Partida Rol por web

- Yo siempre he tenido la fama de ser el impulsivo, caballero del Fenix- miró a Ikki severo- me parece que no has escuchado mis palabras, desde el principio he dicho que tu hermana como santo de Atenea, sabe defenderse sola, por tanto se sobreentiende que ni mi ayuda ni tu sobreprotección le son necesarias, simplemente he intervenido para darle a entender que si me necesita, estoy dispuesto a ayudarla cuando me lo pida. Deberías medir tus palabras y no ir buscando tan a menudo pelea. Te creía más inteligente. Lo que menos necesita tu hermano es a tí haciéndote el gallito protector, provocando todo el mundo.

Leo no se dignó a escuchar la respuesta de Fenix, estaba molesto por los continuos arranques brabucones del caballero de bronce. Lo que hacía falta era desenmascarar a los asesinos, no desviar la atención removiendo viejas heridas que no conducían a nada... 

- Shun-se dirigió a la dama, dando por zanjado el asunto con Ikki- hay que analizar lo que sabemos, en eso tienes razón, aparte de tu hermano el único que se me ocurre que pueda producir ataques similares a los producidos por fuego es Saga, sin embargo no es un prueba concluyente. 

Me llevo una mano a la boca para bostezar algo aburrido y volver a sentarme al lado de Shaka de Virgo. Observo a los presentes.

Haré lo que me plazca.

Sentencio finalmente a las palabras del caballero del Fénix. Acto seguido miro a Aoira de arriba a abajo. Me encojo con sencillez de hombros.

Aunque creas que debas de protegerla de mí, aunque no confíes en mí, tú sí te has ganado mi confianza, caballero de Leo.

Luego miro a la dama de Andrómeda y niego con la cabeza, miro por unos segundos al suelo mientras hago aparecer una rosa roja y la huelo, meditando algo en voz alta.

Creí que tenías más valor... Pero parece que sigues presa de tus cadenas. Lástima.

Entonces con un leve movimiento mi rosa se clava frente a Zelos mientras alzo la mirada.

Y volviendo al trabajo que nos atañe, fué un caballero de oscura armadura el que atacó a June, eso reduce el abanico entre tú y yo, Zelos de Rana. Yo me sé inocente, no sé los demás. Así que si mi voz es escuchada, y también la de Shaka, caerás antes de la noche.

-Caer, porque-Gero-Se quito la rosa que tenia clavada y la pisoteo, de un salto se puso delante de Afrodita.

-¿Por no hablar con alguien que ni siquiera me escucharía, que me mirarían por encima del hombro y mi voz se quedara perdida en el limbo, sin que mis pensamientos fueran recogidos por los presentes-Kero?-Se encaro con el, obviando la razón principal de la acusación de Afrodita.

NO creo ni una sola palabra de lo que dices ni tu ni nadie, sois todos culpables a mi parecer, culpables de tener un EGO mas grande que cualquier Dios/a y eso es un pecado tan grande, que puede obligaros a matar, simplemente por mostrar vuestro poder. Si estoy aquí es para demostrar que soy inocente y un caballero como yo puede con los culpables. Eso voy hacer atrapar a los culpables y para eso no me hace falta hablar con personas que no quieren escucharme-Geko.

¿Y cómo pretendes hacerlo...?

Pregunto sin moverme de mi posición. Sonrío levemente.

Debes de dar gracias de que no esté de mal humor hoy. ¿Ego? Puede ser.

Con un sencillo movimiento me pongo en pie y alejado tres metros de él.

Andrómeda escuchaba en silencio. Las palabras de Afrodita la atravesaban como espinas, las palabras de Aioria le daban aliento, las palabras del Fénix la comprimían recordándole sus carencias, las palabras de Zelos la hacían dudar de sí misma. Nada de eso dijo. No sabría cómo hacerlo ¿en quien confiar? 

Si no podía confiar en su gente ¿cómo hacerlo? Y si era cierto que Géminis era el único aparte de su hermano...  Y entonces ¿porqué me siento tan mal?

Y ahora Afrodita... Viendo cómo sus rosas eran pisoteadas casi pudo imaginar el futuro que le aguardaba. Rodeado como estaba de sus creaciones, él parecía una rosa más. Arrogante, presuntuso y lleno de dardos envenenados... pero una rosa. No por nada se llamaba a sí mismo el Caballero de la Belleza... Una belleza cruel.

El rostro inexpresivo de su máscara no mostraba nada de ésto. Ese rostro tan solo guardaba silencio, observando, y consciente de que la última hora avanzaba... Al final se movió, acercándose a Afrodita donde varias rosas crecían discretas, aún a medio florecer, y tomando varias con la mano.

- Si esto es lo mejor que le has dado al mundo, lo guardaré. - Lo mira a los ojos sin mostrar nada, sin ofrecer nada, sin lamentar nada - Lamento que no haya más en tí que merezca la pena. - ¿realmente lo sentía?

¿por qué me siento ten mal...?

Dirijo mi mirada hacia la dama de Andrómeda tras sus palabras y ver cómo toma algunas rosas.

Tranquila, esas no están envenenadas... Tómalas como un regalo si lo deseas.

Sonrío en una mueca extraña y casi imposible de discernir su verdadero significado. Nuevamente mis ojos se clavan en los suyos, como pudiendo ver a través de su máscara, mientras ella nuevamente se ha acercado a mí, con palabras que pretender ser hirientes, producto posiblemente de algún temor que no tiene el valor de expresar.

Si eres sincera no debes de lamentarlo. Cada uno encuentra la belleza donde la haya... Y no hay nada más bello que...

No obstante no termino la frase, la dejo como colgando en el aire.

Al escuchar la palabra bello, clavo su mirada de desprecio hacia afrodita.

Ehhh Fenix, que tu hermana sabe defenderse solita, para algo tiene una cadena.....déjala que ella decida. No puedes estar eternamente tras de ella.

Tatsumi aparece de imprevisto en la sala portando dos ánforas antiguas, las posa enfrente del trono de Saori y comienza a hablar.

Bien señores con ropa de lata, la señorita Saori después de haberlo dejado deliberar el día entero me envía para que me digan quien creéis que es uno de los caballeros del patriarca, siguiendo la costumbre griega lo haremos siguiendo la costumbre de la ostraka.

Tatsumi coge una anfora antigua y la rompe, dando un pedazo a cada uno.

Cada uno de vosotros cogerá un pedazo de ánfora y en el escribirá el nombre de quien crea que es uno de esos indeseables y lo pondrá en está esta otra ánfora dice señalando a la a otra ánfora, una vez todos halláis puesto vuestra ostraka (trozo de ánfora) dentro de esta otra procedere a leer los resultados, y los que hayan votado al caballero que más votos tenga tendrán que matarlo.

Uno por uno vais poniendo vuestro voto en el ánfora, cuando acabáis Tatsumi lee el resultado

Bien caballeros, ya habéis acabado todos, el resultado es el siguiente.

Tatsumi coge todas las ostrakas, y tras contar los votos comienza a decirlos públicamente.

Afrodita:  5 votos de Shiryu, Andromeda, Libra, Cancer y Shaka

Zelos: 2 votos de Afrodita e Ikky

Ikky: 2 votos de Nicolae de Altar y Hyoga

Saga: 2 votos de Aoiria y el propio por no votar

Hyoga: 1 voto de Mime

Shaka: 1 voto de Zelos

Mime: 1 voto de Mu de Aries

Andromeda: 1 voto de Docrates

Capricornio: 1 voto suyo por no votar

Según la mayoría Afrodita de Piscis debe morir.

Os equivocáis...

Digo, tras ver el resultado de las votaciones, miro a todos los presentes, pero en particular a Andrómeda.

Pero no seré yo quien os abra los ojos, serán los siervos del patriarca.

Entonces cierro los ojos y hago aparecer una rosa azulada, algo que nunca antes había visto nadie, y la llevo a mi nariz para olerla.

Caballero del León, protégela.

Miro entonces a todos y cada uno de los presentes de arriba a abajo, casi con indiferencia.

He cultivado esta rosa especialente en el inframundo, su perfume nubla la razón, su roce pulveriza el alma, su veneno arrastra al olvido. Con ella os podría condenar, no sólo a uno, si no a todos vosotros, pues con la sangre y el dolor se multiplica hasta crear un mar de muerte silenciosa. Ninguno de vosotros sería capaz siquiera de rozarla sin morir, pero... Es una muerte demasiado hermosa para aquellos que no son capaces de ver.

Coloco la rosa entre mis labios y mi vida se escapa de mi cuerpo mientras éste es recubierto de hermosas rosas mientras caigo, rosas de varios colores, pero entre todas ellas, la rosa azul aún está entre mis labios, no obstante, la misma posición de mi cuerpo y el florecer de las rosas casi parece vaticinar, decir en silencio, un juramento que reza "Volveré..."