Esto... her Doglin, acabo de ver a un grupo de personas entrar en la Salchicheria de herr Schiller, y por la forma en la que han entrado no deberían de estar allí. Deberíamos de avisar a la guardia local, ¿no cree? le comento a mi compañero enano después de terminar de sacar una nueva remesas de salchichas y antes de colocar una nueva al fuego.
Fuerzo mi instrumento (¿lira?) para hacerme oír pero no hay manera, ni siquiera Jotunn se hace oír aporreando el gran bombo. Siempre es más fácil destruir que construir, que gran verdad…
-Dejarlo chicos, no hay manera de interpretar nada con este barullo- señalo a Rudolf- Tú, busca una cuerda y ayúdame a poner a salvo los barriles que no se caigan, ustedes dos –señalo a Jotunn y el violinista- guardad los valiosos instrumentos hasta que se acabe la pelea para que no sufran daños.
Salto de la pequeña plataforma donde tocamos y me dirijo corriendo hacia los grandes barriles que corren peligro de caerse por el suelo para intentar que sean dañados esperando que llegue Rudolf para atarlos entre si.
¿Qué? ¿Dónde...?¡Ah, sí, les veo! Bueno, no voy a ser yo el que se lo diga a Schiller...¿qué tal si aprovechamos para comer algo? -preguntó el enano al halfling, muy sonriente.
El maestro salchichero estaba gritándoles a sus mercenarios para que detuvieran la pelea, pelea que se había aproximado a la zona azordonada para los músicos. Erick tuvo que apartarse momentos antes de que una silla, que había sido lanzada por uno de los individuos, golpeara el lugar donde él estaba instantes antes.
Los músicos parecieron desaparecer como la comida en el plato de un halfling.
Pues entonces seré yo el que se lo diga. No se porque pero me da la impresión que si son ladrones y se entera de que no le advertimos las siguientes salchichas las hará con nuestra carne. Y no es una idea que me agrade en exceso...
Así que deje el plato y el tenedor en una mesa, me recoloqué los pantalones y me dirigí hacia donde se encontraba herr Schiller, no sin antes elevar unas plegarias a Shallya para no pillar de demasiado mal humor a nuestro querido benefactor. Disculpe herr Schiller, ¿podría atenderme un minuto? Se trata de un asunto importante pregunto manteniendo un tono de voz lo más firme y convincente que pude.
¿Qué quieres? ¡Eh, tú! Deja esas bandejas y trae más leña para el fuego. ¡Tú idiota -gritó a uno de los mercenarios que separaba a los enzarzados en la pelea-trata a los invitados con más respeto o te pondré en la picota!
¡Tú! -gritó señalando a Erick- ¿Por qué no oigo música, ¿dónde están todos?
Los músicos habían desparecido, se habían metido en algún lugar del pueblo, pero Erick no sabía dónde.
Carraspeo para aclarar la garganta y hacer acopio de fuerza de voluntad para darle la noticia a nuestro benefactor, pues parecía estar en uno de esos momentos en los que el mensajero resulta ser el que paga las culpas del mensaje vera herr Schiller, resulta que acabo de divisar a unos individuos entrando en la salchichería, y por las pintas y las formas no parecían ser trabajadores de la fiesta en busca de más materias primas, sino más bien ladrones dispuestos a aprovecharse de la confusión del festejo.
Encogo los hombros ante la pregunta del estúpido patrón. Yo también me había quedado esperaándolos cerca de los barriles pero me habían traicionado y se habían ido corrido. Escribiré una canción al respecto. Corro hacia Heinz.
- Señor, creo que han ido a proteger los instrumentos-añado- para poder usarlos más tarde, antes que se los rompan. Es una táctica muy arraigada entre los músicos de tabernas.
Miro a Pieter.
- Si quereis puedo ir con mi amigo-señalando al halfling- a ver quien se cuela en la salchichería- busco una salida que no sea el despido.
¿¡EN MI CASA!? ¡Malditos mercenarios de Sigmar sabe dónde, venid aquí de inmediato u os juro que os despediré a todos y luego a esos dos que se han ido y aún no han vuelto!
Los ojos de Schiller parecían a punto de estallar, y tenía un aspecto realmente terrorífico cuando asió con fuerza un largo cuchillo para cortar carne.
¿Es que todo lo tengo que hacer yo? ¡Karl! ¡¿Karl Taunerbaun dónde estás?! Ven aquí charlatán.
El dueño del Dragón danzante se acercó corriendo al rey de Heideldorf. Tenía aspecto de asustado pero la eterna sonrisa seguía en su rostro.
Tranquilo Heinz, ¿cuál es el problema?
¡Mis músicos están en tu taberna!
Dijeron que tú les habías dejado qu...
¡Yo no les he dejado nada! ¡Que salgan de ahí y sigan tocando o los ahorcaré a todos!
Y señalando a los presentes, tres de los mercenarios el cocinero halfling y el músico trabajador se dirigieron hacia la salchichería.
A duras penas y usando toda mi fuerza de voluntad consigo evitar echarme la mano a la cabeza y lanzar un suspiro de desesperación al comprobar que el patrón me señalaba a mi también al escoger el grupo que se adentraría en la salchichería en busca de aquellos intrusos esto me pasa por abrir mi enorme bocaza. Ya me dijo mi anciana madre que me traería más de un disgusto.
No tenía la más mínima gana de meterme en problemas, pero la expresión en los ojos de herr Schiller daba a entender bastante claramente que el que no le acompañara pasaría de formar parte de los ayudantes para la cena a formar parte de la cena a secas. Así que rebusque entre mis pertenencias, que siempre las tenía cerca mio, y saque mi daga y mi honda, porque algo me daba en la nariz que la situación podía ponerse muy peliaguda...
No se si hago bien, pero supongo que tenemos nuestras cosas mas o menos a mano. Si no me dices y lo cambio y cojo algún cuchillo de cocina :D
-Claro patrón, enseguida- contesto ante las ordenes y contraórdenes que recibo.
Voy hacia donde me han indicado y tocándome las armas esperando no usarlas y mancharme de sangre, sobretodo propia...
Tres mercenarios, Schiller, Pieter y Erick avanzaron hacia el edificio. Los seis hombres (y halfling) llegaron junto a la puerta. Estaba anocheciendo pero aún quedaban rayos de luz, se oían ruido en el interior, como si alguien arrastrara los muebles.
Cogedlos vivos, les pondremos a todos en la picota...
Caballeros, detrás de ustedes ofrezco cortésmente el paso a los tres mercenarios. Al fin y al cabo aunque lo cortés no quita lo valiente, un halfling siempre ponía la cortesía por delante de la valentía. Al fin y al cabo aquellos que son corteses suelen vivir más que aquellos que son valientes.
Los mercenarios apoyaron la espalda en la pared con las espadas preparadas aunque aún envainadas. No querían problemas con la justicia por algún cadáver de ladrón. Contuvieron la respiración y se prepararon a entrar cuando...
¡Heinz! ¡Heinz maldita sea! La comida escasea en los platos. ¿Por qué está el halfling contigo?
¿Qué? ¿Cómo? -Schiller miró al mediano y abrió mucho los ojos- ¡Por Sigmar! ¿Qué haces tú aquí? ¡Ve a los fogones estúpido!
Yo... esto... enseguida herr Schiller respondo un poco aturdido ante el repentino cambio de planes primero que venga, ahora que me quede. Lo mismo nada más dar dos pasos me dice que vuelva para entrar en la salchichería.
Sin decir nada más parto en dirección a los fogones, aunque echando miradas hacia la entrada de la salchichería cada pocos pasos por si a nuestro caprichoso benefactor le da por volver a necesitar de mis servicios junto a el.
La fortuna pareció sonreír al halfling, quien miraba con ojeadas cortas las cuatro figuras, llenas de moratones que ahora contemplaban el Wursfest desde los asientos de primera fila que sólo la picota les podía proporcionar. Los comensales no dudaban en lanzarles a la cara de vez en cuando restos de comida, bebida o barro.
No les había costado mucho a los mercenarios reducirles, pero se habían ensañado con los ladronres cuando la mujer le había cortado la mejilla a uno de los kislevitas. Gran error, los ojos morados, la sangre y los dientes perdidos eran su recompensa por tal muestra de valor e insensatez.
El sol descendía tras la línea de árboles, y no había rastro de Ulrich y Carlo. El bosque los había devorado.
Fin de escena, pasamos a la última de la segunda parte.
Pronto empezará lo bueno.
Es del todo imposible que deje que le pequen a una mujer impunemente. Busco algun herborista o médico que me pueda vender algunas plantas medicinales de mascar para las heridas en la boca. No puedo dejarla abandonada al dolor en la picota.
¿Puedes aguantar la escena un poco más para ayudar a la mujer? o ¿puedo hacerlo en la siguiente?
¿Qué quieres hacer exactamente despertar la ira de Heinz para ayudar a una ladrona? XD Allá tú.
Pretendo que no se den cuenta... pero me pienso arriesgar ): ladrona de comida me da penita... además la ira de Heinz la tiene en modo permanente...
Pues en cuanto abra escena podrás intentar salvar a la damisela.