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En verdad, aquella cuestión húbome de confundir en gran manera, pues, aún siendo de gran importancia teológica la discusión, pareciérame que habíamos perdido el hilo de la discusión, que venía a hablar de muertos y últimas voluntades, aunque, ciertamente, el fin último fuere hallar el santo Grial. En todo caso, la causa de la voz de los muertos parecíame perdida, y quizá estuviere más en relación con los tales caballeros del Temple, quienes, habiendo sido muertos a fuerza de llamas, bien podrían dar testimonio sus últimas palabras del paradero de aquel grial, y sentido tenía que la visión se refiriese a ellos, y no a simples peñiscolanos.

- Credo que en verdad debiéremos informar al Papa d'aquesto, que así habrá de ver que non perdemos o tempo, e que somos de fiar. E que habiendo escuchado tales palabras de boca del párroco, antójaseme que "la voz de los muertos" ha de ser la de los templarios. Vayamos, pues, e informemos.

Dicho lo cuál puse rumbo al castillo, acompañado de mi siempre fiel escolta, perro infame que me vigilaba a todas horas como si fuere yo un esclavo. Aunque en cierto modo, tal cosa era...

El judío escucho la información que el Padre Mateo les proporcionaba. Curio, muy curioso. Pensó para sus adentros, seguro de que ese extraño suceso con los monjes tendría alguna implicación más. Si, deberíamos de informar. Puede que el Papa tenga más información de estos sucesos… o puede que haya tenido otro sueño.

Finalmente volvísteis a la fortaleza papal. Os acompañó Charles de Lupo y el guardia que escoltaba a Álvaro de Ulloa. Una vez entrásteis en el palacio-castillo, el de Lupo fue a avisar a Su santidad Benedicto XIII. Durante la audiencia en el salón principal, le contásteis que los enigmas que os había encomendado no eran sino la búsqueda en la biblioteca ("los pensamientos de los muertos"), los caballeros Templarios ("los apóstatas del Templo"), de los cuáles dísteis algunos detalles más que habíais obtenido del padre Mateo, y acerca del Cáliz Sagrado, la reliquia d ereliquias: el Santo Grial de Jesucristo y su Última Cena ("el cáliz de los Corrompidos"). Además, Charles de Lupo, allí presente, recordó lo que dijo el Padre Mateo: que lo trasladaron al Palacio Real de Valencia.

Tras un levantamiento de ceja, al Papa Luna le hizo especial interés el oir acerca de los apóstatas del Templo, y la historia de los caballeros renegados que decía que habían pedido ingresar en la órden de Montesa aún cuando no se podía... Su Santidad, entonces, ya vestido y sentado en su trono particular (era ya cerca del mediodía), os habló.

Iréis al pueblo de San Mateo, no muy lejos de aquí, donde se encuentra la Torre, el palacio donde reside el Maestre de la Órden de Montesa -hablaba como si no tuviérais elección, y así parecía (si recuerdan sus mercedes et velan y procuran por la suya vida)-. Quizá allí podáis encontrar más información sobre esos "apóstatas" et dónde se ocultaron. Todo aquesto, derivado de mi revelación -se refería a su sueño, el que os contó-, me inquieta. Necesito saber más para reconciliar el Mal con el Bien -apuntó-. Amigo Charles...

¿Sí, su Santidad? -dijo rápidamente el de Lupo-.

Vos iréis con ellos... -ordenó-. Et que el de Lupo asintió, sin ningún tipo de mueca ni sentimiento representado en su rostro.