Cuando el infierno proviene del sitio menos pensado…
Nuestro enemigo más atroz, el único que puede derrotarnos, vive en nuestro interior. Lo demás, lo que nos amenaza desde fuera, es sólo eso, una amenaza que nos acosa y tortura, pero que no tiene sobre nosotros más poder que aquél que queramos darle. Incluso la muerte, cuando se le ve venir, puede ser poca cosa si es que tenemos la capacidad de enfrentarla desde la aceptación y la serenidad; esto, lejos de ser algo extraordinario, sucede todos los días en muchos lugares del mundo. Muchos moribundos se convierten en verdaderos maestros de vida, pero los peores son aquellos que mueren para vivir y viven para el remordimiento.
El infierno es rojo y late en el pecho de los pecadores…
Harry finalmente había conciliado el sueño tras muchas horas de insomnio. No fue fácil pero las pastillas y el alcohol siempre logran su cometido al ganar la batalla. El único precio eran las pocas horas restantes antes del amanecer pero antes de eso Harry lucharía otra vez.
Tal vez era un sueño, tal vez no lo era pero los sonidos podía reconocerlos adonde quiera que fuera. Harry escucho el cerrojo de un rifle accionarse, listo para disparar. También escucho una pistola amartillarse junto al golpear de los cargadores contra la bayoneta.
Eran sonidos característicos de una emboscada proveniente del pasillo de su habitación. Tan solo del otro lado de la puerta y un par de segundos lo distanciaban de algo terrible. ¿Que podría ser? ¿Ladrones tal vez?
Harry escuchó sobre ex soldados que habían perdido la cabeza al creer que todavía seguían en combate. Muchos asesinatos a sangre fría de familias enteras.
Pero hoy no sucedería nada malo. Él sabia defenderse...
Esta es una pequeña escena de introducción. Luego de aquí irás a la escena general. ;)
Harry abrió los ojos. El techo era de madera, no de tela de camuflaje. Aquello ya era una mejora. Se sentía cansado, y como siempre, no terminaba de acostumbrarse a la sensación de quemazón en la boca, y la punzada de la herida del cuello.
Se incorporó deprisa, alarmado, y cuando oyó esos ruidos tan conocidos, hubo en él dos reacciones simultáneas.
Sus terrores le invitaron a levantarse, a prepararse para el combate, y se encontró sin saber cómo con un pesado candelabro en la mano, asido como una porra, mientras con la otra mano se presionaba la herida del cuello. Mientras de forma automática hacía aquello, su maltrecha conciencia pensaba: Nadie puede venir a matarte aquí, Harry. Estás en brooklyn. Aquí no hay alemanes, ni japoneses...
Por desgracia, Harry no estaba tan calmado como para hacer caso a la razón. En una milésima de segundo razonó que siempre merecía la pena estar preparado, y que podría tratarse de ladrones.
En ese momento deseaba tener a mano su pistola, o su Tommy, aunque fuera un aparatoso Garand, algo que tuviera un gatillo... pero su familia se había encargado de que no hubiera un arma de fuego a menos de un kilómetro de sus dedos.
Su mirada se ensombreció, dispuesto a infligir dolor con rapidez y contundencia, y los calcetines pisaron sin ruido el suelo mientras se colocaba a un lado de la puerta en silencio, esperando a los asaltantes que irían a por él. ¿Tal vez alguna de sus víctimas le había localizado y había viajado a Nueva York a vengarse? Tal vez sólo unos ladrones...
Parpadeó.
O tal vez sólo su imaginación...?
Rápidamente frunció el ceño, serio, y volvió a ponerse tenso, aguardando. Estar siempre preparado le mantuvo con vida. ¿Porqué cambiarlo ahora?
Harry aguarda oculto en la penumbra detrás de la puerta con un candelabro en la mano y el puño cerrado listo para golpear. El daría su alma por un arma pero ya es tarde.
El picaporte gira lentamente hasta que la puerta se abre apenas, dejando el espacio necesario para que el atacante asome su arma en búsqueda de un blanco. Harry primero ve la punta de una gran cuchilla que resulta ser una bayoneta japonesa. Con un poco de suerte logra ver un par de figuras en el pasillo titubeantes sobre si entrar o no.
Harry podría reconocer una Arisaka 30 en cualquier parte. Esos cuarenta centímetros de hierro de dudosa calidad, propensos a oxidarse, habían resultado terribles y mortales para muchos marines en el pacífico.
El corazón se desbocó en su pecho, bombeando la adrenalina previa a cualquier encuentro. Su respiración se aceleró, y marcó una puntada de dolor en la herida del cuello, cuando éste se tensó al hacer fuerza.
Harry salió de lado, golpeando el rifle con la sadera, y descargando un fuerte golpe en la cara del intruso con el candelabro. Al haber salido de sorpresa, y estar entorpeciendo el rifle, no podría dispararle. Su pensamiento era hacerse con el rifle en el forcejeo aprovechando la sorpresa, sin exponerse a los otros dos, dejando al japonés interpuesto entre Harry y los demás.
Cuando tuviera el rifle y la bayoneta, otro gallo cantaría.
Se iban a enterar esos Nips de mierda quién era Harry Wood.
En aquél momento, la mente de Harry ya no podía concebir que aquello pudiera ser fruto de su mente enferma. Había visto aquella bayoneta... ¿Cómo iba a estar tan loco!?
No sé qué he de tirar, hazlo tú por mi, que me sirva de ejemplo ^^'
Harry salió de lado, golpeando el rifle con la sadera, y descargando un fuerte golpe en la cara del intruso con el candelabro. Al haber salido de sorpresa, y estar entorpeciendo el rifle, no podría dispararle. Su pensamiento era hacerse con el rifle en el forcejeo aprovechando la sorpresa, sin exponerse a los otros dos, dejando al japonés interpuesto entre Harry y los demás.
¿Es un sueño, siempre es un sueño?
Harry golpea con fuerza el rostro el nipon hundiendo su mandíbula en un estridente sonido. El joven soldado se desploma boca arriba descubriendo su identidad. Con una mano el soldado sostiene sus entrañas y su rostro mortecino anuncia algo pasado.
En el primer combate en Guadalcanal la posición de Harry fue sido superada por una carga a bayoneta alzada bajo el grito de Banzai!. No había munición suficiente para frenarlos y aunque morían por decenas, detrás acudían cien mas.
La contienda alcanzo la trinchera de Harry y la sangre corrió a borbotones en ambos bandos. Las bayonetas desollaron a compañeros y enemigos por igual donde el único sobreviviente en la primera linea fue un inexperto soldado raso llamado Harry Wood.
Durante quince horas cuido su posición junto a un nipon malherido que falleció en la quinceava hora posterior al ataque. Aquel muchacho asiático, de la misma edad que Harry fue herido de muerte por él, sufrió por horas con el vientre rebanado y sus intestinos aferrados en sus manos. Tal vez suplico por sus padres, es imposible saberlo porque Harry enterró aquel recuerdo mucho tiempo atrás.
Detrás del soldado abatido por el candelabro Harry ve a dos más. Un soldado de infantería alemán que él remato de un tiro en la cabeza y detrás del nazi, un niño de ocho años cuya mirada representa la entrada al infierno.
Ese muchacho persiguió a Harry todas las noches hasta ahora...
Tu llevas la autoridad narrativa ahora.
Motivo: Maquina de matar
Dificultad: 14
Habilidad: 8+6
Tirada: 5 9 10
Total: 9 +8 +6 = 23 Éxito
Motivo: Candelabro Daño
Dificultad: 0
Tirada: 2 3 10
Total: 3 = 3 Éxito
Secuencia de combate.
Secuencia cíclica, duración diez segundos.
Las tiradas para impactar o usar una Habilidad son con el dado Central (a menos que gastes un punto de drama).
Ataque: Reflejos + Habilidad de combate + dado Central contra la Defensa del oponente.
En este caso deberé subir una incidencia técnica para crear el sistema de tiradas. Por ejemplo para el daño (en este caso un ataque con el candelabro es daño del dado Central) debí hacer una tirada de habilidad RyF.
Harry se quedó mirando atónito el japonés, pero tan sólo un segundo. Aquél alemán grueso y nada marcial lo recordaba bastante bien. Ni siquiera era un soldado como tal, era un Volky, un soldado de la Volksstrum, las 'levas' de Hitler, que utilizaba al final de la guerra, como carnaza y para entorpecer el avance aliado, mientras los pocos soldados de élite que tenía hacían alguna jugarreta. Eran hombres normales, forzados por las circunstancias o los nazis a unirse a la 'Tormenta del pueblo' y la mayoría de las veces obligados a hacerse ellos mismos los uniformes, con lo que a veces parecían más una pandilla de partisanos que una sección del ejército.
Aquél hombre sabía inglés.
Harry y su equipo habían tomado una trinchera en un pueblo a las afueras de Stuttgart, en la que sólo dos soldados helados por el miedo y las temperaturas habían quedado esperando su fin. El hombre, al verse encañonado, empezó a intentar razonar con el Teniente Wood. Le dijo que era cineasta, que no era soldado, que lo sentía, que se entregaba, y nosesabe cuantas cosas más, tratando de llegar al corazón de aquél soldado con mirada asesina que le encañonaba.
Desgraciadamente, mientras se defendían de Wood y sus hombres, uno había quedado gravemente herido. Mientras aquél cineasta hablaba y hablaba sin parar, poniendo a Harry de los nervios, un cabo le informó que el herido había muerto. El volky redobló sus esfuerzos y aceleró su desesperada plática por conseguir clemencia, y Harry en lugar de mandarlo callar, simplemente le pegó un tiro entre las cejas. Harto de oírle, y necesitado de vengar aquella nueva muerte.
La mirada de su compañero de trinchera, un hombre casi analfabeto de algún pueblo alemán era una oda a la desesperación, había puesto sus esperanzas en la labia de su compañero... Y pronto le envidió cuando llegó el interrogatorio.
No sabía bien porqué, aquél desesperado cineasta le persiguió durante unas cuantas noches, y alguna vez más de tanto en cuanto.
Pues aquél cineasta muerto estaba ahora delante de él. Dudoso aún si disparar su subfusil. En su mirada se veía el mismo miedo, pero simplemente, aquél hombre no tenía madera para matar a otro ser humano.
Harry no era el mismo. Aquella mirada de cordero (De cordero bien gordito) y ese pulso temblequeante le recordaban ahora a sí mismo en su bautismo de fuego en Guadalcanal. Si mató a aquél nipón, fue porque él iba a matarle...
Rápidamente golpeó con el candelabro el subfusil, pero no continuó su ataque. La mirada del chico detrás de él resulta aún más turbadora. En un breve momento de iluminación, Harry cree ver una forma de compensar, o al menos en su mente, todo el horror causado por medio mundo.
Extendió la palma de la mano izquierda, con esa mano algo baja, mientras seguía en guardia con el candelabro. No podía permitirse el tiempo para coger el fusil japonés.
Es... espera... Murmuró. Sé lo que hice... y... y fui un loco... Aquello no fue cristiano, ni humano... Te prometo que te... te lo puedo explicar...
Ironías del destino, ahora era él quien estaba suplicando desesperado, por no tener que matar a ese volky si decidía cobrarse su justa venganza.
No entiendo demasiado bien eso de la Autoridad Narrativa, pero creo que es mas o menos esto... ¿No?
Existen cosas peores que la muerte, cosas que transcienden la efímera existencia y se prolongan por siempre, por la eternidad y que no permiten escapatoria alguna.
El infierno es la repetición...
Fritz junger un año atrás había evitado el enrolamiento forzoso al delatar a sus vecinos con la Gestapo, a cambio consiguió evadir a los gendarmes y sus listas falsas de voluntarios ya que su nombre figuraba en ellas.
Frizt había escondido una familia de procedencia judía en la casa de al lado que fue dejada en su custodia por un pariente político de parte de su mujer. El otro sujeto trabajaba en el municipio de Munich donde firmó un par de papeles y listo, la propiedad ahora pasaba a manos de Fritz. Casualmente los anteriores dueños se habían convertido en humo, allá por la lejana Polonia en un sitio del que nadie quería hablar.
Los judíos entregaron todas sus riquezas por la protección del regordete ex cineasta pero la incipiente crisis de la guerra no daba lugar al cine mundano y los únicos proyectos aprobados por el Tercer Reich provenían del circulo intimo del Fuher. Sin mas remedio Fritz aceptó de buena gana el oro y la plata a cambio de mirar hacia otro lado cuando las SS preguntaban si la casa de al lado continuaba vacía.
Al final el oro se acabó y con ello la suerte de la familia judía. Pero todo vuelve...
Un buen día Fritz fue atrapado por los gendarmes vendiendo el ultimo collar de oro en el mercado negro. Era un hermosa pieza que había pasado de generación en generación y casualmente un ancestro de Fritz fue poseedor del collar.
Luego llegó el día D y Fritz se cagó en los pantalones al experimentar el primer bombardeo masivo y finalmente la invasión de los aliados. En su momento final continuaba temblando como en el primer día de entrenamiento, siendo el hazmerreír de todos. Por suerte la muerte no se rio de él pero le auguró un destino un tanto peor.
Ahora y por siempre moriría todos los días hasta que su asesino purgase sus pecados. Ese seria su infierno en la eterna repetición...
Estar muerto, ser un espectro y envidiar a los vivos no era nada en comparación a lo que le sucedería a Fritz a continuación. Él ya lo sabia pero su asesino no, ya que para Harry siempre sería un suceso nuevo e irrepetible.
El soldado Volky temblaba como una hoja mientras mascullaba alguna respuesta pero algo por demás aterrador no le dejaba salir de su papel, como si fuese un mero actor secundario en una de sus películas.
Fritz lloraba tras morder sus labios al escuchar las palabras de Harry y sus ojos eran dos platos que jamas parpadeaban hasta que sucedió lo que siempre sucedía.
Fritz murió de un disparo en la cabeza. Nuevamente entre los ojos.
Su regordete cuerpo cayó inerte en el suelo de la habitación de Harry.
Entonces el ex soldado americano pudo ver quien había disparado. El niño tenia en sus manos una pistola Luger cuyo cañón todavía humeaba. A continuación el niño llevó la pistola a su propia boca con intenciones de dispararse y con suerte volar sus propios sesos.
Harry reconoció de inmediato el arma, se la había quitado al cadáver hinchado de un oficial muerto en una carretera olvidada de Caen bajo un abrasador sol. Ese día millares de moscas se posaron en kilómetros y kilómetros de soldados despedazados junto a la carretera, con caballos, tanques y camiones por igual. El infierno precedía su ruta hacia Berlin por medio de aquella matanza sin sentido. Los pilotos aliados de los p39 habían hecho un estupendo trabajo...
Harry intento emitir alguna palabra pero se percato que no era el niño el que portaba la Luger. Era él mismo y ahora estaba en su boca a punto de apretar el gatillo. Tal vez ahora enmendaría la muerte del muchacho y su familia con su vida...
No entiendo demasiado bien eso de la Autoridad Narrativa, pero creo que es mas o menos esto... ¿No?
Mas o menos eso. Incluso te permite cerrar tu mini escena. Por ejemplo dejaré que continúes con lo que viene a continuación y des el cierre. ;)
Harry quiso gritar cuando el volksstrum murió de nuevo, pero entonces se encontró con la pistola en la boca.
Aterrado, la sacó de inmediato, y cuando quiso hablarle al chico, desde la puerta de la habitación de su hermano, una ráfaga de automática acribilló al chaval, que quedó agonizando en el suelo. La puerta astillada se abrió, y Harry, que había quedado atónito y en guardia, cubierto con la pared, se vio salir a sí mismo mirando al chico. La mirada de ese 'nuevo' Harry era la de un psicópata, la de un asesino y un demente.
Para su horror, Harry entendió que esa expresión malvada no estaba demasiado lejos de la que debía tener en realidad en aquél momento. Se miró a sí mismo. Lo que sí recordaba era haberse aplacado y atragantado con su propia saliva al ver lo que acababa de hacer, pero esa copia no parecía tener esos remordimientos, y vació lo que quedaba de cargador en la cabeza del chaval, dejándola destruida e irreconocible.
Entonces, la copia se giró y le miró.
No te molestes en intentar arreglarlo. Ese nip fue tu primera muerte, pero... ¿Crees que ese chico es la última? Nunca acabará. No eres un soldado... Eres un asesino, Harry.
NO!!! Gritó Harry, asustado, y apuntó a su doble, dudando.
El doble malvado sonrió ¿Qué...? ¿Crees que acabando conmigo... quedarás libre? Se expuso, mostrando el pecho. Venga, dispara. Eso no te hará mejor, a los ojos de nadie, ni de Dios, ni mucho menos de tí mismo.
Puede, pero lo intentaré!!! Harry disparó, pero el disparo sonó mucho más fuerte. Como el impacto de un obús de artillería pesada.
A su memoria vino una gélida tarde en las Ardenas, y su mente, todo su alrededor, retrocedió a los instantes anteriores a aquella explosión.
La tropa se encontraba avanzando, acercándose a posiciones enemigas, cuando se desató una lluvia de artillería por parte de unos Kanone 3 ocultos en el bosque que la aviación no había visto.
Uno detrás de otro, los obuses agujereaban el suelo como un puño, haciendo que la tierra bajo los pies temblase, y ocasionalmente algún tanque o camión de suministros explotase. Harry ordenó a su unidad ponerse a cubierto en unas trincheras que los nazis habían dejado atrás a la carrera hacía dos días. El soldado Aaron Bowie había saltado a la trinchera que no era, y se disponía a salir para resguardarse en la misma en la que estaba la unidad de Wood.
Harry asomó la cabeza y vio a Bowie salir de la trinchera y correr para llegar hasta él, y entonces todo se ralentizó: Wood extendió la mano haciendo un gesto para que Aaron se tumbase, y gritó:
¡¡¡¡AARON!!!! ¡¡¡AL SUELO!!!!!!
A duras penas terminó la palabra 'suelo', cuando todo se volvió naranja y blanco: Uno de los obuses estalló apenas unos metros detrás de Aaron, convirtiéndolo literalmente en pedazos.
Wood quedó casi sordo durante varias horas, y se tuvo que quitar trozos de hueso de Aaron de la palma de la mano y de las mejillas. Un fragmento de su chapa identificativa, achicharrado, había acabado incrustado en el casco, y el pedazo más grande que encontraron de él fue un trozo de bota con algo de carne requemada dentro, que rodó los metros que lo separaban hasta caer sobre otro de los compañeros.
Justo después, Harry, su familia y parte del vecindario, despertaron con un descomunal alarido pronunciando el nombre del soldado caído. Harry lloró durante horas, desesperado entre la necesidad de dormir, y el miedo a hacerlo. Esta pesadilla había sido diferente, mucho peor... Simplemente no quería volver a pasar por esos episodios más veces.