Partida Rol por web

Abres los ojos, oscuridad. Dolor. Agonía.

Respiras, tus pulmones resecos cogen aire, tu lengua apergaminada empieza a moverse, tus músculos gritan su estupor por las señales de moverse que recibe.

Caes al suelo, sientes los párpados sobre tus ojos que empiezan lentamente, muy lentamente, a humedecerse. De pronto una brillantísima luz hace que cierres los ojos golpeada por un dolor agudo que emite pinchazos desde tus ojos hasta las sienes.

Colocas una mano para levantarte pero no te responde, escuchas algo de lejos que se acerca, como un redoble de tambores acompañado de un sonido penoso, estos ruidos se acercan y se hacen mas poderosos hasta que te das cuenta de que se trata de los latidos de tu corazón y de tus jadeos.

Empiezas a temblar incontroladamente mientras tu mente intenta recobrar el dominio de tu cuerpo, los músculos chillan su protesta mediante punzadas de increible dolor, semejante a tener lava hirviendo en vez de carne humana. Pero afortunadamente para ti, estos empiezan a remitir lentamente y te sientes capaz de sentarte.

Tu oído adquiere su capacidad normal pero tus ojos siguen protestando incluso abriendo los párpados una sola rendija, pero otros sentidos acuden en tu ayuda. El olor a reseco, a bibliotecas llenas de libros polvorientos acude a ti. La frialdad de la brisa matinal acaricia tu piel. Mientras te concentras en estos sentidos la luminosidad parece descender y poco a poco logras abrir los ojos. Una azulada visión llena todo, te encuentras en una pequeña plataforma de lo que dirías que es fuego azul solidificado, aunque no sabes de donde viene esa información.

A tu alrededor todo es un infierno de esas llamas azuladas que rugen a tu alrededor respetando solo esa pequeña plataforma. Solo hay otra cosa, o mejor dicho, otra persona. Ves a Darion de pie que te observa y dice -bienvenida de vuelta, Dreya.

No sonríe como suele hacer y te observa con tristeza. Es entonces cuando te das cuenta de que estás desnuda, pero justo el primer sobresalto mental de vergüenza hace que aparezcan tus antiguos ropajes cubriéndote.

Me temo que Mystra, mi Señora, nos ha concedido poco tiempo para hablar, e incluso ese tiempo es un regalo del que debemos hacer buen uso. Tengo mucho que contarte y poco tiempo para ello.

Dolía hasta pensar cuando recupero la consciencia. Le costó mucho moverse tan solo un poco, pero poco a poco parecía que todo su cuerpo comenzaba a responderle, hasta que finalmente logro abrir los ojos. Tal vez lo más difícil de todo, pues había demasiada claridad en el lugar, que por cierto ¿dónde estaba?

Dio un giro sobre sí misma, hasta encontrarse con el familiar rostro de Darion frente a ella. Frunció el ceño al ver su semblante, ¿que había pasado? ¿Por qué esa cara tan larga? - Darion, ¿que ha...? De pronto se dio cuenta de algo más, se sentía demasiado ligera, demasiado fresca, pero sin llegar a tener frio. Fue cuando desvió la vista hacia abajo y pudo ver su cuerpo desnudo. Se puso como un tomate, pero por arte de magia casi al instante se vio otra vez con las ropas que siempre llevaba.

- ¿Que ha pasado? logro terminar la pregunta tras que el hablara de nuevo ¿Qué es este sitio?

Hace un gesto y dice -las líneas temporales han confluido, el destino ha llamado a nuestra puerta. La Divina Mystra nos ha concedido este tiempo fuera del tiempo. Debes saber que he muerto -acerca una mano a tu mejilla aunque no llega a tocarla -oh si, lamentablemente cuando lancé el conjuro ya estaba muerto, no viste el virote que alcanzó mi corazón porque el hechizo tuvo éxito, pero mientras que tu permaneciste en un tiempo sin tiempo mi alma viajó al Plano de Fuga, Mystra me había permitido lanzar un conjuro que excedía mi poder y los límites establecidos de la Urdimbre, pero mi vida había sido el pago. Un pago que acepto con gusto pues me permitió salvarte a ti y al Destino. Tu destino está ahora en marcha Dreya mientras que yo espero y observo en Nirvana.

Hace un gesto a vuestro alrededor como si buscase abarcarlo con los brazos -pero me he ido por las ramas, ¿verdad? Y no tenemos tiempo para ello. Para contestarte claramente, estamos en tu mente, en otro tiempo y al mismo tiempo estamos en un espacio creado por Mystra.

- ¿Mu... muerto? aquella noticia fue como un cubo de agua helada. Escuchaba atónita lo que le contaba, intentaba asimilar aquella bomba y atender al mismo tiempo, pero era difícil. Exteriormente no parecía haber tenido reacción alguna en ella, pero al hablar no parecía que estuviera del todo bien, casi como un autómata que repite algunas palabras  ¿Mi destino?¿Que destino? Aun no podía creerlo, ¿como podía estar muerto? ¡Estaba alli frente a ella! alzo una mano temblorosa para tocarle, ¿lo traspasaría? Parecía muy solido para estar muerto y ser solo un espíritu.

Sonríe brevemente cuando lo tocas pero entonces sujeta esa mano con fuerza y te da un cachete suave con la otra -escucha. Esto es importante. La reliquia que vinimos a salvar, este es el tiempo y el espacio, esta es la línea. Cuando vuelvas a la realidad encontrarás a la reliquia, acaba de llegar, tienes que encontrarla, guiarla, servirla y protegerla, de ella dependen el Destino y los destinos, los tiempos incluso de los dioses. Ni siquiera ellos son totalmente libres del tiempo. Nosotros...

Ves que su rostro se oscurece aún mas -yo... me equivoqué. Pensaba que era un hábil Hilador del Tiempo, pero me equivoqué. Llegamos antes, ¿comprendes? Nosotros teníamos que encontrar la reliquia y pensaba que el tiempo había llegado antes de que llegase. Me equivoqué y lo pagué con mi muerte, pero Mystra permitió que completase ese conjuro y ahora mi destino es tu Destino. Tienes que encontrar la reliquia y protegerla.

Mientras habla te sujeta con mas fuerza, aunque no llega a hacerte del todo daño tampoco es agradable. Parece casi fuera de si mismo, mientras habla.

El cachete la despertó... más o menos... más bien la hizo enfocarse más en lo que él le decía que en todo el asunto de que estaba muerto. Además, eso había dolido.

- Vale, vale, le contesto tratando de que se calmara y a ver si así dejaba de apretar, que como siguiera acabaría por tener las marcas de sus dedos en los brazos. Encontrare la reliquia, te lo prometo, pero... ni siquiera sé que aspecto tiene, que por otro lado tal y como hablas de ella, parece que busco a una persona.

Ves que sonríe con ironia ante tus palabras, aunque te suelta -ah mi querida niña, la ironia... Los Destinos se entrelazan, siempre fueste una mente despierta, la Reliquia no es una cosa, tienes razón.-ves que toma aire para hablar pero de pronto los fuegos que os rodean empiezan a crepitar y moverse mas rápidamente en un torbellino que empieza a lamer la plataforma desintegrándola en la nada.

¡Se acaba el tiempo! Recuerda Dreya, aunque nuestros Destinos parezcan inmutables, nosotros forjamos el Destino y él nos forja a nosotros. ¡Ni siquiera los dioses son dueños del Destino! ¡Toma niña!- ves como arranca de su pechera un broche que sujeta su capa con forma de un ojo con una estrella de ocho puntas en vez de pupila y te lo da -te ayudará en tu viaje, pronuncia mi nombre cuando estés herida, es la palabra de mando.- echa un vistazo a la plataforma que en tan poco tiempo se ha reducido a la mitad.

He modificado las líneas del tiempo, volveremos a vernos una vez mas, pero recuerda el Destino, el tiempo no es inmutable, hay infinitas posibilidades de que nos veamos, pero también infinitas de que tu misión falle. Escoge bien mi querida y mantén con vida a la reliquia sea como sea.

El fuego se abalanza sobre él y sobre lo que queda de la plataforma engullendo todo en su luz azulada. No sientes ningún dolor aunque notas como el fuego desintegra tus ropajes y lame tu piel. De pronto todo el fuego se reune en dos puntos dejando todo en la mas absoluta negrura. Dos ojos celestes, símbolo de Mystra, la propia diosa, te contemplan a pocos metros de distancia. Sientes la presencia de la diosa, incomensurable y al mismo tiempo bondadosa antes de que todo vuelva a oscurecerse...

Todo empezó a cambiar y a desmoronarse cuando le iba a decir como era esa persona y solo tuvo tiempo de agarrar con fuerza la mano que le extendía con el broche, tratando de retenerle allí con ella, no quería que se fuera. Pero no tenía opción y tras sus últimas palabras las llamas azules lo engulleron todo, a Darion, la plataforma y su ropa. Pero asombrosamente, el fuego no quemaba su piel, tal vez por su propio poder. 

Y tan de repente como aquellas llamas azuladas se lo llevaron todo, estas convergieron en dos puntos frente a ella. En ese momento supo a quién tenía frente a ella. Apretó contra su pecho el puño que tenía el broche de Darion y trago con dificultad. No todos los días uno estaba en presencia de un Dios. Quería decir tantas cosas... pero no lo hizo, aunque de haberlo hecho tampoco hubiera tenido tiempo, pues tan rápido como la presencia apareció, de la misma manera desapareció, dejándolo todo sumido en total oscuridad.

"¿Y como salgo yo de aquí ahora?"