Partida Rol por web

Salvadores Salvados

Hijos de los héroes. El turbulento inicio del mañana mejor.

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12/12/2012, 23:34
Administrador
Sólo para el director

Salvadores Salvados

El ser humano ha fantaseado siempre con lo sobrenatural y el balance entre el bien y el mal. Para muestra la distopía del cartel que nos representa. Tras un tiempo preparando la partida por fin está lo bastante madura para ser lanzada al público umbriano, y menos mal, porque ya echaba humo por las orejas. Se trata de una partida ambientada en una ucronía del mundo real.

Adolf Hitler siempre estuvo más que interesado en el ocultismo. Han surgido numerosos estudios y teorías de ahí, pero si no se ha dilucidado nada es por algo. En su búsqueda por devolverle al ser humano su estatus original y purificar la raza, los Nazis desencadenaron algo que cambiaría el mundo. Las barbaridades médicas que cometieron nunca podrán ser justificadas, pero ahora veremos sus frutos. Los supervivientes de aquella barbarie, aquellos cuya alma y ADN quedaron marcados para siempre, han rehecho sus vidas lo mejor que han podido. Aquellos con hijos, tuvieron más hijos, y queda, a día de hoy, una parte de ellos en ti. Siempre estarán vivos, en cierto modo, ahí dentro.

Pero, abandonando la ternura y volviendo al mundo real, el telediario y la prensa hablan, más o menos a menudo, de la tercera mundial. Ya está aquí. Era un hecho, y se veía venir. Todos lo sabían, pero quedaba muy lejos. Hasta que da comienzo. Y con la guerra, toda la caja de pandora va detrás. Los supervivientes tuvieron hijos, sí, pero en ambos bandos hubieron bajas y supervivientes. El Nazismo no ha quedado reducido a simples cabezas rapadas.

Las potencias en la sombra han escogido bando. Otras no, y la mayoría de los Hijos de Dios, como denominan unos pocos entendidos a estos nuevos "magos", han vivido alejados de todo eso. Muchos ni siquiera son conscientes de su condición, y achacan su inteligencia, reflejos u oído a simple capricho de la genética y el destino. Otros, capaces de crear fuego en la palma de su mano o de levantar lápices sin tocarlos, han decidido ocultar su capacidad en mayor o menor medida. Son los olvidados, y ahora que el mundo está en guerra, deben ser... purgados, en una secreta caza de brujas muy propia del nuevo medievo, ya sea por ideología o por interés, dado que lo que para muchos es un agujero, para otros es una escalera.

En sus manos está salvar la vida y encontrar un remanso de paz o caer en el intento. Alguno, osado y estúpido héroe, incluso intentará no ser un mero egoísta y salvar también a los demás, como si esto fuese la lista de Schindler. Pero son sólo personas, ¿no? Bueno, eso es relativo. Por resumirlo de alguna forma...

... La televisión cuenta los muertos. Mientras tanto las bombas caen y tu familiar va a la guerra. Las águilas sobrevuelan el mundo cazando, esvásticas al brazo, a los hijos de experimentos genéticos. Hablan en alemán, y sienten predilección por los arios, pero debe haber algún rincón donde esconderse más allá de las sábanas.

Información

Género: Drama, aunque no monotemática. No queremos suicidios entre los jugadores, que eso daría mala fama a Umbría.
Enlace: Salvadores Salvados.
Plazas: +/-6. Horquilla de cuatro a ocho, en principio. Probablemente 5.
Ritmo: Bajo-Medio, pero flexible. Se exigirá un mensaje cada seis días "y pico" (salvo retrasos/ausencias avisadas), pero cuando se pueda no habrá problema en mantener un perfil Medio (72h) e incluso Alto en algunos momentos concretos. ¿Por qué "seis y pico" no siete? Porque el Director tiene que tener en cuenta a la gente que postea en último momento, sin que ello descuadre las semanas al actualizar. El ritmo es este para ofrecer flexibilidad y permitir que todos los tipos de jugadores puedan participar sin encontrarse las con las típicas e incómodas bajadas de ritmo. Es decir, el Ritmo será como mínimo Bajo, pero podrá subir, y el Director tendrá un sistema de Avisos para garantizar que el ritmo se mantiene (justificaciones aparte, por supuesto).

Ambientación: Tercera Guerra Mundial. Todo el globo. Punto de partida en Ámsterdam. 
Núcleo de la partida: Caza de brujas.
Sistema: Sistema propio, pero primará la narración. No hace falta clavar codos como si no hubiese mañana.
Conocimiento previo: Ninguno, salvo saber rolear con realismo a vuestro personaje.
Personajes: Cualquiera. Da igual etnia, clase, género, nacionalidad y condición. La partida puede completarse, quizá, sin dar un solo puñetazo. Lo único exigido es coherencia narrativa y de acción con el personaje, que tengan, de forma consciente o no, una habilidad sobrenatural (mínimo), y que comiencen la partida en Ámsterdam. Por las palabras "Guerra Mundial" pueden tentar militares, pero, aunque preferiría que la partida no se llenase de Apocalypse Now, no prohibo nada.
Edad: No se admitirán a menores de edad como VIPs. No tiene por qué haber sexo explícito, ni necesidad, pero pudiera llegar darse el caso. Se podría a aceptar menores de edad como jugadores vetando este tipo de escenas, pero a la hora de solicitar plaza deberán comunicar su condición vía MP. De no hacerlo se comprobará si la edad o fecha de nacimiento está indicada en el perfil, y en caso de no ser así se preguntará. Por otro lado la partida puede llegar a ser un poco cruda en algunos puntos, aunque el Director intentará amoldarse en la medida de lo posible a las sensibilidades de sus jugadores.
Dificultad de partida: No pretende ser un paseo, pero tampoco un imposible. Dentro del sistema de juego hay un sistema para que el jugador pueda modificar, con permiso del Director, la misma en algunos puntos, y el susodicho está dispuesto a aumentarla o disminuirla para algunos jugadores según sus preferencias personales, aunque con mesura y lógica. Lo importante aquí es rolear, no lo fácil o difícil que sea en si la trama.

¡Quiero apuntarme!

Bien.  Se busca gente con pasión por la parte narrativa del rol y las partidas con calado emocional. Vamos, buena escritura y compromiso.

Para participar, hay que enviarme un mensaje privado con un concepto de personaje y un ejemplo de narración (pueden ir unidos). Nada más, aunque no sobraría, si tienes la posibilidad y te viene bien, dar ejemplos de narración aparte, ya sea de una partida en curso, finalizada, un blog, un documento, o un simple extracto de algo que hayas escrito dentro o fuera de umbría. Lo típico. Además, podéis enviar todo lo que queráis, que lo leeré, y responderé, si las hay, dudas y similares. El concepto de personaje no tiene por qué ser definitivo, pero sí que se debe aceptar jugar con él. Has de saber, también te lo digo, que aunque me gusta mucho ver el concepto, casi cualquiera es válido, y le doy mayor importancia a la hora de elegir jugadores al roleo, narración y comportamiento del jugador que al personaje.

Suplentes: Esperemos que no haya abandonos, pero de ser así los que no entréis tenéis derecho a, si queréis, ser tenidos en cuenta para una posible suplencia, ya sea con un personaje completamente nuevo creado por vosotros, por el Director, o encarnando a un PNJ o al personaje que llevaba el anterior jugador. Eso, y que no descarto ampliar las plazas llegado algún momento, aunque por el momento no voy a intentar abarcar más de lo que no pueda asimilar. Bueno, y que me gustaría en algún momento poder hacer cameos por ahí. Así pues, el que quiera puede, en su mensaje privado, manifestar que estaría dispuesto a escuchar voces de suplencia, lo cual no le obliga a nada, por supuesto, ni va a influir en el proceso de selección. Da igual que alguien esté dispuesto a estar en la reserva o no, pues será elegido igualmente si lo veo uno de los mejores candidatos.

VIPS: Se admiten a criterio del Director.

Fecha límite de recepción de PMs: Ni idea. No dudes en enviar un mensaje aunque sólo sea para decir que estás interesado en la partida, para tenerlo en cuenta, ir sabiendo el volumen de gente que quiere presentar algo, y poder hablar si tienes alguna duda. Por supuesto, nada os impide postear aquí abajo diciendo lo que queráis. Eso sí, no os precipitéis al mandar la narración y el personaje, pero no contéis con todo el tiempo del mundo.

Nos vemos dentro ;)

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10/02/2014, 07:04
Eugenius Novák

Novák se movió deprisa. No podía perder el tiempo. Marcó el número de Olga. Fácil y sencillo. Mataba varios pájaros de un tiro. Informó a la hacker de lo que iba a ocurrir. Debía saber que sólo había dos opciones. Y le informó de que si no morían, no debían esperarle. Debía cuidar de Liselote y de Ria. Y ellas debían esperarle, pues si Avalon no estallaba, Eugenius encontraría la manera de volver con ellas.

Avisó a la mujer de que probablemente tendría que seguir el juego de Fremont, así que a lo mejor tenía que salir primero del país para luego volver a entrar a por ellas. Pidió que por favor fueran pacientes. Y pidió que hablaran con Anne en su nombre. Eugenius sabía que no era un buen momento para hablar en persona con ella. Quizá le flaquearía la voluntad para hacer lo que tenía que hacerse.

No tardó ni un minuto en dar a Olga las indicaciones necesarias. Lo siguiente fue quitar la carcasa del móvil, remover la batería y sacar la tarjeta SIM con gran pericia. Metió la mano en el primer cajón del escritorio esperando encontrar el mechero prometido, prendió fuego a la SIM y la dejó caer en la papelera. En cuanto estuvo seguro de que su contenido era irrecuperable dejó caer el contenido del vaso de agua hasta apagar todo aquello.

Inspiró hondo. Minuto y medio. El oficial estaría a punto de llegar. Pero Eugenius ya había cumplido su parte del papel. Ahora le tocaría fingir y dejarse golpear. En otra situación, el oficial pagaría cara su osadía y entraría a formar parte de la lista de agravios de Eugenius, pero eran circunstancias extremas. Y ese tipo de circunstancias requerían medidas extremas.

Se dejaría llevar, se dejaría golpear, y dejaría que los alemanes en su autocomplacencia se relajaran y le llevaran al núcleo de Avalon. Una vez allí intentaría destruir a c0mrade. Por fin su batalla final. El todo por el todo. Si salía bien los libros de historia recordarían al genio como el salvador de la humanidad. Si salía mal… bueno, si salía mal, era bien sabido por todos que la historia la escriben los vencedores así que…

Y si vencía a c0mrade, ¿entonces qué? Si vencía Eugenius no veía muchas opciones. Si quería salir con vida de esa situación sólo podía aceptar la oferta de Fremont y huir con él en su vehículo oficial. Una vez en el avión, en el aire, ya pensaría en su situación y en cómo remediarlo.

Tragó saliva. Se puso recto, hombros firmes, mirada al frente. El destino de Ámsterdam, de Europa, y en cierto modo del mundo, estaba en sus manos. No iba a rezar, no creía en Dios o dioses. Ahora ellos no podían ayudarle. Sólo dependía de sí mismo. Eugenius Novák era Dios.

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10/02/2014, 07:04
Niki Neill

Escuchar a Adam en aquel momento esotérico y celestial, regocijó mi alma de un modo que no esperaba. Como un hijo frente a un padre orgulloso, me dejé embriagar por la sensación de que ése era el camino correcto. Aquella luz acarició mi piel, recorrió mi pecho, e inundó mis pulmones haciéndome más fuerte, y borrando todo rastro del dolor que unos minutos antes me desgarraba. No era felicidad, una alegría pasajera, era firme determinación, una seguridad sobrenatural y un sentimiento de armonía que hacía que todas las piezas encajaran por sí solas. Cuando llegué al despacho junto a Adam me sentí capaz de todo. No tenía miedo morir, ni a la oscuridad, ni al dolor. Era libre.

Escuché a aquel hombre muerto hablar sobre mí durante todo aquel rato. Comprendía que esperaba que sus palabras me bloquearan, o alteraran de algún modo la paz que me inundaba en esos momentos. Pero no fue así. Él no podía comprenderlo. Hacía escasos momentos había sentido el dolor máximo que creía que podía sentir cualquier persona. Mi mundo se había venido abajo, y había llorado, había gritado y había perdido la razón. ¿Qué podía decir aquel hombre que me hiriera?

Escuché cómo hablaba de Gabriel, de aquel soldado alemán, e incluso de Izan. Pero no me inmuté. Él no comprendía que todas aquellas cosas eran mi fuerza. Para bien o para mal, ésa había sido yo y solo yo.. Buenas o malas decisiones, fueron las que yo tomé, igual que ahora. Y sí... quizá Adam guiara mis pasos... pero era una persona a la que valía la pena seguir.

- Qué ingenuo... - Dije inalterable. - ¿Crees que tus palabras pueden herirme? - Dije con una sonrisa, dulce, y casi maternal. - ¿Crees que puedes decir algo que me hiera? Negué con la cabeza - Conozco mi pasado, y sé quien soy. Soy todas esas cosas que dices, no muerto, y mucho más. - Respiré hondo. - Pero no me pesa... Porque pese a todo... he encontrado el camino y la luz. No temo a la muerte, ni te temo a ti, o a tus palabras. ¿Crees que puedes matarme y demostrar que soy ese ser lamentable del que hablas? Adelante. Será una muerte dulce. Porque habré vivido. Porque seré libre. Porque seré solo yo... - Mi sonrisa se borró. - Y porque habré luchado para llegar hasta ti. Para que tu cuerpo muerto abrace la luz, y Ámsterdam conozca un nuevo día. Soy Niki Neil, y ésta quizá sea la última decisión de mi vida... pero te aseguro que será una que no podrás olvidar.

Eché a correr. La confianza vino por si sola. No me preocupe por los seres que nos acechaban, confié en las estacas de Adam, y en la luz, convencida y segura de que ella me protegería de todo mal. Esquivando cualquier cosa que pudiera apartarme de mi objetivo: El cuarto Reich. Esta vez no buscaba un arma, ni si quiera un cuchillo, o algo similar, con mis manos traté de llegar al cuerpo de aquel ser esquelético y demencial, para que portaran la luz hasta él, para que conociera la paz y viviera o muriera con ella.

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10/02/2014, 07:05
Ruth Karsten

Correr o morir. Llegar o perecer. No puedo parar. Por Ágatha, Gerard y mamá.

Esos eran los únicos pensamientos que atravesaban su cabeza rubia y rosa, lo único que hacía que siguiera corriendo, ignorando el cansancio, era saber que al llegar conseguiría su billete hacia la libertad, iría a un lugar lejano, muy lejano. Esperaba que ese sitio fuese un lugar soleado. No sabía por qué pero asociaba la libertad con el sol y con grandes praderas verdes. Quería tumbarse boca arriba, con los brazos en cruz y las piernas estiradas, dejando que los rayos del sol calentasen su pálida piel, quería sentir una brisa fresca y suave que la mantuviera despierta, que le hiciera cosquillas en la nariz al respirar. Inspirar hondo, tomar aire y expulsarlo junto con todos los malos recuerdos. 

Cambiaría las lágrimas por el rocío de las mañanas, la soledad por un cielo despejado y azul, la ira por rayos cálidos y la desesperación por la esperanza. Esos disparos que oía a lo lejos, muy pronto pasaría a ser sólo el silencio y la quietud, o tal vez el bullicio de una nueva ciudad. Dejaría de ser esa Ruth pesimista y misántropa, quizá dejase de ser Ruth incluso, cambiar su nombre, ¿por qué no? Nunca le había gustado ser Ruth, ese nombre sólo le traía malos recuerdos y le dejaba un mal sabor de boca. 

Eso se prometía, una vida nueva. Ese era su premio si conseguía llegar a su destino, lo que la hacía seguir adelante.

Empezar de nuevo. Una vida nueva. Correr o morir.

De vez en cuando sentía que su cuerpo cedía, que iba a caer y no levantar. Escuchaba los pasos de los soldados aproximándose y la muerte se le antojaba una solución tan fácil, tan rápida... Sólo un disparo y se acabó. No volvería a sentir angustia, ni miedo, no tendría que correr y huir. No tenía nada que perder... Salvo un futuro. Eso hacía que Ruth reaccionase y se volviese invisible a tiempo; si se dejaba morir, ya no habría un porvenir. Moriría como la Ruth que no quería ser, la que quería dejar atrás. Tampoco podía hacerlo, por Ágatha, debía seguir adelante y conseguir un final feliz para ella y los demás.

Por Ágatha. Por Gerard. Por mamá.

Tropezaba y se daba de bruces contra el asfalto, pero eso no impedía que la pelirrosa siguiera adelante. Las heridas no la detenían, tampoco el frío o el cansancio. Ella avanzaba, sin descanso, sin parar un instante. No podía darse por vencida tan cerca de conseguir su futuro. Ya lo visualizaba, a unos metros de ella, sólo tenía que acelerar un poco más, casi lo tocaba con las yemas de sus dedos. Antes de llegar, volvió a caer, pero apenas notó el golpe, sólo escuchó como sus vaqueros se desgarraban, pero nada le dolía. Con lo que parecía una media sonrisa de triunfo, entró en el edificio que pertenecía a los Anarquistas. Casi podía sentir un billete de avión en sus manos, llena de arañazos y heridas…

Libertad, nueva vida, un sitio donde empezar de nuevo…

Al quitarse la capucha se dio cuenta de que… No. No había ninguna nueva por empezar, pues su antigua vida la seguía persiguiendo y apagó de un golpe de viento helado, la tenue llama que Ruth sostenía entre sus frágiles manos. Se desvaneció, dejándolas frías y completamente vacías.

De golpe, se sentía pesada, como si todo su peso hubiese ido a sus pies. Deseó correr, huir, gritar, llorar y golpearlo tan fuerte que hasta ella misma quedase inconsciente. Pero no, no hizo nada de eso. Sus pies estaban clavados al suelo, como dos anclas que impedían a la muchacha huir.

Miró como se acercaba como el que ve la muerte venir, con los labios fruncidos y los puños apretados de pura impotencia. Observó sus movimientos de depredador a punto de abalanzarse sobre su presa… andaba despacio, con cautela, sin querer asustar al pequeño pájaro petirrosa de alas rotas y patas pesadas. Su mirada gris y fría como el acero se clavaba en sus ojos, verdes y apagados, vidriosos. Atravesaba directamente su alma.

A cada paso que daba, cada palabra que pronunciaba, veía sus planes y sus ilusiones construidas desde una pequeña luz, cada vez más lejos. De todos los Anarquistas que pudiera haber en la  ciudad, tenía que encontrarse precisamente con ése. Una vez más, la vida volvía a enseñarle a Ruth que estaba jodida, que siempre lo estaría… y que hiciese lo que hiciese, los finales felices no estaban hechos para ella. Tal vez la vida sólo quisiera enseñarle que, simplemente, no se lo merecía, no estaba hecha para el éxito.

-No te acerques…-murmuró en voz baja, con un hilo de voz en un vano intento de que Axel decidiera quedarse donde estaba. Ella retrocedió un par de pasos arrastrados-¡No te acerques!-exclamó en un acto de histerismo, sintiendo como la voz se le rompía conforme hablaba.

Notaba como su cuerpo temblaba como una hoja, igual de frágil y fina. Se estremecía pensando lo cerca que estaba de conseguir la libertad, su libertad, ya casi podía tocarla con la yema de los dedos, después de tanto tiempo anclada a esa ciudad, a esa vida… Cuando por fin tenía la oportunidad de tener un nuevo porvenir, donde poder ser ella la dueña de su vida, siempre había algo que lo jodía todo. Primero fue esa tormenta eléctrica que tanto la alarmó, después las cámaras que la grabaron, más tarde el ataque a la casa de Arjen, el asalto a la torre, el toque de queda, la muerte de Heller… y ahora, después de todo… ¡Se encontraba al maldito Axel en la puta guarida de los Anarquistas!

En su pecho comenzaron a arremolinarse muchos sentimientos de golpe, la angustia, la impotencia, la rabia acumulada… Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas ardientes y amargas, ¿por qué todo el mundo tenía derecho a que las cosas le fueran bien aunque fuera sólo por una maldita vez? ¿Por qué todo el mundo menos ella tenía derecho a conseguir su felicidad? Ver a Axel allí, casi esperándola, la abrumó demasiado.

-¡No, no, no!¿Es que no te das cuenta, joder?-le gritaba, con los nervios y emociones a flor de piel, las mejillas sonrosadas por la sangre corriendo a toda velocidad por su cuerpo, víctima de su histeria.- ¿No te das cuenta de que no quería estar contigo, de que huía de ti, Axel, huía?-decirlo en voz alta hace que se sienta mejor, llevaba demasiado tiempo con esos sentimientos atragantados y expresarlos así era como quitarse un peso de encima.-Tú… tú me contaminaste. Tenía miedo de ti, de lo que pudieras hacerme, de lo que puedas hacerme ahora…-confiesa, con las lágrimas ya corriendo rápidas y calientes por sus mejillas, encendidas como su sangre. Es un llanto interrumpido, jadeante, como si le faltase el aire y no pudiese respirar, agónico, angustiado. Vuelve a pasarse las manos por el pelo mientras tiembla en el sitio. Siente pánico, pero su rabia es aún mayor, ¿por qué tenía que sucederle eso a ella? ¿Qué es lo que tenía que hacer para ganarse el derecho de ser feliz? ¿Acaso no había sufrido ya suficiente?

Se dio cuenta entonces de que… sí, claro que podía ser feliz. Esta era su última oportunidad, la prueba de fuego, donde demostraría lo mucho que ansiaba esa libertad. Tragó saliva, apretó los puños. No, no podía dejar que esto acabase así, no lo permitía, de ninguna manera. Su rabia era mayor que su derrotismo, y estaba harta de darse de bruces con el suelo, de caer una y otra vez. No iba a volver a hacerlo. No podía dejarse ganar, no ahora que tenía la libertad a sólo unos pasos. Debía ser eso… una prueba, una última prueba antes de volar, lejos, muy lejos. Todo dependía de cómo jugase Ruth sus cartas ahora.

Ahora o nunca, Ruth. Por Ágatha, por mamá, por Gerard…

Su mente iba a cien por hora mientras miraba a ese individuo que tenía delante. Axel de por sí ya era peligroso, más aún con un arma en su poder. Pero… lo que Ruth no había sido capaz de ver hasta ahora es que Axel es, al fin y al cabo, un humano. Uno herido, de hecho. Como tal, tiene miedos, emociones, siente, quiere, desea… Y Ruth era algo que él siempre había querido poseer, pero se le escapaba. Podría usarlo en su contra. Ella sabía que él estaba herido, que la quería… Pero él no sabía que Ruth es algo más que un mero objeto, que una niña asustada y desvalida. Lo que Axel no sabía es que Ruth estaba dispuesta a todo por conseguir lo que quería de una maldita vez.

Miró sus ojos, grises y fríos, letales… Esa mirada que siempre la había atemorizado. Sí, lo miró directamente, con los ojos llenos de lágrimas y desesperación.

-Y… sin embargo… te necesito.-No mentía, lo necesitaba ahora, pero no en el sentido que él creía.-He…  he tardado en darme cuenta de que sin ti no sé qué hacer, estoy perdida. Intento hacerlo todo por mí misma, pero siempre fracaso… Te necesito a ti.  Tenías razón, desde el principio… sólo me siento segura si estoy contigo, si tú me ayudas, si me cuidas como antes lo hacías…-le costaba decir esas palabras, no quería inflar su ego… Pero en su interior sabía que debía hacerlo. Caminó, tambaleante y temblorosa, hacia él, aunque su instinto pedía que corriese en dirección contraria, que volviese a huir. Llegó hasta su cuerpo, el cual rodeó con sus brazos con vacilación, sin saber si lo que estaba haciendo era lo correcto. Tuvo cuidado de no rozar alguna herida que pudiese tener, ni de aprisionar el brazo herido.-Sí, Axel… vayámonos, los dos, lejos de aquí. Sácame de este infierno, por favor…-suplicó, enterrando su cara en el hombro del muchacho, a quien no quería mirarle la cara siquiera por no ver su sonrisa triunfante. Lloró unas lágrimas que se habían quedado rezagadas, amargas.

Se alzó sobre las puntas de sus pies, hasta llegar a sus labios para besarlos como tantas otras veces había hecho. Sentía asco, repulsión, repugnancia por lo que estaba haciendo, pero se decía a sí misma que era completamente necesario. Poco a poco, los besos aumentaron su intensidad, intentando hacerle ver que necesitaba más de él. Lo condujo, entre besos, caricias y sonrisas cómplices de falsa enamorada, hacia la barra improvisada construida a base de bidones y tablas de hierro y madera, donde se impulsó para sentarse encima, cerca de las armas, y rodear su cintura con las piernas.

Axel era inteligente, no lo dudaba… pero Ruth sabía perfectamente que si el muchacho tenía alguna debilidad, era ella. Tardó en verlo, pero así era. Además, como Stille apuntó la primera vez que se encontraron “se tira a todo lo que se mueve”. Y la pelirrosa era Ruth, conocía a Axel y sabía qué hacer y cómo moverse con él, por mucho asco que le diese.

Además, Axel la creía débil, tonta, torpe, incapaz de hacerle nada malo, pues nunca se había atrevido. Era Ruth de quien hablamos, una muchacha que vive con miedo, que siempre ha necesitado la ayuda de alguien para seguir adelante… La chica sólo esperaba que él no se diese cuenta de sus verdaderas intenciones: que Axel soltase o guardase el arma.

Dejó que el hombre pusiera las manos sobre su cuerpo, que la besase y respirase su aire. Ruth sentía asco por ese contacto, cada caricia le quemaba, como si quemase su piel con ácido. Quería apartarlo de un empujón, pero debía controlarse, debía hacer creer a Axel que ella lo seguía amando como antaño. Sus labios recorrieron el cuello del muchacho, cargados de mentira y odio, desde esa posición pudo ver donde había guardado el arma. En un movimiento rápido, la cogió y encañonó la sien de Axel con ésta.

-Ni un solo movimiento o te vuelo la cabeza.-siseó, alejándose un poco de él, pero sin soltar el agarre de sus piernas.-No creas que no soy capaz de hacerlo, no sabes cuánto tiempo he esperado algo así.-siguió hablando. Su cuerpo temblaba ligeramente, lo que acababa de hacer era algo muy arriesgado, pero notaba la adrenalina recorrer todo su cuerpo, nada ni nadie podría pararlo ahora.-Tú te vas a encargar de sacarnos a mi familia y a mí de esta maldita ciudad, del país. ¿Entendido?-presionó algo más la pistola contra su cabeza. Se permitió sonreír de pura satisfacción.

Por fin, Ruth, tomaba las riendas de su destino. Ahora sólo quedaba saber qué le aguardaba. Pero no iba a aceptar otro resultado que no fuese su libertad, esta vez no. 

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10/02/2014, 07:06
Fremont

- ¿Y bien, Doctor?- preguntó la voz del otro Doctorado.

El tablero de ajedrez se extendía sobre una mesita baja de café. Un juego exquisito, con piezas de marfil para las blancas y ónix para las negras. El aire acondicionado se escuchaba de fondo, como el leve rugido de los motores y el ventilador del ordenador portátil. O, mejor dicho, de los ordenadores portátiles. Dos.

Uno con información sobre su trabajo en las Waffen-SS y otro para el Departamento de Investigación Militar de los Estados Unidos de América. El primero contenía información sobre el cuerpo tecnificado de Heinrich Wolf, también conocido como Knochenmann. Los datos estaban incompletos, pero eran claros en una cosa. Aquel hombre era considerado, no un arma blanca, como si fuese un artista marcial, sino, literalmente un arma de destrucción masiva, y sin ser un arma nuclear, biológica o química. Era más preciso que cualquier dron teledirigido y autómata.

El mapeado de su anatomía confirmaba que apenas quedaba algo humano en él. Un cerebro, unos ojos, un corazón, unos pulmones. Algunas terminaciones nerviosas y algo de tejido. La inmensa mayoría de superficie corporal había sido prácticamente reemplazada, sino combinada, con piezas robóticas en el mejor de los casos y mecánicas en el peor. No había una explicación científica y racional a porqué era funcional, eficiente, y seguía vivo. O, mejor dicho, seguía no-muerto. Era imposible que, en su estado, fuese algo más que una chatarra aberrante.

- Señor Novák...- murmuró Fremont por segunda vez, apartando su vista de la ventana.

Novák no podía apartarla todavía. Veia un ala de un pequeño pero lujoso avión privado. Después, sólo nubes blancas en un cielo azul. Knochenmann había entrado en la ecocueva antes de que su familia y Olga pudiesen salir. No había habido ningún superviviente, al menos, que se supiese. En aquellos momentos, el espacio aéreo de Ámsterdam estaba en guerra abierta, y en unas horas o días lo estaría también la zona de tierra.

Por desgracia, lo único que se sabía por el momento es que camilleros alemanes habían estado sacando a los cadáveres y que había una ingente cantidad de desaparecidos. Gente desmembrazada, troceada, o simplemente irreconocible a simple vista. Novák no tenía noticia alguna de Ria o de Liselot. La cabeza de Olga estaba clavada en una pica, visible ampliando imágenes a tiempo real de los satélites espía. Satélites que penetraban en la ciudad gracias a una Torre de Comunicaciones tan muerta como Silk Shade.

El segundo ordenador de Fremont, en cambio, revelaba otro tipo de híbrido entre hombre y máquina. Uno menos invasivo. Eran sus armaduras cibernéticas, armadas y equipadas con software. Solo necesitaban a un piloto capaz. América había planificado tener para 2020 un soldado robótico por cada diez humanos, y a día de hoy lo había superado con creces. Su nuevo objetivo era sustituir esos obsoletos soldados por más drones capaces y, en la medida de lo posible, aquellos tecnosoldados más capaces. Capaces de pensar como algo más que máquinas.

Novák tenía mucho en qué pensar. El avión cruzaba el océano rumbo al pentágono, en Washington. Tendría que elegir. Tenía demasiadas opciones por delante. Volverse a Ginebra, con Anne, o quedarse en Washington. Traerse a Anne. Volver con el colisionador de hadrones o dedicarse al negocio de la guerra tecnológica. Trabajar para el Gobierno Estadounidense o con Fremont, o con los dos. Investigar la tecnología de Fremont, del Gobierno Estadounidense, de los nazis o incluso de los japoneses. Averiguar si madre o su hermana seguían con vida.

El avión, en aguas internaciones, atravesó una zona con cobertura.

Llegaron dos archivos a su móvil. Uno, enviado desde Ottawa, Canadá, aunque parecía que había sido redirigido a ese puerto de salida desde otro lugar. Estaba firmado como "c0mrade daughter". Otro, enviado desde Berlín, Alemania. Firmado como"Silk Shade Endlösung der Judenfrage".

El primero estaba claro. Era la maniqueista y obsesa hija de Vanderveer. Otra vez. El segundo, no obstante, no podía ser de Olga. Estaba muerta. Atendiendo a que venía de su ciudad natal y que rezaba Solución Final en Alemán, el plan de los nazis para el genocidio judío, o era una inteligente y precavida nota de testamento y última voluntad o, por el contrario, una broma macabra de los nazis. No obstante, al abrir el mensaje y ver aquellas elegantes eses escritas con caligrafía victoriana, quedó claro.

"Si escuchas esto es porque yo ya no podré decírtelo..."

Era su voz. De fondo estaba la foto de la mano pálida y femenina sobre el ratón. La foto que le mandó durante la primera y única vez que chateó con el Doctor. Una mano que, probablemente, en ese momento estaría apilada en una montaña inconexa de extremidades.

Ni siquiera le hizo falta abrir el mensaje de la hija de Vanderveer para saber que no podía quedarse de brazos cruzados. Había salvado a la ciudad, y había sobrevivido, pero no había sido capaz de proteger a sus seres queridos. No hasta el final. Al menos, no a todos ellos. Lo peor era la incertidumbre alrededor de su familia.

- ¿Eugenius?- preguntó, preocupada, la voz de Fremont-. Diga algo, hombre. Lo que sea...

El mundo estaba gobernado por hombres fuertes. Donde la inteligencia no estaba en el músculo, sino en la mente. Lamentablemente, en ese momento más que nunca Novák cobró conciencia de una cruda realidad. El poder, las decisiones que afectaban al destino de un pueblo, los cambios, traían consigo sacrificios. Precios. Pagos. Renuncias. A veces, demasiado grandes. Pero alguien tenía que hacerse cargo. La alternativa era dejar que gentes o fenómenos como Eichmann, Goering o c0mprade ganasen.

El rey negro vibró ligeramente al atravesar una corriente de aire.

Podía recordar el sonido del ordenador central de Avalon reiniciándose con suma claridad.

A c0mrade gritar desesperado luchando por no "morir". Sin éxito.

¿Hicieron eso también Liselot y Ria? ¿Lo hizo Olga? ¿Gritaron de desesperación?

Lo hicieran o no, el continente entero, de momento, no lo haría. Ya podía sentir el alfiler atravesando su traje para colgarle una bonita, simbólica e hipócrita medalla de reconocimiento al mérito civil. Con el himno americano de fondo. Pero Novák no era americano, y no necesitaba ninguna medalla... ¿o sí? El Nobel, al menos...

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10/02/2014, 07:07
Más Allá

Los ojos se abrieron lentamente, como una persiana oxidada. Unas gafas de media luna estaban pegadas contra el cristal de aquella particular celda. La textura vítrea y acuosa, fría y maternal, la rodeaba. Podía sentir el líquido amniótico contra cada poro de su piel. Podía sentir su melena de fuego suspendida, húmeda, contorsionándose a mechones en contra de la gravedad, movida por las pequeñas corrientes que se generaban en el interior del tanque.

El tanque.

Abrió los ojos de golpe y se percató de la bata blanca, los rasgos angulosos, la piel cetrina. La mano del hombre se apoyó contra el cristal, a juego con aquel reflejo plateado de las gafas de media luna. Era una mano terminada en dedos alargados, afilados hasta adquirir la finura y apariencia de cinco agujas. Se podía ver, a través de aquel líquido ambarino que la rodeaba, cómo las venas de la mano eran verdes, marcadas, gruesas, y las arterias violáceas, finas.

Era Christopher.

Pero sus gafas dejaron de brillar con el reflejo de la luz, y su rostro descendió lentamente hasta el suelo, donde quedó relegado a una bata blanca con un corto cabello castaño pegado al cráneo. Se escuchaba un leve crepitar y algo burbujeando en su espalda, como pequeños bultos pugnando por salir de entre la bata. Como tumores con vida propia, a juego con el responsable de la mayoría de aquellas aberraciones.

Y de pie, tras él, la indemne figura de Adam. Con su también mata de cabello castaño, sus ojos de un azul celeste, ahora marinos por la luz y la emoción que le embriagaba. Su aire de santidad seguía adornándole, rodeándole como un eco constante, como un aura mística inseparable. Seguía llevando su gabardina, aunque ahora su mano derecha resplandecía con aquella luz blanca tan característica que ella conocía tan bien. Podía recordar con suma claridad cómo se sentía algo rodeado por esa manifestación celestial.

La mano de Dios, envuelta en pequeñas sombras violáceas y verdes, cuya forma y patrón recordaban vagamente a las negras del Cuarto Reich, terminaron por desvancerse, incapaces de subsistir separadas de Christopher sin poder penetrar en Adam. Entonces, él, simplemente, extendió la mano hasta el tanque, a un lado del cristal. Se escuchó el sonido de teclas al ser presionadas, y entonces la voz femenina, sintética y virtual abrió.

LIBERANDO EL TANQUE EMBRIONARIO NÚMERO 03

- Hola, Sam- saludó Adam con su sonrisa afable-. ¿O debería decir Niki?

Y asintió con la cabeza. Las pequeñas hebras doradas serpentearon a través del panel de control, filtrándose hasta alcanzar el líquido amniótico y ambarino. Reaccionando con él como un antídoto. Rebajando poco a poco el color, arrastrándolo a un tono neutro. El AAK2, ciertamente.

- Vamos- la animó mientras el líquido "ambarino" descendía, liberándola los pulmones para que pudiese, tras toser y expulsar todo de su organismo, respirar por si misma-. Miles de personas que tienen que darte las gracias.

Ámsterdam. Sí. A su cabeza vino la imagen de aquella incesante risa diabólica, de aquel cuerpo negro crujiendo bajo el golpe, liberando una radiancia plateada acompasada por un grito de dolor propio de ultratumba. Recordaba perfectamente aquel cráneo de color carbón iluminándose, agrietándose como un vampiro ante la luz del sol. Y recordaba la explosión gris arrasándolo todo. Y entonces, nada. Sólo ella suspendida en el cosmos, en la nada. Cayendo sin red a un vacío insondable que nunca tenía fin. Un vacío inocuo, neutro. El limbo. Hasta esos últimos segundos.

- ¿Qué se siente... al resucitar por segunda vez?

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10/02/2014, 07:07
Axel

- Ruth...- murmuró Axel.

Un Ruth... tóxico. Pronunciado como si hablase a una niña pequeña y estúpida que blandía un cuchillo de plástico. Como si fuese incapaz de hacerle nada. Como si fuese incapaz de defenderse.

- Ruth, Ruth, Ruth...- repitió el maltratador, como una dichosa cancioncita-. Lo veías claro, cielo. Sé que lo hacías. Lo habías visto, por fin- declaró, un tanto profético, sin moverse. Sin darle pie a Ruth para cumplir su amenaza. Negó chasqueando con la lengua-. No. Sabes, Ruth, que yo soy tu única saliva. Siempre lo he sido.

Esbozó una sonrisa y rió en el sitio.

- Mírate...- espetó con sorna-. Has venido aquí, jugándote con la vida, arrastrándote entre balas y cristales, para llegar hasta mí- y, en eso, tenía toda la razón, aunque no fuese la intención sino la trágica consecuencia de Ruth-. No estás con tu familia, ni con otro chico, ni siquiera con los nazis. Estás conmigo. Has venido, aquí, conmigo. Otra vez. Como siempre. No te queda a nada, ni a nadie a quien recurrir. Y vienes aquí porque soy tu única oportunidad. Tu única salida. Tu único, primer y último recurso.

Aguzó los ojos, visiblemente molesto. Esa mirada de maltratador tan conocida, que tanto le caracterizaba. Esa mirada que tanto daño había hecho a Ruth, y que amenazaba con volvérselo a hacer.

- Así que haz lo único que sabes, joder- la ordenó un tanto agitado-. Lo único para que has valido en todo este tiempo. Baja la puta pistola, bájate las putas bragas y convénceme para que te saque de esta...

Pero Axel movió sus manos, llevándolas al cierre de los vaqueros de Ruth y tirando para liberar el primer botón. Un instante después, Axel ya no tenía esa mirada de maltratador. No podría mirar así a Ruth, ni a nadie, nunca más. No podría mirar a nadie, de ningún modo, nunca más. Le faltaba un ojo. Y medio cerebro.

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10/02/2014, 07:08
Agatha

Ágatha estaba tirada en el sofá boca arriba, mirando al techo. Tenía una pierna entrelazada con Ruth, y un brazo bajo su cuello. Sus mechones de cabello rubio se fundían con los rosas de su homóloga. Tenía una expresión tranquila, sosegada, relajada, armoniosa. En paz.

- Supongo que tienes razón- reconoció sin mucho problema-. Era el final que se merecía.

Ruth esbozó una sonrisa afable. Abrió sus ojos, revelando una ausencia de iris, de pupila. Sólo una total esclerótica blanca, sin expresión, con una bruma grisácea flotando en el interior, como unas moiras del destino. A su través sólo podía percibir exactamente eso, el destino que se había tejido con el tiempo. Una infinita y basta bruma grisácea, tranquila, flotando en mitad de ninguna parte. En el limbo. Pero apuntando hacia arriba, más blanca que negra.

- El tiempo pone a cada uno en su lugar- afirmó la gemela más afortunada.

Entre las manos de Ruth había una foto de Anne. Hacía dos días la habían enterrado en el cementerio, por un cáncer no operable. La mujer, si bien se trató para prolongar sus días, vivió los últimos fuera del hospital, con un infusor de morfina. Falleció en la república independiente de su casa, con sus hijas. Con la rebelde "rehabilitada" y la futura esposa de Schumacher.

- El tiempo y tú- siguió, pero se cortó-. Y nosotras, claro- rectificó Agatha. Eran un dúo.

Quitó la foto de las manos de Ruth y la sustituyó por el dibujo de un Alex malogrado.

Los ojos de Ruth se tornaron turbios, oscuros. Aquella bruma gris se tornó una tormenta. A su través sólo podía percibir exactamente eso, el destino que se había tejido con el tiempo. Una infinita y basta bruma grisácea, turbulenta, flotando en mitad de ninguna parte. En el limbo. Pero apuntando hacia abajo, más negra que blanca.

No podían adentrarse en el final del sendero, en el más allá, pero sí llegar a sus puertas.

Ya sabían ambas como había puerto Axel, y había sido de forma muy distinta a Anne.

Se escucho el timbre de un motor a través de la ventana, en la calle.

Pero ya no estaban en Ámsterdam, ni en territorio nazi.

No era un tanque, ni un furgón.

Era el novio.

- Ma-driiii-na...- dijo Agatha con rintintín.

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07/03/2014, 11:08
Administrador

El abrigo de Ambroos revoloteó al salir por la puerta del local. Con una Tinna inconsciente, anegada en sudor ya frío y visibilemente pálida. El sonido de los disparos de Stille en su espalda, a ráfagas irregulares y concentradas o simple fuego de contención. Un par de segundos después y los pocos cristales blindados que quedaban en pie en la discoteca con apariencia de iglesia, convertida a su vez en refugio mercenario, estallaron para dejar salir lenguas de fuego mientras las paredes se venían abajo, colapsando sobre si mismas hacia el interior. Una oleada de humo y polvo fue lo único que bañó a Ambroos tras salir de allí. No le había partido el culo a Diéter, pero le había negado el derecho a asimilar su muerte.

Una bala en la cabeza. Sin más.

Unas horas después, Ambroos había expuesto a Jürguen en su sótano, sobre una camilla, con su lengua como tapón en la garganta y los miembros convertidos en anatomía expuesta por partes. Juntos pero separados. Unas horas después, Jürguen había vuelto a la ecocueva y visto que allí sólo quedaban una puerta blindada reventada y una pila de cadáveres. Y suministros apilados en una única sala. Si Arjen, Gretchen o Novák estaban por allí, tirados en el suelo, no los reconoció.

Lo único que vio fue un solitario avión surcando el cielo hacia el oeste, proveniente del noreste, donde estaba el único aeropuerto que había seguido abierto hasta el pulso electromagnético, y que tenía pistas de aterrizaje y despegue abiertas. Aún había gente que salía poner pies en polvorosa en lugar de quedarse hasta el último aliento. Ambroos tenía la conciencia muy tranquila en ese sentido. Todo lo que podía teniendo en cuenta sus otros pecados.

Por eso, unas horas después, Ambroos estaba de vuelta en El Boulevard. Liria ya estaba consciente, y mandaba a las mujeres, entre ellas Liselot y una Ada que la miraba con "yo soy la dominatrix" a fuego en los ojos. Poco a poco el local iba desquitándose de sus cristales en el suelo, los cuadros rotos y demás desperfectos, volviendo a su esplendor del día anterior. No obstante, lo primero que pasó al ver a Ambroos no fue ningún abrazo.

Helghe corrió hasta el proxeneta y, con toda la fuerza que fue capaz, le pegó un manotazo, cruzándole la cara. Acto seguido simplemente se echó a llorar y abrazó al hombre por la cintura, poniendo la cabeza sobre su pecho. Por la diferencia de estatura, era incapaz de nada más. No dijo nada. Simplemente lo abrazó.

Ambroos ya lo sabía. Por un lado, le había dado varios sustos tremendos. Por otro, seguía vivo, Tinna seguía viva, y Helghe seguía queriendo a Ambroos. Con o sin Diéter muerto, con o sin platos rotos, el alma congelada de Ambroos la había salvado. ¿Cómo hubiese sido su llegada al local con Tinna sin pulso, en una bolsa de plástico?

Gracias- atinó a susurrarle la morena sin más-. Te quiero.

Significase lo que significase eso para Helghe. Y para Ambroos. Distintos significados en cualquier caso.

Natasha apareció en el umbral de la escalera, apoyada contra la pared. Mientras Ambroos seguía abrazando a la gemela Suxx, la enferma terminal simplemente se tocó la sien con un dedo de forma rítmica, y luego apuntó con él a Helghe. Sonrió. Ella era la que podía leer los pensamientos de la gente. Así que levantó el pulgar a Ambroos.

Media hora más tarde, Ambroos estaba sentado en una silla, en la habitación de Natasha, con el cajón de los fármacos abiertos para darle personalmente los antiretrovirales. Natasha, tumbada sobre la cama, con las manos cruzadas sobre el abdomen, sonreía profundamente, en paz como nunca parecía haber estado.

- ¿Podrías colgar el arma en la pared?- dijo apuntando con los ojos enfrente de la cama-. Si Gretchen vuelve, quiero que pueda ver siempre la prueba de que su padre ya no podrá tocarla nunca más.

Pero Ambroos sabía que no era sólo por eso. A ella también la habían violado los alemanes. Haberse quitado de encima a otro violador, a falta de poder matar jamás a quienes le hicieron eso a ella, era lo más parecido a una venganza personal que podría llegar a obtener. Así que, por una vez, se sentía simplemente liberada.

Ambroos sabía que nada había cambiado. Simplemente, Ámsterdam estaba ahora en una posición mucho más delicado. Tendría que seguir haciendo su trabajo unas semanas más, hasta que los ejércitos de tierra barriesen lo suficiente como para conquistar la ciudad en nombre de la Reina de Inglaterra o los Estados Unidos. Y entonces...

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07/03/2014, 11:10
Administrador
Sólo para el director

Fin de Partida.