El encuentro con Robert había ayudado a sacarte de la cabeza ciertas cosas y... además... a bajar un poco el calor interior luego de besarte con dos super galanes.
Pero algo seguía dándote vueltas en la cabeza de forma casi antinatural. Por qué recordabas ciertas cosas que no tenías registro de haber hecho. Todo eso te seguía taladrando la mente cuando fuiste a dormir. Y comenzaste a soñar recuerdos. Recuerdos demasiado vívidos para no ser reales, pero de cosas que tampoco habías hecho.
Era de noche y estabas en Bludheaven. El lugar era un enorme gimnasio de tres plantas. En la planta más alta, tu dormitorio tenía una ventana que daba al exterior. Te escabulliste de tus padres, tendrías unos 18 o 20 años, y saliste para subir al techo. Una vez allí, vestías un traje de Nightstar, aunque con mangas largas y pantalón ajustado. Tenía Kevlar, y tú no podías volar. De alguna forma el recuerdo te hizo sentir un tanto impotente... pero poderosa a la vez. En tus muñecas había dos dispositivos que disparaban taser... tus "starbolts" y eras más ágil, más hábil, más astuta. O al menos te sentías así.
Sin que lograras notarlo con la suficiente antelación, alguien se paró detrás de tí. Te sentiste una idiota, pero una situación de felicidad se apoderó de tu cuerpo.
Lento... demasiado lento... Dijo la persona detrás.
Tú te volteaste para ver a Damian a los ojos, sonreíste y saltaste para rodear su cintura con tus piernas. Él llevaba un traje de Nightwing. Le hacía ver tan sexy que evitaste pensar en las alertas sobre el "síndrome de Electra" que algunas veces inundaban tu mente.
Lo besaste y sentiste que podrías arrancarle el traje allí mismo. Pero él te detuvo.
Vamos... es momento de patrullar, quizás si te comportas como una buena vigilante, entonces obtendrás un pedazo de esto.
El chico se volteó para saltar del techo y le propinaste una nalgada. Él sonrió y luego cambió su semblante a algo más serio y tajante... como el de su padre. Ese hombre que era a la vez tu abuelo y tu suegro, y que parecía romper todo lo que tocaba... en particular a sus hijos.
Damian saltó y tú lo hiciste detrás de él. De techo en techo ambos fueron corriendo, saltando e impulsándose. La noche parecía particularmente tranquila para la ciudad. Solamente unos cuantos carteristas y un asalto armado que, entre los dos, evitaron sin problemas. Damian era extremadamente hábil. Rápido, preciso, contundente, silencioso. Era la combinación perfecta entre Bruce y tu padre.
Estaban a punto de volver cuando escucharon una alarma. Era un poco cliché, pero estaban asaltando una joyería.
Ambos se movieron por los tejados como si, simplemente, trotasen en el parque. Con rapidez y vehemencia llegaron al techo de la joyería y se miraron. Un movimiento de cabeza bastó para que se entendiesen a la perfección, y se lanzaron por ventanas opuestas.
Dentro todo fue rápido. Damian había entrado por una en la que cuatro matones intentaban plantarle cara. Aunque no tuvieron ninguna posibilidad. Tú, por tu parte, entraste en una donde dos de ellos se abalanzaban sobre tí. Lograste esquivar a uno y golpear al otro con un starbolt pero, al voltearte, recibiste un disparo en el abdomen. Tu traje tenía Kevlar, pero el impacto te dejó sin aire y caíste al suelo.
Con la visión un poco perdida, escuchaste un grito de furia de Damian. El chico saltó y, con una patada doble, derribó a ambos agresores. Estaba en un arranque de furia sobre uno de ellos intercalando derechazo y zurdazo sobre su rostro. A duras penas lograste reponerte e intentar hablarle, pero había entrado en un frenesí. Con una habilidad que él mismo te había enseñado, detuviste su golpe y le hiciste una llave. Él te miró con furia en el rostro, pero solo fue un segundo. Cuando se percató de lo que pasaba te miró y lloró. Ambos salieron después de llamar a la policía.
Ya en un techo adjunto a la joyería Damian se quitó la máscara y, con los ojos llenos de lágrimas, te besó con pasión.
No puedo perderte... no voy a perderte. Dijo Nightwing. Estoy roto, y tú eres lo único que me mantiene en una sola pieza.
Le respondiste el beso y, de alguna forma, la adrenalina y los sentimientos hicieron que los trajes terminasen en el suelo y sus cuerpos se fundiesen al calor de un erotismo inhumano. Casi como el fuego de una tamareana.
Te despertaste agitada y excitada ante el recuerdo de una noche de pasión épica en ese techo de esa Bludheaven. Algo te recorría todo el cuerpo por dentro. No era simplemente un sueño... Era casi... como un recuerdo.
La noche junto a Robert en aquel bar resultó ser muy intensa, un perfecto placebo para evadir todo lo vivido con John y la misión en sí, era como una pausa agradable de la cual Mary se aferra cuando se encuentra abrumada ya que en el Vietnamita puede confiar, ser ella sin atarse a nada, sólo al momento que sin más sucedió sólo por el mero placer de encontrarse y disfrutar. Lo bueno es que tras aquello, cada cual regresó a su cuarto para descansar mientras la Tamariana se sumió a un profundo sueño que habla de agotamiento físico, pero más aún mental. La misión no resultó como ella esperaba y el equipo tuvo demasiadas falencias, incluida las de ella.
Y mientras se pierde en el Mundo de Morfeo, todo parece cobrar vida cuando aquella escena se torna diferente y la realidad golpea con fuerza a Mary. Cada detalle lo vivió de una forma demasiado intensa, aquel Damián provocaba algo en ella que ningún hombre jamás había logrado, siendo realmente muy sorprendente aquello. Hasta que claramente en esos ires y venires de la misma situación, terminan en aquel tejado dándolo todo, tanto que al abrir los ojos la morena busca con sus manos al hijo de Bruce, necesitando de aquella piel mientras las sensaciones golpearon con fuerza en cada rincón erógeno de su cuerpo.
Empapada de sudor, pero con una excitación muy notable, Mary no comprende en absoluto nada ya que esa imagen siguió allí en su mente tras sentir que aquello no era un sueño, sino una situación real. Al menos eso es lo que sospecha mientras su mano recorrió cada detalle de su cuerpo de cadenciosa manera, el placer que se ofreció a ella misma en aquel instante es indescriptible, no sólo porque revivió cada detalle de la situación sino que por primera vez esto era para Damián. Así que luego de haberse perdido en los sinfines de placer, cuando su orgasmo finalmente cruzó la barrera del éxtasis, allí quedó jadeando ante lo vivido.
Rápidamente cuando pudo regresar a la realidad, se preguntó que diantres estaba haciendo y tras incorporarse de un salto de la cama, coge las sábanas para ponerlas a lavar mientras se adentra al baño con el fin de ducharse. En ningún momento pudo sacarse aquello de la mente, incluso tras haber satisfecho sus bajos instintos en su cama. Por esa razón, luego de secarse y ponerse el traje, salió pitando de allí. No quería ver la cara de nadie, al menos hasta que sea la hora de la reunión. Había mucho que pensar, mucho que digerir y obviamente será en la soledad.
Mary estaba en la sala cuando su mente tuvo otro "flash". Por un momento no estaba en la sala y volvía a ser esa "otra" Mary. Lo que pasaba escapaba de su control, y era una espectadora desde sus propios ojos.
Estaba frente a frente con Damian en el gimnasio de su padre. Estaba furiosa por sentirse insegura y vulnerable.