Partida Rol por web

Miro con curiosidad a la nativa cuando me afirma haber dirigido un barco de esas dimensiones en mitad de una tormenta, si no había fanfarronería en sus palabras entonces había una buena historia y eso era más que interesante por lo que acepto su oferta y dejo a los otros dos discutiendo sobre una ¿batería? Sinceramente esperaba que no tuviera que preocuparme de que el barco explotara...

Volver a salir al balcón y sentir la brisa marina vuelve a traer esos recuerdos, apenas había pisado un barco en esa época. Sería muchas cosas pero como mínimo ese hombre sabía que una niña poco pintaba en un navío corsario... y aún así esta sensación me recordaba demasiado a él.

Escucho lo que dice la joven y hasta me saca una sonrisa, la mayoría de lo que dice es más que cierto y yo ya contaba con ello. Sinceramente toda la tripulación extra que nos iban a dar ya contaban como espías de la compañía.

- Primero lo primero, mis disculpas. Sinceramente cuando te presentaste como augur no consideré que tuvieras experiencia llevando un barco de estas dimensiones. Sin embargo sé lo que es un capitán, los he visto actuar. Pueden ser las peores personas del mundo, taimados, mentirosos, crueles y sabandijas. Pero bajo la presión y una tormenta brillan con una luz propia que te hace olvidar todo lo demás.- sonrío mientras rememoro un momento que debería ser terrible y sin embargo tenía un rincón especial.

-Vuestra gente tiene una forma de vivir propia y que realmente me interesa, no cambiarla sino conocerla.- continúo retomando el tema original- Sin embargo es un hecho que estos barcos superan vuestra tecnología, de ahí mis dudas.- estaba siendo honesta y no había deje de desprecio en mi voz, pues no buscaba insultar ni mucho menos.- Ciertamente doy por sentado que conoces mejor que nadie las islas y por eso también dije delante de todos que para explorar su tierras o tratar con otras tribus tu consejo sería primordial. Por otro lado, y esto es importante, la tripulación del barco van a ser miembros de la compañía. Gente prejuiciosa que por mucha razón que tengas en tus decisiones las cuestionaran todo el rato sin queja; pero si realmente tienes la experiencia, y creo en tu palabra, entonces tendrán que aprender a seguirla.

- Por otro lado estaría encantada de compartir contigo la responsabilidad pero sería una contramaestre terrible, nunca termine de aprender a dirigir un barco. Me centré más en otras cosas e intereses, sin embargo lo que dije tanto de la lanza de sangre como el compañero es cierto. Es de las tierras de jade y aunque puede ser bastante duro sabe muy bien como llevar un barco. Si le digo que t estás al mando, trabajará bien y se encargará tanto de obedecer como que el resto obedezca tus órdenes.- miro su corte en la mano cuando menciona la sangre y hago un gesto para que me preste su cuchillo, momento que me hago un pequeño corte en mi mano zurda y se lo devuelvo.- No es mi costumbre pero para que entiendas que confío en ti. Quién sabe, quizás en unas semanas hasta permito que me llames Cali.

Assim corrigió el plano en el lugar que le marco Vivianne, tachando una sección y redibujándola al lado. En los bordes del plano hizo un símbolo de dos peces siguiéndose en círculo y lo unió a catalizador, dejándole el plano a Vivianne para que lo viera.

—Creo que tengo una idea de como hacer que los niveles de energía vuelvan a un estado previo determinado. Pero calculo que requiere un porcentaje de energía, y debe activarse con un seguro que ejecute él... ¿Cómo vinculan los elementos a los dispositivos? —señala la sección con el círculo que había dibujado —Conozco las bases para hacerlo, pero no puedo traducirlo en un aparato.

Se le ocurría que con mucha energía, podría abrir un agujero. Conocía un poco más que los demás sobre el tiempo y el espacio. No era descabellado que pensara como real la probabilidad de abrir un agujero al "otro lado". Pero su objetivo no era ese, su objetivo era más amplio. Aislar la realidad del otro lado, ¿sería siquiera posible? Tenía que reunir más conocimiento.

No he manejado jamás un barco así, no tengo idea, se lo digo? No se si es verdad que los capitanes son lo peor del mundo, pero puede que en temeria sea así, los pocos de los que oí hablar son terribles. Coincido en que algunos tienen su brillo, dudo que los de la Compañía Azul lo tengan.

La tripulación va a ser una molestia, en eso tiene razón, pero tendré que ofrecer en sacrificio a unos cuantos al pueblo hundido si queremos avanzar, con un Capitán de su facción eso sería imposible. Tiene razón en que tendrán que aprender a seguir mis ordenes, no por respeto como sugiere, sino por terror, seré la peor pesadilla de los que se me opongan.

Mis pensamientos desaparecen cuando me pide la daga. Se la doy, no suelo compartirla pero me intriga lo que hará. Se corta la palma de la mano. No puedo creerlo, mis ojos se abren de par en par, mi pose se vuelve solemne, casi ritual. Tendrá idea de la importancia de lo que está haciendo? Si no lo sabe, entonces la han de estar guiando espíritus poderosos y sabios, lo cuál es aún mejor. 

Estrecho mi mano con la suya, palma con palma, sangre con sangre - Nuestros caminos se han unido, en cuerpo y en espíritu, a partir de ahora somos hermanas de sangre y nada ni nadie puede cambiar eso - mi voz es clara, firme, seria, contundente, la afirmación que hice va a llegar al corazón de las islas, a lo profundo del mar, y hasta detrás del velo los antiguos son testigos de lo que acaba de pasar.

Cambio mi actitud, más relajada y confiada, la misma que tengo con los nativos de mi tierra - No sé como manejar un barco así, Camila. El marinero medh que me acompaña tal vez tampoco sepa, espero que el tuyo si o que alguno de la tripulación nos de una mano en caso de necesitarla. A mi me parece suficiente con eso, opinas igual? - ahora somos capitanas las dos, debo hablarlo con ella antes de decidir.

- Si lo prefieres, podemos también pedir a la Compañía un contramaestre competente, no estará al mando pero podrá solucionar algunos de estos puntos que te preocupan. Si vamos por este camino debe quedar claro entre las dos que en cuanto nos ponga en peligro a nosotros, al pueblo que habita en el mar o a los nativos isleños, le cortaré el cuello y colgaré su cabeza a la vista de todos. Yo prefiero ir sin él, pero estoy dispuesta a aceptar un miembro de la Compañía bajo estas condiciones si tú lo prefieres - 

Espero su respuesta, las dos opciones serán buenas así que ya no me inquieta cuál elija, mi daga estará lista para solucionar cualquier desvío del espía que nos acompañe si es que elije ese camino. Me quedo pensando en la sangre que nos une, en mi daga y en su lanza, y no puedo evitar preguntar - Lanza de sangre has dicho, qué significa eso en tu pueblo?-

Al notar su gesto y la firmeza de su voz mientras me estrecha la mano empiezo a considerar que quizás he tomado una decisión mucho más grande de lo que creía.

Supongo que el tiempo dirá si alguna de los dos lamentará la promesa que acaba de hacer.- solo sabía que si estaba en mi mano eso no ocurriría.

- Entonces un poco de fanfarronería sí que había.- digo entre risas.- La verdad es que lo dijiste con tanta seguridad que te creí del todo y mi imaginación ya estaba levantando aventuras de una Augur dirigiendo un galeón para recuperar sus tierras o calmar una tormenta.- me encojo de hombros y vuelvo a un tono más serio.- Sin embargo eso nos deja con el problema que temía desde el principio. Si conoces bien las islas y presupongo que tu compañero es nativo debe conocer rutas alternativas a las que seguimos los extranjeros sigue siendo útil que estés al mando para escoger rutas. Por mi parte tengo un buen mapa actualizado con las rutas que siguen las distintas naciones. Así que eso no tiene que cambiar, mi hombre de confianza se puede encargar de dirigir un barco pero con el otro sinceramente no sé. Quizás tu hombre pueda o quizás necesitemos un contramaestre, eso según lo capaz que lo veas.

La conversación cambia radicalmente y contesto mientras niego con la cabeza.

- La lanza no es de mi gente, y si la llamo así es porque está sedienta de sangre. Fue un regalo y sinceramente creo que su origen está en alguna parte de estas islas. Es mi principal razón de haber venido, llevan existiendo desde hace mucho tiempo armas que permiten a su portador usar magia. Está es una de ellas y en la actualidad está vinculada a mí, a cambio de sangre me protege y alcanza a los enemigos que huyen cuando ven la derrota cercana. Pero por la reacción que tuviste cuando lo nombre imagino que significa algo grande entre tu gente, ¿qué me puede contar.?

Asiento a la sugerencia sobre los marineros, puede que un poco de apoyo nos venga bien, total si algo sale mal le corto la cabeza. Lo hablaré con el anciano de la compañía.

Lo que dice de la lanza me parece mucho más interesante, fue forjada en la isla! Esta chica me sigue sorprendiendo, empiezo a pensar que los antiguos querían que nuestros caminos se cruzaran - La sangre da vida y poder, tu lanza lo entiende, el corazón de piedra también - 

Hay muchas lanzas especiales en las islas, no puedo saber de cuál se trata tan sólo con el nombre que ella le dio - Me permites verla?  En mis manos puede que los espíritus me susurren más acerca de su origen - les preguntaré y me hablarán, porque soy su oidora.

- Ya que somos las capitanas, podemos hacer un pequeño desvío para encontrar lo que has venido a buscar sin que nadie lo cuestione - la miro con complicidad y le sonrío de oreja a oreja. El origen de esa arma la ha hecho venir a estas tierras, y a mi me da curiosidad. La ayudaré con su búsqueda.

Su mejor pluma empapada de sangre de nativa supersticiosa... Estaba comenzando a perder la paciencia pero no dijo nada.

El secretario Reik enarcó la ceja al ver el intercambio de opiniones entre las supuestas capitanas y se aclaró la garganta. Por el bien de la empresa y sin dudar de sus dotes, les asignaremos un capitán. No me malinterpreten se defendió con tono conciliador al percibir la furibunda mirada de la nativa. No tendrá poder sobre ustedes dos pero si no conocen los entresijos de la navegación de un navío negro preferimos dejar su manejo en manos de un profesional educado por el mismo Comandante, nuestro mejor navegante y líder. ¿Están de acuerdo?

Su sonrisa se deshizo como un castillo de arena ante la marea cuando se acercó al señor Dinar sin vulnerar su espacio vital. Serán seis arcones a repartir entre todos ustedes y sus subalternos. Dijo con tono seco La compañía costea el navío y paga a la tripulación, lo que ya es un gran desembolso. Cuando regresen, podrán dividir las ganancias en función de los resultados que obtengan y tomar cada uno su parte. Conozco su historial, señor Dinar. añadió en voz baja y sin apenas mover los labios. Estoy seguro de que podremos negociar servicios bilaterales a su función de mercenario que sin embargo serán vitales.

Ignorando de forma deliberada el pequeño proyecto arcano que se desarrollaba en su mesa, Reik dio dos fuertes palmadas para interrumpir las conversaciones de manera cortés y guardó silencio un instante mientras la atención recaía sobre él. Señores, damas... mis más sinceras felicitaciones por su incorporación temporal a la compañía y su inestimable participación en esta empresa. A continuación el servicio de cocina traerá comida y bebida hasta que se sacien lo que sellará nuestro acuerdo según las antiguas leyes de Surma. Tras esto, recogió los documentos y los ordenó hasta que quedaron perfectamente alineados. Por favor, disfruten de las viandas y aprovechen para confraternizar si así lo desean. Les avisarán cuando lleguemos a puerto y entonces podrán elegir en qué navío se embarcarán.

Tras introducir los contratos en una carpeta de piel el secretario se despidió con un leve gesto y abandonó la sala.

Apenas un minuto más tarde una llamada a la puerta seguida de una reverencia por parte del mismo anciano sonriente dio paso a media docena de bandejas cargadas de exquisiteces frutales, licores, carnes en salsa, pescados marinados e incluso varios rrajos abiertos con las marcas de la brasa aún humeantes. Ilustres invitados, disfruten de la hospitalidad de la compañía. anuncia el anciano repantingándose comodamente en uno de los sillones. Si lo desean, tenemos también un juego de ajedrez continental con el que pueden deleitarse jugando una partida. El tiempo de llegada a este ritmo es de una hora.

Assim deja de lado el plano solo cuando llega la comida. Le gustaba aprender cosas, pero por la naturaleza de lo que estaba pensando, sabía que no podría hacerlo en un solo día, ni en cien, quizá le tomaría años de investigación y aunque una buena base sustentaría una investigación fructífera, una buena comida no se podía desperdiciar.

Assim se preguntó a donde se dirigían, pero no le preocupaba en exceso. El mismo solía deambular sin rumbo hasta que conseguía algo extraño que investigar.

Zagrán levantó las manos a la altura de sus hombros y con las palmas a la vista.

-De acuerdo, de acuerdo, era sólo una opinión... por mí no hay problema- dijo con el mismo tono jovial que había adoptado antes -Entonces cuando usted lo prefiera, me dice y lo acompaño- y le hizo un leve asentimiento de cabeza en señal de respeto.

El mercenario avanzó sobre la comida con verdadero disfrute. Por más que era de no necesitar muchos lujos, sabía aprovecharlos. Y lo haría...

-¿Alguno quiere jugar?- preguntó señalando con la cabeza hacia el juego de ajedrez que descansaba impoluto -No es que sepa jugar demasiado, me enseñó un contratista hace mucho tiempo, pero me gustaría saber cómo juega un arcanista de pura cepa- y miró a las mujeres presentes -O una... o una arcanista, por supuesto- dijo limpiándose la boca de comida.

Le atraían bastante los movimientos felinos de la embajadora del Gran Caravasar, pero la autóctona también... tal vez era la nota salvaje, no estaba seguro. De lo que estaba seguro era que tenía que tener cuidado o podía caer en una celada de la que no podría salir fácilmente.

La conversación con la tremera me entretiene, por eso lamento interrumpirla por lo que acabo de escuchar. Este hombre colma mi paciencia, si sigue así terminaré cortándole la lengua. Me asomo desde el balcón hacia adentro de la sala - Para qué pregunta quién se hace responsable como Capitán si después va a hacer lo que le da la gana? -

De todos modos no viene mal un poco de apoyo, el que tendrá un destino sombrío será el pobre infeliz que nos acompañe si se olvida de cuál es su lugar. - No puedo garantizar la seguridad del hijo del Comandante si lo envía con nosotros, la misión es muy peligrosa - y yo más aún - Pero si es consciente de los riesgos que asume, entonces no tengo inconveniente en que nos acompañe - su cabeza al menos la traeré de regreso, lo prometo.

La mención de las viandas me cambia el humor, esta vez le llevaré unas cuantas a Zeuno, Khelem y Morgatz, que han de estar hambrientos. 

Sin mas nada que agregar, retorno mi atención hacia la inmensidad del mar, fuera, en el balcón. Ansío continuar la charla que acabo de interrumpir. 

Ioanna se sentía como si estuviese compartiendo espacio con una panda de niños.

- ¿Qué pasa? ¿No saben comportarse? - pensó con desdén.

A la arcanista poco le importaba que tuviesen un capitán externo, lo que quería era empezar de una vez la misión y, con sus compañeros debatiendo quién debía tomar el mando, se acentuaba esa sensación de estar con infantes.

Ante su petición dudo un segundo, pero tampoco es que perdiera nada y podía ganar bastante. Por lo que recojo la vara que llevaba tapada durante toda la reunión y se la ofrezco para que pueda comprobarla. Sin embargo la intervención de nuestro anfitrión nos interrumpe así que espero a que Anumi responda cosa que yo hago también por mi parte hasta que volvemos donde lo habíamos dejado.

- Bueno pues ahí tienes, ya me dirás que te parece y en cuanto a lo otro yo no me quejaría en absoluto.- digo con cierta sonrisa pícara ante la idea de desviarnos un poco- Simplemente procuremos no ser demasiado descaradas, ¿vale?

- Era mi intención desde el principio, así que por mí perfecto.- realmente era buena idea tener a alguien conocedor de su estilo de barco y ya habría que preocuparse cuanta libertad o vigilancia nos pondría encima el susodicho apoyo, por lo demás sigo charlando un rato con la nativa en el balcón con tranquilidad.

Pasado un rato y con las nuevas viandas, vuelvo adentro del camarote y miro el juego de ajedrez, no es que fuera especialmente buena en ello pero si que era un juego interesante. Por lo que encantada me siento y miro al resto de los que iban a ser mis compañeros de viaje parando finalmente en el mercenario que estaba delante mía.

- Bueno, si te vale calentar contra una novata aquí me tienes. Así además de paso podemos charlar un poco sobre cada uno. Nada excesivamente personal pero está bien saber con quién se trabaja, ¿no te parece?- termino por decirle a Zagrán, aunque claramente la frase iba para todos.

Al fin puedo atender lo que realmente me importa y dedicarme a la lanza de sangre. La vara está envuelta y ella la descubre parcialmente dejando a la vista el formidable objeto. Es bello. Es hermoso. - Eres dichosa por tener algo así -

Asiento a sus comentarios mientras extiendo mis manos y tomo el arma, con delicadeza vuelvo a envolver la parte que estaba a la vista - Llevará algo de tiempo, media hora tal vez, pero no puedo hacer el ritual aquí, no se cuándo el anciano de la Compañía volverá a interrumpirnos. Lo haré en cubierta, lejos de miradas curiosas -

Soy consciente que darme su arma es como pedirle su alma, pero somos hermanas de sangre ahora, así que hago lo que jamás hice, desengancho de mi cintura la vaina con la daga de piedra dentro y se la ofrezco - Ten, es sagrada para mi y nadie que no sea yo jamás la ha tocado. Te la dejo mientras yo tenga tu lanza, te aseguro que antes de llegar a la costa tendrás lo que es tuyo y estarás un paso más cerca de lo que has venido a buscar - le prometo. 

Entro con Camila a la sala, tras la charla en el balcón. Las dos vamos hacia las viandas, allí nos separamos. La comida es sabrosa, en eso son consistentes los de la Compañía. Pruebo todo lo que hay hasta saciarme. Luego tomo un cuenco y lo lleno con trozos de carne, huevos, y frutos de mar. 

Hay un tablero con piedras blancas y negras, con formas curiosas. Hay quienes lo miran como si entendiesen su significado, no tengo idea de lo que es ni me interesa tampoco. Tomo otro cuenco, aún más grande, y pongo en él distintos frutos y verduras de hoja verde.

El hombre de barba y la joven tremera parecen tener ganas de sociabilizar, allá ellos, yo tengo a los míos pasando hambre. Camino por la sala con los dos cuencos en dirección a la salida. Cuando paso al lado de los dos con capuchas de colores detengo mi paso - Assim, me abres? - le muestro las manos ocupadas y señalo la puerta con el mentón - estaré afuera - miro a su compañero de rojo y asiento en silencio, si quiere venir que venga también.

La emisaria del Gran Caravasar observaba como Assim modificaba el pobre bosquejo de plano que tenía. Ciertamente no era un gran conocedor de la Arcanotecnología, si agregabas elementos al catalizador iba a desestabilizarlo aún mas... ¿Que era lo que pretendía hacer? Se había enfocado tanto en ello que ni se fijó cuando llegó la comida de nuevo.

-Esperen.... ¡Eso es!- Murmuró inicialmente para después exclamar a viva voz cuando parecía haber descubierto algo. Retiró el plano de Assim a un lado mientras empezaba a sacar un montón de cachivaches y algunas herramientas de su Mochila, era increíble la cantidad de partes que cargaba. Se acomodó unos gruesos guantes y empezó a trastear con una pequeña esfera metálica llena de engranajes. Después de unos cuantos minuto finalizó.

-¡Está lista!- Dijo con un sonrisa. -¿Cómo no se me había ocurrido antes?... No tenía que preocuparme por estabilizar la fuente de poder, tenía que buscar la forma de aprovechar la inestabilidad de energía.- Explicaba para si misma sin tener en cuenta en ningún momento que se había inspirado vagamente en el boceto del plano de Assim, aunque la verdd sea dicha, era un proyecto que ya estaba bastante adelantado.

Entonces, cómo si en ese momento se percatara de su realidad, miró de lado a lado quitándose los guantes para guardarlos de nuevo en la mochila. -¡Bien!, más comida- Se acercó alegremente a las bandejas y empezó a degustar platillos que aún no había probado. La extraña esfera metálica permanecía sobre la mesa donde había trabajado momentos antes. 

-¿Lleva mucho tiempo trabajando para el Secretario, señor?- Le preguntó al anciano que estaba sentado en el sillón, lo reconoció porque era el mismo que había traído la comida la primera vez.

Dichosa, supongo que algunos pueden considerarme así.

Había sido un regalo extraño y con más preguntas que otra cosa. Mi padre del cual hacía años que no me hablaba y del cual tampoco es que quisiera saber nada me enviaba ese paquete. Lo demás fue historia, el arma se vinculo a mí al momento y me vi forzada a aprender usarla, sin embargo lo que realmente me llamaba era su procedencia y el significado de ese regalo.

Y a pesar de tener ante mí la primera posibilidad de conseguir una pista digna de mención no puedo evitar dudar. Era hasta insultante, la nativa hasta me estaba ofreciendo algo que era sagrado y llega un momento que sale una risa de mis labios. Es ligera y algo quejumbrosa.

- Lo siento, no me río de ti. Sino de mí, éste no es momento de duda y menos de alguien que ha hecho un promesa tan fuerte hace apenas unos minutos.- suspiro y acepto su daga la cual guardo entre mis ropajes.- Tómate tu tiempo y si necesitas más tiempo, te la dejaré mientras estemos de viaje en barco, al fin y al cabo comprenderás que cuando estemos en tierra es probable que nos separemos y la necesitaré para defenderme.- termino por decirle y aún unos segundos después añado sin más.- Y gracias.

Assim le abre la puerta a Anumi casi mecánicamente, cosa que hizo que se tropezara por el bamboleo de barco, pero no le presto atención. No apartaba la mirada de Vivianne y su trabajo, incluso mientras daba bocados a la comida.

—Bravo —celebró dando un par de palmadas cuando la mujer termino su cachivache. No entendía que había pasado, así que guardo el plano que tenía. Volvería luego a el. Con eso termino su interés por la arcanotecnologia. Le hubiera gustado ver la partida de la señora Veilmond y el señor Dinar, pero tampoco era algo que lo obsesionara. Entendía poco de ajedrez continental.

Salió de la sala buscando a la chica, que debía haber salido a llevarle comida a sus acompañantes —Oidora, ¿o es capitana ahora? —habló agarrándose de la baranda de la cubierta. Quería saber si había logrado algo en su negociación, pero posiblemente de haberlo logrado no le respondería —¿Qué haremos si conseguimos el diario primero? Después de que le pueda dar un vistazo, claro.

Zagrán miró a los ojos a Camila, y sonrió.

-Qué bueno que alguien se interese- dijo extendiéndole la mano para estrechársela -Y por supuesto, cada quien habla hasta donde quiere- y se encogió de hombros.

-Dime, ¿algún trabajo importante por el que pueda haber oído de tí?- preguntó mientras hacía los preparativos necesarios para iniciar el juego -Creo que esto era así... pero si ves que me equivoco, me avisas-

Respondo a su gesto dándole la mano sin apartar la mirada y manteniendo el gesto.

Me dispongo a coger las piezas junto a él cuando escucho su pregunta y me encojo de hombros.

- Importantes no sabría decir si tanto. De base en las Islas será mi primer trabajo. Tengo experiencia en la investigación de ruinas y restos de antiguas civilizaciones. He estudiado bajo la tutela de grandes eruditos y sabios, así que supongo que su principal interés en mi persona para el trabajo es que tengo campos de interés comunes con nuestro desaparecido y que a diferencia de otros soy joven y se usar un arma.- mientras digo eso cojo dos peones de cada color y los muevo entre mis manos ocultos para luego dejarle escoger.- ¿Y tú? Dices ser un simple mercenario, pero de simple tienes poco si te ofrecen un contrato así. No me malinterpretes pero creo que ninguno de esta sala entra en esa definición.