Partida Rol por web

Tras un primer vistazo para asegurar la zona, lo cual os lleva poco tiempo pues el espacio, aunque amplio sigue siendo limitado; os disponeis a un exhaustivo examen de algunas zonas algo "diferentes" en la caverna mientras esperáis que el resto de vuestro grupo vuelva. Una pequeña aunque perceptible pedazo de losa descansa a vuestros pies cubierta de polvo, arena y telas de araña, algo que desde que pisasteis aquel nido parece acompañaros a todos lados, al menos tenéis la suerte de que estas no sean pegajosas.

Estuvo a punto de apartar la mano de la elfa que tocaba su armadura cuando sintió el pequeño candor que desprendía. No tenía por qué aguantar su carácter agrio. Se contuvo dar réplica a la respuesta que pensaba a las palabras de la elfa y se forzó a decir simplemente:

- Gra...gracias.- Al trasgo, sin embargo, parecía habérsele comido la lengua el gato. Si la elfa tenía tan poca empatía, ¿le costaría ver que no estaba bien tampoco? No le hacía mucha gracia su compañía pero cualquier ayuda explorando esa cueva era bien recibida.- Grasp, ¿cómo te encuentras?- Suponía que no después de lo que había pasado. Áraman observó la nueva estancia percatándose de la presencia de aquella losa cuvierta de polvo, arena y asquerosas telas de araña.

- Andaos con mil ojos.

El humano parecía reaccionar. Y parecía dar indirectas de que igual Grasp necesitaba ayuda, lo que agrió el rostro de la elfa. Sólo imaginar tocar a Grasp le revolvía el estómago y un escalofrío recorría su piel. Si el trasgo necesita ayuda que la pida... dice para salvarse de tocarlo. Ahora... exploremos dice y a modo de burla hace una reverencia con la mano para dejar pasar a Áraman que pronto dejaría su autoproclamado mote "el bravo" por "el delicado". Aunque si dijese esto en alto las palabras de Áraman serían más cortantes y no por su elocuencia si no por su timidez.

Tras su paso por la pseudo-muerte, a Grasp le costaba trabajo decidir si había tenido suerte o no. En su cabeza retumbaban los redobles de cien mil legiones, como si su cráneo no fuese más que la otra cara del pellejo de los tambores. Las órbitas de sus ojos le ardían, y aunque se sentía más aliviado al cerrarlos se resistía, pues en la oscuridad de sus párpados las belludas patas de la araña se le venían a la mente.
Apena conseguía oír la voz de sus acompañantes, que sonaban como un murmullo en la lejanía, como el eco que se produciría si estuvieran metidos en una vasija: " Si el trasgo necesita ayuda que la pida ida ida ida..." "?Cómo te encuentras tras tras tras..."
Grado quería gritar, quería decirle lo mendrugo mendrugo que eran ?cómo no iba a querer ayuda? Mas la sola idea de abrir su boca le hacia que el estomago se le revolviese aún más y que los redobles aumentasen. Ahora que lo pensaba, la sensación era muy parecida a una resaca... o más bien a todas las resacas del Faerun juntas. Ese pensamiento le ánimo, las palizas que casi te mandaban al otro mundo no eran algo tan familiar como el sentimiento de una buena cogorza. Al fin tomó aliento, trago saliva y se paró en seco.
<< Grasp... ayudargh...>>

La elfa se tapa la cara al ver como Grasp parece casi ni poder respira, luego mira a Áraman y arquea las cejas Ves como cuando quiere, puede... hace una mueca parecida a una sonrisa y se acerca con gran pesar al trasgo. Lo coge entre sus senos y lo levantó. Un par de palabras emanaban de la boca de la elfa Pensaba usarlo en Rauko, amigo de un trasgo... Por suerte no tengo amigos que puedan verme y burlarse de mi... Parecía que el trasgo había cogido algo de color y finalmente cerró los ojos para suplicar a su diosa el último de sus favores. Este conjuro le extenuó no esperaba estar tan cansada, dejó a Grasp en el suelo para poder recuperar el aliento. La elfa parecía muy cansada tras las curas a sus compañeros. Jadeando y con sudores en la frente terminó diciendo... Continuemos... y esta vez tener más cuidado*

La sensación no pudo ser más repugnante para Grasp: todo lleno de luz y paz... Pero estaba curado y dadas las circustancias, parecia justo el precio que había tenido que pagar.

< Se puso en pié de un salto y observó la escena que tenía delante. Dio unos pasos hasta situarse frente a la losa que descansaba sobre el suelo envuelta en un sudario de polvo y tela de araña. Un escalofrío le recorrió el cuerpo al ver la telaraña pero apretó los dientes y observó con atención aquella losa.

Mientras Grasp inspeccionaba el pedazo de roca mugrienta del suelo Hwestadîn descubría una puerta secreta, una losa mayor estaba perfectamente camuflada en la pared de piedra, al igual que una diminuta cerradura. Eso si... ni rastro de la llave en la sala.

De nada... dice con na mirada a Grasp, que observaba una losa. Tras mirar la losa, Hwestadîn se fijó también... Una puerta. Buscar una llave ordenó, claramente venía implícito en ese mandato que había una llave.

Creía haber dejado suficientemente claro su agradecimiento a la elfa con sus palabras... aunque ahora que lo pensaba con detenimiento no recordaba haber articulado palabra alguna. [Grasp debe sufrir efectos se secundarios] De todas formas nunca había entendido la susceptilidad de todos los humanoides, le parecía una perdida de tiempo hablar siempre dando las gracias y adornando el diálogo con palabras corteses para que el resto de oyentes no se sintieran ofendidos. En fin... era tan diferente a su sub tierra natal.

Grasp contemplaba la mohosa roca del suelo cuanto escuchó la orden de la elfa. "Una puerta" De repente su imaginación voló pensando en las fortunas que podría haber tras ella.

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Grasp busca y rebusca bajo la losa que encontrasteis de primeras pues poco más hay en la sala. De estar allí debería estar bajo una capa compacta de arena pues no hay ni plantas, ni salientes, ni cofres donde guardar la llave o poder buscarla. 

Mientras Hwestadîn se conforma con pasar su vista de un lado a otro sin mucho acierto, quizá consciente que no encontrarían nada allí.

Inspecciona el cadáver. ordena a la criatura, aunque más que una orden parece una sugerencia muy atractiva a oídos de la criatura Grasp que parece fascinado con la idea de una puerta secreta. Parecía que sus ansias de codicia empezaban a crecer.... Ese enano podría ser un cadáver que buscaba tras esa puerta... Y ten cuidado. esa última advertencia parecía ser una sugerencia implícita en todo bien natural. Quien algo quiere, algo debe pagar... Y alomejor ese pago es demasiado elevado.

¿Una llave?

Entonces vio que en la pared había una losa que podría ser una puerta. La elfa tenía buena vista y su corazón parecía ablandarse poco a poco. Gracias a sus cuidados el trasgo ya correteaba aparentemente contento, rebuscando por la habitación.

- Si encontramos la llave genial, pero no nos adentremos en su interior hasta que lleguen los demás.- Se quedó observando lo que parecía ser la cerradura intentando imaginar qué forma podría tener la llave. Tras meditar unos instantes retrocedió para ayudar al trasgo con el cadáver del enano, e incluso remover los restos de aquella espantosa araña que lo había herido. Si era capaz de hablar puede que abriera y cerrara puertas también.

La idea del cálido oro brillando como una antorcha en la oscuridad de la cueva embriagaba el pequeño corazón del trasgo. Delirios de metales preciosos y tallas únicas forjadas y labradas por enanos u otros hábiles seres, quizás pertenecientes a alguna civilización muerta que habitara el submundo hace cientos de años y que albergara todas sus riquezas aun intactas tras las negras entrañas de la tierra.

¿Porqué no? La magia y el esplendor de siglos pasados podrían hallarse ocultos tras una pequeña losa de piedra, esperando que la astuta mano de un trasgo las agarrase.

-Picuda tiene sesera para estas cosas. Tal vez llaver estar allí. Grasp buscará en el cadáver. Cadáver tener respuesta de hierro para Grasp. Sí, respuestas el frío cadáver tiene escondidas para Grasp.

La voz de la elfa parecía tener sentido. Quizá el no-muerto fuera el centinela del paso a ese lugar lleno de riquezas que brillaba en los sueños del trasgo. Le pareció buena idea inspeccionarlo, además era algo que se le solía dar bien.

Bajo la capa mugrienta que cubría la losa, y, a pesar de los destrozos ocasionados posiblemente por la caída desde la pared y el paso de las enormes arañas y reptadores por encima de ella tus sensibles y codiciosos ojos consiguen interpretar los relieves que recubren la piedra. Una parte, que parece completarse con la escondida puerta de la pared, completa un nombre élfico. A lo cual diferentes escenas aparecen al pasar la mano y caer el polvo que las tapaba. En su conjunto parece describir la vida de una mujer elfa que fue enterrada en aquel lugar. Parece que los deseos del trasgo se vuelven realidad.

Sólo faltaba un pequeño detalle, no menciona llave alguna y no parece estar en aquel lugar.

Hwestadîn abre los ojos desmesuradamente, mira con gran atención aquella tumba. No puede ser más poético. Una tumba en el corazón de la naturaleza. dice conmovida... Quién será esta gran elfa cuya vida estaba tan arraigada a la tierra? meditaba en voz alta.

Los ojos del trasgo brillaban tal como lo harían los ojos de un niño a punto de abrir un regalo.

Cierto era que el élfico no era precisamente su fuerte pero al menos sí lo bastante como para entender que se trataba de una tumba y que, junto a su pálido dueño, posiblemente se hayaran valiosas ofrendas mortuorias.

El pequeño trasgo se giró al escuchar a Hwestadïn.
-Esto ser sepulcro de picudos. ¿Tú leer?- preguntó señalando la inscripción con su larga y negra uña.

Mientras esperaba la respuesta de la elfa y ante la ausencia de llave, Grasp se dispuso a añadir "asaltador de tumbas" a su lista de oficios.

Hwestadïn se concentra en la tumba, intenta recordar alguna historia que pudiese haber llegado a sus oídos, pero era huérfana. La madre naturaleza siempre cuidó de ella. En la naturaleza no había mujeres, ni hombres protagonista. Sólo esencia que cambiaba de ser, para transformarse y dar paso a otros seres. Pero aquel mecanismo... No es tanto la historia como el mecanismo...aún así. Áraman, ¿no conocerás por casualidad a esta elfa? pregunta la guardabosques. Mientras Hwestadïn se pone a limpiar el musgo y quitar la piedra desprendida de la pared, en busca de más información. Rauko! Y con un comando su perro se queda haciendo guardia con los ojos bien atentos, para que nadie sorprenda a la ahora distraída elfa.

Hwestadïn lee el nombre completo en alto.

- Déjame que eche un vistazo.- Contestó a la elfa.

Áraman se agachó junto a sus compañeros para examinar la losa caída. Se levantó el casco para poder inspeccionarla adecuadamente. La limpió como mejor pudo, seguro que mucho mejor que el trasgo, y examinó los caracteres y relieves. Se quedó meditando por si conocía alguna leyenda o historia de una elfa, ya fuera noble o plebeya, con aquel nombre.