Partida Rol por web

-Grrrr…-El merodeador estaba empezando a encenderse, no dudó en volver a clavarte la lanza en las nalgas…aquello debió de provocar un desgarre, porque notaste un reguero de algo caliente que caía por tu pierna…

Fuera como fuera, bajasteis un poco más hasta llegar a una extraña sala con un enorme cofre de metal…debajo del susodicho había un foso, y por la luz que emanaba del susodicho…había lava. El pesado cofre de metal, flotaba por unas cadenas que le mantenían suspendido. El susodicho estaba abierto, esperando…

-Muy bien…cofre, Drazhar, Drazhar…cofre…Ya os habéis presentado, ¿te gusta tu nueva casa?.-Preguntó con una sonrisa.  

No sabías donde estaba Ekatsu…pero querías recuperarle, lo harías…era tu compañero y estaba a tu cargo, así que apuraste al anciano enano a descender por las cuevas…el tabernero tendría que contestar a muchas preguntas…y Eikatsu…esperabas que estuviera bien.

El enano asintió y comenzó a guiarte por los túneles…descendían, descendían hasta el interior de la tierra o eso parecías creer…principalmente porque el calor comenzaba a aumentar.-Uff…esto…es normal…posiblemente…posiblemente hayan lagos de lava o ríos ardientes por aquí abajo…eso…eso o un dragón…-Bromeó.-Lo que significa que el tesoro está cerca...eso es buena noticia, ¿eh?  

Farnad continuó avanzando sin problemas... al ser de Schwindria el calor no le afectaba tanto como al enano... aunque empezaba a temer que esos túneles no eran la obra de una pequeña tribu de Kobolds... sino que ocultaba algo más... bueno o malo... lo descubrirían tarde o temprano...

- Temo que así es... con este calor dudo que se atreviesen a excavar mucho más profundo... nuestro objetivo está cerca... - decía Farnad mientras cerraba su puño sobre la empuñadura de su espada... debía estar preparado para cualquier eventualidad...

Apretando los dientes, no queriendo mostrarle lo mucho que me había dolido esa última lanzada, el cabronazo acabó por llevarme a una habitación que… bueno, digamos que no le veía ni pies ni cabeza, muy especialmente por el cofre.

“Pues no está nada mal, tiene su toque y su encanto… salvo porque estás tú, claro. Salvo eso, todo perfecto…”.

-¿Por qué estoy yo?...serás…grrrr…-El merodeador se aguantó las ganas de clavarte la lanza en el cráneo, simplemente te la clavó más arriba del trasero, en la espalda…otra herida de la que la sangre emanaba lentamente.-Ahora te vas a meter dentro asqueroso cornudo, luego reflexionarás sobre tu vida mientras te mantienes ahí, ¿Está claro?...¡Adentro, vamos!.-Gritó mientras te conducía al cofre, dandote algún que otro lanzazo mientras los guardias reían en voz baja.

No dándole la satisfacción de verme perder la sonrisa, maldije al tapón Merodeador hacia mis adentros. Si llegase a decir todo cuanto opinaba de él, la verborrea de insultos harían que hasta el demonio más salvaje palideciera.

“Si con ello dejo de verte el careto, yo encantado…”, digo, obedeciendo y entrando en el cofre. "Salvo que tu te encargues del servicio de habitaciones, en cuyo caso quiero dejar clara mi protesta", añado como puya final.

Menuda ‘cárcel’ ésta.

Odiabas a canijo con todo tu ser…intentabas no darle la satisfacción de perder aquella sonrisa, aunque poco a poco te iba costando cada vez más. –Tu sigue…bueno, me da igual, a fin de cuentas vas a pasar el resto de tus días metido ahí.-Sonrió malvado mientras te metías dentro y le soltabas una puya final.

-Eres muy gracioso ¿sabes?...pero espero que con el tiempo que estés ahí metido, empieces a cambiar tu manera de ser…tarde o temprano cambiarás.-Sonrió malvado.-Pero no morirás de hambre ni de sed, no…es un cofre mágico, hecho para las torturas…se calienta con la lava, por lo que vas a sentir como la plancha de metal se te pega a la piel.-Dicho eso escupió al suelo, dedicándote una ultima sonrisa.

-¿Ultimas palabras?

La idea de acabar encerrado en un horno, pues no es que me hiciera maldita gracia, pero éstos puñeteros grilletes no me permitían hacer gran cosa por lo que no me iba a quedar otra que apretar el culo y joderme. Por supuesto, eso no quita para irme sin decir algo más.

“Sí, una cosa…”, dije, ya dentro del cofre, preparándome para que lo sellasen. “Hazte mirar el aliento. APESTAS. No me extraña que todas te eviten en cuanto tienen ocasión…”.

Viva yo. ¡Ja, ja!

El Merodeador te escuchó con una sonrisa mientras cerraba su ojo y agudizaba el oído…al escucharte la sonrisa desapareció, su ojo se abrió con ira y te dio un golpe con la lanza justo en la cabeza. Que decir que la vara se partió y te dejó con un buen chichón y un dolor de cabeza.

-¡Cerradle de una vez!, ¡Estoy harto de este traidor!...¡Ojala sufras mucho ahí dentro, cornudo!.-Gritó mientras la tapa se cerraba y escuchabas el ruido de un candado. Ahora estabas a solas, con dolor…y un montón de calor.

“¡Y que tú pilles una venérea…!”, espeto, ya encerrado, todo lo alto que era capaz.

Mirándolo con perspectiva, la verdad es que me había metido en un marrón de los gordos. Estaba acostumbrado a meterme en problemas. Que coño, si no me metía en uno o dos a la semana, es que no me lo estaba pasando en grande. Je, je. Pero cierto es que ahora lo iba a tener un tanto… ya sabes… JODIDO para salir.

¿Quizás a la princesa le caí lo suficientemente en gracia para echarme una manita? ¿Qué? Cosas más raras se han visto, como el tapón feo y peludo de antes. ¿Acaso has visto algo más raro que eso? Yo hace tiempo que no.

Aquel cofre era molesto…sentías calor, te dolía la cabeza…y posiblemente tus heridas siguieran sangrando un buen rato…pero al menos te habías librado de ese cabrón…por ahora.

Fuera como fuera…el tiempo fue pasando, nadie venía a ayudarte, no podías liberarte de tus ataduras…y menos abrir el cofre…hasta que los años pasaron y un día…escuchaste unas pisadas acercándose, unas pesadas y otras más ligeras. Parecían hablar sobre un “objetivo”.

¿Era aquella tu salvación?

Aunque ya me había librado de tener que soportar a ese maldito bastardo, eso no quitaba el malestar general que tenía, muy especialmente al notar cómo la percepción del tiempo empezaba a difuminarse.

El cofre mágico, una cárcel que me mantenía vivo y sin necesidad de nada, no tardó en mostrarme que había perdido la cuenta de los días. Mis heridas, sangrantes, se cerraron y en algún momento que no recuerdo cual fue, dejaron de dolerme, más allá del calor propio de éste lugar, claro.

Mi rabia y voluntad me mantuvieron cuerdo, aunque a duras penas… ¿o será que la perdí hace tiempo y luego la recuperé? Coño, eso sería la monda, y esa batallita me daría bebidas gratis de por vida en cualquier taberna.

No obstante, sentado en la sofocante oscuridad, ocurrió algo fuera de lo normal. Al principio pensé que habían sido cosas mías, un reflujo violento de la lava, como otros tantos, pero no, no era lava, ni cadenas… eran pasos… ¿Dos personas? En una primera instancia pensé que se trataba del maldito tapón peludo, cosa que me hizo gruñir, recuperando la rabia acumulada.

Si se trataba de él, le arrancaría la yugular con los dientes si hacía falta.

-¿Cerca?...esperemos que sea así…-Susurró el enano mientras se agarraba con fuerza a su hacha y seguía avanzando junto a ti…el pasillo se fue volviendo estrecho, incluso ancho en algunos trechos, hasta que al fin llegaste a una extraña habitación. Al fondo de la misma había un enorme cofre suspendido en el aire por unas gruesas cadenas que brillaban con una extraña luz verde.

Bajo el cofre un pequeño foso del cual salía un calor inusual…¡lava!. Pero lo más extraño de todo aquello…era el hecho de que el cofre estaba hecho de metal

-Ese debe de ser el tesoro…¡Somos ricos muchacho!.-Sonrió el enano agarrándote del brazo y dando un pequeño salto de alegría.

Farnad miró con cierta cautela sus alrededores... habían llegado al tesoro... pero no habían encontrado ni rastro del tabernero ni Eikatsu... algo le olía mal... - Procedamos con precaución... podría ser una trampa... - dijo el caballero antes de empezar a acercarse al lugar donde se encontraba el cofre...

Otra cuestión sería como alcanzar el cofre... La forma de depositarlo era extraña cuanto menos... como si se tratase más de una prueba que de un tesoro propiamente dicho... aunque esa tarea se la dejaría al enano... seguro que su codicia despertaba su agudeza y encontraba la forma de alcanzarlo...

Podías ver avaricia en los ojos del enano…y con razón, aquel cofre era bastante grande…y a pesar de estar suspendido no sería difícil abrirlo. Un buen espadazo…o tal vez agarrar al enano y que forzara la cerradura. Fuera como fuera…sus ojos brillaban intensamente con una sonrisa de oreja a oreja.

-No te preocupes muchacho…este cofre no puede ser trampa…¿ves alguna palanca?, ¿algún panel?, ¿cuerdas?, ¿poleas?...yo solo veo el cofre flotante.  

Farnad seguía sin fiarse demasiado... y tampoco le apetecía cargar con ese anciano enano... por lo que hizo un movimiento ágil con su espada, imbuyéndola de llamas y adoptando la forma de un pequeño látigo... - Por favor... apartaos un poco... - dijo al enano mientras observaba con atención al lugar donde se encontraba la cerradura...

Tras un breve instante de silencio en el que solo se podía escuchar la corriente de aire caliente que desprendía el foso sobre el que flotaba el cofre, golpeó con energía la cerradura del cofre, tratando de fundirla con el golpe de las llamas de su espada...

- Esto será suficiente... - a Farnad no le hacía gracia el cofre... podía ser una trampa... o incluso que algo estuviese encerrado allí... y para haberlo enterrado tan profundo... no podría ser bueno...

Rápidamente un corte con la espada hizo que el candado que cerraba el cofre cayera contra el suelo…la tapa tembló unos segundos y de repente se abrió, liberando una extraña olor a quemado y una serie de vapores…de su interior se pudieron ver unos cuernos rojos sobresaliendo.

¿Aquel era el magnífico tesoro?, ¿eso era de lo que tanto se hablaba?

La escasa luz de la  habitación, la cual estaba siendo iluminada por la espada de Farnad y la lava, hicieron que los ojos del demonio se irritaran…hacia siglos que no veía la luz.