Partida Rol por web

—¡Levantate! —en su mente, el espadón que descansaba detras de la criatura flotaba y se le clavaba en el estomago. Pero, lo malo de la magia antigua es que adquiere cierta... Dignidad. A veces, se resistia a el, y esta vez era una de ellas.

—¡Levantate! ¡Levantate! ¡Levantate!

Nada ocurria.

No pierdas tu vida buscando cuentos escritos en espuma de mar... con que eso me quería decir la capitana...

Zagrán no estaba satisfecho con el mensaje, y mucho menos lo hubiera esperado de la capitana que tan directa había sido.

-Qué mensaje tan misterioso para ser una Capitana tan directa- dijo el joven sonriendo levemente y luego tomaba un sorbo -Me hubiera esperado algo más... contundente- se encogió de hombros -De todas formas, puedes decirle que agradezco su dedicación como para enviar a uno de sus hombres a decirme esto- y chocó su jarra casi vacía con la casi llena de Val.

-¿Sabes algo de cuál es la otra nave que nos acompañará?- le preguntó, dudoso de que supiera, pero tal vez entre capitanes se dijeran esas cosas, y este hombre parecía cercano a la capitana. Tal vez demasiado... 

Claramente tendría que averiguar más sobre ese tal Dio. No podría descansar tanto como esperaba hacer, ya que descansar en este momento podría ser acompañado de descansar bajo el agua con una daga en las costillas.

Mierda...

A punto estoy de contestarle ya bastante enfadada al niñato que estaba resultando ser ese hombre. Me intenta matar, dos veces y una a traición. Se lo dejo pasar y hasta le ayudo a levantarse y recoger su arma y ahora me lo recrimina. Sin embargo el escalofrío que noto me detiene de aumentar más la escena ya montada en el lugar. Me levanto lentamente agarrando mi arma pero con la punta hacia el suelo dejando claro que no soy una amenaza, el hacha prefiero no tocarla por ahora...

Una vez en pie miro hacia el rudda, inspiro nerviosa intentando mantener el control de mi misma.- Acabo de llegar a las islas, lo mínimo sería visitarlas antes de acabar presa o algo peor...

- Buenas, soy Camila Veilmond y sinceramente no tengo ni idea de lo que está ocurriendo.- me explico algo nerviosa, ese escalofrío era casi un picor constante, a los rudda enmascarados.- Lo único que sé, es que ese hombre me confundió con algún tipo de campeón e intento derrotarme. Le gané pero me sentí magnánima, más por curiosidad que otra cosa y sin embargo al tocar su arma me parece que roto algún tabú que desconocía. ¿Estáis aquí por eso o hay algo más?- concluyo pasando mi mirada entre el cara lobo y el cara cordero respectivamente.

Con paso firme y la flecha plateada ya lista, los símbolos de la máscara de lobo se oscurecieron mientras el corazón buscaba en el interior.

La flecha abandonó su hogar y atravesó la gasa espiritual con facilidad, dejando un surco de llamas de plata a su paso. La criatura rugió de dolor y uno de sus brazos, cercenado en el suelo, se retorció de dolor mientras un icor negruzco en forma de gusanos salía por sus poros.

En ese instante la piel de Assim comenzó a picar y a escocer y entonces supo por qué los ruddä eran tan temidos en las islas por los arcanistas: las puntas de flecha eran de Seliro, el mineral matamagia.

Estoy seguro de que alguien como tú sabrá que quiere decir. Lo mío son los fogones y las cacerolas. respondió vaciando la nueva jarra de un solo trago.

En su rostro en cambio se dibujo la extrañeza cuando el arcanista mencionó un segundo barco.

¿Segundo barco? No sé de que hablas. Lo único que sé es que marchareis de aquí a bordo de la Pinta Escarlata hacia algún lugar al este. Los supervisores hacen guardar silencio pero corren rumores igualmente aunque no sé gran cosa.

El hombre nativo con máscara de lobo la observó levantarse siguiendo su movimiento con la cabeza pero no se movió ni dijo nada cuando la arcanista trató de explicarse. Simplemente se alejó, como si ya no le importaba, ayudando a su compañero a levantar al problemático duelista ahora maniatado.

Una vez hubieron asegurado a su silencioso prisionero, los dos ruddä se alejaron en silencio como si nada hubiera pasado. Dejando a una muy sorprendida Camila sin palabras.

Assim intentó de nuevo traer el espadón pero dejó de lado la idea al ver que no era posible. Rodó acercandose a la criatura y llenandose de aquel icor negro para darle una estocada.

No calculó que aquella sustancia le quitaria parte de la visión y su estoque se hundiria en el aire.

-Por lo que veo, tengo trabajo que hacer- dijo el mercenario levantándose de la mesa -Gracias por el mensaje, y ojalá nos volvamos a ver- agregó, extendiéndole una mano a modo de disculpa por la reacción, y por realmente haberlo sentido un gusto el conocerlo. Por supuesto, no se lo diría.

-Dale mis gracias a la Capitana, y si llegan a necesitar algo en algún momento, veo que puedes encontrarme- dijo justo antes de retirarse.

A menos que le quisiera decir algo más, Zagrán tenía pensado ya ponerse manos a la obra en averiguar sobre Dio. Si además conseguía saber qué estaban haciendo algunos de sus compañeros, gustoso estaría de recabar esa información. ¿Qué hacen arcanistas como aquellos en una ciudad como esta? Sería interesante saberlo, pero la prioridad era Dio.

Con un rugido terrible de dolor e ira, la criatura estiró los brazo y Assim observó con horror como la prisión mágica que había convocado se partía con un estallido ominoso. Los brazos como troncos del espíritu se agitaron triunfantes y los legañosos y supurantes ojos amarillos lo observaron con ira, mientras el puño espiritual se descargaba sobre él.

Sin embargo, en el último momento y por algún motivo que Assim no comprendió, la criatura desvió el letal golpetazo y lo estrelló contra lo que quedaba del almacén.

Assim rodó para alejarse un poco, con el estoque en la mano. Tendría que recurrir a la violencia, pero aquel monstruo tenía algo raro. Había perdido su oportunidad para...

—¡Apunta bien! —advirtió a su inesperado acompañante. A lo largo de sus viajes había visto otras personas como él, sin embargo ninguno estaba dispuesto a cooperar. Una lástima.

Sus ojos comenzaron a brillar, intentó acceder a aquel poderoso caudal donde el tiempo fluía para obtener una ventaja en el combate, no obstante el torrente lo rebotó.

—¡Maldición! —rodó otra vez esquivando al monstruo. Debía ser el Serilo interfiriendo con sus capacidades mágicas «¡Y eso que no me ha tocado!», pensó. Si llegaba a rozarlo posiblemente se quemara de adentro hacia afuera o explotaría en un haz de luz blanca... Tendría que recurrir a la violencia física. Resolvió mientras sujetaba el estoque con más fuerza.

—¡Lo distraeré, termínalo!—gritó al Rudda del techo. Ya no lo observaba. Estaba concentrado en el monstruo.

La compañía... claro! Ahora lo recuerdo, es el hombre que nos trajo de comer en el barco. Un siervo dice ser, en su momento le creí, pero es listo y educado, y además lo envían a negociar a él en lugar del pomposo de Reik. Este viejo tiene secretos, al menos algo tenemos en común.

Camino a su lado por la playa, mantengo algo de distancia para que no crea ni por asomo que voy a ceder nada a la Compañía , pero me sorprende al hablar tan directamente. Sin rodeos, me gusta.

- Tal vez es como dices... o tal vez sólo quiero que la Compañía me ayude a expulsar al resto de las facciones antes de mandarlos a ustedes a comerciar a otra parte - le devuelvo la mirada, mis ojos se clavan en los del anciano como buscando ver lo profundo de su espíritu. El silencio puede escucharse, mas fuerte incluso que el mar.

Aflojo un poco la tensión y le doy un respiro al pobre viejo - Es cierto que quiero lo mejor para mi pueblo, y eso incluye la expulsión de los invasores y el retorno a nuestras costumbres, nuestra libertad. Pero los nativos son demasiado mansos...- bien que lamento que muchos en vez de sangre tengan agua de mar en sus venas, sino ya seriamos libres - así que habrá que encontrar otra opción al presente de sometimiento o al pasado de estar solos en plena libertad - 

- Usted no parece un estúpido como Reik, al contrario, parece alguien listo como el Capitán Dio Szadko, algo me dice que vuestra voz llega a oídos del Comandante sin ningún intermediario, me equivoco? - no va a responderme, pero no me hace falta, la verdad está ante mis ojos - Entenderá entonces que el dinero que me ofrecía el secretario no me sirve de nada, ni me importa en absoluto. Le pedí un favor a cambio de otro, sólo eso, y me dijo que no tenia potestad para hacer ese trato - resoplo al recordarlo, el secretario esta lleno de palabras vacías, es un simple bufón, pero este anciano es muy diferente - Podemos hablar de ese favor? - 

La arena bajo los pies descalzos le resultó reconfortante. Sin embargo, ni por asomo tanto como las palabras de la oyente. Con una mujer así se podía jugar...

Es cierto que quiero lo mejor para mi pueblo, y eso incluye la expulsión de los invasores y el retorno a nuestras costumbres, nuestra libertad. Pero los nativos son demasiado mansos...

¿Esos somos nosotros? Es bueno saberlo. preguntó con una sonrisa tranquila y tono divertido.

- así que habrá que encontrar otra opción al presente de sometimiento o al pasado de estar solos en plena libertad - 

La Compañía espera poder ayudar a encontrar una alternativa provechosa para todos, eso puedo garantizarlo.

  Entenderá entonces que el dinero que me ofrecía el secretario no me sirve de nada, ni me importa en absoluto. Le pedí un favor a cambio de otro, sólo eso, y me dijo que no tenia potestad para hacer ese trato 

No sea tan dura con Reik, es un hombre competente y con unas convicciones fuertes. Además de un gran capitán, bastante mejor que el señor Szadko me permito añadir.

Sintiendo el peso de lo años, extrajo un pañuelo de seda y se secó el sudor de la frente antes de asentir Por supuesto, tiene mis oídos y mis ojos a su disposición, señorita. ¿Qué puedo hacer por usted?

El rostro tras la máscara hizo una mueca. Desde esa posición el insensato arcanista corría peligro de recibir la flecha si no apuntaba con cuidado.

Su brazo se tensó mientras la saeta apuntaba hacia la frente de la criatura.

Y con un restallido la flecha abandonó el arco y se clavó profundamente en la frente de la criatura.

Un olor a grasa quemada invadió el ambiente y Assim arrugó con fuerza la nariz mientras observaba como el espíritu se derretía como una vela antes de forma un charco de una sustancia amarillenta.

El arcanista apartó la mirada del espíritu destruido, una parte de él sabía que algún tipo de dolencia afligía a la criatura pero ahora era tarde para cualquier medida. El ente ya no existía.

Y cuando quiso buscar el rastro de su salvadora, solo encontró un tejado vacío.

—Muchas... Gracias... 

Assim se encontraba solo otra vez en medio de la noche en una ciudad desconocida y lleno de nuevo de alguna porquería espectral. Por lo menos no lo habían ensartado con aquel mineral fatal.

Su túnica buena olía horrible, tendría que pasar toda la noche lavándola en el mar para ver si perdía aquel hedor. También tenia que dormir algo. En la mañana comenzaba un viaje por aquellas tierras místicas.

No se si confiar en que la Compañía buscara un futuro provechoso para todos como el anciano dice, pero sus intereses son obvios y simples, obtener riqueza con el comercio, y eso pueden hacerlo sin invadirnos ni someternos. Tal vez sea cierto.

No estoy muy convencida de que Reik sea competente, pero este viejo me inspira algo de respeto, tendré en cuenta sus palabras cuando lo vea de nuevo. Ahora es mi momento de hablar con claridad, sin revelar los intereses del Pueblo Hundido ni los planes de los espíritus. Sera difícil pero puedo hacerlo.

- Bien, lo que quiero es ser una mediadora entre los Medh y vosotros, que seamos socios para encontrar esa alternativa beneficiosa para los nativos y para ustedes - es el modo mas sencillo de expresar lo que quiero, aunque tal vez sea demasiado amplio a decir verdad

- Tendemos mucho por hacer, ustedes y yo también. Hasta ahora sólo la Corona de Histacia a mostrado un claro respeto a las peticiones de las Islas Cordero, y podría decirse que el Pueblo Hundido protege a los nativos a su modo, si la Federación de Comercio Continental apoya esta visión, entonces un futuro mejor es posible -

- Para ser una buena mediadora necesitare de vuestro apoyo, no en bienes como antes dije, sino en información. Podríamos mantener mas de estas conversaciones usted y yo, incluso sumar a otros de vuestra confianza, y tenerme al tanto de la noticias de actualidad, de lo que vuestra red de informantes pueda descubrir del resto de las facciones, de los secretos ligados a las islas, e incluso proporcionarme entrenamiento para complementar mi conocimiento sobre rutas y navegación -

- Como ve no es nada material y todo esta a vuestro alcance, pero no soy ingenua, se que lo que pido es muy valioso, así como me doy cuenta que también es valioso lo que ustedes me piden a mi - sonrio con suspicacia mientras lo miro a los ojos - Soy una salvaje pero no una estúpida. Tenemos un trato?-

El anciano se mantuvo en silencio un buen trecho mientras jugueteaba con los botones de oro de su camisa. La brisa cálida de las islas que los Medh llamaban "Aliento de Madre" los acarició juguetona haciendo volar la arena en pequeño remolinos. Finalmente, el anciano se detuvo al pie de una gran palmera y aprovechando  la sombra cruzó la mirada con la de la silenciosa nativa.

Es cierto, queda mucho por hacer en este lugar con su gente y por su gente. Al fin y al cabo nosotros no somos más que mercaderes unidos bajo una bandera. Nada más. Por otra parte, sus reivindicaciones son justas pero no puedo responder por toda mi gente.

Extendió la mano encallecida pero firme y en sus ojos Anumi pudo ver una mirada joven, despierta y muy inteligente. Una mirada que parecía ajena al tiempo, como la de un mozo que se echa a la mar por primera vez.

Pero le prometo que empezaremos a estudiar su caso de inmediato, es posible incluso que tenga resultados antes de que regresen. ¿Trato hecho? En el continente es costumbre cerrar un trato estrechando la mano.