-Nada más lejos de nuestra intención, señor Mitty -comenzó Wulryk, diplomático- aunque no veníamos a beber, en realidad, sino por información. Tal vez usted nos podría ayudar. A cambio de algún dinero, por supuesto... ¿Sabe de algún viejo habitante de Kavvarad? ¿Algo así como un ermitaño? Tal vez sólo sea una persona que tenga un "perfil bajo" pero del que se digan cosas un poco raras... -sugirió el viejo senador.
Si algo hacían los borrachos como el viejo Mitty era, a parte de dar pena y ser hediondos sacos de alcohol de mala calidad, era escuchar de todo. Todo lo que se dice en un bar acaba, de una manera u otra, pasando por los oídos de los borrachos que los habitan. Y un incentivo como el monetario, que podría permitirle tomar un trago de calidad para variar, bien podría ser más que suficiente para despertar viejas neuronas.
El tal Mitty desde luego no podría ser un aspirante a jedi como el general, se dedicaba a increpar continuamente y tenía aspecto de borracho, no en vano marchó a buscar un nuevo trago.
Cuando se volvió a mirarnos intervino Wulryk, lo cual me descolocó, pues decidió saltarse nuestra historia y pasó a preguntarle por ermitaños extraños, intente disimular mi sorpresa todo lo que pude pero no pude evitar tener que mover al menos los hombros hacia atrás y delante para recolocarme y tratar de seguir el hilo argumental, sin parecer despistado por el giro.
Seguro que el vejete estaba buscando un trago así que indudablemente algo de vino podría refrescar su mente, ehh, es para un trabajo sobre historia antigua, decidí intervenir y de paso recordar nuestra coartada, estamos buscando gente que viera la ascensión y caída del Imperio, para un documental. Seguro que usted ha oído algo, vayamos a otro sitio y le invitamos a algo para compensar las molestias.
-Claro- secundé a mi amigo -no se puede hablar de historia con la garganta seca, ¿Verdad?-. Aun no teníamos noticias del viejo, no al menos de al que buscábamos.
Aun así teníamos todo el tiempo del mundo, tampoco que ese tal Skywalker estuviese apurado ni nada. Revisé los alrededores, no había demasiadas cantinas en aquel asteroide así que tendríamos muy pocas opciones.
Intenté recordar el nombre que Baker me había dado -creo que era un nombre de mujer-. Pero no era bueno para memorizar esas cosas, no entendía como otros podían hacerlo.
Dejando de lado aquella idea me acerqué al anciano y le dije -usted dirá, somos nuevos en la ciudad-.
- ¿Un documental? - repitió con voz rasposa, incrédulo. Se detuvo y se volvió rascándose la cabeza para mirar a Sidias -. ¿Aquí?. Chico, tú no estás bien de la cabeza. Aquí lo único que te dirán es que un bastardo gris se hizo con media galaxia hasta que todo le estalló en esa fea cara - Mitty guardó silencio unos momentos sin dejar de rascarse la cabeza. Luego hizo una mueca y agitó las manos en el aire dejando muy claro lo que pensaba del asunto. Se dio la vuelta tambaleándose y se puso de nuevo en marcha mientras farfullaba.
Una vez más se detuvo, se agachó con dificultad para recoger algo del suelo, que terminó desechando tras examinarlo.
- El único ermitaño raro es ese tarado de Talaan - dijo mientras reanudaba su camino con paso vacilante -. Y me llaman a mí viejo loco... He-he.
Estaba por bajar mis lekku cuando el viejo soltó algo interesante, un tal Talaan. -Si es considerado loco por un viejo loco, debe de ser... Loco al cuadrado-.
La matemática mentla lo animó y rió en el aire de su propio chiste interno, considerándolo muy bueno. Entre risas se acercó nuevamente al tal Mitty -bien, queremos justamente conocer eso, las historias del campesino, del minero, del ebri... del parroquiano de la taberna- hice una pausa a sabiendas de mi traspié -¿Sabe cuantos relatos hay de grandes historiadores? Como... Muchos, y emm, aburridos- miró a sus compañeros para ver si certificaban dicha información, él no había leido libros de historia jamás pues le resultaban un bodrio, no como los de ingeniería o manuales instructivos -queremos algo emocionante, dinámico, como carrera de deslizadores y eso lo tiene el sujeto común-.
Perdón por las onomatopeyas, no sé si se entiende lo que quiero expresar como jugador.
-Como dice mi becario, buscamos testimonios de gente común, para dar nuevos enfoques a la historia viva de la Galaxia -complementó hábilmente el viejo senador, sin duda más ducho en ese tipo de datos- Así que ese viejo ermitaño, ese tal Talaan, nos sería de utilidad. ¿Sabe dónde podríamos encontrarlo? Estaríamos agradecidos... -añadió, sacando unos créditos(1)
(1) los suficientes para permitirse una borrachera de calidad, pero tampoco una cantidad exhorbitante.
Al escuchar las palabras del viejo, no puedo evitar pensar que tiene razón, en este pedazo de pozo ciego llamado Kavvarad no creo que encontremos nada digno de un documental. Sin embargo las palabras de Wulryk tienen su efecto y parece haber oído hablar de alguien extraño, una vez más, el viejo senador se había desviado de nuestra historia pero había acertado de lleno, mejor dejar saber hacer a los que saben.
Asiento a sus palabras y me mantengo en un discreto segundo plano mientras buscamos la taberna, sin embargo Wulryk muestra unos créditos, parece que tendremos suerte y no tendremos que compartir bebida con este viejo borracho.
Mitty se detuvo de nuevo y se giró hacia Suta. Acercó su cabeza a la del twi'lek, entrecerrando el único ojo que parecía obedecerle y rascándose el oído con un dedo mugriento. El olor del viejo era una mezcla de sudor rancio y alcohol.
- Decididamente tienes mal color - dijo tajante, y se volvió a Wulryk, frotándose la nariz con un dedo -. Ese tarado de Talaan casi siempre está perdido en el bosque de piedra. Sólo la chica de Lucien, Val, se preocupa por él. Es la única que debe saber dónde encontrarlo. Esa chica tiene demasiado buen corazón.
Con un repentino movimiento, Mitty cogió los créditos que el senador sostenía en la mano y se puso de nuevo en camino.
- Vamos - agarró a Suta por un brazo cuando pasó por su lado con firmeza -. Y tú necesitas un trago. Sigues teniendo mala cara. He-he.
Empezábamos a tener datos, dispersos pero comenzaban a centrarse. Habíamos oído hablar de Lucien y ahora de Talaan y Val, y los tres están relacionados.
Miré cuando el viejo pasaba con cierto hastío, finalmente íbamos a tener que acompañarle a la taberna... bueno, quizá podríamos aprovechar la situación y tratar de descubrir algo interesante en el otro sitio.
Me sitúo a la par de Suta y mientras miro hacia delante por si hay algún extraño interpelo al vejete, dígame: El bosque de piedra ¿Cae cerca?
Me dejo llevar por el anciano, su hedor no me molestaba para nada, de hecho me recordaba a un taller cuando hay que limpiar las partes de lubricante perdido. Se emplean productos más fuertes que el aroma de aquel pobre viejo.
Ante la pregunta de mi amigo asentí nuevamente, al parecer el anciano tenía una buena idea de aquel lugar, no obstante Suta no tenía idea de lo que un "bosque de piedra" podía ser, quizás así le llamaban a las minas aquí o al lugar donde se extraía el carbón u otro combustible.
-Pues vamos por el trago, que te lo has ganado. Pero necesitamos saber como encontrar al orate ese... O a los otro dos que nos podrían llevar con él-.
Mitty se tambaleaba ligeramente y, probablemente, se habría caído ya si no se hubiera estado apoyando todo el tiempo en Suta.
- El bosque de piedra está por allí - dijo levantando un brazo y señalando en una dirección, para luego señalar en otra, corrigiéndose. Y luego una tercera -. A las afueras de Kavvarad. Al oeste de la mina.
El anciano siguió andando mientras hablaba con voz rasposa. Desvariaba con historias centradas sobre todo en las tabernas del lugar y en chismes sin mucho interés, intercalando insultos verdaderamente imaginativos. Tras un rato de deambular, se dirigió directamente y con paso más animado a un edificio de dos plantas.
- ¡Hola Lucien! - saludó animado -. Mira, ¡te traigo clientes!. He-he.
El establecimiento era una cantina bastante sencilla, con unas pocas mesas en el centro del amplio salón y unos pocos reservados a ambos lados. Sillones espalda con espalda y enfrentados con mesas en medio. Sólo un par de reservados estaban ocupados, con los clientes tomando sus bebidas tranquilamente. Al fondo estaba la barra, con el tabernero inclinado sobre ella, apoyado en los codos.
Lucien levantó la cabeza y miró a Mitty con gesto hosco. Tenía el pelo recogido en una descuidada coleta y unos mechones sueltos le caían a ambos lados del rostro.
- Paga primero lo que debes, viejo - dijo sin preámbulos, apenas echándoos un vistazo.
- ¡Pero son clientes! - Mitty se sentó en una de las mesas, señalándoos -. Y tienen dinero. ¡Venga!. Eso valdrá una pequeña copa, ¿no?.
Lucien gruñó y volvió a prestar atención a lo que estaba leyendo.
Cuando comenzó a indicarnos donde estaba el bosque de piedra asentí con la cabeza, al cambiar al dirección mostré un gesto serio, y al volver a elegir otra trayectoria no pude más que mirar a mis compañeros con un gesto algo molesto. En fin, me quedé con la idea que estaba al oeste de la mina.
Le seguimos mientras continuaba con los improperios hasta entrar dentro de la cantina. Me sorprendió al saludar a Lucien, ¿Este era el experto en tecnología? Si lo era, no lo parecía. Al ver el gesto con el cual respondía el tal Lucien vi que no habíamos empezado con buen pie.
Hola, saludé a Lucien mientras le mostraba mi mano para saludarnos, nos gustaría tomar algo, pagaremos nosotros, añado en último lugar.
Pedí unas bebidas para tomar, dejándome aconsejar, para luego continuar intentando sacar información. Traté de reproducir el discurso de Wulryk que tan bien le había quedado mi nombre es Angron Thalkyr, trabajo para el noticiario Noticias desde Dantooine, y queríamos entrevistar a gente que haya vivido antes de la fundación del Imperio Galáctico, dejé que las palabras reposaran.
Con los datos de hacia donde quedaba aquel bosque sería suficiente, pero el alcohol no me permitía poner mi confianza en la dirección señalada por aquel Mitty.
Llegamos a un bar, entramos y nos dispusimos a beber. El embajador estaba callado, no sabía que le sucedía por lo que me concentré en él. Creí escuchar que el dueño del lugar era Lucien y el nombre me sonó.
-¿Qué nos sugieres beber, viejo?- consulté a quien nos había llevado.
Una de las cejas de Lucien se alzó, sin dejar de fruncir el ceño ni variar su gesto hosco.
- ¿Seguro que tienes edad para beber, niño? - dijo después de que Sidias se presentara.
Mitty sonrió ante la pregunta de Suta y, más aún mostrando varios huecos entre los dientes sucios, ante las palabras de Sidias.
- He-he. ¿Ves Lucien?. ¡Clientes!. ¡Y de los buenos!. He-he - rió -. La cerveza de Lucien, por supuesto. Es de lo mejor. Mejor que los meados de esos otros tugurios - el dedo de Mitty saltó de ocupante en ocupante en la mesa, contando, e incluyéndose a él mismo -. ¡Marchando cinco cervezas! - pidió con una sonrisa de oreja a oreja.
Lucien se enderezó con un gruñido para servir las bebidas. Tras un momento, se acercó sin prisa con las bebidas, dejando los recipientes delante de cada uno, con un poco más de fuerza de la necesaria, y tomó los créditos que le tendía Sidias, para luego volver a su lugar detrás de la barra sin decir palabra.
Había dejado dos jarras delante de Mitty y Wulryk con un líquido oscuro y espumoso; y dos vasos de líquido transparente ante Sidias y Suta. Era agua.
Wulryk se sonrió al darse cuenta de la diferencia que había trazado Lucien entre él mismo, el viejo borracho y los dos chicos. Había sabido ver a la perfección quienes podían beber (y distinguir un caldo despreciable de uno que mereciera la pena, al menos en caso del viejo senador) de los que por edad podrían traerle problemas. Un tipo bastante decente, al menos a primera vista.
El ex-príncipe y senador de Elyssvar tomó un sorbo de la cerveza y fingió agrado diplomáticamente. Alguien de la fortuna que había llegado a disfrutar Wulryk sin duda habría bebido al menos 1000 cervezas mejores que aquella.
-Como dice mi becario, Noticias desde Dantooine está interesado en el testimonio de huídos del imperio, llegados a planetas más o menos remotos, por su pasado. Nuestro noticiario ha tenido conocimiento que el Imperio Galáctico todavía tiene agentes funcionales y que personas como el viejo Talaan corren peligro, nos ha enviado a recoger su testimonio. Parece algo bastante importante, ¿sabe? -dejó caer, sugerente- Así que aquí estamos, ansiosos por encontrarle antes de que sufra un infortunio y poder advertirle, ya que estamos... ¿Podría ayudarnos?
Consciente de que Lucien podría sentirse atacado en caso de que preguntaran directamente por su hija Val, Wulryk había optado por una aproximación más tangencial, menos invasiva. Mitty ya era suficientemente bocazas él mismo como para meter la pata ellos también de la misma manera.
Me sentía ampliamente ofendido por ser considerado un menor, por lo tanto decidí callar y asumir aquel papel, dejando al diplomático hablar.
La bebida servida por el tal Lucien era agua en ambos casos porque el destilado más suave producto de las manos de un Twi'Lek tiene la propiedad de aflojar tuercas atoradas y oxidadas. Pero lo dejé pasar, pensando en "el bien mayor y todas esas cosas que me contaron de los jedi".
Pero no bebí, no les daría la satisfacción.
No me hizo ninguna gracia lo que dijo el camarero, pero no es momento de malhumores, inspire y expiré despacio, sin decir nada más.
Cuando me puso el vaso de agua traté de no decir nada, no toque el vaso en ningún momento y escuché las palabras de Wulryk, por el rabillo del ojo vi que Suta tampoco bebía, creo que éramos de la misma opinión. Seguramente habíamos visto cosas bastantes más crudas que un barman del último planeta de la galaxia. En fin, esperé la respuesta de Lucien mientras jugueteaba con el vaso.
Lucien levantó la cabeza con brusquedad y miró directamente a Wulryk estrechando los ojos.
- ¿Talaan? - dijo después de un momento -. No es más que un viejo al que se le fue la cabeza hace mucho tiempo.
Lucien preparó nuevas bebidas y las llevó a una de las mesas ocupadas. Mitty hizo ademán de llamar su atención cuando pasó por su lado, pues ya su cerveza estaba próxima a agotarse, pero Lucien lo ignoró.
- La mitad de los llegaron aquí lo hicieron por las minas, y la otra mitad por su pasado. Ninguno de ellos quiere tener nada que ver con el Imperio. ¿Noticiario?. ¿Testimonio? - bufó -. Nadie querrá decirles nada. ¿Sabe lo que pasaría si esos testimonios llegaran a oídos de esos agentes? - Lucien se había acercado al senador, casi amenazante, para luego volver a la barra.
- Pierden el tiempo aquí - sentenció con dureza.
En ese momento alguien entró en la taberna. Era una joven menuda y con el cabello muy corto y oscuro. Detrás, aparecieron Nun'zacris y Baker, este último con una fea herida en el rostro.
Hasta aquí la escena, así que no posteeis. Abro una nueva escena con todos juntos.