían pedir a gritos ser besados.

Era bastante alta para ser una mujer, pero era algo normal siendo una nórdica. El problema fue cuando la chica se giró y se encaró contigo.

-¿Quién eres y que quieres?...-Dijo con un tono bastante pesado, incluso amenazador.-Tienes cinco segundos para hablar antes de que te corte la cabeza.-Parecía estar hablando en serio lamentablemente.

Farnad quedó perplejo por la belleza de la mujer unos instantes... antes de rgresar a la dura y amenazante realidad... La mujer parecía capaz, y por la descripción, casaba perfectamente con la que podría ser la princesa Astrid...

- Lamento presentarme de esta manera... mi nombre es Farnad... Caballero de Shanteen... y venía buscando a la princesa Astrid... ¿es posible que sea usted? - dijo torpemente al carecer de la labia adecuada por su parquedad... a la vez que se inclinaba a modo de reverencia

En un gesto de querer apaciguar los ánimos, bajo la espada llameante hasta apuntar con ella hacía el suelo, como signo de concordia para evitar mayores problemas...

La princesa te miró un tanto extrañada, a fin de cuentas, ¿Qué hacía un hombre en una cueva llena de Yeethees? ¡y más con una tormenta de nieve!. Clavó esos ojos verdes en ti, como si buscara fulminarte con su mirada.

-¿Farnad de Shanteen?...¿y que hace Farnad de Shanteen en una cueva en mitad de una tormenta?.-Preguntó mientras apretaba el puño de la espada, era normal que no se fiara de ti…¿Cuántos hombres podían hacer lo que tu?

Farnad suspiró aliviado al ver que realmente era la princesa, al menos había conseguido encontrarla finalmente, aunque en el proceso hubiesen desaparecido dos de sus compañeros... ya de nuevo lleno de determinación, continuó hablando... - Es una larga historia alteza... quizás si me concediese el privilegio de acompañarla, podría contarle los detalles de porque estaba buscándola... - era evidente que Astrid sería más difícil de convencer que las hermanas, aparte de que parecía que sabía defenderse de sobra...

- Quizás con mi ayuda pueda terminar antes con el cometido que haya venido a hacer a esta cueva... - el caballero ofreció su ayuda de forma cortés y caballerosa, tal y como había sido educado en Shanteen, hincando una rodilla en el suelo y bajando la mirada, esperando a recibir el permiso de la princesa...

La reina a pesar de lo que le decías, te miraba un tanto preocupada y  desconfiada, no le explicaste porque estabas ahí, solo que la buscabas y que querías acompañarla, además de comentarle que podías ayudarla a terminar lo que quisiera que estuviera haciendo en aquella cueva.

La mujer te miró fijamente, clavando en ti aquellos ojos que parecían ver el interior de tu alma y chasqueó una lengua.-Como quieras…pero no pienso ser la niñera de nadie, más te vale hacer las cosas bien y ya…no pienso arriesgarme y mucho menos morir por un desconocido, ¿está claro?.-Habló con voz fuerte-Y como seas un traidor…o tus intenciones no sean claras, te abriré en canal.-Dicho eso se giró y comenzó a caminar hacia otro túnel…bueno, al menos la habías encontrado…aunque iba a ser de armas tomar, eso seguro.

- No debéis preocuparos por mi alteza... sabré defenderme... - dijo con seguridad Farnad sin peder tiempo en seguir a aquella bella mujer... aunque le había llamado la atención lo de traidor... ¿acaso en este lugar la realeza tenía problemas de rebelión?, se quedó algo pensativo mientras seguía a la princesa a través de aquellos túneles...

- Perdonad el atrevimiento... antes ha insinuado la posibilidad de ser traicionada... ¿acaso ha sido atacada por alguien de su reino últimamente? - quizás ella no era consciente, pero podían haber sido agentes del Rey Demonio... por lo que entonces debería estar todavía más alerta si cabe...

Observando desde mi posición privilegiada, sonreía entre lo divertido y lo curioso la escenita. Combates y adrenalinas aparte, era gracioso ver cuánto tardaba éste hombre en hincar la rodilla en el suelo, por todo eso de la ‘etiqueta, decoro y protocolo’. Je… Mejor no os cuento mi forma de practicar la ‘etiqueta, decoro y protocolo’ cuando hinco yo la rodilla, o ambas, en el suelo con una chica guapa. Os ruborizaríais un mes.

“Y entonces la princesa dijo que no y el caballero la cabeza perdió…”, comento, saludando, apoyado en un árbol cercano. Mi tono, ni qué decir tiene, era de lo más cómico, en una burla a cualquier trovador o bardo de tres al cuarto.

“Pues porque las cuevas son perfectas para refugiarse en una tormenta, princesa… Je, je…”, agrego, aliviado de mantener las distancias, no porque no me gustase la rubia, sino porque una mujer con armas en la mano pues… bueno, digamos que me quiero mucho a mi mismo. “Aunque también que yo haya hecho de guía tiene algo que ver… Je, je…”.

La princesa os miró a ambos con cierto rencor, tal vez no le caíais demasiado bien, sobretodo Drazhar, su mirada se detuvo en el un largo rato antes de chasquear la lengua y seguir andado. Las cuevas estaban realmente oscuras y la antorcha apenas podía iluminar una parte de aquella enorme e inmensa oscuridad, la cual parecía esconder cualquier tipo de enemigo en ella.

Cuando Farnad preguntó sobre lo de la traición, la mujer se detuvo y respiró con cierta intranquilidad, ¿tal vez le molestaba el tema?-Últimamente hay demonios sueltos por mis dominios, demonios que causar más mal que bien…parecidos a ti.-Exclamó señalando con la cabeza a Drazhar.-¿Qué diantres hace un demonio en mis tierras?, ¿es algún plan que tenéis?, pues debes saber que mi pueblo no caerá con facilidad y yo menos. Somos marineros orgullosos, saqueadores y guerreros, un demonio no va a asustarme y mucho menos toda esa morralla que viene constantemente.

Desde luego parecía estar furiosa el problema fue cuando empezasteis a escuchar un extraño sonido, como el de gotas cayendo sobre la fría piedra, ¿era a vuestro alrededor?, la princesa no pareció percatarse, pero desde luego era inquietante.

Farnad se sorprendió en un principio al notar la presencia de su compañero, que oportunamente estuvo ausente durante su combate con el Yethee... - ¿Guía?, hasta donde yo recuerdo, el único guía ha sido el gigante, tú te la has pasado escondido todo el tiempo, incluso en la pelea contra el Yethee... - dijo con desaire el caballero antes de continuar su conversación con la princesa...

- No debéis de temer por nosotros, somos enemigos del Rey Demonio, aunque aquí el compañero no lo parezca en ocasiones... pero si es necesario para que su alteza esté con otros ánimos la seré franco... - suspiró el caballero al terminar la frase viendo el humor de perros de aquella princesa, aunque si tenía tantos problemas quizás no debería sorprenderle...

- Tanto mi compañero como yo somos dos de los elegidos que surgen en el mundo para enfrentarse al Rey Demonio y su amenaza... - dijo enseñando su señal del León... - Y las princesas de todos los reinos sois las elegidas para concebir al hijo del Rey Demonio y así hacer cumplir su profecía... - zanjó el caballero, esperando que aquella explicación la sirviese...

La princesa se llevó las manos a la cintura, poniendo los brazos en jarras y observándoos mientras escuchaba la explicación sobre los enemigos del rey demonio, ser los elegidos para enfrentarse contra el…y evitar que el susodicho la raptara para bueno…que no se cumpliera la profecía.

Los ojos de la princesa se clavaron en Farnad, incluso arqueó una ceja, escuchando aquella historia que parecía ser una autentica sandez. Pero no dijo nada hasta después de unos largos segundos que se hicieron eternos e incomodos.

-No estoy interesada, puedo protegerme yo misma.-¡Que directa!-Las mujeres y hombres de KharazKhar somos autosuficientes, capaces de enfrentarnos a lo que aparezca o intente dañarnos. Por lo que no tengo miedo a nada…ni siquiera a…

Entonces se escuchó un fuerte gruñido, el cual misteriosamente parecía al ruido que provienen de las tripas cuando tienes hambre. La mujer dejó escapar un fuerte suspiro.-¿Quieres ayudarme?...pues venga, demuestra lo que sabes hacer.-Exclamó apartándose de un salto y lanzaba la antorcha hacia el techo, mostrando a una criatura que anteriormente debía de ser un Yeethee…pero ahora parecía una abominación deforme, de pelaje oscuro y con calvas en su pelaje aquí y allá. Largas garras, una gran tripa y algo que parecían ser pechos…aquello no era un humano.

-¡Cuidado!.-Advirtió la princesa mientras desenvainaba, pero aquel ser ya se había soltado del techo para caer sobre vosotros.

Farnad no pudo evitar sorprenderse al ver lo directa que era Astrid, al menos no parecía necesitar un cuidador el 100% del tiempo, lo cual facilitaba el trabajo... aunque siempre había un pero... ahora tocaba demostrarla que era un guerrero capaz... ante lo cual emitió un breve pero hastiado suspiro... - Si eso os place... así se hará...

La criatura era abominable, pero ya habiendo visto demonios, enanos peludos blancos, y sombras esquivas, nada lo sorprendía ya... con un gesto rápido alza su espada cubierta en llamas hacia el pecho, esperando que la criatura no pudiese esquivar en medio del aire y recibiese una buena herida...

- Vuelta a trabajar... - susurró hacia si mismo el caballero mientras observaba también como se manejaba Astrid en combate...

La respuesta de aquella mujer no parecía sorprenderte, a fin de cuentas parecía ser de armas tomar…aunque lo que menos te sorprendió fue aquel horrible ser que se encontraba sobre vosotros y estaba dispuesto a saltar. Rápidamente cayó hacia vosotros, por suerte tu decidiste alzar tu espada en llamas y estabas dispuesto a empalar a aquella criatura.

Astrid  al igual que tu estaba preparada para pelear, es más…su espada se iluminó como la tuya…no como si estuviera en llamas, es como si fuera una luz fría, como una luz reflejándose en la nieve. Debía de ser una espada mágica, o tal vez un hechizo...¿pero ya sabría esa mujer lanzar hechizos?, era mejor optar por la primera respuesta, tal vez era una espada encantada o de hielo.

En cambio aquella criatura estaba lista para aplastaros.

Farnad miró con cierto asombro como la princesa Astrid también envolvía su espada en magia, quizás tenían más en común de lo que parecía, en cualquier caso aquella abominación no perdió el tiempo y se abalanzó contra ellos, con el caballero esperando que la criatura no fuese lo suficientemente ágil como para esquivar en el aire...

Aquella criatura parecía decrepita y enferma, pero aun así, logro esquivar con una agilidad sobrehumana tu intento de empalamiento, lanzándose tras la princesa de un salto e intentando golpearla con todas sus fuerzas. Por suerte Astrid logró esquivar aquel poderoso golpe agachándose en el momento preciso y mirándote de una manera un tanto característica, como si estuviera diciendo “¿Eso es todo caballerito?” .

Fuera como fuera se apartó y te dejó espacio para que pudieras pelear contra aquel ser, el cual se giró y rugió con todas sus fuerzas en tu dirección.

Farnad se sorprendió algo al ver como aquella criatura esquivaba en medio del aire, desde luego debía de ser la matriarca de aquellas criaturas, por lo que debía de andar con prudencia... Aprovechando que fue tras Astrid, el caballero carga contra la criatura para golpearla con fuerza con su espada, potenciando el fuego de su arma para provocar la mayor herida posible...

El movimiento es rápido, mientras Astrid le lanza aquella mirada de desdén y la criatura le ruge, Farnad ya se ha posicionado delante de la criatura, realizando un arco hacia su pecho con la fuerza de ambas manos sobre la espada, tratando de partir por la mitad a la criatura...

Aquella bestia intentó esquivar tu ataque, el cual no tuvo apenas tiempo para reaccionar, ya que un rápido tajo le dejó con una herida sangrante y maloliente en el pecho. La criatura se llevó una mano a la zona afectada y rugió con todas sus fuerzas.

Fue entonces cuando la cueva comenzó a temblar y al alzar la cabeza te fijaste que habían cientos de estalactitas de hielo y piedra que se rompieron para caer en tu dirección.

Por su parte la princesa parecía seguir mirándote, para nada impresionada, ¿cambiaría si esquivabas aquellas piedras?, ¿o tal era así de rancia la mayoría del tiempo?

Farnad miró a la criatura con cierto respeto, la criatura no solo se negaba a aceptar su destino, sino que pretendía llevárselo a él con ella... para lo cual intentó esquivar su ataque de dos formas, la primera era esquivar las esquirlas de piedra que serían las únicas contra las que no podría defenderse, y luego provocar con su magia una llamarada con suficiente fuera como para derretir las de hielo, pero al haberlo pillado desprevenido el caballero no pudo concentrarse lo suficiente como para realizar ambas acciones con tino...

El caballero pronto se dio cuenta de que las heridas que recibiría no serían precisamente poca cosa, por lo que empezó a acumular poder mágico para fortalecerse gracias al calor que emitiría por sus heridas...

Una vez repuesto de las heridas sufridas, se vuelve a lanzar al ataque, esta vez tratando de clavar su espada sobre el pecho de la criatura para tratar de inmovilizarla...