Partida Rol por web

Vicci carraspeó y se aclaró la garganta. Como su camarada había indicado, había mucho más en juego de lo que parecía. Si Schiller no arreglaba pronto el asunto y contentaba al joven hijo del Barón Von Reinholn éste pondría el grito en el cielo y movería los hilos para cerrarle el chiringuito al salchichero. Había demasiado dinero en juego y estaba claro que Schiller no quería irse a la ruina por unos miserables bandidos.

Carlo lo vio claro: oportunidades de negocio para los mercenarios y sus compañeros.

- Hombre, que yo sepa fuimos contratados para mantener la seguridad en el recinto, evitar trifulcas y expulsar a los que intentaran colarse. Esto de ir en plan cazadores de recompensas excede con mucho nuestro contrato. ¿No le parece?. Desde mi punto de vista de mercenario profesional creo que habría que renegociar las condiciones de nuestros servicios. Salir al exterior para atacar a un grupo de bandidos que se oculta y cuyo número desconocemos entraña unos riesgos que no se ven compensados por el sueldo de 4 días. Es... un servicio especial. Y peligroso. Creo que como mínimo tendría que apoquinar 25 coronas a cada uno y un par más por cada cabeza de los bandidos que traigamos, como muy bien ha dicho maese Waldemar.-

dijo Vicci. ¿Que se creía erl salchichero? ¿Acaso iba a encontrar a expertos mercenarios que habían luchado contra hombres y bestias por medio mundo en las cercanías? Tendría que aflojar viruta y rezar por que el noblecito herido se diese por satisfecho cuando trajeran los cuerpos reventados de los bandidos. En opinión de Carlo, Schiller no estaba en posición de negociar un carajo. Tendría que pagar lo que le exigieran o si no se vería obligado a reclutar a una pandilla de sirvientes y camareros con los que indudablemente moriría en el bosque a poco profesionales que fueran los bandidos.

Ajam, a eso me refiero, la vida, el negocio, el contrato, las incógnitas, las repercusiones... Son muchas cosas a tener en cuenta por este negocio patrón, y supongo que querrá un negocio bien hecho y no hecho a medias. ¿No? Es algo... serio, importante. Afirmo muy serio y teniendo en cuenta la importancia de lo que se estaba tratando.

¿Porque por ejemplo, cuánto cobra usted de tarifa señor Harwitt? Eran preguntas importantes, puesto que una corona diaria por hacer de guardia estaba bien, pero un único suplemento de 15 por jugarse la piel en un asesinato o asesinatos inciertos... era cosa floja, solo Sigmar sabría cuantos hombres, mujeres y ya puestos, niños tendríamos que ventilarnos en este asunto. Y un negocio era un negocio. Y por ejemplo... si encontramos un núcleo de resistencia... con mujeres y niños... ¿A ellos también tenemos que ventárnoslos? La pregunta fue hecha muy seriamente y con total intención.

¡A mí nadie me roba! -el Heinz de siempre había vuelto- Son dos o tres bandidos los que quedan si es cierto que han acabado con dos. Son vecinos de la zona, incluso conocemos los nombres de algunos de ellos. Por lo que no me venga con los "y si.." Si le digo que son dos o o tres, ¡es que son dos o tres!

El puñetazo en la mesa hizo que una de las salchichas de la bandeja rodara sobre la mesa, el cazabrujas estuvo atento, o tuvo suerte, y la cogió antes de que cayera al suelo. Le dio un mordisco.

Uno de ellos es Otto Vohwinkel, que está casado con una fulana de Mitdorf y tiene un hijo que ni siquiera es suyo. No me pena saber que es uno de los difuntos -dijo señalando la alianza- ¡pero no pienso pagar más de lo que les he dicho!

Heinz tal vez...-empezó Wilf.

¡Ni tal vez ni mierda de rata! ¡Les he dado una orden y tienen que cumplirla!

Sólo digo...que si encontraran más bandidos -heinz le fulminó diciendo que no había más- Ya sé que no pero si los hubiera...en el improbable y remoto caso de los hubiera...

Entonces sí que pagaría más...25 monedas...-refunfuñó Heinz.

El cazabrujas oyó su nombre y pareció espabilar.

¿Yo? ¿Qué? ¿Dinero? No mucho, lo justo para comer. Siempre he sido un hombre muy espartano.

- Me place.-*

dijo Vicci con una sonrisa. Al fin había aumentado el jornal, qué menos para unos profesionales como ellos cuatro. Así conseguirían algo de dinero para el juego e ir tirando durante un tiempo.

Pardiez, si mi a mi camarada le place, podéis contar con mi espada. Comento muy seguro viendo más monedas sobre la mesa por aquella extraña exploración. Entonces partimos cuando digáis. Afirmo haciéndome con cuatro salchichas y cortando con mi daga un buen pedazo de pan, que casi alcanza la media barra. Con sumo cuidado pongo entre el pan y el pan las cuatro salchichas y comienzo a devorar el bocadillo con furia. Habrá que cenar bien si quizás sea la última cena que tengamos. ¿No? !Ja!

Pero... pero... ¿no estaréis hablando en serio verdad? en esta ocasión la pregunta iba dirigida a mis compañeros desde la llegada a Heideldorf, acompañada con una mueca de incredulidad. No me refiero al hecho de no aceptar la proposición de herr Schiller, claro esta añado rápidamente realizando un gesto con las manos para tranquilizarlos antes de que se me echen encima con preguntas sobre porque no deberían de aceptar el dinero sino a mi presencia en esta loable empresa. ¿No es necesario que vaya, verdad? le pregunto a Carlo con la esperanza de que un veterano como el haga entrar en razón a nuestro patrón.

¡Mierda con las excusas! Señor Dedosgrasientos, estoy seguro de que con la protección de estos guerreros estará usted a salvo, sólo debe cuidar de sus espaldas y ayudarles en lo que puedan necesitar. No creo que deba usted luchar.

Bue... bueno, como usted diga herr Schiller. Iré con ellos y ayudare en cuanto me sea posible respondo con la cabeza gacha, mirando la mesa mientras mastico lentamente lo que me queda de salchicha.

- Tranquilo chaval, estás en buenas manos. Volverás de una pieza y con oro en el bolsillo ¿qué mas se puede pedir?-

le dijo Carlo a Pieter sonriendo. El pobre Halfling no sabía en qué berenjenal se estaba metiendo, aunque si los "bandidos" eran como los dos pobres diablos que habían sajado hasta la muerte en el bosque la cosa no iba a ser demasiado difícil.

- Cuando queráis.-

dijo Vicci levantándose y afianzando su espada.