Empezais a jugar unas partidas tras sentaros junto al fuego, su reconfortante calor hace que el helor que empieza a sentirse por las noches remita en buen grado.
Mueves en tus manos los dados de madera tallados por el propio Charjo, rara vez has visto unos dados tan bien equilibrados, aunque te sorprenderías de lo contrario tratándose del paladín.
Aún así cuando lleváis apenas un par de manos escuchas como la puerta del carromato de Amnot se abre y una de las esclavas asoma la cabeza, aunque envuelta en las sombras de la noche no distingues quien es. Con una voz sedosa dice en mulhorandiano -el sublime señor desea veros.
Charjo se encoge de hombros mientras recoge los dados y dice -te sonríen los dioses, hoy sentía la suerte de mi parte.
Cuando entras en el carromato ves a Amnot con un extraño artilugio desde el cual puede inhalar aire y humo aromático. Ambas esclavas están recostadas a su lado, casi la misma escena que cuando te fuiste, aunque su piel brilla por el sudor.
Amnot te hace un gesto para que te sientes y dice con diplomacia -parece que has tenido dificultades. ¿Necesitas una oración? Horus-Re sin duda deseará ayudar donde sea posible a los que cumplen su voluntad.
Los dados quedaron atrás, en manos del paladín, a quien saludo antes de entrar a la tienda. El sacerdote parecía relajado y de buen humor, evidentemente Khisa hacía bien su trabajo. Entró y tras saludarlo tomó asiento donde le indicó.
- Horus- Re ya me ayudó, de lo contrario no estaría aquí, Amnot. Ha sido mas complicado que otras veces, pero he conseguido lo que me pedisteis, he conocido y puesto a prueba a estos potenciales servidores tuyos, y si me permites tengo bastante para hablar de ellos - la mano de Tyr lo había sanado sus heridas pero su vida la había salvado Horus, al menos eso pensaba.
- Por empezar hacen un excelente equipo trabajando juntos cuando de combate se trata, tanto hombres como mujeres, aunque hay un elfo entre ellos que ciertamente parece evadir los enfrentamientos. El dinero es un buen estímulo para ellos, pero no están dispuestos a hacer malos actos por ninguna suma, mas bien entran en cólera fácilmente frente a bandidos y agentes del mal - prefirió obviar los detalles de como había tenido que averiguar estas cosas, mejor era mantener sus técnicas en secreto - En conjunto, si bien son buenos con las armas y con la magia, no parecen muy inteligentes ni prestos a ponerse de acuerdo, no los recomiendo para misiones diplomáticas ni de infiltración... no, definitivamente no, pero no tienen temor y parecen leales a sus convicciones, por lo que me parecen buenos servidores para la causa - le correspondía a él sugerir que los contratara? de ningún modo, no se atrevería a eso, pero siempre le daba su opinión al sacerdote, le gustaba pensar que la tenía en cuenta.
- El grupo esta formado por un hombre que se hace llamar Gunnar, es grande y con poca paciencia, afortunadamente para mi es el mas lento de los cuatro, pero me atrevo a pensar que si acierta un golpe de su espadón podría acabar con Charjo en un instante, y está acompañado por una mujer llamada Nabrisa, de modales muy... básicos, algo grosera pero letal, le he visto blandir el filo de sus cimitarras con excelencia y no vi enemigo que le haga frente, es a mi entender la mas valiente del grupo. Hay también un elfo, mas pacífico y civilizado, lo he oído cantar en la taberna y no hizo un mal papel, pero se las ingenió para montar un falso problema e irse sin pagar, aún así fue el mas esquivo a caer en la tentación de dañar a otros para su beneficio. Por último esta la elfa... ha sido mi Némesis, es la mujer mas hermosa que he conocido en estas tierras, pero no es racional, primero ataca y luego habla... si es que sobrevives a su magia y a su espada, claro. Ella demostró ser muy impulsiva y decidida, sin medir la consecuencia de sus acciones, pero cuando entra en cólera es aún mas peligrosa que los guerreros, y no parece tolerar de ningún modo la existencia del mal... para mi es la menos recomendable como mercenaria, aunque me casaría con ella si pudiera- dijo esto último casi como un desafío mas que como una añoranza, era como un potro salvaje, domarla era un reto irresistible.
- Eso es lo que he averiguado, Amnot, espero que el informe esté a la altura de tus expectativas - dice con una leve inclinación, esperando que el sacerdote emita su opinión ante éstas novedades.
Se acaricia la calva con una mano varias veces mientras escucha, toda su atención puesta en ti. Solo cuando pronuncias el nombre de Nabrisa tuerce levemente el gesto pero tarda muy poco en volver a su placidez habitual.
Un grupo... interesante. Sin duda con ellos no temeriamos a ningún bandido. Aunque podrían darnos mas problemas ellos... ¿elfos? -vuelve a pasarse la mano por la cabeza- ¿Y Nabrisa?
Parece estar calculando los beneficios y las desventajas de la misma forma que un sembiano calcula hasta el último cobre cuando negocia y finalmente dice con un tono que no muestra preocupación.
El Glorioso Horus-Re nos ha traído a esta situación en la que dependíamos de Hargre, pero este siempre ha sido un buen compañero y no hay motivos para desconfiar de él. Si cree que nos van a resultar útiles, entonces lo serán.
Después sonríe y dice -lo has hecho bien, Mored. Aunque te encuentres bien oraré por ti al alba.
Reconoces su tono como el de una despedida amable.
Por la expresión del rostro del sacerdote, parecía que conocía a la guerrera y que no simpatizaba del grupo, pero su confianza en Hargre y en él eran mayor a sus dudas. Le agradó que así fuera, pues en el fondo era un buen indicio saber que sus palabras eran tenidas en cuenta.
Su tiempo había pasado, así que despidió amablemente - Amnot, me alegro haberos sido de utilidad, y desde ya que agradezco sus plegarias. Si me permite os dejaré descansar, y estoy a su disposición como de costumbre -
Satisfecho de haber cumplido con su palabra a su amigo y señor, salió de la tienda. Claro que su amistad no implicaba perderle un ápice de respeto, y que a la vez su señorío era algo figurativo, porque Mored no doblaba su rodilla ante nadie, pero sí estaba agradecido por la generosidad del sacerdote, y seguía en deuda con él, así que cada vez que estaba a su alcance colaboraba con el hombre.
Amnot hace un gesto de despedida y una de sus esclavas se levanta al mismo tiempo que tu para abrirte la puerta sonriéndote mientras pasa junto a ti y susurrando –el señor Mored huele a otra mujer.
Para cuando te das la vuelta a mirarla ya tiene la puerta del carromato abierta y su gesto tiene una expresión impasible, salvo sus ojos que brillan mostrando regocijo.
Aún así sabes que no sería apropiado extender tu presencia en el carromato cuando Amnot te ha despedido y sales fuera, donde una ráfaga de aire frío te hace desear la cercanía del fuego. Allí Charjo está contando un chiste y los dos esclavos que le acompañan se ríen ahogadamente mientras se sujetan la tripa con ambas manos.
No te sorprendería que se tratase de un chiste vulgar ya que Charjo, a pesar de su lealtad divina dispone de una reserva de chistes de esta índole casi infinitas. Aunque realmente casi prefieres algo así a un paladín estirado de Tyr que viste como se ofendía si una mujer le enseñaba ligeramente las enaguas.
Charjo se da la vuelta y dice –¡Mored, ya has vuelto! ¡Y de una pieza, he perdido la apuesta contra mi mismo en la que pensaba que Amnot colgaría de los pulgares o algo parecido por…-se detiene buscando una inspirada palabra y su entrecejo se frunce pero poco después desiste- portarte mal. Pero aún estás a tiempo de perder los ahorros de tu vida conmigo. Ellos –señala a los esclavos- comprobarán que sea un juego limpio e incluso te sugerirán retirarte cuando estés en calzones.
Sonríe con una sonrisa bonachona que le quita prácticamente toda la mordacidad a sus palabras.
- Ya he estado en calzones esta noche, así que será tu turno, Charjo- le contestó desafiante, manteniendo una sonrisa amigable mientras se sentaba frente a el - Si pierdes apuestas contra ti mismo, imagínate lo que puedo llegar a pasar cuando apuestes contra mí!- y soltó una carcajada.
Una buena partida de dados entre gente amigable era un elixir para él, la noche había sido intensa de emociones, sin duda. Su vida había estado a punto de perderse por el mal humor de la mas bella de las elfas, pero volvería a vivir ese día mil veces si pudiese, lo hacía sentir aún mas vivo. Las caricias de la camarera y la gratitud del sacerdote habían compensado con creces los riesgos que corrió. La partida de dados frente al carromato lo hacía sentir como en su hogar, el único al que podía aspirar gracias a los bandidos que masacraron a todos a los que amaba. Ya llegaría el día de su venganza, de momento, le bastaba con sentirse vivo, que no era poco.
-Tu empiezas, aunque hagas trampa te ganaré, recuérdalo!-
Durante una buena cantidad de manos Charjo logra hacerse con una ventaja cada vez mayor y las monedas de cobre se van acumulando delante gracias a una buena suerte providencial y te preguntas si has hecho algo para atraer las atenciones de Beshaba, pero unos buenos faroles en las últimas tres manos hacen que para logres recuperar todo lo perdido e incluso marcharte con tres cobres extra.
Charjo deja sus cartas claramente decepcionado y dice –has tenido suerte al final, te venía ganando toda la noche…
Después se levanta mientras suspira y la noche se llena con el ruido metálico de su armadura cuando las junturas rozan la una con la otra hasta que se pone de pie, imponente como siempre.
Será mejor que me vaya a dormir, si mañana empezamos el viaje tu también deberías hacerlo, necesitaremos todas nuestras energías para servir bien a Amnot y a Horus-Re.
Se da la vuelta y se dirige a su carromato mientras dice –que Isis proteja tu sueño y Hathor no nuble tu mente.
La fórmula tradicional que usa siempre para darte las buenas noches, aunque no sabes tanto de esas diosas como para comprender sus referencias.
Pocos segundos después entra en su carromato dejándote solo junto a unos silenciosos esclavos, el único ruido que escuchas es el crepitar del fuego y el chirrido de los grillos, que vuelven a entonar su canción nocturna pocos segundos después de que Charjo no cause ese infernal ruido con su armadura.
Uno de los esclavos empieza a contar una historia sobre su antigua nación, narra sobre una persona que por decreto divino tuvo que vivir un año y un día en cada estrato social, desde el mas abyecto (los mendigos), hasta el de un hijo de dioses.Siempre suelen contar historias por la noche, aunque rara vez lo hacen sobre su patria y te das cuenta de lo extrañas que son sus costumbres, a menudo perdiéndote en los hechos, para ti carentes de sentido que realiza el protagonista.
Ni si quiera logras comprender a pleno si la historia tiene alguna moraleja o es una simple llamada a la nostalgia, pero cuando esta termina reflexionas un tiempo sobre lo ocurrido, crees conocer sus costumbres, pero te das cuenta de que ni siquiera has llegado a arañar la superficie de una cultura tan antigua y rígida, tan cerrada a las demás.
Es entonces cuando decides retirarte a tu carromato, el día siguiente promete ser un día lleno de tensión, de pequeños problemas que pueden surgir entre Charjo, extremadamente susceptible si no se muestra el debido respeto a Amnot, y no dudas que por lo que has visto pueda ocurrir algo. Así mismo tampoco crees que ellos conozcan en la menor medida las costumbres de los mulhorandianos, podrían ofenderse por los esclavos y por mil pequeños motivos.
Sabes que Amnot es perfectamente capaz de lidiar con esto tras tantos años fuera de su nación, pero también sabes que a menudo tu presencia mucho menos amenazadora y exótica que la del clérigo suele ayudar como el lubricante que hace que permite que los recién llegados se ajusten al grupo. Ya varias veces has tenido que cumplir ese cometido, aunque nunca con gente tan extraña y poderosa como esos elfos.
Como todos, has oído historias del poder de los elfos, pero nunca habías visto a nadie conjurar tantos hechizos en sucesión sin un gesto ni una palabra, sin ningún esfuerzo aparente.
Es con esos pensamientos que ya en el carromato acabas durmiéndote.
La joven elfa estaba frente a él bebiendo una copa de vino, la sala era inmensa y estaban los dos cenando en una gran mesa de marmol blanco. En una esquina de la habitación estaba el bardo tocando con vehemencia. Ella sonreía con una belleza que rivalizaba con la de los dioses, y compartían bromas y miradas seductoras. Mored estiró su mano para rozar la piel de la elfa. Error. Grave error. Ella le lanzó una mirada llena de ira, repentina, impulsiva, impredecible, y de su frente surgió un simbolo que desconocía pero que recordaba bien. Lenguas de fuego se levantaban a su lado mientras su carne se chamuscaba, sus huesos quedaban expuestos allí donde las ropas no lo cubrían, mientras el bardo continuaba tocando sumido en sus pensamientos, tal vez disfrutando de la tenebrosa escena.
Despertó sobresaltado por la noche, agradeció a Horus-re que estuviese en el carromato, se sintió mas feliz que nunca sobre la camilla apenas acolchonada. El aliento de vida continuaba acompañandolo, pero... sería así por mucho tiempo? o la elfa terminaría acabando con sus días tarde o temprano?
Tardó horas en volver a cerrar los ojos...
A la mañana siguiente sientes el cansancio y las ojeras por la noche que has pasado. Además de que la curación mágica exige cierto esfuerzo suplementario al cuerpo.
Aún así te vistes con rapidez cuando escuchas un traqueteante carro acercarse, ves la escasa luz que se filtra por la ventana e intuyes que se trata del alba.
Te vistes a toda prisa, justo a tiempo para salir y ver al elfo y los dos bárbaros acercándose en una carreta de manufactura claramente enana. De la elfa de la noche anterior no ves ni rastro.
Tienes dos post en auctus y luego pasas a: Primum cruce: Exiliumaut?