Partida Rol por web

Al mirar en la dirección que apuntaba el señor Von Falkenhorst, los investigadores pudieron ver algo distinto a lo que habían visto hacía ya tantos minutos. No eran figuras de espaldas, sino que, como si se trataran de reflejos de personas que estaban allí, varias personas los miraban desde el cristal. Llevaban ropas de distintas épocas y distintas culturas,  y golpeaban insistentemente al cristal, intentando llamar la atención de ellos.

Entre los reflejos pudieron reconocer el del guardia Joseph Wayland, con mirada preocupada. Con la mano que no golpeaba el cristal, señalaba en dirección al anfiteatro.

Esa extraña música me está poniendo de los nervios, pero no tanto como el temblor en la voz de Falkenhorst. Él es un combatiente, un tipo duro acostumbrado a situaciones de vida o muerte ¿Qué puede haberlo asustado tanto?

Me quedo atónito, mirando aquellos... ¿qué son? ¿Fantasmas? Especialmente el del guardia ¿Cómo puede estar aquí si hace un momento estaba en...? ¿No lo vi en otra parte y estaba bien? ¿Le habría pasado eso a Emmaline y Alexey de habérselos llevado aquellas sombras vivientes?

El disparo hace pedazos el cristal desde el que acechan las lúgubres apariciones. Tardo unos segundos en darme cuenta de que he sido yo el que ha disparado.

Por el amor del Cielo - murmuro...

Recuerdos escondidos en su memoria, recuerdos de la guerra que había tratado de borrar de su mente, volvieron a la mente de Terry. Había algo en la música, palabras de un idioma que jamás había escuchado, y sin embargo eran similares, muy similares a las que escuchara entonces...

Y esos reflejos. Cuando había visto al guardia no estaba su reflejo. Pero si el reflejo era realmente el hombre atrapado, ¿quien era el que estaba allá atrás, donde lo viera la última vez?

Sólo había algo claro: si rompía los cristales, podría liberar las almas atrapadas. Era eso, ¿verdad?

-Si...si...allí también había cosas de jade que podemos usar para lo que necesitemos.- Murmuro entre dientes.- Tenemos que darnos prisa...

Me giro hacia donde señala el señor Von Falkenhost y sin poder evitarlo pego un chillido que se hace más penetrante cuando veo la figura inconfundible del guardia que nos había dado el mapa que aún teníamos en nuestro poder. 

El estruendo del disparo hace que, por primera vez en mi vida, esté a punto de desmayarme. Con nerviosismo me llevo la mano a al cuello bordado que me cubre la garganta. Mis ojos pasan del arma al señor Knight, y vuelta al arma. Al final toso sin poder ocultar mi temblor.

-¿Podríamos, por favor, intentar conseguir lo que sea que pueda protegernos?

Aún cuando la vision de aquellas personas en el cristal era sorprendente, para Popov resultaban más bien algo normal en la situacion en la que se encontraban. De algún modo las almas atrapadas por la gente sombra buscarían maneras de volver al otro plano o de advertir a los vivos para que no cayeran en su misma trampa.

Era una pena que Knight rompiera el cristal.

Aún cuando parecía imposible que hubiera personas atrapadas en el cristal, la señorita Grant fue capaz de mantener la mente fría. Después de todo, era científica, y había visto cosas sorprendentes, como los daguerrotipos y como estos mostraban lo que algunos supersticiosos pensaban que eran "fragmentos del alma", pero no eran mas que imagenes grabadas por efecto de la exposición a la luz.

Seguramente se trataba de eso, algún efecto creado por el juego de luces y sombras. Lástima que el señor Knight hubiera roto el cristal.

Antes de ser consciente de ello, el señor Knight había hecho cuatro disparos al cristal de la exhibición, el cual produjo un sonoro crujido antes de caer al suelo, los trozos de cristal tintineando al chocar con la superficie. La respiración de todos se hace pesada, algunos mas bien tomados por sorpresa por la reacción del hombre con la pistola.

Era necesario continuar. ¿Dónde? Por un lado, tanto Popov como Grant apuntaban hacia la exposición egipcia, por la que tendrían que regresar sobre sus pasos un poco. Por el otro lado, todos fueron conscientes de la manera en que las figuras del cristal, fueran quienes fueran, habían estado señalando en la dirección del anfiteatro.

Decidieran lo que decidieran, debían hacerlo rapido pues probablemente, el sonido de los disparos habría llamado la atención de lo que fuera que hubiera en ese lugar...

- Al anfiteatro... - señalo tembloroso. 

Ni los disparos, ni lo que dicen en verdad me sacan de lo que siento. De igual manera algo en mi dice que la dirección es esa, allí está al mal, está el peligro, pero también está la verdad. No hay opciones, sino es dar vueltas en círculo y esto me marea, en demasía.

- Es hora de ir hacia la fuente, no perdamos más tiempo. 

Recargo el revólver con manos temblorosas, cerciorándome de poner el seguro antes de la operación y quitarlo después - Es... estoy con el señor Falkenhorst. Cuanto antes salgamos de este lugar, mejor.

Me encamino hacia el salón abriendo la marcha. Después de lo sucedido es lógico que nadie quiera ir detrás del loco armado...

Estoy empezando a recuperar mi aplomo. Sin duda todo esto tiene una explicación racional, aunque siempre es mejor ser precavido.

-Estoy de acuerdo con ustedes, pero me atrevo a sugerir que quizás sería buena idea ir antes a recoger esas cosas que según el señor Popov pueden protegernos, por extraño que pueda sonarnos.- Comento para después tensar la mandíbula en previsión de que se rían de mí.- No todos tenemos pistola...

Si me lo permiten - dijo con un marcado acento ruso -haré caso a mis conocimientos y usaré aquello que puede defendernos.

En realidad no pedía permiso ya que se puso en movimiento, dudar ahora no era de recibo así que solo dedicó unos instantes mas a los demás -si así lo desean acompáñenme, en caso contrario en cuanto sea posible les alcanzaré.

Se sentía entre excitado, asustado y exaltado a la vez. Una parte de él exultaba ante la idea de que todo lo que él sabía, había estudiado y muchos creían que eran cuentos de niños, era una aterradora realidad. Por supuesto el resto de su ser temía caer víctima de sus propios conocimientos confirmados y le empujaba a buscar la protección que ningún arma de fuego podría darle.

Divididos entre las dos opciones, el señor Knight y el señor Falkenhorst se dirigieron hacia el Anfiteatro, dispuestos a enfrentar sus temores y dar fin a la locura que los rodeaba. Por otro lado, el señor Popov se dirigió en dirección contraria a hacia la Exposición Egipcia, con la esperanza de encontrar allí aquellos objetos que representaban según él la llave para escapar de allí.

Sólo la señorita Grant quedó, indecisa entre las dos opciones, estando de acuerdo con el ruso pero deseando la compañía de quien tenía el arma, por mucho que ésta hasta el momento no pareciera que fuera a servir contra la oscuridad, y notando como rápidamente, las dos fuentes de luz que quedaban en el pequeño grupo se alejaban...