Partida Rol por web

Pues nada bien, la verdad... A ver si consigo alejarme un poco del treant este turno.

A duras penas era capaz de creer la proeza que acababa de realizar en aquellos momentos tan apremiantes. Según surcaba los aires en dirección al mantillo del bosque le dio tiempo además para sopesar cuán pírrica había sido la victoria, y si su armadura estaría a la altura del impacto que se avecinaba. Una vez en el suelo no se permitió el lujo de dolerse de sus casi letales heridas: en cuanto la armadura le golpeó el cuerpo se puso de pie y echó a correr en dirección contraria al árbol, deshaciéndose por el camino de su martillo ganchudo, demostrado como estaba que con ese arma no conseguiría nada. En su lugar, se llevó a las manos su ballesta ligera entre plegarias, cosa que hablaba de por sí acerca de la gravedad de la situación. Isilöme bien podía ser el próximo en sentir uno de los abrazos de la abominación; y si la determinación del elfo no estaba a la altura de la de Osfahlt, Nakai pronto tendría compañía en el Más Allá.

-¡No os acerquéis bajo ningún concepto, esos zarzillos tienen una fuerza increíble! ¡Tenemos que deshacernos de ellos a toda costa!

Quizás habian sido sus palabras que habian infundido nuevas espeanzas en Osfahlt, o la leve estocada que había hecho a una de sus ramas.... O simplemete quizás el valiente Gnomo había corrido con suerte, pero el punto era que ahora su compañero estaba libre, Isil cubrió su escape mientras uno de los zarcillos se abalanzaba violentamente sobre el para atraparlo, ahora el mismo se había puesto en riesgo por ayudar a su amigo, pero gracias a sus agudos sentidos pudo reaccionar a tiempo, dió un paso lateral dejando que los zarcillos sólo agarraran el aire y aprovechó la oportunidad para dar una fuerte estocada en la rama que había quedado expuesta... Al ver que su amigo estaba seguro nuevamente, se apresuró a alejarse de aquella amenaza moviendose de un lado a otro intentando evitar que un nuevo ataque de los zarcillos lo apresen antes de lograr alejarse de allí.

Se sintió aliviado al ver que Osfahlt se libraba aún de esa manera tan accidentada, sus palabras le hicieron replantear su determinación de enfrentar la amenaza de forma mas directa, recargó su ballesta mientras veía a Isilöme hacer acopio de toda su destreza para evitar caer presa también. 

El pequeño héroe consiguió liberarse de la atadura de aquel insistente enemigo que se resistía a rendirse. El estado de nuestro compañero se agravó con la caída, aún así no vi cobardía alguna en sus ojos. Su cuerpo, magullado por culpa del tedioso encuentro, sospeché que antes de prestar ayuda, tuvo contratiempo. 

Preocupado por su estado que conforme pasaba el tiempo era peor, decidí solventarlo utilizando los recursos de que disponía, concedidos por mi guía.

Me acerqué hasta estar a la altura de Osfahlt, y mientras recitaba unas palabras toqué su espalda con mi mano cubierta de una blanca luz.

Con todos los contendientes fuera de alcance de aquel temible árbol os dedicáis a dispararle sin demasiado acierto. El árbol como había estado haciendo hasta ahora parece ignorar los virotes que provienen de vuestras ballestas y espera con cierta ansia que os acerquéis de nuevo.

Disparó su ballesta y continuo caminando rumbo al sur. Mientras caminaba se dirigía a sus compañeros: "Buscaré rodearlo, tal vez si le atacamos desde distintos flancos tengamos mejor oportunidad, un ataque directo no parece el mejor plan pero si alguien tiene una mejor idea creo que es un buen momento para decirla", la idea de entrar de nuevo en esa penumbra y enfrentar directamente esa descomunal amenaza no era de su agrado, pero si no había alternativa se jugaría la vida...

Una vez realizada la curación y comprobar que las heridas de mi compañero cerraron aunque no todas. Cargué mi ballesta y disparé a nuestro enemigo de madera. Al menos nadie se encontraba en su rango para convertirse en su presa, y desde luego acercarse no era muy inteligente. 

Ya que había cargado mi arma, no tuve tiempo de moverme, así que permanecí en el mismo lugar en que me encontraba. Conseguí impactar en mi objetivo, y el virote se clavó en la madera, pero que hiciera daño era otro cantar. Era imposible saber si había efectivo.

En un tono despectivo, por lo que podéis intuir pues no entendéis lo que dice, el árbol desaparece ante vuestra vista. Os sentís aliviados pues la terrible amenaza os ha dejado marchar. Pero... ¿cómo es posible? ¿Existe a caso alguna planta que pueda desaparecer? Es evidente que sí, pues aquella lo acababa de hacer, pero desconocíais las cualidades mágicas que tenía. 

¿Será producto de aquella enfermedad que asolaba al bosque y os habíais propuesto erradicar?

Había logrado escapar del alcance de aquellos zarcillos mortales, una nueva flecha era preparada para disparar nuevamente contra la criatura, pero en un mal paso tropezó trastabillando hasta casi caer de bruces contra el suelo, con aquel torpe movimiento la flecha voló por los aires antes de tener la posibilidad de siquiera tensarse en el arco... Con un rápido movimiento recobró la compostura mientras observaba desde la distancia que sus ataques parecían inútiles ante aquel oponente.

- Deberíamos regresar a la cueva!!! los demás quizás necesiten de nuestra ayuda y al parecer nada de lo que hagamos parece afectar a ese condenado árbol!- Exclamó Isil mientras avanzaba hacía el interior de la caverna invitando con un gesto a los demás a que lo siguieran.

Sorpresivamente el atacante pareció decir algo para luego desaparecer. Estupefacto aún, inquirió a sus compañeros salidos de la cueva: "Habéis llegado justo a tiempo para el baile, pero como podéis notar nuestra pareja nos ha abandonado. Por favor decidme: ¿qué hallasteis en la gruta y qué ha sucedido con los demás compañeros?".

"Tristemente hemos perdido a Nakai victima de aquel extraño árbol; antes de ingresar en la caverna, si es eso lo que haremos a continuación, deberíamos dar un aunque sea un improvisado funeral a su cuerpo." dijo sin ocultar la pena por la pérdida de aquel compañero de aventura a quien ni siquiera llegaron a conocer.

De una forma o de otra el combate había terminado, había sobrevivo al delicado encuentro que se había complicado más allá de lo deseado. Por desgracia el final no era todo lo grato que podía ser, había caído uno del grupo, humano o no no tenía relevancia. Era del grupo, y había demostrado su valor pese a que su compañía fue breve.

Un suspiro que no pude contener escapa de mis labios, observé como aquel árbol andante se marchó conforme vino, desapareció de mi vista de forma desconcertante. Después, giré mi vista hasta el cuerpo del hombre lagarto. No se podía dejar de esa forma.

También comprobé de un primer vistazo el estado de los demás, el que parecía había sufrido más era Osfahlt del cual ya me pude encargar de algunas heridas gracias a la gracia de Ílmater. - ¿Cómo os encontráis? ¿Alguién requiere que sus heridas sean atendidas?

Eso no era todo, las palabras del elfo llamaron mi atención, casi me había olvidado por completo del resto. - Ya que habéis venido hacia nosotros, si los demás necesitan ayuda prestaré la mía sin dudarlo. Así que contarnos, ¿qué habéis encontrado dentro de la cueva? - En tono grave y lleno de determinación mientras lancé aquella cuestión recargué mi arma dispuesta a usarla de nuevo. Aquella empresa había demostrado ser más peligrosa de lo que en un principio había supuesto.

Aún había asuntos que atender, así que el descanso tendrá que esperar.

El combate había acabado y aunque no sería por falta de intención el árbol se había llevado consigo (es una forma de hablar, no transporta el cadáver con él) a vuestro compañero Nakai. No obstante había intentado arrastrar por el mismo camino a otros de vuestros compañeros que con mayor fortuna consiguieron escapar. Nada quedaba allí excepto un vacío donde antes estaba aquel ser y los cuerpos de las diminutas ratas que os bombardeaban. Sin embargo el bosque si recordaría aquel combate en el que el fuego acabó con varias zonas de su debilitado follaje.

Estupefacto ante la repentina desaparición de aquella bestia a manos de la cual había estado a punto de morir, la expresión de sus compañeros le hizo pensar que por medio de ese mismo modo habría llegado al lugar. Si bien la forma en la que había abandonado la escena era un misterio en sí mismo, a Oshfalt le dejó más intrigado la actitud del treant. ¿Eran imaginaciones suyas, o justo antes de abandonar el lugar se había mostrado disgustado, como si esa decisión le hubiese sido impuesta?

-La situación en el interior de la gruta no es apremiante, Odnan -comenzó a hablar, mientras, agachado, recogía su arma y se examinaba tratando de sopesar el alcance de las heridas recibidas. Mayor es, diría yo también, la necesidad de ser soterrado del que otrora fuese el último en unirse a nuestro grupo. En realidad, la única razón por la que Isilöme y yo volvimos al exterior fue porque se juzgó conveniente que viajásemos juntos, en vez de permanecer separados. Quizás...

-Quizás -continuó, tras una pausa, poniéndose en pie-, quizás separarnos no fue buena decisión. Se preguntaba en silencio qué sentido habría podido tener la muerte de Nakai; si el cadáver sobre el que estaba ya colocando piedras, improvisando como podía alguna suerte de sepultura, pesaba sobre una mala estrategia del grupo o si sencillamente eran los dioses y sus muchas veces indescifrables designios los únicos responsables.

-Gracias a Hwestadîn, logramos descubrir que la cueva es un pequeño laberinto, ramificaciones y falsas paredes. Habíamos progresado sin problemas hasta una sala de la que muy probablemente, según nuestra elga, partía la que sería la galería de acceso a la madriguera de los reptadores. Bueno... Una madriguera de 'algo', en cualquier caso. Así que haríais bien en imitar a Alainnheïn y preparar vuestras armas, porque es posible que el siguiente paso en nuestra aventura suponga caminar por algún lugar más inhóspito aún que este bosque enfermo y asesino.

Prestando atentos oídos a cuanto Osfahlt decía, guardó sus armas se aproximó para colaborar en la tarea de dar un improvisado sepulcro al aventurero caído. Al terminar la tarea tomó su laúd e improvisó un triste cántico:

"...Tu aspecto inusual era,

Pereciste buscando aquello

Que fulminó la vida en tu tierra

Ahora la aventura ha terminado

en este mundo para ti, amigo Nakai,

reúnete con los tuyos, del otro lado..."

"No se me dan muy bien las plegarias y ni siquiera llegamos a conocerle como para saber cuales fueron sus dioses, si es que adoraba alguno" volvió a echarse el laúd a la espalda. "Supongo que ahora nuestro camino continuará bajo la tierra"

Recordó aquella gema que portaba una de las criaturas que los atacó inicialmente, y que Zanc había logrado fulminar; echó un vistazo cerca al cuerpo de Nakai, si podía hallarla tal vez pudiera darles alguna pista acerca de lo que acababa de acontecer.

Una vez escuchada las razones de aquellos que se unieron al combate de forma inesperada, aunque algo grato debía añadir, solo restaba darle descanso al hombre lagarto, caído en combate como un noble guerrero. El sentimiento de culpa se aferró a mi corazón como una pequeña daga clavada, me pregunté repetidamente si pude hacer todo aquello que mi capacidad me permitió para que la situación fuera diferente.

Con paso firme acerqué al cuerpo, con una mano y gesto suave cerré sus ojos. Estaba frío a pesar de que su muerte fue reciente, demasiado reciente. Luego recordé de que era una característica de su raza. No conocía las motivaciones, ni a quien servía, absolutamente nada. Todo aquello seguirá siendo un misterio acompañándole al lugar donde las almas abandonan los cuerpos.

Cerré mis ojos y mis labios recitaron una orazión, una plegaria, ignorando que mano divina lo acogaré le hice la petición a mi propio guía, Ílmater. Al menos hasta que su alma encuentre el camino que le corresponda.

- Ílmater, aquel que se apiada de los sufridos, apíadate de su alma dado que su sufrimiento ya terminó. Murió por sus creencias, luchó con honor y murió siguiendo su destino demostrando poseer un corazón valeroso. - Aquellas pocas palabras, pronunciadas con seridad, no eran nada agradables para mí decirlas, no estaba acostumbrado despedir a los caídos, y quizás nunca lo estaría. ¿Pero quién podría estarlo? Ver como la muerte decide a quien debe acompañarle era un amargo momento. 

Me tomé mi tiempo para reflexionar en un momento de tregua que nos fue concedido guíandome por mi fe.

Zanc e Isilöme se quedaron estupefactos mientras los demás improvisaban un tumulto para el hombre lagarto caído. No era de extrañar pues el elfo minutos antes de aquello apremiaba al resto para entrar de nuevo en la cueva. Sin embargo, parecía haber todavía gente decente por aquellos lares. Uno por uno los recientes e inesperados compañeros de aquel fueron presentando sus plegarias frente al caído. Cada uno recitando una plegaria o una frase conmemorativa a su manera, pero igual de sinceras cada una de ellas.

Tras presentar sus respetos Odnan se acerca al árbol chamuscado en el que estaban gran parte de las maquiavélicas ardillas. No tarda demasiado en ver el resplandor irisado de la gema que sobre el pasto carbonizado resalta aún más. Tendido en el suelo espera que alguien se acerque y se apodere de ella. Para cuando el bardo lo hace no siente ningún tipo de efecto sobre él, pero no parece dañina.

Después de terminar con los "actos fúnebres" Isil avanzó hasta la entrada de la cueva mientras los demás terminaban de prepararse, entonces, cuando todos estuvieron listos, lideró la marcha guiándolos a todos hasta llegar al punto donde habían dejado a los demás.... Este día parecería que iba a ser mucho mas largo de lo normal, aún faltaban muchas cosas más por las que deberían pasar.

-Debemos cuidar nuestros pasos si no queremos terminar como el difunto Nakai..... que en paz descanse- Pensaba Isil con cada paso que daba, ya había avanzado por aquel incómodo y estrecho pasillo y conocía el camino, por lo que no tuvo mayor problema para guiar al grupo... Sólo esperaba que los demás no hayan tenido problemas, 1 funeral es suficiente por el día de hoy.

Al observar la gema con atención se percato de que no era una simple joya común y corriente, así que mientras se dirigían a reunirse con Isilöme para aventurarse tierra adentro, enseño la gema a Alainnheïn y Zanc: "Vosotros conocéis las artes místicas, ¿que os parece esto? es la joya que portaba una de las criaturas que nos atacaron inicialmente, por su resplandor intuyo que no es una gema ordinaria"