Partida Rol por web

Ver la seguridad de Agustí me hizo sentir un poco más tranquila. Por el contrario la pasividad y el tono siempre despectivo de Silvana me sacaba de quicio. Ante la propuesta de mis dos amigos de separarnos, yo asentí inmediatamente.

Me parece una buena idea. Separémonos entonces y ocultémonos hasta mañana. Tal vez las cosas se hayan aclarado un poco para entonces... Lo último lo dije sin ningún convencimiento porque Agustí tenía razón: nosotros le habíamos escoltado y si le cogían, no dudaría en delatarnos y culparnos. Había que desaparecer de la vista y no llamar la atención, pero un crimen de tal calibre no iba a ser resuelto en poco tiempo, ni el pueblo calmaría sus nervios de la noche a la mañana. Probablemente nos esperaba una dura prueba...

No puedo más que estar de acuerdo con todos ustedes. Dispersémonos. Somos seis. Dos grupos de tres, o tres grupos de dos sería lo más apropiado. ¿Cómo nos dividimos?

-Muy bien, hagámoslo así.si nos dividimos en tres grupos seremos mucho más discretos, Gonzalo, confío en que tu sabrás cuidar de Mara mejor que nadie...

Dicho esto miro con detenimiento a los tres compañeros restantes. Hernán no me hace ninguna gracia, me parece demasiado "recto" para mi gusto y en cuanto a Sebastián, no le conocemos de nada y no quiero arriesgarme con él; Al mismo tiempo me parece divertido el hecho de verles ir juntos y me decido por Silvana, aunque su condición de "medio bruja" me causa algo de repelús, creo que será la mejor opción para mi.

-...Yo iré con Silvana, así que nos vemos mañana a esta hora en la puerta para ver qué tal van las cosas.

Dicho esto me dispongo a marcharme hacia un lugar más tranquilo.

La eleccion de Agusti me sorprende, pero no por eso deja de agradarme la idea de ir con el. Es hombre de pocas palabras y no corro el riesgo de tener que soportar su conversacion el resto del tiempo. A estas alturas es evidente que los tortolitos no pueden pasar sin hacerse carantoñas y mimos varios ni un minuto. Por otro lado el manco, segun el mismo, es un hombre de fe, creyente ante todo, asi que nadie mejor que Hernan para acompañarlo. 

-Hasta mañana, entonces- me situo al lado de Agusti dispuesta a salir de alli en cuanto el mueva un pie. 

Perfecto. Pues vámonos ya.

Agarro el brazo de Gonzalo y tiro de él impaciente. No sé a dónde iremos, pero eso ya lo decidiremos sobre la marcha. Ahora lo único que me preocupa es salir de la vista de toda esta gente.

La proposición que había hecho Gonzalo, parecía ser la mejor dentro de las pocas posibilidades que tenía el grupo de salir airoso de aquel maldito percal en el que Lupo los había metido. Pero creía que si se mantenían separados durante la noche, nadie sospecharía de ellos... Puede que quién podría tener más problemas sería el manco, ya que su minusvalía era evidente y difícil de disimular. Mañana verían si habia superado aquella situación de "ir marcados" como sospechosos.

Mara estrechaba su mano con fuerza. Estaba nerviosa y no era para menos. Parecía como si el diablo les persiguiera y andaban a paso rápido...demasiado rápido, creía Gonzalo.

Tras un par de calles, girar en alguna esquina y mirar de lado a lado en busca de alguna mirada inquisidora, Gonzalo detuvo a Mara en una de las callejuelas de la ciudad...

-Tranquila Mara...ahora es el momento de mantener la calma. Queda un largo día por delante y debemos ser cuidadosos. Tenemos que actuar como si no supiéramos qué ha sucedido.

Acto seguido, miró profundamente a su amante, le acarició el rostro y le dió un tranquilizador beso en los labios. Sabía que con la iglesia no se podía jugar, pero también conocía las muchas maneras que una persona se podía esconder en una ciudad... toda la vida lo había hecho!

-Y seguro de cosas peores nos hemos librado, verdad Mara?- dijo buscando la sonrisa de la mujer.

Ofreció de nuevo su mano a Mara, esta vez de una forma relajada y tranquila, invitándola a volver a la concurrida calle como si fueran unos barceloneses más.

-Además- dijo con un susurro divertido- podemos aprovechar para estar un poco solos...jejeje

Gonzalo sabía que no era fácil parecer tranquilo. Se sentía responsable y protector de Mara...ella esperaba eso de él. Pero buscando la tranquilidad de la mujer, podría pensar con más claridad sus siguientes pasos.

De momento: buscar algún mercado o lugar con mucha gente, para mezclarse entre la población. De paso podrían conseguir alguna pieza de ropa para cambiar su vestuario y, posiblemente, escuchar alguna nueva notícia de lo sucedido.

¿Estaba realmente tan calmado o solo pretendía aparentarlo para tranquilizarme? Fuera lo que fuera, se lo agradecía enormemente. Una vez que por fin estuvimos a solas me sentí más segura. Ahora era más fácil pasar desapercibidos. ¿Quién iba a fijarse en una pareja de don nadies que pasean por la ciudad? Le cogí la mano tratando de no apretar mucho, y le sonreí.

Sí, ya echaba un poco en falta algo de intimidad... Añadí sonriendo a su último comentario. No era el momento de ponerse cariñosos, pero era cierto que levantaríamos menos sospechas si nos comportábamos de la manera más corriente, de modo que sin soltarle la mano, empecé a caminar lentamente a su lado. No me siento muy a gusto con algunos de los que nos acompañan en este viaje... 

Ya fuera de la taberna, camino al lado de Agusti sin decir nada. Finalmente decido preguntarle que piensa hacer. 

-¿Cual es el plan? Tal y como estan las cosas supongo que lo mas razonable es ocultarnos y pasar la noche en alguna posada, aunque confieso que denunciar a Charles de Lupo es lo que me gustaria...- se perfectamente que denunciarlo seria poner a los guardias tras nuestra pista, pero no por eso dejo de imaginar el placer que me causaria ver a ese estupido detenido y custodiado por un grupo de guardias. 

-A mi también me gustaría ver a ese tipo en un calabozo, pero lo más prudente sería escondernos por el momento y tratar de recopilar algo de información.

Echo un vistazo a mi alrededor, como si tuviera la más mínima idea de hacia donde dirigirnos, y prosigo.

-Creo que el puerto sería una buena opción. Allí seguro que habrá algún hostal de mala muerte donde encontrar cobijo y escuchar las habladurías de la chusma del lugar. Además, si las cosas se ponen feas siempre podemos huir nadando...

Intento que esto último parezca una broma, pero sin duda levantar los ánimos no es lo mio, así que me dirijo cuesta abajo, en busca de algún lugar aceptable.

El puerto es un buen lugar. Asiento a Agusti y lo sigo sin hacer ningun comentario. Mientras camino junto a el pienso en lo comico y absurdo que resultaria huir de Barcelona nadando. 

Aunque la situación no era la más idílica que se podía esperar, dada las circunstancias, Gonzalo se sentía feliz de poder estar con Mara a solas.

Nunca había sentido aquella sensación y, evidentemente, era la primera vez que paseaba, cogido de la mano, de una mujer en pleno día. Se sentía orgulloso, seguro, confiado...lástima que su sexto sentido para estar alerta no le dejaba disfrutar al máximo de aquel agradable calor interno.

Era momento de poder hablar, sin perder de vista lo que sucedía a su alrededor, con la mujer que le hacía sentir "especial".

-Quién te hace sentir incómoda? Puede que sea Hernan y sus pesados discursillos sobre Dios y toda la pandilla de santos?... O tal vez Silvana? Hay algo en ella que me da desconfianza... Habla poco y se deja conocer aún menos...

Gonzalo también había tenido aquella desagradable sensación de inseguridad frente a todos los miembros de la comitiva. Pero saber que Mara, tampoco se sentía cómoda... le gustó aún menos. Era momento de arrancarle una sonrisa...

-Pero he de decirte que has tenido una verdadera suerte al acabar entre mis brazos, querida Mara.-decía estas palabras con aire cómico y burlesco- De entre todos los miembros de nuestra abultada, extraña y misteriosa "família", ha escogido al más atractivo, amable y simpático miembro del grupo... Por qué, vamos a ver: no seré yo el que te hace sentir incómoda???

Con los brazos en jarra, alzando una ceja y poniendo cara de bufón, esperaba la sonrisa de Mara. Era lo que buscaba: eliminar la preocupación persecutoria de su amante.

Mientras hablaban, la pareja se mezcló entre la población que se encontraba en un pequeño mercado ambulante, situado en una de las plazas de la ciudad. Se vendían algunas ropas, herramientas de trabajo, algún producto de artesania... era la mejor manera de "esconderse" de ojos curiosos.