Finalmente el ser salido de las peores pesadillas de la humanidad, volvió al infierno al que pertenecía. Harry miro alrededor. ¿Qué había pasado? ¿Todo aquello era real?¿O era producto de su imaginación?

¿Eso era el purgatorio, el horror de cargar con tus pecados hasta superarlos o caer en ellos?

Fuese lo que fuese, Harry solo tenia una cosa clara, Sara. EL detective la buscó con la mirada hasta que la encontró, detrás, asustada.

¿Era Sara o Sally? Eso no importaba ahora mismo, era Ella. El detective corrió hacia ella y le tendió la mano. Suave, dulcemente estrecho su mano, como dos enamorados en su primera cita.

Le dedicó la más dulce de las sonrisas. Hacia años que no se sentía así. Era como si hubiera vivido aletargado todos estos años y por fin se hubiera despertado. En medio de tanta muerte, tanto caos, Harry se sintió vivo de nuevo. Era feliz.

Juntos abandonaron la sala. No tenia claro si ese instante se iba a acabar en un segundo o si duraría años, si todo eso era cíclico y se volvería a repetir... si estaba vivo o muerto. Pero sí que tenia clara una cosa, le habían brindado una nueva oportunidad al lado de su mujer, y no iba a desaprovecharla otra vez.

Disfrutaría de ella, el tiempo que les brindasen.

Harry vio caer a la Bestia, y se permitió un suspiro. 

Pero uno cortito, ya que enseguida todo se volvió de nuevo un infierno, esta vez un infierno de llamas y destrucción que no le era tan ajeno ni aterrador.

Guardó la pistola y rápidamente buscó entre el caos a los bebés. Ignorando el dolor que sentía, corrió hacia ellos y los recogió de donde estuvieran, cogiéndolos con fuerza contra su pecho para luego buscar una salida entre el incendio.

El coronel observa el escenario, parece que finalmente todo termina, y también para mí... a no ser... El coronel observa la sala, todavía queda alguna enfermera, quizás.

-Ustedes, ayúdenme, necesito asistencia médica. !Ahora!- La voz del coronel parece un susurro, pero sigue teniendo esas connotaciones de órdenes que ha usado la mayor parte de su vida. Y eso parece hacer despertar a la gente, no solo los enfermeros, que parecían todos en trance ¿Qué tipo de magia hace tener a todo un pueblo dominado? Mejor no saberlo.

Con su ayuda al final consiguen salir de ese infierno, donde el coronel se desploma, casi sin fuerzas

El coronel hace un gesto al grupo con el que ha venido para que se acerquen: -El ejército  no debe saber todo lo que ha pasado, u os encerrarán de por vida, si no sobrevivo hablad con McArthur, aconsejo que le digais que fue algún tipo de gas que enloqueció a la gente. Pedid que mi funeral lo oficie el pater Williman, casi nadie lo sabe pero es un exorcista. A él podéis contarle lo acontecido, el sabrá que hacer, porque no sabemos si esto se puede repetir en el futuro, alguien debe estar atento, y solo el Vaticano se creería esto y se preparará por si vuelve a suceder. Prometedme que avisaréis al pater si fallezco, es necesario.- Las fuerzas del coronel menguan rápidamente, pues hablar tanto le dejan sin aire, vuelve a toser sangre. Para mi que será muy tarde para estos matasanos... pero al menos espero que mi muerte no haya sido en vano...

¿Algun dia conoceria la paz, el descanso? ¿Una vida o no vida lejos de todo dolor, tormento, sufrimiento...? Por unos segundos, pude rozarlo, pude sentirlo. Veia la calida luz de aquel ser a traves de mis parpados. Pude saborearla tenuemente, como el sabor de los labios de otra persona en un fugaz beso. Pero como todo lo que amé en la vida, me fue arrebatado. El peso de cada uno de mis errores, de mis pecados, pesaba profundamente sobre mis hombros, mi alma. Sentia como toda mi fe, mi esperanza, era guiada al abismo mas profundo donde solo le quedaba una eternidad de agonia. Era la repeticion del dolor que yo habia causado a otros. Vi alejarse de mi a la criatura divina, aquella luz de paz, de alivio. El resto no creian en que por fin aquel ser fuera a darles el fin que se merecian, no habria una pagina nueva, en blanco en aquel libro. Solo mas paginas manchadas de sangre, rasgadas y sucias. Y por fin, en el lugar de la luz, se alzó algo muchisimo mas maligno, la muerte y la destruccion encarnadas en un cuerpo grotesco y con rasgos animales. El ardor llenó aquella sala, el olor a azufre, a sangre. 

Senti esa lluvia caer, gota a gota. Explosiones de civiles, de puritanos. Y luego... Nada. Un destello y un alarido de dolor que salio de mi boca. Las fuerzas me fallaron... Era mi hora.

...

Quizás no era la hora de Evelyn. Su cuerpo habia caido desplomado, retorcido y encogido de forma antinatural, para luego volver a la postura en la que se crio en el vientre de su madre, pues era aquella forma, la unica que tenia de contener el dolor que amenazaba con destrozar cada fibra de su ser. Trató de dar un ultimo aliento, deseando que aquello acabara con todas sus fuerzas, pero... no fue capaz. Aun habia una oscura voluntad latiendo en ella, no podia rendirse. Aquella parte cruel y retorcida, la que tanto daño habia causado, la que tanto habia querido dominar sobre lo poco bondadoso que quedaba en Evelyn, tenia mas fuerza, se aferraba mas a lo que no queria perder. Por ello, calcinada, seguia con la mirada perdida en el campo de batalla, aunque, ya no era consciente de nada. Solo supo que aquel ser divino cayó, desvaneciendose con ello, todo halo magico. Toda esperanza de que pudiese volver a su vida anterior. 
Poco a poco el techo se cernia sobre ella, todo el edificio. Pocos quedaban vivos para salir, y ninguno la sacaria. Por ello, cerró los ojos y se entregó a su destino, o lo que quedaba de Evelyn.

Harry busca a los bebés, pero descubre que ya están en buenas manos. O al menos en manos de gente que pretende salir de allí con ellos. Echa un rápido vistazo alrededor, y con la adrenalina por las nubes, rápidamente ve a dos pecadores tirados en el suelo.

Uno es el oficial, más pesado, y con más posibilidades de apañárselas por sí mismo. Por su parte Evelyn despierta en Harry a ese extraño caballero andante, y además es bastante más ligera de llevar. Puestos a apostar por uno...

Corrió hacia Evelyn, y sin prestar atención a sus heridas, pues no había tiempo para eso, se la puso a la espalda con un rápido movimiento. Había hecho eso antes, con compañeros heridos mucho más corpulentos que ella, y con equipamiento militar encima. Ponerse a Evelyn a la espalda fue un juego de niños incluso herido. 

Ahora solo quedaba correr hacia lo que quedaba de salida, antes de que todo se viniera abajo.

¡¡Agárrese fuerte!!

- Si lo consiguió, solo que no estaremos para presenciarlo porque nuestra tarea es más importante que presenciar algo que todavía no tenía que suceder. Estos isleños jamás estuvieron listos. La niña, Dahlia Gillespie siempre lo supo… ahora se encontrará lejos de aquí, como nosotros dentro de poco. - con rabia respondió Krebs al proporcionar los detalles parciales de algo mucho más grande para James.

Minutos después el pequeño bote, desaparecido medio siglo atrás en el triangulo de las bermudas, se encontraba listo para zarpar con el creciente oleaje. La horrible sirena continuaba sonando cuando desde el interior de la isla la oscuridad comenzó a cubrirlo todo, como un monstruo de pesadilla con insaciable hambre.

- ¡Mierda, ya está sucediendo! ¡Vamos, vamos! – agrega el extraño mayordomo tras ayudar a subir al pequeño velero a la madre de James con el bebe.

La creciente y el viento proveniente del interior del océano proporciono el empuje necesario para que el Spray alcanzara la distancia suficiente y que la oscuridad no los tragase también.

Y de esa forma todos llegaron al amanecer a las costas de Maine, entre acantilados y playas desiertas por la gran tormenta que azoto todo el lado Este del continente. Así fue como James logro regresar a su mansión, ubicada no muy lejos de la Gran manzana.

El dinero disolvió las preguntas y alejó a los reporteros, con excepción de William Renford, quien lo seguiría de cerca hasta su retiro varios años después.

Nadie pregunto pro la nueva sirvienta de James ni por el flamante mayordomo o el reciente bebe de James. Además las visitas a la mansión cesaron abruptamente para todos los ajenos a la familia Bartlevy.

La mansión con el paso del tiempo se convirtió en una fortaleza inexpugnable para cualquier extraño. Los años, la bebida y frecuentes viajes a la Europa de post guerra encerraron los sucesos de Bar Harbor. No así las incontables noches de pesadilla en la cual James despertaba en su inmensa habitación sujetando con fuerza el medallón maldito…

El desenlace acabó de igual manera que el comienzo de la pesadilla, con la oscuridad tragándolo todo.

La horrible sirena continúo sonando cuando desde el interior de la isla la oscuridad comenzó a cubrirlo todo, como un monstruo de pesadilla con insaciable hambre.

Harry y Sara escaparon tan deprisa como pudieron. Ella en todo momento cargando el pequeño bebe en sus brazos, cual madre experimentada.

Sin saber muy bien como lograron salir de la iglesia y evitar ser tragados por la oscuridad viviente. El mundo, esa noche, se tragó a sí mismo, en un intento de equilibrar la balanza natural alterada por Martinson y sus fieles.

Semanas después Harry y Sara regresaron a su apartamento en Brooklyn, el numero 47 con sus ventanas a la calle desde el segundo piso. Aun sin poder recordar como salieron a tiempo de la isla, ellos retomaron su vida. En especial Harry que debía encajar a su nueva mujer y al bebe en su renovada vida. Por fortuna su profesión contenía las herramientas necesarias para que la adaptación sea lo más creíble para todos, en especial para los allegados de Harry. La memoria de Sara jamás volvió a ser la misma, pero en cambio la pareja se amoldó al cambio de ser una familia conformada con toda una vida por delante.

Los años, la crianza del bebe y la felicidad de su familia encerraron los sucesos de Bar Harbor. No así las incontables noches de pesadilla en la cual Harry despertaba en su cama junto a su mujer, reviviendo la isla maldita… todas esas noches él creía ver algo revoloteando junto a su ventana. Algo que al instante se alejaba volando.

Desde luego no era un murciélago ni tampoco un pájaro nocturno…

Nadie derramara lágrimas por aquellos que detuvieron el advenimiento del Dios primigenio, aquel adorado por los antiguos habitantes de Bar Harbor y luego por los colonos ingleses.

James despareció minutos antes con su madre a cuestas y con uno de los bebes de Jules. Harry Slaughter también se desvaneció hacia el exterior de la iglesia junto a Sara y el otro recién nacido. Que es de ellos será para los presentes siempre un misterio porque la oscuridad lo cubrió todo.

El coronel maldijo a los cuatro puntos cardinales antes de quedar sepultado por las llamas y los muros de la iglesia. Los cuerpos de Jules y Johan también recibieron una sepultura de rocas y fuego por igual.

Por mucho que sus pies intentaran dejar atrás la catástrofe creciente detrás de ellos, nada podían hacer para escapar finalmente de allí, de la oscuridad que les mordía los talones.

Harry y su mujer se alejaban cada vez más y más hasta salir de la vista de Evelyn y los demás hasta que todo fue oscuridad.

En ese momento los presentes se percataron de algo que había estado presente entre ellos desde que despertaron en la horrible celda de la Prisión. Ellos jamás saldrían de allí con vida porque simplemente no lo estaban… ahora pertenecen a un mundo diferente.

Ahora pertenecen al OtroMundo…