Partida Rol por web

Si hay alguna embarcación que nos ayude, ya estará en Sibog porque nada ni nadie saldrá después de este incidente en un buen tiempo, eso puedo asegurarselo mi temperamental amiga. respondió Dio con un tono de voz mucho más frío.

Sin embargo su voz recuperó su tono cálido cuando le alcanzó un catalejo labrado en filigranas de plata al arcanista. Mi estimado Zagrán, daremos muestras de arrojo en otra ocasión pero esto no es más que un día más en la vida de un contrabandista. Mantuvo agarrado el catalejo un instante antes de soltarlo y advertir en tono jovial No se le caiga al agua y no se olvide de devolverlo...

Creo que podemos considerar esto su examen final, capitán.

¿Habéis oído, muchachos? ¡Los arcanistas nos someten a un examen final! gritó haciendo eco del comentario de Camilla y provocando risas ahogadas en la tripulación. ¡Esforzaos muchachos! ¡La reputación de la Pinta está en juego!

¡Sujetense! bramó el contramaestre cuando la Pinta avanzó a toda velocidad arrastrada por la corriente hacia aquella pared verde. Una espantosa sacudida golpeó el barco cuando un costado del barco rozó las afiladas rocas pero por fortuna no produjeron mayores daños.

Con la visión aumentada eres capaz de ver cosas con mucho más detalle y ves...

Ves un roquedal bajo las aguas que Dio esquiva con una pericia casi antinatural que te sorprende mucho.

Ves que no hay una sola alma en la cubierta de La Diablo y que en su puente se puede ver una gran figura recortada contra el basto cristal.

Ves que el segador gira sus cañones y apunta a la embarcación rebelde.

Y ves que tras la pared que es en realidad una cortina de algas brota una luz lejana al otro lado de la cueva que señala el bendito mar abierto.

El sonido de las olas fue acallado por una nueva detonación procedente del Segador. Sin embargo, de forma inexplicable la bala cambia de trayectoria bruscamente hasta impactar no demasiado lejos de la Pinta.

Con la vista delante, y aferrado aún a la borda del barco, Faramund se encogió para soportar el golpe de las olas contra la embarcación que viraba violentamente. Había podido notar que las balas del otro navío torcían de manera inexplicable. - Uh, arcanistas. - Murmuró, pero su atención se mantuvo concentrada en mantenerse firme sobre los tablones del barco. Ya habría ocasión de averiguar más si volvían a toparse en un futuro cercano, algo que parecía más que probable.

Me agarré a lo primero que encontré al notar el vaivén de la embarcación debido a la ola que generó el disparo. Algo extraño había pasado a aquella bola disparada porque había desviado su trayectoria antes de impactar.

Sin perder agarre intenté ver qué demonios había pasado con ella porque algo de magia debía haber de por medio allí.

No creo haber visto a nadie capaz de hacer esto aquí en el barco. Solo el arcanista, pero no lo he visto actuar.

Era difícil mantener la verticalidad en aquellas circunstancias y mirar alrededor. Mejor que me concentre solo en una de esas cosas. No quería ser arrastrado al fondo del mar en la próxima sacudida

Definitivamente la joven no esperaba ese cañonazo tan cerca, más movida por la curiosidad que el sentido común intento inclinarse para ver que ocurría sin embargo algo, un cabo suelto o quizás un madero suelto sinceramente Camila no estaba segura del qué, le hizo perder el equilibrio y luego todo lo demás fue negrura por unos momentos que no estuvo segura de cuanto duraron...

-Por supuesto, aunque si en algún momento no lo necesita, acepto su regalo- y le guiñó un ojo, sonriendo.

Tomó el catalejo y miró la cubierta de la Diablo... y en ese momento se tambaleó todo. Aún no se acostumbraba a los barcos, es más, no le gustaban y había dudado de tomar este trabajo justamente por eso... pero no podía rechazar semejante oferta.

Zagrán aunque no un marino experto, sí tenía mucho entrenamiento de sus piernas y cuerpo en general, por lo que se mantuvo acompañando el movimiento del barco como si fuera una extensión. Y además aprovechó a observar la cubierta de la Diablo gracias al catalejo prestado. Luego miraría el Segador, pero ahora había que identificar por qué las balas se desviaban como lo había hecho.

Por supuesto, él también enviaría arcanistas a buscar a otros arcanistas, pero quería identificar a alguno, sacar algo de información que les fuera útil ahora... y después, porque esto no terminaba aquí.

Demasiado inmersa en el ritual para atender lo que el favorito de Dio le dice a los caballeros de la nave, centro mi atención en lo que puedo ver a la distancia. Todo me asombra más de lo esperado, aunque paradójicamente es lo que veo más cerca lo que más me sorprende. Tras las palabras del Capitán lo miro fijamente, lo que dice le arrebata la esperanza de salir allí con vida, pero lo que ha visto le parece más relevante y no puede callarlo. Con una expresión muy diferente a las últimas que le brindé le digo en voz bien alta como para que el último medh al servicio de ese desgraciado escuchase - Szadko, creo que sólo en una cosa no me e equivoqué contigo cuando te vi por primera vez. Apenas una, pero la más importante, sí que eres competente, más de lo que intuía, tú y toda tu tripulación -

Un disparo del Segador contra la Diabla se desvía hacia la Pinta y cae cerca de dónde estaban. Los dones que he pedido me permiten observar con nitidez lo que ocurre e intento descubrir qué sucede realmente - Esa nave es muy extraña, no tiene tripulación a la vista, salvo uno detrás de un cristal que... - el sacudón es demasiado fuerte como para continuar, será mejor que no caiga de narices al suelo o Dio me humillará aún más.

Assim vio la bala sin necesidad de Faramund le ayudara —¡La tengo! —gritó intentando moverla de lugar. Apenas podía hacer magia con el cabo que tenía agarrado firmemente con la zurda, pero podía lograrlo. O al menos eso pensaba hasta que la bala cambió su trayectoria repentinamente impactando muy cerca, sacudiendo todo el barco.

¿Cómo había pasado?

—¡Estamos contra arcanistas! —coreó a Faramund pero más fuerte.

Las olas se agitaron con fuerza embravecidas por el impacto de la bala y la creciente corriente que envolvía el navío. A menos de veinte metros, la pared de algas se acercaba cada vez más mientras Dio giraba el timón con pequeños toques con una intensa mueca de concentración. La tripulación arrió el velamen al completo y aseguró todos los bultos de cubierta antes de aferrarse a cuerdas y palos preparándose para lo que venía.

Todo quedaba ahora en manos del capitán.

¡Estamos a punto de entrar en la cueva! ¡Sujetaos a lo que podáis y no os caigáis del barco a no ser que queráis morir ahogados! hizo una mueca que podría haber sido una sonrisa torcida ¡Esos necios siempre recordarán este día como el día que casi consiguen atrapar... un momento, ¿Donde está la señorita Veilmond? preguntó temiendo que hubiera caído por la borda y su cuerpo se hubiera estrellado contra las rocas.

Tal vez no en el agua pero sin duda demasiado cerca para tu gusto, te aferras como puedes a una de las columnas de madera del elegante pasamanos de la cubierta del navío pataleando en el aire con los zapatos a apenas metro y medio del furioso oleaje que podría ser tu final.

A pesar del vaivén del navío consigues mantener fácilmente el equilibrio y catalejo en mano observas la cubierta de la Diablo para comprobar que está totalmente vacía. Al ampliar la vista, tras el grueso vidrio que protege el puente de las inclemencias del tiempo, la enorme silueta de una persona o quizás su sombra (No existen humanos de más de dos metros y medio que es lo mide el vidrio y su cabeza se corta y seguramente roce el techo)

Te dispones a mirar con más detenimiento cuando la pregunta de Dio te pone en alerta. En efecto, Camilla se encontraba con vosotros y ahora no hay ni rastro de ella.

El impacto de la bala de cañón te estremece y todavía te estremeces más al tambalearte cuando las olas golpean con la furia de una bestia salvaje la curtida embarcación. Intentas detectar que tipo de conjuro han usado para desviar semejante proyectil pero el aviso de la ausencia de Camilla te distrae o quizás te centra en lo verdaderamente importante.

¿No se habrá caído al mar?

La bala de cañón impacta demasiado cerca para tu gusto y como prevees, el impacto del oleaje desestabiliza el barco y Dio tiene que usar toda su pericia para evitar que naufraguéis contra las rocas. Como capitán eres capaz de notar los crujidos de la madera al debatirse el barco entre la corriente saliente generada por el fondo marino y las rocas y la corriente creada por la abertura de la cueva por donde el barco saldrá disparado como una flecha.

Ahora mismo deduces, estáis en el momento más peligroso de la maniobra.

La bala de cañón desviada por la magia pone fin a medio centenar de miembros de un banco de peces totalmente ignorantes del peligro que corrían. Como el águila que cae sobre la liebre, la muerte planea sobre el barco y los huesos de aquellos que mueren en la mar son tan buenos como cualquier otro a la hora de extraer su poder.

No estaría mal llevarse algo más de poder o que la segunda bala te adelantara un poco de trabajo.

Zagrán se había enrollado una cuerda al brazo, mientras que apoyaba su cuerpo a la baranda para tener un soporte, para que las piernas hicieran el resto al equilibrar los movimientos. Aún a pesar de las salpicaduras y el movimiento de la embarcación, le permitió cierta estabilidad para otear el barco enemigo y percatarse de la presencia de seguramente un arcanista a bordo de la Diablo. No le era suficiente como para afectarlo...

...mierda...

El mercenario quiso buscarla con la mirada, pero no encontró su paradero. ¿Se había caído?

La negrura duró apenas unos segundos, eso o sus reflejos abrían fallado en agarrarse a tiempo al madero de cubierta. Lo cual no quitaba que las manos se le estaban resbalando y que estaba empapada hasta arriba. Con cierto esfuerzo la joven temeria subió mientras escuchaba el discursito de Dio.

Y aprovecho el momento para sentarse en la propia baranda del barco con un sonrisa, habría quedado de novela si no fuera por lo empapada que estaba.

- Si hasta se preocupa por mí y todo, por cierto creo que estaba diciendo algo de que iba a ser el día en el que casi atraparían a la exploradora Veilmond, aunque puede que me equivoque.- el comentario va acompañado de un encogimiento de hombros y un pequeño saltito a la seguridad de cubierta. Con bastante cuidado Camila se va agarrando a los cabos.- Pero no deje que le corte continúe mientras busco algo con que secarme.

Más que buscar algo con que secarse le sugiero que se aferre a algo rápido, y de ser posible con mucha fuerza. - Tomó una cuerda que enredó en su brazo por debajo del hombro y clavó su talón contra uno de los mástiles. - Lo que sigue a continuación será audáz, o naufragamos o ese maníaco de allí nos conducirá a una corriente marina que nos enviará lejos como un rayo. - Una ola que salpicó sobre cubierta mojó al hombre. - Espero por nuestro bien que la opción sea la segunda. - Una segunda ola golpeo la embarcación y agua cayó por la cubierta como un látigo acuoso.